CRISIS
¿Cuáles son los principales riesgos y desafíos para la reactivación en 2021? Algunas lecciones de la historia.
La historia de las pandemias anteriores debe servir para tomar decisiones de fondo, hacer las reformas económicas clave y evitar que el populismo termine por agravar la crisis.
La esperanza que generó la aprobación de vacunas y las tradicionales celebraciones de fin de año han llevado a que muchos esperen que 2021 será el año de la reactivación de la economía y del regreso a la normalidad. Pero múltiples riesgos en el panorama global y local amenazan la recuperación.
Desde los rebrotes y problemas en la vacunación que se están presentando en muchos países hasta profundos cambios en el comportamiento de los consumidores, el trabajo y los sectores productivos pueden afectar el rumbo de la economía. Este año y hacia futuro.
Una mirada a la historia de las pandemias, las guerras y las crisis económicas permiten extraer algunas lecciones para enfrentar las dificultades actuales y afrontar los grandes desafíos económicos que le esperan a Colombia y al mundo. Pero también traen noticias poco alentadoras.
El historiador económico Niall Ferguson cree que la principal enseñanza que deja la historia es que las pandemias duran más de lo previsto y el choque económico que dejan requiere un tiempo importante para recuperarse.
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Una pandemia por lo general dura dos años y suele tener más de una ola –hasta tres como ocurrió con la influenza de 1918-1919, que mató al 3 por ciento de la población mundial– dijo Ferguson en mayo del año pasado durante una conferencia en el Foro Económico Mundial.
Pero lo peor viene después porque la recuperación es muy lenta, a juzgar por lo que este historiador económico encontró en una crisis como la financiera de 2008-2009, de una escala menor que la actual, pero que necesitó seis años para que el desempleo regresara a los niveles previos.
Por esto, no hay manera de que haya una recuperación en forma de V como predijeron algunos. “La idea de que volvamos alegremente a donde estábamos en cuestión de meses está totalmente en desacuerdo con la historia económica”, dice Ferguson.
Su conocimiento de la historia lo lleva a afirmar que esta pandemia es la mayor conmoción económica desde la Gran Depresión o la Segunda Guerra Mundial, pero podría ser más severa, puesto que la pandemia no genera la demanda de mano de obra ni mueve la economía como una guerra, en la que la producción de bienes aumenta. La pandemia es un shock totalmente deflacionario y no hay estímulo productivo, asegura el historiador económico.
Por eso cree que es necesario reconocer lo difícil que será que el mundo vuelva a donde estaba a finales de 2019. Es probable que temas como los viajes aéreos, el turismo, el entretenimiento y todas las actividades que requieren cercanía no se puedan recuperar tan rápido y alcanzar los niveles anteriores a la crisis.
El nobel de Economía y profesor de la Universidad de Yale, Robert J. Shiller, coincide en que eventos como una pandemia tienen el potencial de crear malestar social, reducir la disposición de las personas a gastar y asumir riesgos, destruir el impulso empresarial y debilitar la confianza en el valor de las inversiones.
Por eso no descarta una debilidad económica la próxima década, como sucedió en la Gran Depresión. En 1929 mucha gente esperaba que el mercado de valores y la economía se recuperaran y que el declive durara poco. Pero el miedo al desempleo de larga duración y una depresión generalizada y sin fin llevó a que la gente restringiera el gasto, prolongando así la recesión. Puede que esto no suceda ahora, pero es un peligro, advierte Shiller.
Un reciente documento de la Reserva Federal de San Francisco que examinó las consecuencias de largo plazo de la pandemia encontró que las del último milenio han sido seguidas típicamente por periodos de bajos rendimientos de los activos, con oportunidades de inversión reducidas, posiblemente debido al aumento en el ahorro preventivo o en la reconstrucción de la riqueza perdida.
Y aunque el exministro y profesor de Columbia, José Antonio Ocampo, explica que en Colombia no hay datos históricos de qué ocurrió en la economía del país durante la pandemia de 1918, cree que la actual tendrá efectos muy complejos.
Mientras las crisis normales están signadas por poca demanda o por bajo consumo o baja inversión, la actual combina varios elementos. Esta vez hay problemas de oferta, porque muchos sectores productivos no pueden funcionar debido a las restricciones, y también hay problemas de demanda, pues mucha gente se quedó sin ingresos por la misma razón.
Por esto, si esta vez las tendencias juegan de manera similar, la trayectoria económica global será muy diferente de lo que se esperaba hace solo unos meses, pues se puede producir una caída en la tasa de crecimiento potencial. Es decir, que la actividad se recupera, pero a una escala mucho menor y, por lo tanto, habrá una gran pérdida de bienestar a largo plazo.
Muchos pensadores y expertos económicos han especulado sobre los efectos de esta pandemia y los cambios en la manera en que personas, empresas y economías se comportarán. Algunos creen que la pandemia le dio un duro golpe a la globalización, acentuará tendencias como la automatización y desacelerará la urbanización.
Por ahora ya demostró que la integración puede facilitar la propagación de nuevas enfermedades y que muchos mercados tienen una gran dependencia en el suministro de bienes de China, hoy el mayor proveedor en todas las regiones. Tal dependencia podría llevar a las multinacionales a fortalecer sus cadenas de suministro y diversificar sus centros de producción, reorientando parte de la productividad hacia otros mercados o proveedores nacionales.
Por eso uno de los efectos de la pandemia podría ser una nueva faceta de la “guerra comercial” con China y una economía global mucho menos integrada.
Además, hay que recordar que la relación entre Estados Unidos y China quedó muy golpeada por las acusaciones de haber ‘creado’ el virus y no facilitar la información para contenerlo. Esto le añade fuego a la guerra de información y hasta tecnológica.
También el aumento del trabajo en casa aceleró el uso de tecnologías que si bien antes eran factibles, no se habían adoptado ampliamente. Esto podría acelerar la digitalización en muchos sectores y países y, de paso, frenar el que parecía un ‘imparable’ crecimiento de las megaciudades. Sin duda la pandemia cambiará la expansión urbana y el negocio inmobiliario en el futuro.
¿Más brechas?
También se esperan grandes cambios sociales. Como la mayoría de trabajos en roles altamente calificados se pueden realizar desde el hogar, algunos expertos consideran que esto podría ampliar más las brechas entre trabajadores por su calificación, así como entre mercados avanzados y emergentes. Es probable que las economías avanzadas con más inversión en tecnología y trabajadores más calificados sean las más beneficiadas. Por tanto, una de las consecuencias de la pandemia será un mundo más desigual.
Pero no todo es malo. Algunos estiman que si bien persisten amenazas ambientales como el cambio climático, la pandemia covid-19 mostró cuán expuesta está la humanidad a eventos “naturales” con un alcance global. Por eso el mundo deberá exigir mayor cooperación internacional y búsqueda de soluciones más respetuosas del medioambiente, y acelerar la inversión privada en tecnologías bajas en carbono.
En medio de una crisis como la actual, es muy difícil predecir qué cambios se volverán permanentes y cuáles se olvidarán. Pero si bien es pronto para decir qué narrativas prevalecerán y qué camino tomará la economía después de que ceda esta pandemia, es claro que no podremos volver al mundo de 2019.
La historia muestra que las pandemias, y sobre todo sus consecuencias, son más duraderas de lo previsto inicialmente. Por tanto, hay que esperar que la recuperación de la economía podría ser más lenta y más incierta.
La pandemia y su amplio impacto no desaparecerán este año ni una vez se generalice la vacunación. Los rebrotes que estamos viendo, la nueva cepa mucho más contagiosa en jóvenes, las nuevas medidas de aislamiento y el lento avance de los programas de vacunación en las economías desarrolladas son algunos de los peligros que podrían descarrilar la recuperación económica mundial.
Pero hay más riesgos y por tanto grandes desafíos. Una recuperación muy desigual entre economías desarrolladas y emergentes, sectores y hasta personas es una mala noticia. Eso incrementará no solo las tensiones comerciales y la reacción global contra las grandes tecnológicas, también el descontento social y la polarización.
Por eso, más que hablar de un mundo después de la covid y del regreso a la normalidad, hay que imaginar un mundo con covid y todas las repercusiones que traerá.
El informe de ‘Perspectivas económicas mundiales’, que acaba de publicar el Banco Mundial, indica que la economía se expandirá 4 por ciento en 2021, suponiendo que la distribución de vacunas contra la covid-19 se amplía a lo largo del año.
Pero advierte que en un escenario negativo en el que los contagios aumenten y se retrase la distribución de vacunas, la expansión mundial sería de solo 1,6 por ciento en 2021.
El informe enfatiza que la pandemia podría dejar efectos adversos de larga duración en la actividad mundial como ocurrió en el pasado. Y advierte que la economía global se dirige hacia un decenio desalentador en crecimiento ante la falta de inversiones y el subempleo.
Por esto, instó a los encargados de la formulación de políticas a actuar con decisión no solo para controlar la pandemia, sino para poner en marcha reformas amplias que regeneren el entorno empresarial y aumenten la flexibilidad del mercado laboral y de productos para mejorar las perspectivas de un crecimiento económico equitativo y sostenible.
“Si bien la economía mundial parece haber entrado en una recuperación moderada, los encargados de la formulación de políticas se enfrentan a desafíos enormes –en materia de salud pública, gestión de la deuda, políticas presupuestarias, banca central y reformas estructurales– para tratar de asegurar que esta recuperación mundial, aún frágil, cobre impulso y siente las bases de un crecimiento robusto”, dijo David Malpass, presidente del Grupo Banco Mundial.
El documento llamó la atención de la débil situación fiscal y la elevada deuda con la que quedan muchas economías emergentes. Algo que enfatiza la necesidad de implementar importantes reformas para estimular el crecimiento a largo plazo.
¿Y Colombia qué?
Para el Banco Mundial, el crecimiento de Colombia este año estaría alrededor del 4,9 por ciento. Muy similar a lo que estima el Gobierno y el promedio del mercado, lo cual demuestra que el país transita un camino hacia la reactivación.
Pero el regreso de las cuarentenas sectorizadas en Bogotá y otras ciudades demuestran que el choque de la pandemia y sus riesgos están más vivos que nunca.
Además, las estimaciones de los analistas no incorporan nuevas restricciones. En el cuarto trimestre de 2020 la actividad productiva habría presentado una variación anual del -4,3 por ciento, según el índice NowCast Bancolombia. Esto significa un importante rebote frente a las caídas de dos dígitos del segundo y tercer trimestre del año en la fase de aislamiento preventivo obligatorio. Con esto, la caída de la actividad productiva en 2020 estará alrededor del 7 por ciento.
No obstante, la entidad encontró una leve desaceleración de la actividad económica en diciembre frente a noviembre, pues una parte significativa del gasto privado que usualmente se realiza en la temporada navideña se habría adelantado.
Habrá que esperar qué impacto tienen las nuevas cuarentenas con las que arrancó el año y si esto pone las proyecciones en un rango más bajo, cercano al 4 por ciento.
Por eso, las prioridades de la política económica a corto plazo serán el control de la propagación de la covid-19 y la garantía de una distribución rápida y amplia de las vacunas. El Gobierno ha anunciado que la vacunación iniciará en febrero, pero el cronograma detallado aún no se conoce.
El historiador Jorge Orlando Melo insiste en que la calidad de la información y del debate público son tan importantes en las discusiones y decisiones políticas: porque a partir de las imprecisiones de la información y de la manipulación de las emociones se montan argumentos peligrosos.
Para el exministro Ocampo, en el plano económico los tres desafíos más importantes son el desempleo, las exportaciones y el déficit fiscal. Cree que la crisis ha demostrado que se requieren políticas más robustas para impulsar el empleo, mayor diversificación exportadora y una revisión profunda de temas como el tributario, para garantizar mayores recaudos que permitan cerrar el enorme déficit con que saldrá el país de la pandemia. Esto indica que recuperar el potencial de crecimiento de la economía será clave.
Aunque se espera una reactivación de la economía y hay un relativo optimismo, nadie prevé que la actividad retome rápidamente los niveles prepandemia. Esto significa que el crecimiento de este año no alcanzará a compensar la caída de 2020.
Las estimaciones muestran que la economía colombiana solo volverá a los niveles de 2019 a partir de 2022. Recuperar los niveles de ingreso por habitante del país podría tardar de tres a cinco años, estima Bancolombia. Algo similar a lo que muestra la historia.
La última recesión en Colombia ocurrió en 1999, cuando la crisis hipotecaria provocó una caída en la economía del 4,6 por ciento y el desempleo se elevó hasta cerca del 20 por ciento. Tras esa crisis el proceso de recuperación de la actividad económica demoró casi cuatro años y la tasa de desempleo tardó una década en volver a un dígito.
Todo indica que si se quiere recuperar el terreno perdido y volver a crecer habrá que esperar y hacer las reformas profundas que se requieren. Solucionar la crisis de salud no será suficiente. Sin reformas, se volverá a lo mismo: la actividad productiva no retomará la senda que traía antes del choque y la pandemia generará una pérdida económica irrecuperable.
Por esto, muchos analistas insisten en la necesidad de hacer las reformas económicas aplazadas por años, para superar las secuelas económicas y sociales. Sin duda, son desafíos mayúsculos en un año preelectoral. Muchos cambios pueden ser impopulares en un momento en que las presiones y demandas sociales crecen. Pero resultan inevitables.
Por esto, si bien 2021 será un año de recuperación a nivel mundial y local, aún hay mucha incertidumbre y riesgos en el panorama. Desde la posibilidad de un rebrote o una agresiva mutación del virus, nuevas medidas de confinamiento, dificultades en el acceso a la vacuna en Colombia, hasta el desafío de lograr el saneamiento de las finanzas públicas sin afectar la recuperación. El mayor riesgo, sin embargo, es pensar con el deseo, tener exceso de confianza y no revisar las lecciones de la historia.
Pensar que con solo superar la crisis sanitaria es suficiente resulta iluso. El país debe implementar las reformas económicas que eviten que el impacto de la pandemia se convierta en un riesgo estructural e irreparable.