MERCADOS
Trump seduce a Wall Street
Desde su llegada a la Casa Blanca, el mercado accionario no ha parado de crecer. Muchos se preguntan si este frenesí no es una nueva burbuja a punto de reventar.
El presidente Donald Trump puede asustar a medio mundo, pero definitivamente no a Wall Street. El mercado accionario luce muy cómodo con el mandatario norteamericano, lo que se refleja en el crecimiento de los principales índices bursátiles. El Dow Jones de industriales llegó la semana pasada a una nueva marca histórica al sobrepasar los 23.400 puntos, lo que significa que ha subido 27,6 por ciento desde la elección de Trump, en noviembre de 2016. El Standard & Poor’s 500 (el más representativo de la situación real del mercado) sigue alcanzando hitos jornada tras jornada. Ha subido 23 por ciento, en el último año. Por su parte, el Nasdaq (tecnológicas) cerró la semana en 6.700 puntos, nivel nunca antes visto, lo que representa un incremento del 30 por ciento desde la llega de Trump a la Casa Blanca.
Analistas dicen que Wall Street encontró una administración que simpatiza con sus necesidades, y Trump constantemente los anima con las promesas de desmontar regulaciones y reducir impuestos para impulsar la economía.
La firma de dos órdenes ejecutivas para iniciar el desmantelamiento de la reforma financiera impulsada por Obama, tras la crisis de 2008, llena de optimismo al mercado. Wall Street ha hecho un enorme cabildeo para recortar estos instrumentos que buscan evitar los excesos del sector.
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El presidente Trump ha considerado desastrosa esta regulación (conocida como la ley Dodd-Frank y regla Volcker), que aumentó la supervisión sobre las grandes entidades financieras tras la crisis de 2008. La norma obliga a los gigantes del sector a someterse a evaluaciones que midan su resistencia a futuras crisis y prohíbe a los bancos a especular por cuenta propia. Para Trump, frena el crecimiento por la poca expansión del crédito.
La promesa de una reforma tributaria basada en una fuerte reducción de impuestos a las empresas y a las personas de altos ingresos suena a cantos de sirena en el mercado de valores. Hace unas semanas, una vez se conocieron los detalles del plan fiscal, presentado por el presidente, el Dow Jones saltó de euforia.
El último anuncio también le cayó muy bien a Wall Street. La Casa Blanca notificó que Trump nombrará a Jerome Powell para suceder a Janet Yellen en la presidencia de la Reserva Federal (FED), pues termina su periodo en febrero de 2018.
Analistas consideran probable que Powell continúe con su política de aumentos graduales en las tasas de interés para alentar la recuperación económica, algo que tranquiliza a Wall Street, pues no habría alzas aceleradas. Powell será clave, ya que cualquier decisión que tome la FED influye en los mercados de todo el mundo.
Aunque Yellen ha hecho una buena tarea desde 2014 cuando la nombró Barack Obama, no es un secreto que ha tenido diferencias con Donald Trump, especialmente sobre la reforma del sistema financiero y la normalización de la política monetaria. De esta manera, el mandatario republicano se aparta de la tradición de mantener a la persona que esté al frente del banco central, aunque llegue un nuevo inquilino a la Casa Blanca. Con Paul Volcker, Alan Greenspan y Ben Bernanke ocurrió así.
Lo cierto es que tantos máximos históricos del mercado bursátil y con tanta frecuencia ya asustan. El aniversario número 30 del llamado crash de 1987 (ver recuadro) y los 10 años de la crisis de 2007-2008 han revivido el temor de que el mercado accionario norteamericano, que ya completó 8 años en un repunte continuo, vuelva a tener un ajuste brusco.
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Muchos analistas se preguntan si el mundo enfrenta una burbuja de acciones a punto de reventar. Históricamente, las tasas de interés bajas son un ingrediente fundamental para una racha de alzas en el mercado bursátil. El dinero barato, que por un lado favorece el endeudamiento a bajo costo, aviva a los inversionistas para apostarles a las acciones porque los bonos y otros instrumentos no producen buenos rendimientos.
El periodo de bajas tasas de interés que siguió tras la crisis de 2008, con el ánimo de reactivar la economía, ha comenzado a normalizarse. Y en este sentido, algunos se preguntan qué pasaría si las tasas, extremadamente bajas, cambian de un momento a otro. La respuesta asusta, pues podría descarrilar a Wall Street y ponerle fin a la buena racha.
Por ahora, el primer año de Donald Trump en la Presidencia del país más poderoso ha dejado ganancias a todos en el mercado bursátil. Un informe presentado por la cadena CNBC señala que, después de años de recortes de empleos y salarios a la baja, la compensación de Wall Street podría aumentar este año un 3,8 por ciento. El contralor del estado de Nueva York, Thomas DiNapoli, citado por la cadena dijo que “el mercado se ha recuperado fuertemente bajo Trump”. Este año, no solo ganaron los inversionistas, también los trabajadores del mercado que tendrán jugosas bonificaciones.
Pero el mismo DiNapoli precisó que si bien el nuevo entorno ha sido positivo para Wall Street, podría tener consecuencias no deseadas. “Los esfuerzos para debilitar las reformas promulgadas después de la crisis, si tienen éxito, podrían aumentar la rentabilidad futura, pero a expensas de la estabilidad a largo plazo del sistema financiero”, dijo.
¿Se repetirá el ‘crash’?
Hace 30 años Wall Street colapsó y hoy este recuerdo revive el temor de una burbuja a punto de explotar.
El 19 de octubre de 1987, la Bolsa de Valores de Nueva York se desplomó. En una sola sesión, el Dow Jones cayó 22,6 por ciento, algo que no sucedía desde el crash de 1929 que dio paso a la Gran Depresión. Ni siquiera con los atentados del 11 de Septiembre o la quiebra de Lehman Brothers el mercado vivió algo igual.
El lunes negro, como se conoce esa fecha, causó pérdidas de más de 500.000 millones de dólares a miles de personas que entraron en pánico. La magnitud de la caída no discriminó entre pequeños inversionistas y grandes profesionales. “Warren Buffett perdió 347 millones de dólares; Bill Gates, 255 millones de dólares; y la familia de Sam Walton, fundador de los almacenes Walmart, vio cómo su riqueza menguaba en 1.750 millones de dólares”, relata Justin Martin en su obra Greenspan, el hombre detrás del dinero. El crash del 87 borró en una sola sesión bursátil buena parte de las ganancias que había acumulado la Bolsa de Nueva York tras 5 años de alzas.
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El crash de 1987 provino de varios factores, entre los que se destacan una sobrevaloración de los mercados, un fuerte incremento en la participación del trading electrónico a través de programas automatizados, una ola de pánico generalizado y la ausencia de medidas en los mercados bursátiles para limitar temporalmente las operaciones.
También se debió a una compleja situación económica: un enorme déficit público del gobierno de Ronald Reagan, el aumento de la inflación y el debilitamiento del dólar que hicieron que los activos en esa divisa fueran menos atractivos, lo que impulsó las tasas de interés al alza. Incluso, se habla de la influencia que pudo tener el cambio de liderazgo en la FED, pues Alan Greenspan asumió el cargo dos meses antes. También los cambios normativos afectaron el mercado accionario, así como la guerra entre Irán e Irak.
Es claro que los hechos del lunes negro comenzaron tiempo atrás. En 1987, la FED reaccionó movida por el temor de una nueva recesión como la de 1929. Por eso, Greenspan se aseguró de que las empresas de corretaje tuvieran acceso a todo el efectivo necesario. De ese modo, evitó una recesión catastrófica y para fines de 1989 los precios de las acciones volvieron a romper récords.
En el fondo, los lobos de Wall Street comprendieron que la Reserva Federal podía salir a su rescate si los mercados se salían de control y que podían confiar en que así lo haría. Con esto, los grandes banqueros de Wall Street confirmaron que pueden ganar dinero en épocas de bonanza y, al mismo tiempo, evitar perderlo cuando caen los mercados, pues son ‘muy grandes para caer’ como se demostró nuevamente en 2008 con Lehman Brothers.
Muchos ven que la situación actual es simplemente el producto de ocho años de una gran liquidez, producto de las políticas monetarias ultraflexibles provenientes de la poscrisis financiera. Mientras se mantenga la liquidez, los mercados seguirán al alza. Sin embargo, las recientes señales de recuperación económica del mundo desarrollado podrían motivar a la FED y a los grandes bancos centrales para poner fin a este ciclo de plata barata y abundante liquidez.