INDUSTRIA
El drama textil
El cierre temporal de Fabricato encendió de nuevo las alarmas en la cadena textil-confección, que no parece salir de la crisis. ¿Por qué la industria y el comercio navegan en orillas diferentes en medio de esta problemática?
La desaceleración del consumo, el contrabando y competencia desleal unidos a problemas de competitividad y productividad constituyen los principales problemas de la industria textil y de confecciones en el país. La decisión de Fabricato, una de las más emblemáticas textileras paisas, de suspender temporalmente su trabajo entre el 26 de agosto y el 10 de septiembre puso sobre el tapete la difícil coyuntura que viven los sectores textil y de confecciones. Solo en junio estos produjeron un 19,9 y 13 por ciento menos, respectivamente, siendo uno de los subsegmentos de la industria manufacturera que más decreció.
Las alarmas se encendieron con más fuerza luego de las declaraciones de la Cámara Colombiana de la Confección (CCC), que advirtió sobre la desaparición de millones de empleos si el gobierno no toma medidas urgentes, y de empresarios como Arturo Calle quien calificó la situación como “aterradora”. De paso quedó en evidencia que la industria y el comercio parecen navegar por orillas diferentes en medio de esta problemática.
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Para Mauricio Cabrera, consultor económico y miembro de la Junta Directiva de Fabricato, resulta curioso que mientras la producción industrial de estos sectores decreció a tasas de dos dígitos en junio, la venta de textiles y confecciones en el comercio minorista aumentó en 1,4 por ciento y las importaciones de confecciones en 21 por ciento.
Según Cabrera, esta es una de las claves para explicar la mala racha de este subsector industrial, que si bien empeoró el último mes, viene en un notorio deterioro desde hace años. Mientras la producción nacional de textiles y confecciones hoy es muy parecida a la de 2003, las ventas de confecciones en el comercio minorista crecieron 2,3 veces en ese periodo y las importaciones de telas y de vestidos se cuadruplicaron, favorecidos por la rebajas de aranceles y el dólar barato de esos años.
Lo mismo piensan pequeños fabricantes que culpan a las grandes superficies y tiendas de ropa foránea de preferir los productos importados frente a los proveedores nacionales. Por esto, reclaman más aranceles para las prendas extranjeras.
Los comerciantes se defienden y contraatacan. Según Fenalco, el Grupo Éxito da participación mayoritaria a la industria nacional e, incluso, con su proyecto de globalizar marcas propias, ahora los productos colombianos están llegando a otros mercados donde la cadena tiene almacenes. En Falabella, la participación local ha venido creciendo. Hoy el 41 por ciento de sus proveedores de confecciones son nacionales, mientras que en 2016 representaban el 29 por ciento y al inicio de sus operaciones no llegaban al 10 por ciento.
Para el gremio de los comerciantes, la razón principal de la actual problemática del sector textil y de confecciones es la falta de inversión en modernizarse para competir. “El sector textil y de confecciones invierte la mitad de lo que destinaba hace 15 años por lo que no pudieron asumir el aumento de la demanda interna”, afirma Eduardo Visbal, vicepresidente de Exportaciones de Fenalco.
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Según un estudio realizado por el economista Hernando José Gómez para los comerciantes, el sector textil y de confecciones se caracteriza no solo por tener los niveles de inversión más bajos de la industria, sino una de las menores tasas de productividad laboral, puesto que tiene salarios inferiores y mano de obra menos calificada que otros subsectores manufactureros. Además, el informe concluye que este es uno de los sectores más protegidos, por lo que el gremio de comerciantes y algunos confeccionistas critican las medidas arancelarias implementadas para la industria textil.
En este punto el debate ha sido intenso. Cabrera señala que los “evangelistas de la apertura a ultranza” justifican el deterioro de este y otros sectores al afirmar que no han hecho el esfuerzo de aumentar la productividad para ser más competitivos frente a las importaciones. Sin embargo, para él es claro que la industria textil sí ha hecho un esfuerzo, pero lamentablemente a costa de la pérdida de empleos.
En el caso de Fabricato, por ejemplo, la empresa ha invertido más de 50 millones de dólares en modernizarse y hoy tiene una de las plantas más tecnificadas de la región. Pero es imposible competir con prácticas desleales como las ventas por debajo del costo de producción (dumping), o ilegales como el contrabando técnico, mediante la subfacturación de importaciones, uno de los mecanismos usados para lavar dineros ilícitos. Con esto, Fabricato ha pasado en los últimos años de alrededor de 5.500 a 2.400 empleados.
Algunos empresarios del sector sostienen que el mayor contrabando podría deberse no solo al aumento del lavado de dinero (ante el crecimiento de los cultivos ilícitos), sino a factores como la crítica situación de Venezuela, que hace que productos de la Zona Libre de Colón en Panamá, que antes iban a ese mercado, se hayan acumulado y ahora estén llegando al país legal e ilegalmente.
Mientras algunos industriales del sector reclaman al gobierno mayor protección, los comerciantes afirman que el incremento de aranceles podría agravar los problemas y que esa política no se necesita pues la preocupación no es de esta actividad en particular, sino de la economía en su conjunto por la desaceleración y el bajo consumo de los hogares.
Para María Claudia Lacouture, quien acaba de dejar la cartera de Comercio, Industria y Turismo, las medidas arancelarias han funcionado para combatir el contrabando, pero dada la rapidez con que muta este fenómeno se requiere revisar constantemente dichas medidas, así como continuar con los operativos y controles de la Polfa y la Dian. Justamente, este año han incautado más de 30.000 millones de pesos en mercancías de contrabando en estos sectores e investigan a 67 importadores que declararon productos levemente por encima de los umbrales establecidos.
Lacouture hizo un llamado a los gremios para evitar el oportunismo político. “No es hora de desinformar, sino de trabajar unidos. De tejer una solución entre todos. No es un solo mal, son muchos los que tiene el sector”, agregó.
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Para la exministra, numerosas empresas muestran que Colombia tiene un gran potencial de crecimiento en nichos específicos con productos de valor agregado y alto reconocimiento internacional como ropa deportiva, ropa de control (fajas), vestidos de baño y ropa interior femenina. Las empresas que han hecho la tarea “la están sacando del estadio”, dijo. Hay compañías que incluso exportan prácticamente toda su producción, pues han logrado focalizarse y enrolarse en cadenas productivas internacionales.
Ante la cantidad de comentarios encontrados y desinformación, la Cámara de Algodón, Fibras, Textiles y Confecciones de la Asociación Nacional de Empresarios de Colombia (Andi) advirtió que si bien el sector atraviesa una situación difícil, no está en cuidados intensivos ni en jaque.
Para Juliana Calad, directora de la Cámara, se prevé un segundo semestre mejor dados los signos de reactivación económica y las medidas adoptadas por el gobierno para el sector. Se refiere a la adopción de un umbral de precios para evitar las importaciones masivas de fibras, hilados y textiles a precios ostensiblemente bajos (similar al que ya existía para confecciones), para proteger el sector y ayudar a controlar la subfacturación y el contrabando.
Sin duda, el debate surgido muestra que algo pasa en el sector. Es claro que si bien se requieren medidas proteccionistas para evitar prácticas desleales y contrabando, aún más en momentos de desaceleración del consumo, el futuro del mismo dependerá de lo que se haga para facilitar su especialización y modernización. Porque en últimas lo que más le debe importar al país es proteger el empleo en riesgo.