sector privado
Con tanto ruido político, así ven hoy los empresarios el entorno para hacer negocios
Sin presidente a bordo se clausuró el 8º Congreso empresarial de la Andi.
Los empresarios sienten que no se recuperan de una sorpresa cuando llega la otra. Revisión del acuerdo comercial con Estados Unidos y el ultimátum a la Federación de Cafeteros so pena de perder la administración del fondo nacional del grano, son solo un par de ejemplos de los mensajes que con frecuencia emite el Gobierno y que esta semana dejaron atónito al sector privado, según comentaban en los pasillos del Congreso de la Andi.
Llenos de incertidumbre, los empresarios señalan que están pensando dos veces antes de hacer inversiones y, de hecho, así lo reflejaron las estadísticas del crecimiento económico en el segundo trimestre del año, según las cuales la llamada formación bruta de capital, que no es más que la inversión en bienes y servicios, cayó 24 por ciento entre abril y junio.
Con trinos, pero no para todo
La confianza del empresariado y de muchos colombianos está herida y los líderes de compañías señalan varias razones. “No se puede gobernar con trinos, ni coleccionar ataques al sector privado mientras se negocia con delincuentes”, decían algunos en el Congreso de la Andi en conversaciones informales.
El asunto de la confianza no es un tema menor. Joaquín Losada, presidente de Fanalca, compañía del sector de autopartes, señala que la gran desconfianza que hay en Colombia puede ser la piedra en el zapato para romper el círculo vicioso entre la desigualdad y la baja productividad, que cobra factura al crecimiento económico e impide generar mejores condiciones para los trabajadores. “Tenemos que romper el círculo vicioso de polarización, desconfianza y desigualdad”.
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Con oídos sordos es difícil
Otro aspecto que desagrada al sector privado es el de las reformas propuestas desde la Casa de Nariño, pues los dirigentes empresariales sienten que han encontrado oídos sordos frente a lo que tienen que decir, lo que puede llevar a caer en errores que podrían evitarse poniendo el foco también en lo técnico.
La Andi, durante su Congreso, lanzó un ejercicio que llamó ‘Modelo del equilibrio general’, en el que midió el efecto que provocaría la ecuación reforma pensional, salud y laboral: 2,7 millones de empleos perdidos a 2050; reducción de la inversión en 8 por ciento en relación con el PIB y caída en el crecimiento económico, desde el 4 al 0,2 por ciento, para mencionar solo algunas cifras.
“Estamos a tiempo de diseñar el futuro que soñamos, atendiendo las necesidades y expectativas que demanda el país. Para esto se requiere vincular en las conversaciones elementos técnicos que les permitan a todos los actores involucrados tener información pertinente y suficiente para tomar las decisiones que más le convengan a Colombia, bajo la convicción de que, pese a las diferencias, todos queremos lo mismo, y es el bienestar”, dijo Bruce Mac Master, presidente de la Andi.
El presidente, a la defensiva
Por el momento, para el grueso de los empresarios, son más las noches oscuras que los amaneceres. Los ruidos, como el del reciente escándalo alrededor de Nicolás Petro, los ponen a pensar. “Independiente de que sea verdad o no, todos los ruidos que se producen hacen daño y enrarecen el ambiente. El presidente de un país entrando en modo ‘atacar para defenderse es algo inaudito’”, dijo un empresario que pidió reserva de su nombre. En la lista de pendientes que llevan los hombres de negocios sobre lo que requiere el país para avanzar, se resalta la seguridad. “Es uno de los temas más preocupantes entre todo lo que estamos viviendo hoy.
Entre otras cosas, porque mucho de lo económico y aun los temas legislativos, eventualmente, se corrigen, si se ha cometido un error, con buenas decisiones, pero la seguridad no. Colombia no se puede dar el lujo de caer otra vez en una situación de falta de control del territorio. Es lo peor que le puede pasar a un país”, sostuvo Mac Master.
El país es con el sector privado
A la incertidumbre política se suma la económica y ambas hacen mella en los resultados. Las crisis ministeriales, la polarización y los mensajes en contra del sector privado vuelven más complejo el panorama de la alta inflación y las elevadas tasas de interés, lo que no deja expandir ni la inversión de las empresas, ni el consumo de los hogares.
Tanto la inversión como el consumo son los motores del crecimiento económico, meta a la que no se le ha dado la real relevancia. En Colombia se hacen sonar bombos y platillos cuando el PIB sube al 4 por ciento, niveles que no logra mantener. En el segundo trimestre de 2023, la producción se expandió solo en 0,3 por ciento, y si se creciera a un ritmo de 3 por ciento, que aún sería una cifra precaria para un país como Colombia, se necesitarían 65 años para llegar a ser como Singapur, uno de los tigres asiáticos.
Alvin Tan, ministro de Comercio de ese país, que antes de la pandemia crecía más del 6 por ciento, habló de las estrategias que les han funcionado y una de ellas es la tríada inversión, regulación e innovación.
Reglas claras
En Colombia, líderes empresariales como Juan Carlos Archila, presidente de América Móvil (Claro Colombia), afirma que, para ellos, el próximo año será de inversión, pese a lo complejo que se ve, pero es clave actuar en torno al exceso de regulación.
“Los inversores afortunadamente confían en la empresa, pero eso no quita que vean la situación con mucha incertidumbre e inestabilidad, y eso hace que las personas cada vez estén más renuentes a invertir en Colombia. Así que necesitamos reglas claras. Las mejores prácticas internacionales señalan que intervenir más al mercado, en términos regulatorios, no solo es innecesario, sino que frena las inversiones, que son imprescindibles para poder llegar a ese otro 40 por ciento de Colombia que aún no hace parte de la conectividad”.
Con desorden no alcanza la plata
Cuatro sectores de la economía, durante el segundo trimestre del año, estuvieron entre los más golpeados, con resultados negativos frente al mismo periodo del año anterior. La industria, el comercio, el agro y la construcción no levantaron cabeza en dicho periodo y son los mayores impulsores de empleo.
Las zonas francas son también reflejo de las actuales dificultades económicas que enfrenta el país, pues allí las empresas están llamadas a producir para ser exportadoras, pero las ventas externas de Colombia cayeron 27,5 por ciento en junio.
Este resultado se debe, en parte, al freno del consumo a nivel global y, en parte, a la baja en el precio del dólar. Sin embargo, para la economía en general la revaluación es positiva.
Juan Pablo Rivera, presidente del grupo Zona Franca Bogotá (ZFB), tiene cerca de 100 empresas logísticas en ese espacio. Aunque para esta etapa del año mantienen una gran dinámica, pues empiezan ya a traer sus inventarios para fin de año, no escapan de la incertidumbre. “A las complicaciones económicas del país se suman reformas, escándalos, anuncios y decisiones en materia minero-energética que impactan la confianza, porque uno no sabe para dónde van las cosas. Y los empresarios requieren tener certidumbre para la toma de decisiones”.
Si bien el directivo del grupo ZFB sostuvo que los mensajes que está enviando el ministro de Hacienda, Ricardo Bonilla, les generan cierta tranquilidad, no pasan por alto el problema alrededor de los recursos públicos.
“Primero, por la baja ejecución de este año, justo cuando se necesita reactivar la inversión estatal en infraestructura, principalmente. Y, segundo, tenemos que ser conscientes del gasto, porque si se hace de forma desbordada, combinado con el riesgo de un enfriamiento de la economía, es posible que no se dé el resultado esperado con los impuestos que espera recaudar el Gobierno el año entrante”. Ese entorno enrarecido hace necesario disipar la nubosidad que hay entre los empresarios y eso depende de que “el sector privado y el Gobierno sean prudentes para que se materialice un plan de choque que realmente genere esa reactivación que tanto urge”, concluyó Rivera.