Economía
Anif advierte efectos del fenómeno de El Niño sobre los precios de los alimentos: “Es un impacto que puede ser agudo, pero de corto plazo”
José Ignacio López, el nuevo presidente del centro de pensamiento, considera que el crecimiento en 2024 será muy parecido al del año pasado. Asegura que el desempleo crecerá, sin embargo, será un aumento moderado y afirma que es bienvenida la reforma tributaria, “pero es un año difícil para darle trámite”. El dólar se moverá en un rango entre los 3.800 y 4.300 pesos.
SEMANA: ¿Cuáles son las perspectivas de crecimiento que tienen ustedes para la economía de este año en Colombia?
JOSÉ IGNACIO LÓPEZ (J. I. L.): Este año nuestra proyección puntual de crecimiento es de 1,1 %, que finalmente va a ser muy similar a lo que estamos esperando cierre en 2023. Buena parte de la explicación de por qué tenemos una cifra relativamente baja está en el sentido de que los choques que afectaron a la economía colombiana el año pasado todavía van a tener un efecto sustancial e importante, especialmente durante el primer semestre de este. Y me refiero al tema de la inflación, altas tasas de interés, que claramente tienen efecto sobre uno de los grandes motores de la recuperación de la economía colombiana, que es el consumo. Si bien este es un año de transición, de tal suerte que vamos a ir dejando atrás esos choques en la medida que el año vaya avanzando, todavía en buena parte vamos a sentir la presencia de ese choque, y en ese orden de ideas 2024 va a ser un año todavía con unas cifras de crecimiento bajas, que probablemente le va a dar lugar a 2025 a una cifra de crecimiento un poco más alta. Básicamente este año todavía va a ser difícil saber qué parte es el resultado de que todavía tenemos ese choque inflacionario y tasas de interés ejerciendo una presión de la economía y qué tanto es más estructural y qué retos tenemos hacia adelante en materia de crecimiento.
SEMANA: El año pasado tuvimos un tercer trimestre que fue negativo. El Indicador de Seguimiento a la Economía (ISE) de octubre también fue negativo, pero el de noviembre sacó la cabeza y fue positivo. ¿Se alejó el fantasma de la recesión?
J. I. L.: Sí, yo creo que con la cifra del ISE y esa sorpresa al alza quedó despejado el interrogante de que íbamos a tener otro trimestre en contracción. Todo apunta a que el último trimestre del año pasado la economía mostró algunos síntomas de mejora; en buena parte algo de ese efecto de mayor crecimiento hacia final del año pasado se explica también porque tuvimos un consumidor muy precavido todo el año, con bajo consumo, y era algo predecible que en el último trimestre el consumidor se animara un poco más, con la apreciación del tipo de cambio, algunos bienes durables cayeron de precio, los vehículos, algunos electrodomésticos y demás. En esa temporada de fin de año, quizás el consumidor colombiano, que había sido más bien austero durante todo el año, pues tuvo un impulso adicional que en últimas va a hacer que la economía aleje el fantasma de la recesión y termine en una nota un poco más optimista.
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No obstante, repito, hacia adelante, hacia este primer trimestre del año y probablemente durante el primer semestre, pues nuevamente el consumidor va a estar midiendo sus pesitos, monitoreando de manera muy clara los precios, todavía con tasas de interés altas y, por eso, el sentimiento probablemente va a ser más bien de precaución, de austeridad. En esa medida, seguimos hablando de esa afectación, pero despejamos el fantasma de la recesión con esas cifras de finales del año pasado.
SEMANA: Algunos economistas, para mirar el comportamiento de la economía, lo relacionan con letras: una L, una V, una U. Y ahora se estima una W, porque en el primer trimestre del año pasado el crecimiento fue alto, del 3 %, y el primer trimestre de este año vendría con la inercia del crecimiento del año pasado, que sumado al efecto base de comparación podría dar un resultado no tan positivo en estos primeros meses…
J. I. L.: Creo que la descripción que está haciendo, como una especie de zigzag, que, entre otras, hace que el análisis económico sea más difícil, va a estar presente. Y el zigzag se repite. Se refiere a una cifra sorpresivamente mala en el tercer trimestre del año pasado.
Luego, una cifra en una nota más alta cerrando 2023, y ahora comienza el año nuevamente. Una vez poscelebraciones de fin de año, el consumidor sigue viendo que los precios todavía están en aumento. Si bien la inflación va cediendo, eso implica, no obstante, que los precios todavía continúan en ascenso, las tasas de interés todavía están altas y en ese despertar o en ese comienzo del año, pues volvamos a caer.
Si nos abstraemos un poquito de las tasas, porque recordemos que esas tasas de crecimiento se dan cuando comparamos un trimestre contra otro trimestre y miramos el cambio porcentual, yo creo que en general el patrón que hemos visto en la economía colombiana es más bien como de una V con cierta caligrafía.
SEMANA: ¿A qué se refiere?
J. I. L.: Que tuvimos la caída muy fuerte de la pandemia, luego tuvimos un rebote pospandemia muy fuerte, mejor al que todos estábamos apuntando y que todos los analistas en algún momento estimamos. Pero después de ese rebote, básicamente la economía está mostrando un perfil muy bajo de crecimiento, es decir, una estabilidad que es la que empieza a preocupar en la medida que se extienda. Después de un rebote tan fuerte, era natural que tuviéramos una especie de pausa en el crecimiento, pero en la medida que esa pausa se sigue extendiendo más allá de esos cambios trimestre a trimestre, pues ahí es donde surge la preocupación de finalmente a qué tipo de crecimiento vamos a aspirar una vez logremos salir de este zigzag del que veníamos hablando.
SEMANA: Una de las mayores preocupaciones en materia de crecimiento está relacionada con la inversión. ¿Qué espera para este año?
J. I. L.: Los factores que están generando un desempeño realmente preocupante de inversión de alguna manera continúan. ¿Y cuáles son esos factores? Es una lista. Primero está el tema de tasas de interés que todavía va a seguir afectando las decisiones de inversión. Los costos financieros de las empresas siguen estando altos. La buena noticia es que probablemente hacia final del año ya vamos a tener un descenso de los costos financieros y eso marginalmente va a incentivar las condiciones de inversión.
El otro aspecto que está jugando es el tema de la prima de riesgo del país y eso está encadenado al tema de tasas de interés.
Cuando hablamos de tasas de interés, muchas veces pensamos en simplemente la tasa que fija el Banco de la República, pero las tasas de inversión tienen muchos otros elementos, tienen otros componentes y un componente que es relevante es esa prima de riesgo del país. Es decir, la prima que les exigen los inversionistas de fuera de Colombia a las inversiones en nuestra latitud, y esa prima de riesgo pues sigue estando elevada y sabemos que este año va a ser un año todavía en el que, por ejemplo, el tema fiscal va a estar muy presente con unos retos enormes.
Entonces, esa prima de riesgo todavía, digamos, nos va a jugar en contra en materia de inversión. Los otros aspectos tienen que ver con la incertidumbre generada con la agenda de reformas, pues es una agenda de reformas que todavía está en discusión. Es muy probable que hacia el segundo semestre buena parte de esa incertidumbre se haya despejado en la medida que las reformas tendrán un trámite, muchas ya con trámite final en el Congreso. Sabremos si el Congreso finalmente las aprueba o las rechaza. Eso quizá despeje esa incertidumbre y vaya generando nuevamente unas condiciones de inversión, de tal suerte que ahí ya tenemos algunos componentes.
Y el último punto que quiero resaltar tiene que ver con temas muy sectoriales, sectores que son muy relevantes para las decisiones de inversión. Todavía vemos unas condiciones difíciles.
Entonces, en resumen, yo creo que en el grueso las condiciones de inversión del país todavía son adversas y, por tanto, es muy probable que en la primera parte del año veamos aún cómo las cifras malas del año pasado se extienden. Pero a medida que el año vaya transcurriendo, es probable que también empecemos a ver una cifra lenta de mejoría en ese aspecto tan relevante para el crecimiento económico, como es la inversión del sector privado.
SEMANA: ¿Cómo está el riesgo país de Colombia comparado con otros países de la región?
J. I. L.: El país perdió el grado de inversión en 2021 y eso implicó un aumento en esa percepción de riesgo y, por tanto, en las tasas que tiene que pagar el Gobierno a la hora de endeudarse en los mercados externos y las empresas que pueden emitir también en esos mercados internacionales, y eso tiene un efecto cascada en otras tasas de interés a nivel local. Por eso, perder el grado de inversión fue una noticia desafortunada para el país, porque eso implica costos financieros más altos para el sector público, para el sector privado, para las familias.
Después de que perdimos el grado de inversión, tuvimos una sobrerreacción asociada con el horizonte de tiempo de la campaña presidencial, del comienzo del gobierno. Ciertos mensajes iniciales del Gobierno fueron quizás algo desconcertantes para algunos inversionistas, pero en la medida que el Gobierno ha seguido en su operativo y las instituciones de Colombia muestran la robustez que tienen, ha habido una corrección importante. Es decir, esa prima de riesgo se ha reducido frente a los niveles que vimos, por ejemplo, en noviembre de 2022, donde -recordemos- el peso estaba cercano a los cinco mil pesos, estas primas de riesgo habían aumentado de manera sustancial.
Hemos tenido una corrección y eso es una excelente noticia, pero hay que decirlo, todavía permanecen en niveles relativamente altos.
Esos niveles de alguna manera muestran que los mercados financieros siguen preocupados con el tema de las reformas económicas, siguen preocupados con los motores de crecimiento del país, con lo que está pasando en infraestructura, en vivienda, en el tema energético.
Obviamente eso genera también grandes interrogantes, pero yo soy relativamente optimista y creo que en la medida que este choque económico asociado a la inflación y tasas se vaya disipando y el país se empiece a estacionar en una senda, si se quiere más normal, más típica de crecimiento, las reformas tengan su trámite, si el Gobierno logra gestionar el reto fiscal tan grande que tiene este año, yo soy de la opinión que probablemente estas primas de riesgo se van a seguir ajustando, porque se van a ir disipando varios de los interrogantes que mencionaba. Y eso va a ser una buena noticia de cara a 2025, a 2026, en términos de incentivos para que haya un flujo de inversión del país.
SEMANA: ¿Cuáles son las expectativas en materia de inflación para este año?
J. I. L: En general nuestro pronóstico de inflación es muy similar al de otros grupos de investigación, al de otros analistas. Nosotros, como centro de pensamiento, hacemos nuestros propios modelos y tenemos una cifra de cierre del año del 5,6 %. La mayoría de analistas se están ubicando en una cifra similar.
Acá hay unos riesgos que hay que advertir relacionados con: 1. tuvimos un aumento del salario mínimo en términos reales que probablemente le va a generar una resistencia a la inflación, sobre todo en el mes de febrero, en el rubro de servicios, típicamente aumentos del salario nominal, en términos reales altos se ven reflejados de manera muy clara en esas cifras.
El otro aspecto es el fenómeno de El Niño. Estamos en muchas ciudades viendo ya de manera muy clara, las consecuencias de este periodo de sequía y eso va a tener efectos sobre los precios de los alimentos. Este es un efecto que históricamente ha mostrado que puede ser agudo, pero de corto plazo.
Entonces podríamos tener una resistencia a esa caída que estamos viendo, pero es probable que se disipe rápidamente en la segunda parte del año.
Y hay otros riesgos asociados, como por ejemplo el aumento de los precios del diésel y demás. En últimas, tenemos un perfil de caída de la inflación. Nosotros estamos pensando que cerramos con 5, 6. No es quizá la velocidad a la que a uno le gustaría.
Creo que la buena noticia es que, hacia 2025, ya vamos a estar hablando de una cierta normalidad en términos de crecimiento y en términos de tasas de inflación más cercanas.
Y eso también va a ser muy positivo para las familias, para las empresas colombianas que puedan operar en un ambiente más normal, si se quiere, en términos de precios, porque este choque inflacionario tiene unos costos y unos efectos sobre la psiquis de los consumidores, sobre sus bolsillos, sobre la capacidad de compra, que va minando la confianza del consumidor y la disponibilidad a comprar algunos bienes.
En la medida que sigamos disipando estos choques, pues vamos a movernos a ese nivel de 5 o 6 %; repito, final del año y probablemente ya en 2025 estemos hablando de inflación de 4 % y ojalá el 3 %.
SEMANA: Tras los resultados de diciembre, algunos plantearon la posibilidad de no descartar que lleguemos este año al rango meta que tiene el Banco de la República de inflación entre 2 y 4 %. ¿Usted lo ve viable?
J. I. L.: Creo que hay un factor que va a ser determinante: sí podríamos llegar a tasas de inflación mucho más bajas, pero sí efectivamente vemos una caída mucho más fuerte en el consumo. Entonces también hay que preguntarse cómo vamos a llegar a esa meta de inflación. Creo que lo que sería deseable es que los choques de ofertas se vayan disipando y que la demanda lentamente se vaya recuperando sin generar nuevamente presiones inflacionarias.
Hoy en día se ve muy difícil que lleguemos rápidamente a ese 3 % sin que se comprometa realmente la demanda doméstica, es decir, sin que haya una caída adicional en el consumo y la inversión.
El mundo ha tenido unas ganancias enormes en temas de inflación, pero las últimas millas, el último kilómetro del ajuste, siempre es complicado en esta materia. Un ejemplo es en Estados Unidos. Tuvo una inflación de 9 % y cayó rápidamente al 3 %, pero una vez estacionados en el 3 % ha sido difícil.
Muchos países de la región están en niveles de 4 %, pero incluso están teniendo nuevos brotes inflacionarios. El tema geopolítico es un riesgo también que está presente. Ahora, por el tráfico marítimo en el mar Rojo, volvemos a ver un aumento en los costos marítimos, en los costos de los fletes. Entonces, creo que aquí hay unos riesgos que van a mantener la inflación con cierta persistencia y a mí me preocupa es que lleguemos a una inflación mucho más baja, pero por unas razones que son al mismo tiempo indeseables.
Entonces yo creo que va a ser difícil realmente encontrar ese aterrizaje suave, de tal suerte que la inflación descienda rápido sin comprometer el crecimiento. Yo lo veo difícil por los choques persistentes de oferta, pero ojalá estemos equivocados en estos pronósticos.
SEMANA: El otro tema que va muy atado al de la inflación es el de las tasas de interés del Banco de la República, que ya también inició su senda de reducción. ¿Qué tan rápido va a ser eso? ¿En la reunión de la próxima semana vamos a ver reducción? ¿Usted qué opina?
J. I. L.: Sí, yo creo que en la próxima reunión vamos a ver reducción de tasas de interés. La mayoría de análisis están divididos entre 25 y 50 puntos básicos. La sorpresa de la cifra de diciembre de inflación podría justificar incrementar ese recorte a los 50, pero creo que los riesgos inflacionarios todavía están muy presentes. Creo que ahora está muy claro, por ejemplo, el riesgo del fenómeno de El Niño que ya está teniendo unas manifestaciones muy claras. Incluso este tema de incendios nos estaba confrontando de manera incluso mucho más directa que quizás en episodios anteriores.
Con esos riesgos tan evidentes, es probable que el Banco de la República no tenga mucho espacio para tener un recorte muy pronunciado de tasas, tanto en enero como en las siguientes reuniones.
Yo creo que el espacio se va a abrir de manera mucho más clara en el segundo semestre, y en el segundo semestre podría haber recortes de hasta 100 básicos en alguna reunión.
¿Y por qué menciono el segundo semestre? Porque ahora tenemos el efecto de salario mínimo, tenemos el fenómeno de El Niño, tenemos la incertidumbre del diésel y, además, no sabemos cómo va a ser la senda supuesta de recortes de tasas de interés en Estados Unidos.
En el segundo semestre, el banco va a estar en una posición mucho más tranquila, porque efectivamente va a tener datos que confirmen ese descenso en la inflación, va a saber con más certeza cómo fue ese movimiento de tasas de interés internacional, va a saber cuál fue la afectación del fenómeno de El Niño y el mínimo salario.
Entonces, uno pensaría que en el primer semestre los recortes van a ser graduales, 25 o 50 puntos, no habrá al final, en el primer semestre, un descenso tan importante, pero sí lo vamos a tener en el segundo semestre. Y no descartaría que al final tengamos un descenso de cinco puntos porcentuales y pasemos de un 13 a 8 % durante todo este año como resultado de este choque inflacionario que va cediendo gradualmente.
SEMANA: ¿Cómo se va a mover el desempleo en el país?
J. I. L.: Nuestros modelos sugieren que este año vamos a tener un aumento del desempleo, desafortunadamente. No es un aumento enorme, es un aumento moderado, pero a uno le gustaría es que continuamente la tasa de desempleo estuviera cayendo. En buena parte, la dinámica del mercado laboral va a ir reflejando ya una acumulación de meses en que la actividad del sector privado ha estado relativamente estancada.
Hay sectores muy importantes en generación de empleo que siguen mostrando unas cifras relativamente débiles. Por ejemplo, el sector de construcción. Allí hemos tenido un fenómeno muy interesante: es que el valor agregado ha caído muchísimo mientras el empleo se ha logrado mantener algo. Pero en la medida que continúen caídas en términos de actividad, probablemente las cifras también van a empezar a empeorar. Y, por ejemplo, en el sector de servicios, que es un sector intensivo de mano de obra, que fue uno de los rubros que más contribuyó a la creación de empleo el año pasado, ahora, en la medida que combinamos meses adicionales de consumo que empieza a ser un poco más débil con el aumento del salario mínimo, quizá vamos a ver de manera más concreta el efecto del salario mínimo en un menor dinamismo en creación de empleo.
Entonces, las perspectivas del mercado laboral con rezago frente a lo que ya vimos en actividad van a empezar a mostrar algunos síntomas de debilidad y probablemente pues eso se va a extender en buena parte del año. Ojalá hacia final del año empiece a revertir lo que estábamos anticipando, va a ocurrir con este deterioro en las cifras del mercado laboral porque ese es uno de los puntos más álgidos para monitorear en 2024.
SEMANA: ¿Cómo se va a mover el dólar? ¿Qué tanto pesan los factores de afuera versus los factores de adentro?
J. I. L.: Aquí hay una combinación que a veces es muy difícil separar entre factores externos y factores locales. Recordemos que, entre otras, cuando hablamos del peso colombiano realmente estamos hablando es del peso colombiano vis a vis el dólar. Y cuando pregunta qué es lo más importante, pues el dólar es mucho más importante que el peso colombiano.
Y los grandes movimientos son movimientos del dólar norteamericano contra muchas otras monedas que entre otras nosotros no podemos tener una injerencia enorme. Somos más bien observadores y no responden a factores idiosincráticos. Ahora bien, habiendo dicho esto, la moneda colombiana sí tuvo un divorcio de las otras monedas latinoamericanas y otras monedas de países similares.
Ese divorcio ya se reconcilió en el sentido que una vez nos estacionamos en tasas cercanas a los 4.000, los 3.900 o incluso los 3.800 que vimos hacia finales del año pasado, pues eso nos pone muy en línea con el promedio de otras monedas de la región. Es decir, que esa preocupación inicial por algunos temas relacionados con la agenda de reformas, con el nuevo gobierno, pues ya se disipó. Y en buena parte aquí vamos a quedar en suerte lo que pase con el dólar a nivel internacional. ¿Qué perspectivas hay frente a eso? Por ahora todo sugiere que en la medida que la Reserva Federal se anime a bajar tasas, monedas emergentes van a tener algún tipo de apetito.
Entonces uno pensaría que en el vecindario de los recortes de la Reserva Federal podríamos tener alguna apreciación incluso adicional. Pero también hay que decir que nosotros en Colombia vamos a empezar a bajar tasas de interés. Entonces cuando ya sólo miremos el residuo de los temas idiosincráticos, es decir, nos comparemos con otras monedas de América Latina, en el entendido que estamos mirando ya qué pasó con el dólar como moneda internacional, en nuestra cuenta, sí nos da que el peso colombiano probablemente va a mostrar más síntomas de debilidad. Y esos síntomas de debilidad van a venir, uno, porque nosotros vamos a bajar las tasas de interés. Y ese diferencial que el año pasado llegó a ser sustancial entre la tasa de interés en Colombia y en Estados Unidos, se va a ir reduciendo en la medida que el Banco de la República al final del año va a tener una tasa mucho más baja frente a finales del año pasado, y la va a reducir mucho más de lo que la va a hacer la Reserva Federal. Ese es un aspecto.
Y lo otro es que finalmente, si bien yo hablaba de la incertidumbre que se irá disipando, todavía en buena parte del año vamos a estar hablando de reformas de alto calado, de unos retos fiscales enormes y esa prima de riesgo todavía en buena parte del año va a estar activa. Entonces, si uno combina estos dos elementos, es probable que el peso colombiano se perfile más hacia unos niveles de 4.200, 4.300. Con la salvedad, repito, que es probable que, en algunos momentos del año, sobre todo en la medida que ya quede más clara la senda de recorte de tasas en Estados Unidos, ahí podemos ver alguna fortaleza adicional. Entonces, pensaría que en últimas podríamos estar moviéndonos en rangos entre 3.800 y 4.300 este año.
SEMANA: Usted mencionó el tema fiscal. ¿Qué opina del planteamiento de una nueva reforma tributaria del Gobierno, que quiere aliviar la carga para las empresas y subirla para las personas naturales?
J. I. L.: Esta propuesta que está trayendo a la esfera pública el ministro Ricardo Bonilla creo que es acertada en el sentido que ese es un norte, esa es una dirección con la que el país debería estar de acuerdo. Y me parece que es muy importante que el ministro la acerque, que el ministro la haga presente en la discusión, porque podríamos llegar a un consenso. Esta semana en el Gran Foro Colombia hablábamos de ese acuerdo nacional y que a veces habla de acuerdo nacional para cosas que realmente no son tan de alto calado, pero uno sí podría empezar a generar unos puntos de encuentro independientemente del aspecto político en el que converjamos a la idea de que sí, efectivamente, la carga tributaria formal en Colombia está en un rango alto.
Y es deseable ir haciendo el país más competitivo en materia tributaria reduciendo, por ejemplo, las tasas de renta corporativa. ¿Cuál es el problema? El problema es que este año se ve muy difícil tener ese tipo de discusión. Es decir, el momento quizás ahora es particularmente retador porque este año sabemos que las cuentas fiscales son bien difíciles, son bien apretadas. El Gobierno no va a contar con los recursos que iniciaron.
Entonces, en un año donde haya afújia fiscal, hablar de una reforma tributaria que es neutral en recaudo va a tener poco vuelo, pues la tentación, si se discute una reforma tributaria, es tratar de cubrir un faltante.
Así, en la medida que no es el momento, pues yo celebro que el ministro esté hablando de estos temas, pero creo que no hay ambiente ni político ni económico para realmente hacer esa reforma que está proponiendo el ministro. Es decir, me parece que es una discusión para tener en otro momento.
Y, de hecho, creo que tendrá que ser, en el mejor de los casos, una reforma en la que se planee una senda gradual de descenso porque realmente necesitamos ir asegurando otras fuentes de recaudo. El ministro está hablando de la Dian, por ejemplo. Es obvio que se hizo un esfuerzo importante con la Dian, se aumentó el personal. La Dian hoy en día es una entidad más robusta. Y uno debería, en el mundo ideal, dejar que la Dian vaya aumentando el recaudo con su eficiencia tributaria.
Y luego, en una senda, repito, gradual, pues sí ir alivianando esta carga formal. Entonces, aquí el orden de los factores importa. Importa mucho porque el país podría estar en un riesgo de bajar la carga formal, pero tener un problema fiscal mucho peor que va a aumentar la prima de riesgo e, incluso, va a entorpecer la decisión de inversión del sector formal. Entonces, la secuencialidad debería ser al revés. Y repito, pues, bienvenida la discusión. Bienvenida la idea, pero yo veo que es un momento difícil. Es un año difícil para realmente darle trámite a una reforma de ese estilo.
SEMANA: En el Gran Foro Colombia usted mencionó el tema del acuerdo nacional. ¿Hasta dónde debe llegar ese acuerdo nacional? ¿Cómo debe ser?
J. I. L.: Una de mis preocupaciones es que hemos visto en el debate público algunas figuras conocidas hablando de acuerdo nacional con cosas muy coyunturales. Por ejemplo, de las tasas de interés del Banco de la República, discusiones que son de meses. Lo que necesitamos es un punto de encuentro de temas que tengan trascendencia y permanencia en el tiempo. Y eso haría una gran diferencia en nuestro país. En América Latina, desafortunadamente, uno de los grandes problemas de las políticas públicas tiene que ver con la continuidad. En muchos de nuestros países se arrancan iniciativas que duran poco.
Duran dos años, cuatro años, lo máximo, un gobierno. Entonces, en cambios de gobiernos, vamos en diferentes caminos. diferentes direcciones, y hacemos que sea difícil tener una serie de programas que sean predecibles, que sean de alto impacto y de alta consistencia en el tiempo, que sean permanentes.
Un acuerdo nacional debería partir de la base de tratar de buscar unos puntos de encuentro, no debería ser muy ambicioso, digamos, en la cantidad de temas porque está claro que en unos ambientes democráticos polarizados como en el que nos movemos va a ser muy difícil poner a todo el país de acuerdo en muchos temas, pero si el Gobierno decidiera escoger una agenda acotada de cuatro o cinco temas en que la oposición participe, donde los partidos independientes también, en el mundo ideal si se quiere, uno tendría unos acuerdos acotados de temas que pueden trascender este gobierno, muy relevantes que empiecen a tener un efecto tanto económico como social. Algunos ejemplos en lo que de pronto todos podemos estar de acuerdo son temas de inclusión financiera, convergencia regional, cómo invertir en las regiones para que esas disparidades regionales se vayan reduciendo, un tema relacionado, por ejemplo, con la primera infancia o un tema de reindustrialización que el Gobierno lo ha planteado, pero se podría hacer de una manera incluso más consensuada.
Si uno escoge unos cuatro o cinco temas gruesos que puedan afectar para bien el país, que trasciendan este gobierno, ese sería a mi modo de ver un acuerdo nacional efectivo y exitoso. Si nos ponemos a hablar de los temas donde hay más disenso, probablemente lo que vamos a llegar es a no acuerdos, sino a semicoaliciones, y precisamente ya el Congreso realmente está diseñado para dar trámite a esas diferencias de algunos temas de corto plazo.
Por ejemplo, el tema de las reformas sabemos que genera mucho disenso en el país, entonces creo que va a ser muy difícil, por ejemplo, involucrar el tema de las reformas en un acuerdo nacional.
Un acuerdo nacional acotado, con vocación de largo plazo, sería un gran legado de este gobierno, porque siendo quizás el primer gobierno progresista -aunque hay una discusión histórica de qué tan progresistas han sido otros gobiernos en el pasado-, pero si hacemos una abstracción y pensamos que este es un gobierno sui generis dentro de la tradición, el mismo gobierno se presenta así. Si fuéramos a encontrar esos puntos de consenso, creo que sería un legado muy importante de este gobierno y, repito, garantizarían que hubiera esa continuidad, que es lo que a nuestros países más les cuesta en últimas.