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¿Por qué Colombia necesita un rollover de deuda?

Para el cierre de este año, Colombia terminaría con un déficit de cuenta corriente cercano a 2,8% del PIB. Para 2019, tendría que reducirlo a 2,7%.

10 de septiembre de 2018
| Foto: Getty

En 2000 fue la última vez que Colombia vio una cuenta corriente con superávit. De ahí en adelante, diferentes situaciones ya conocidas llevaron al país a un déficit que en los últimos años se amplió rápidamente con el choque externo pero se recuperó con mayor velocidad de la esperada.

Dado que el país cada año se compromete con el cumplimiento de determinados programas, el pago de nómina de todos sus empleados, inversiones para mantener la calidad de vida y competitividad del país, así como garantizar su buen funcionamiento, resulta pidiendo financiación externa pues los ingresos provenientes de las actividades propias de sus entidades y el recaudo tributario resultan ser insuficientes.

Dicho financiamiento llega en forma de créditos con entidades multilaterales y bancos externos, créditos internos, bonos y Títulos de Tesorería (TES). Todos con una fecha de vencimiento e intereses por pagar.

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De acuerdo con los cálculos del Ministerio de Hacienda, al cierre de julio de este año la deuda del Gobierno Nacional Central sumaba $441 billones, de los cuales $140 billones corresponden a endeudamiento en el exterior y los restantes $301 billones a financiación interna.

Por su parte el Banco de la República calcula que al cierre del segundo trimestre del año el déficit de cuenta corriente terminó en US$3.214 millones.

El déficit de la economía le obliga a buscar recursos de financiación de la deuda con nuevos créditos, ya que de momento no hay recursos propios para “acabar” directamente con la misma.

La razón es sencilla: el Estado no tiene un superávit de recursos que le permitan pagar la deuda sin tener que buscar los recursos para el pago en otro lugar que no sean sus cuentas propias.

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De modo que mientras Colombia mantenga un déficit en sus cuentas, tendrá que buscar soluciones para “aplazar” el pago de su deuda.

Los mecanismos, igual que los tipos de endeudamiento, son varios.

Por un lado, podría hacerse un manejo de deuda comprando TES que están próximos a vencerse desde la misma Tesorería de la Nación y pagando con el resultado de la venta de nuevos títulos que tienen un vencimiento mucho más lejano.

Otra vía es solicitar nuevos créditos externos, también con un vencimiento lejano, que ayuden a pagar por lo menos una parte de la deuda actual. De hecho el ministro de Hacienda ha señalado que esta es una de las soluciones para liberar parte de los $66 billones que el Presupuesto General de 2019 le asignó al pago de la deuda.

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