CAFETEROS
Cafeteros cambian estrategia para salir de la crisis y mejorar rentabilidad
Los bajos precios internacionales del café están llevando a los productores a tomar medidas más audaces. Incluso no vender con los precios de referencia de la Bolsa de Nueva York.
Los cafeteros están cansados de ‘sacar la totuma’ cada cierto tiempo para pedirle al Gobierno nacional ayuda a fin de enfrentar la prolongada crisis de precios. Por eso acaban de lanzar una ambiciosa cruzada para recuperar la rentabilidad del cultivo, mejorar las condiciones de los productores y reivindicar la calidad del grano.
Bajo la batuta del gerente de la Federación Nacional de Cafeteros, Roberto Vélez, los productores colombianos trabajan una estrategia que incluye adoptar medidas de coordinación y diálogo internacional. Y también lograr acuerdos con otros actores de la cadena para ‘descomoditizar’ el café, trabajar en productos de mayor valor agregado y garantizar mejores precios de los industriales.
El gerente de la federación cree que ya es hora de que el sector deje de ‘mendigar’ ayuda estatal porque los exiguos recursos públicos hacen que cada vez sea menos probable lograrla. Estos son los cinco frentes en los que empezarán a trabajar.
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Unidad de materia. Una de las propuestas más ambiciosas consiste en desligar las cotizaciones del grano de los precios con los que se transan hoy las compras y ventas en la Bolsa de Nueva York. Hace siete años los países productores permitieron que en la canasta de cafés entrara Brasil, y la excesiva producción de este país ha terminado por hundir el precio en la bolsa. Ciertamente existe una cotización de referencia y una prima diferencial –para el café colombiano se pagan 21 centavos por encima del precio en bolsa–. Pero la excesiva oferta hace que los precios no reconozcan a veces ni siquiera el costo de producción. Los cafeteros buscan desligar sus precios de la cotización en bolsa para cobrar un valor que reconozca los costos, más una ganancia para el caficultor. Este valor sería alrededor de 1,40 dólares por libra.
La unión hace la fuerza. La próxima semana, en una feria en Atlanta, los productores comenzarán a definir una estrategia conjunta para recuperar poder de negociación. También esperan profundizar el diálogo con los industriales para sensibilizarlos sobre el tamaño de la crisis. Mientras que los cultivadores registraron un año de pérdidas, los industriales tuvieron ganancias históricas. Es decir, ganaron a costa del dolor y el esfuerzo de los cultivadores. Si bien los industriales han lanzado campañas de responsabilidad social para apoyar a los cultivadores, primero que todo deberían pagar precios justos en vez de ofrecer ayudas.
Autocontrol. Jocosamente, el gerente de la federación ha dicho que los ‘carteles’ de pobres no son viables. Y esto se concreta en las dificultades que han tenido los productores para que, a instancias de la Organización Internacional del Café (OIC), los cultivadores reciban una mejor ganancia. De hecho, la producción de Brasil, uno de los mayores cultivadores del grano, se ha convertido en la espada de Damocles, pues la excesiva oferta ha terminado por afectar a sus colegas. Por efectos de la devaluación, solo Brasil sigue ganando en la actual coyuntura y el año pasado produjo casi 65 millones de sacos; este año podría cosechar entre 55 y 60 millones más y el próximo unos 67 millones, en una producción total mundial de 170 millones de sacos.
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Agregar valor. Parece un déjà vu, pero mientras sigan vendiendo el café como una materia prima sin mayor valor agregado ni diferenciación de calidad, los precios seguirán bajos. Por eso los productores han comenzado a posicionar sus productos con énfasis en los orígenes, pero también en nuevos negocios que involucren un mayor grado de industrialización. Solo así podrán posicionarse para lograr mejores precios.
Fondo de estabilización. En el Congreso cursa un proyecto de ley para crear un fondo de estabilización que permita a los cafeteros enfrentar las épocas de vacas flacas. Sin embargo, la figura requiere un millonario capital inicial cuya consecución aún es incierta. Mientras tanto, la federación propone un plan piloto con 2.000 familias, por dos años, para identificar cómo funcionaría mejor este mecanismo, y de esta manera asegurar que se convierta en una ayuda efectiva.
Los caficultores no la tienen fácil. Sin embargo, la decisión de buscar alternativas por fuera de las tradicionales ayudas del Gobierno ofrece un camino efectivo para comenzar a salir del atolladero.