CARRO-BOMBA EN LA EMBAJADA
El atentado contra la embajada de los Estados Unidos deja un saldo de 6 heridos y un muerto
La ola de terrorismo telefónico que empezó a registrarse cuando el gobierno dio luz verde para la extradición de siete colombianos, hacía presentir que algo grave iba a ocurrir. Por eso, en la sede diplomática de los Estados Unidos Se habían redoblado las medidas de seguridad. Sin embargo, no fueron suficientes. El lunes 26 de noviembre a las 3:55 de la tarde, un carro-bomba hizo explosión frente a la Embajada de la calle 38 de Bogotá. El carro utilizado para el atentado: un Fiat Mirafiori blanco con placas FD-7076. E] saldo: un muerto y seis heridos.
Como suele ocurrir en este tipo de atentados terroristas, quienes menos tienen que ver son los más afectados. En este caso concreto, la víctima principal fue una mujer de 40 años, antioqueña, madre de cinco hijos, Marta Genoveva Cardona de Betancur. Días antes había viajado a Bogotá para acompañar a una amiga, Claudia Patricia García, quien estaba tramitando una visa para trasladarse a los Estados Unidos. En el momento de la explosión, las dos se encontraban al otro lado de la calle de la Embajada, en la cafetería "Pepe Pronto". Ante el impacto, el pánico las invadió y salieron corriendo del establecimiento.
Pocos segundos después, un vidrio que se había desprendido le cayó encima a la señora Betancur, segándole la vida. John Jairo Betancur, uno de sus hijos, y quien es infante de Marina, coincidencialmente estaba oyendo la radio. Con la esperanza de que la víctima no fuera su madre, se hizo presente en el lugar de los hechos, para verificar, con horror, que su madre sí había muerto.
Los otros heridos fueron Francisco Vargas González y Obdulio Castillo, "cuidadores" de carros del sector; Avelino Gutiérrez y Félix Antonio Arciniegas, jardineros de la Embajada; el marine Silack Red Ruiz, y un joven de 19 años, Gabriel Cangrejo Durán, quien fue el más gravemente herido. De familia muy pobre, Gabriel había ingresado 4 años atrás a la fundación "Prometeo", con el fin de rehabilitarse, pues había caído víctima de la drogadicción. Estudiante de quinto de bachillerato del colegio José Eustasio Rivera, le había solicitado a la directora del centro, María Isabel de Lince, que lo enganchara como mensajero. Y fue haciendo un "mandado", con varios libros titulados "La droga, un fugaz y traidor paraíso", bajo el brazo, como lo sorprendió la explosión en la que casi pierde la vida.
Los atentados terroristas contra las embajadas de los Estados Unidos son hechos frecuentes, especialmente en algunos lugares, como el Líbano, donde el sistema de carro-bomba se volvió relativamente comun. Aunque en Colombia ya se habían presentado en diversas oportunidades atentados contra la Embajada y otras entidades asociadas con los Estados Unidos, el método del carro-bomba era la segunda vez que se utilizaba..La primera vez había sido a mediados de este año y el objetivo, aunque fracasado, había sido la residencia del embajador Tambs.
En febrero de 1968, un petardo estalló en la antigua sede de la embajada en la carrera 13 con calle 28, sin causar víctimas. Diez años después, en julio del 78, una bomba explotó en el antejardin de la sede sin saldo de víctimas y con sólo un muro destruído. En mayo de este año, el comando Ricardo Franco se atribuyó la colocación de una bomba que destruyó los vidrios de las edificaciones cercanas de la embajada. Y no han sido pocos los atentados cometidos contra otras entidades como el Colombo Americano en varias ciudades del país.
Aun cuando es común e instintivo asociar los atentados contra la embajada de los Estados Unidos con organizaciones guerrilleras, en esta oportunidad la versión que se ha generalizado a falta de una reivindicación del hecho, es la de que podrían haber sido los narcotraficantes quienes, se ha venido diciendo, habían amenazado con "manifestarse", si el gobierno decidía la extradición de algún colombiano.