ANÁLISIS
Coronavirus: 10 preguntas sobre la crisis que sacude la economía
Tres trenes se acercan a gran velocidad: el avance de la pandemia, el colapso de las empresas y el malestar social. Este es el ajedrez de las principales preocupaciones frente a lo que viene. Análisis de la portada de SEMANA.
Los dos meses que vienen para Colombia serán los más duros. El virus alcanzará su pico, los hospitales podrían colapsar, muchas empresas y pequeños negocios verán su supervivencia en riesgo, el desempleo aumentará y crecerá el malestar social. Será una inevitable y triste realidad para la mayoría de los países de América Latina. Colombia enfrenta uno de los mayores desafíos en los últimos 100 años. De la manera en que reaccione la economía saldrá más rápido de la crisis y el impacto social será menos grave. Lo que viene es un camino empinado, con duros obstáculos y lleno de incertidumbres. Estas son las 10 preguntas más díficiles frente al enorme desafío del país de cara a la pandemia.
1. ¿La salud vs. la economía?
Los países asiáticos tomaron medidas estrictas frente al virus y hoy salen de la crisis de mejor manera.
Durante los primeros meses de la expansión del virus, muchos países se abstuvieron de tomar medidas drásticas por el temor de que estas pudieran causarles a sus economías. Fue el caso de Italia, España y, más recientemente, de Estados Unidos. Sin embargo, la forma como han aumentado los contagios en esos países ha demostrado que entre la salud y la economía no existe ya ese dilema. En Colombia está claro que el pico del virus se dará en pocas semanas y que lo que se necesita es preparar al país para ese momento e intentar contenerlo lo más rápido que se pueda. Superado el falso dilema entre salud y economía, la pregunta es: ¿cómo encontrar un sano equilibrio entre evitar el contagio del virus y reactivar la economía? Con un problema adicional: que la cuarentena es vital contra la pandemia y mortal para la economía. El desafío, entonces, es aplanar la curva de contagio para que el sistema de salud pueda atender a los enfermos e ir reabriendo el aparato productivo. La pregunta que se hacen autoridades, empresarios y miles de colombianos es cómo lograrlo.
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El exministro de Defensa, Juan Carlos Pinzón, quien lidera con Probogotá una campaña para dotar a los hospitales de los necesario, asegura que el país no puede caer en ese falso debate. "Entre dinero y salud no hay dilema. La vida humana siempre es la prioridad, pero no olvidemos: las personas necesitan ingresos para vivir y por supuesto para mantener la salud. Es por esto que se requiere un equilibrio en gerencia por parte de las decisiones de las autoridades que garantizan que protejamos nuestra vida, protejamos nuestra salud, equipemos el sistema de salud y al mismo tiempo tomemos medidas adecuadas a la situación para poder garantizar el empleo y los ingresos de las familias". En la búsqueda de derrotar el virus, el país debe apuntarle también a proteger lo que más pueda a millones de colombianos para que no pasen hambre.
2. ¿Qué planes de rescate se necesitan?
La preocupación hoy ya no es la recesión mundial, que se da por descontada, sino cómo cada país logrará evitar que se le caiga la estantería encima. Foto: Montaje SEMANA.
Todos los gobiernos toman medidas drásticas y sin precedentes para salvar sus economías. Trump, Merkel, Macron, Conte y Sánchez han anunciado paquetes multimillonarios de salvamento para darles liquidez a sus mercados, proteger el empleo y evitar una quiebra masiva de sus empresas. Nunca se habían visto medidas de tal calado, ni siquiera en la Gran Depresión de 1929. Los recién anunciados planes de ayuda equivalen al 10 por ciento del PIB –o más– de los países más ricos del mundo. La propia directora del Fondo Monetario Internacional, cauta y ortodoxa por naturaleza, dijo que los gobiernos no pueden ser tímidos ante semejante crisis. Y el secretario general de la ONU advirtió que era la prueba más grande que ha enfrentado ese organismo desde su fundación, hace 75 años. A renglón seguido, la OMS pidió que se alivie la deuda externa de los países en vías de desarrollo para que puedan hacerle frente a la crisis y evitar que afecte a los más pobres. La preocupación hoy ya no es la recesión mundial, que se da por descontada, sino cómo cada país logrará evitar que se le caiga la estantería encima.
Dinamarca planea invertir 13 por ciento de su PIB, y en Estados Unidos la ley aprobada por el Congreso, por 2 billones de dólares, representa el 10 del PIB, una cifra muy parecida a la que invertirán Francia y Reino Unido. Alemania, incluso, ha ido más allá. La semana pasada aprobó un paquete por 750.000 millones de euros, equivalentes al 22 por ciento de su PIB, y que abarcan todo tipo de ayudas, entre ellas un gran fondo para salvar o nacionalizar las empresas en problemas. La cifra alcanza niveles históricos, y, de paso, le hace un esguince temporal a la regla constitucional teutona que es muy rígida en materia de deuda. Pero como son tiempos inéditos, la propia canciller alemana, Angela Merkel, ha dicho que harán “lo que sea necesario” para salvar la salud y la economía de su país, y ayudar a los Estados más vulnerables de la Unión Europea.
Colombia no tiene ni la infraestructura, ni la formalización laboral, ni la chequera de los países del primer mundo. Pero está tratando de encontrar rápidamente una hoja de ruta para reanimar la economía y sacarla del coma que indujo la pandemia. Aquí el gran protagonista es el Gobierno nacional, que, más que nunca, deberá pensar en grande, ser creativo y actuar con urgencia. La pregunta es cómo será esa gran operación de salvamento del Gobierno y cómo se ejecutará. Es decir, de dónde saldrán los recursos, con qué criterio se van a gastar y cuál será el plan de choque. Este plan de emergencia y recuperación no costaría menos de 50 o 60 billones de pesos; es decir, el 5 por ciento del PIB de Colombia, de lejos el más ambicioso en la historia del país.
3. ¿En dónde buscar la plata?
Al menos 60 billones de pesos se necesitarían para cubrir los costos de la pandemia, que van desde la ayuda humanitaria hasta medidas para salvar el empleo y evitar que se quiebren muchas compañías. Foto: Guillermo Torres.
Nadie sabe con exactitud cuánto tendrá que invertir el Gobierno para hacerle frente a la crisis, pero cualquier cifra desborda lo que se ha hecho en nuestra historia económica. Algunos especialistas han hecho cálculos a mano alzada, y, en principio, los 15 billones de pesos anunciados por el Ministerio de Hacienda parecen ser solo la cuota inicial de la munición financiera que debe invertir el Gobierno. El desafío que implica poner a punto el sistema de salud, atender la emergencia social y solucionar las necesidades de una economía semiparalizada es enorme. Y los recursos siempre serán insuficientes.
Salomón Kalmanovitz, excodirector del Banco de la República, asegura que se necesitarán al menos 60 billones de pesos para cubrir los costos, que van desde la ayuda humanitaria hasta medidas para salvar el empleo y evitar que se quiebren muchas compañías. Por su parte, el consultor empresarial Mauricio Cabrera y el director de Fedesarrollo, Luis Fernando Mejía, coinciden en que la cuenta podría llegar a 50 billones de pesos. Estas cifras representan entre 5 y 6 puntos del PIB colombiano, que es prácticamente la mitad de lo que están destinando otros países desarrollados para enfrentarla.
Una primera fuente de financiación sería el mercado interno. Esto es básicamente a través de la emisión de TES por parte del Gobierno central, que serían comprados por el Banco de la República o por inversionistas institucionales. Otra opción es que el Emisor le preste dinero al Gobierno. Es decir, que emita para solucionar las afugias fiscales.
Muchos economistas advierten que el Banco de la República le debe dar la mano al Gobierno. Es una medida poco ortodoxa, contraria a lo que ha sido la historia monetaria del país, pero la situación es tan crítica que el palo no está para cucharas.
4. ¿Salir a pedir prestado?
No se descarta acudir a un crédito ante el Fondo Monetario Internacional.
La búsqueda de los recursos para enfrentar los tiempos díficiles que viene ha hecho pensar a muchos en que puede haber una puerta: la vía de financiación son las entidades multilaterales. De hecho, es la fuente externa más segura porque es poco probable conseguir recursos de los inversionistas privados en el exterior, que en este momento buscan activos menos riesgosos en sus países de origen. Ya el Banco Mundial, el BID y la CAF han anunciado fondos para apoyar a sus países socios. Sin embargo, algunos son escépticos, como el exministro Cárdenas, quien señala que ni el BID ni la CAF nos van a salvar porque son entidades con una caja limitada para prestar, y además están en este momento llenos de solicitudes de un sinnúmero de países que piden ayuda.
El exministro Juan Carlos Echeverry, sin embargo, cree que el país debe optar por una línea de crédito flexible de multilaterales, como el FMI, por al menos 11.000 millones de dólares. Por otro lado, Colombia tiene una muy buena reputación en el manejo macroeconómico de su deuda externa, así que también está la posibilidad de acudir a la banca privada internacional para pedir préstamos.
5. ¿Cómo se financian los gastos en salud?
Las entidades de salud recibieron giros por $2,71 billones, correspondientes a recursos previstos en 2020. Foto: Guillermo Torres .
De cara a la emergencia, el gasto prioritario en medio de esta crisis debe ser en el sistema de salud. La cuarentena es una estrategia de prevención que permite aplanar la curva, mientras el país aumenta la capacidad instalada del sistema de salud. Por eso, más allá de la ampliación de unidades de cuidados intensivos y de comprar respiradores –cruciales para los enfermos críticos–, es indispensable invertir en la realización masiva de pruebas de covid-19 para lograr aislamientos focalizados y selectivos, como está ocurriendo en los países asiáticos. Esto permitiría contener el avance del virus sin paralizar la economía. Las pruebas combinadas con tecnologías y monitoreos nos permitirían ‘convivir’ con el virus mientras se encuentra una vacuna.
El gobierno de Iván Duque hizo anuncios este fin de semana. Según explicó la Casa de Nariño, una de sus estrategias es garantizar, independientemente de las volatilidades económicas, el flujo de recursos corrientes al sistema de salud para la atención de los colombianos, durante la emergencia sanitaria generada por la pandemia. Con ese objetivo, esta semana las Entidades Promotoras de Salud (EPS), las Instituciones Prestadoras de Servicios de Salud (IPS) publicas y privadas y demás proveedores de servicios de salud recibieron giros por $2,71 billones, correspondientes a recursos previstos en 2020.
Colombia está en una lucha para estar preparado, pero lo que ha sucedido en los países industrializados demuestra que ninguna inversión es suficiente. Cada cama de cuidados intensivos, por solo poner un ejemplo, puede costar entre 150 y 300 millones de pesos. De acuerdo con la Asociación Colombiana de Medicina Crítica y Cuidados Intensivos (Amci), el país cuenta con cerca de 5.300 camas UCI, pero solo habría disponibilidad de 1.000 porque el 80 por ciento están ocupadas con pacientes que luchan por salvar la vida. A la carencia de camas especializadas se suma que menos del 10 por ciento de las unidades cuentan con aislamiento bioseguro, un encerramiento idóneo, y menos del 2 por ciento están dotadas de presión negativa, un sistema que filtra el aire para evitar que enfermedades de transmisión volátil escapen de la habitación y contagien a otros. El gobierno Duque hizo un acuerdo con Corea del Sur, el país líder en luchar contra la pandemia. Anunció que compró 2.500 ventiladores mecánicos y que tendrá el soporte para crecer lo que más pueda la capacidad hospitalaria.
6. ¿Quién va a cuidar de los los más vulnerables?
El país necesita dinero para proteger a quienes no podrán soportar las medidas de aislamiento. No solo es la población más pobre (gran parte ya cobijada por medidas del Gobierno en estas épocas), sino a los trabajadores informales e independientes que viven del día a día y que no están en estos programas sociales del Estado. En Colombia, el 27 por ciento de la población es pobre y otro 39,8 es vulnerable (salió de la pobreza, pero no es clase media). Esto significa que 6,5 millones de hogares están en alto riesgo de caer nuevamente en la pobreza.
Es claro que los programas sociales llegan hoy solo a la mitad de estos hogares pobres o vulnerables, por lo que subsidiarlos a todos resultaría altamente costoso. Según estimaciones de la Universidad de los Andes, un giro de 117.600 pesos por miembro (equivalente a la línea de pobreza) para todos los hogares del régimen subsidiado representaría un costo de 2,67 billones mensuales (0,3 por ciento del PIB). Por lo que, si se implementa por tres meses, alcanzaría un monto de casi un punto del PIB.
7. ¿Cómo proteger los sectores más golpeados?
Pero no solo la informalidad está sufriendo en estos tiempos. Hay sectores formales que tuvieron que frenar en seco por las medidas de aislamiento, como la construcción, el comercio, los hoteles, los restaurantes, los eventos, entre muchos otros. De los 22,3 millones de ocupados, un poco más de 9 millones estaban en estos sectores y según la misma investigación de Uniandes, sus ingresos llegan a casi 8 billones de pesos mensuales.
Por esto, la gran prioridad del Gobierno en materia económica debería ser preservar el tejido empresarial y evitar la quiebra masiva de empresas y una disparada de desempleo, como está ocurriendo en Estados Unidos, que perdió 700.000 empleos solo en el mes de marzo, una cifra que no registraba desde 2009, cuando vivió el coletazo de la crisis financiera. Las previsiones de la pandemia sobre el mercado laboral en este país son muy preocupantes.
En las naciones desarrolladas están implementando gigantescos paquetes fiscales y utilizando estrategias muy agresivas, como que el Estado pague una parte importante de las nóminas de las empresas. Dinamarca, por ejemplo, pagará el 75 por ciento del sueldo de los trabajadores amenazados con ser despedidos por el coronavirus; en Rusia, el presidente Vladímir Putin mandó un mes a todos a la casa y anunció que el Gobierno pagará los sueldos. Pero también Chile y Perú estarían estudiando medidas de este tipo.
Colombia no tiene la capacidad fiscal para semejante esfuerzo, así que muchos expertos consideran que la mejor opción es abaratar los costos laborales y de contratación a las compañías. Algo de esto ha venido haciendo el Gobierno con el aplazamiento de impuestos, el congelamiento de los arriendos y el establecimiento de líneas especiales de crédito. Con la capitalización del Fondo Nacional de Garantías se permitirá ofrecer 70 billones de pesos en créditos para distintos sectores de la economía. Sin embargo, ante la magnitud de la crisis estas medidas son importantes, pero puede que no sea suficientes.
8. ¿Cuánto podrán aguantar las empresas?
El Gobierno va a tener que actuar rápidamente, pues el oxígeno de las compañías es limitado. Un estudio de Corficolombiana mostró que las grandes empresas podrían soportar un escenario de parálisis de sus ventas que dure entre uno y dos meses, pero más allá de ese tiempo se verán seriamente afectadas. Muchos empresarios han mostrado su talante y se han comprometido a seguir pagando las nóminas de sus empleados durante la cuarentena, a pesar de la vertiginosa caída en sus ventas. Pero aun los más generosos, han lanzado alertas de que no podrán aguantar indefinidamente. “Si hay más cuarentena, ninguna empresa aguantará”, afirmó Arturo Calle este sábado. Hace unas semanas, el empresario había sido el primero en salir a decir que había que cerrar las operaciones pero seguir pagandoles a los trabajadores. Y que él daría ejemplo en ese sentido.
A las grandes compañías les queda díficil, pero pueden más que las demás. Las micros, medianas y pequeñas resisten mucho menos. Un estudio de JP Morgan analizó 600.000 empresas pequeñas y medianas (pymes) en todo el mundo para saber cuántos días les duraba el efectivo. Al 25 por ciento, 13 días y a otro 25 por ciento, 60 días. El promedio es que las pymes aguantarían máximo 27 días. Por esto Acopi ha insistido en la necesidad de que el Gobierno se encargue de las nóminas de las pymes. Un escenario difícil dada la estrechez fiscal, pero el Gobierno debe estudiar todas las opciones. Si bien se han buscado mecanismos para que las empresas no tengan que despedir a ningún trabajador, se requieren verdaderos alivios. Entre ellos, una inyección de capital, créditos, ayudas o medidas agresivas por parte del Gobierno para no terminar en una ola de despidos masivos.
9. ¿Qué impacto tendrá en el crecimiento lo que está pasando?
La infrestructura y la construcción son dos sectores clave que generan mucho empleo y tendrán que tener un gran impulso del Gobierno.
Fedesarrollo estima que si las medidas del Gobierno tienen éxito para controlar la covid-19 durante los próximos dos o tres meses, un escenario optimista, la economía crecería un 2,3 por ciento y el desempleo aumentaría en promedio al 13,3 por ciento en 2020. En un escenario medio, que exija resolver los problemas actuales en un periodo de cinco a seis meses, el crecimiento sería del orden del 1,2 por ciento y la tasa de desempleo alcanzaría niveles del 15,4 por ciento.
Pero si los efectos de la pandemia y el choque petrolero son más duraderos, que es el escenario pesimista, la economía caería un 0,4 por ciento y el desempleo podría alcanzar el 19,5 por ciento, un nivel similar al que tuvo el país en la gran crisis de finales de los noventa. Esto significaría que en el peor de los casos el número de desempleados podría duplicarse en los próximos meses. Hay proyecciones aún más negativas, como la que ha hecho Goldman Sachs, que cree que América Latina decrecerá este año 3,8 por ciento y Colombia 2,5 por ciento.
10. ¿Cuándo volver a abrir?
El otro gran dilema es cuándo y cómo se debe ir reabriendo la economía. Esta decisión deberá sopesar el criterio epidemiológico con el criterio estratégico de qué sectores del aparato productivo deben iniciar primero. Sin duda, serán los sectores de alto impacto en la competitividad, que tengan bajo riesgo de contacto social como infraestructura y transporte. El Gobierno ha sido muy prudente, pero ya se vislumbra una prolongación de la cuarentena combinada con la apertura de ciertos sectores que tendrán picos y olas, controles estrictos, cambios de horarios de trabajo, condiciones de higiene, etc. Los primeros sectores que sugieren abrir los expertos son los que navegan bien en esta coyuntura como los proveedores de servicios médicos, el retail, la agricultura y los servicios públicos.
El sábado, el presidente Duque habló de una salida intermedia: el "aislamiento inteligente". El mandatario explicó que esto significa mantener “la protección y la restricción al adulto mayor; que mantengamos las restricciones al sistema educativo; que tomemos normas de distanciamiento, pero, también, que adoptemos unos protocolos que nos sirvan a todos nosotros para conservar el principal objetivo, que es la protección de la salud y, óigase bien, la protección de la vida como elemento central”.
En el facebook live que hace para responder las preguntas de la ciudadanía, Duque aseguró que más allá de la decisión que se tome sobre la cuarentena, el país y el mundo deben avanzar hacia un proceso de adaptación al coronavirus covid-19, mientras los científicos del planeta descubren la vacuna. “Medidas como las que han sido implementadas en Corea del Sur, o incluso en Singapur, muestran que se pueden ir retomando actividades con mayores y mejores protocolos de salud, obviamente mejorando la capacidad de pruebas, mejorando la capacidad de aislar a quienes tengan la enfermedad y manteniendo la protección de los adultos mayores, los niños y jóvenes”, dijo.
Así van los casos en Colombia