CRECIMIENTO
Qué seguirá luego del peor trimestre en la historia económica del país
La economía se desplomó en el segundo semestre por cuenta de la pandemia. La contracción de 15,7 por ciento es la peor en la historia. ¿Cuáles son las perspectivas?
No podía ser de otra manera. El Dane confirmó que la economía colombiana vive el mayor desplome de su historia. La caída del 15,7 por ciento en el PIB del segundo trimestre es el peor registro jamás visto, y ratifica los enormes costos que han tenido la pandemia y las medidas de confinamiento para el país.
Con las empresas paralizadas y los ciudadanos resguardados del virus, este ha sido un choque tanto de oferta como de demanda. La caída es generalizada y hay sectores como entretenimiento, comercio, construcción e industria que se desploman por encima del 30 o 20 por ciento. Solo tres, el agropecuario, financiero e inmobiliario, no caen. Mientras tanto, el consumo de los hogares baja a doble dígito, y la inversión, un 32,2 por ciento. El gasto del Gobierno es de lo poco que crece.
Las cifras dadas a conocer esta semana también ratifican que la economía tocó fondo en abril, un mes de pleno confinamiento, con una caída de 20,1 por ciento. Y desde entonces se ha presentado una leve recuperación en la medida en que algunos sectores pudieron reabrir. En mayo la economía cayó -16,2 por ciento, y en junio, -11,1 por ciento.
Con esto, el crecimiento del país bajó -7,4 por ciento en el primer semestre del año, gracias al impulso que llevaba en los primeros meses. El PIB del primer trimestre fue revisado del 1,1 al 1,4 por ciento. No obstante, se requerirá un buen repunte en la segunda parte del año para cumplir los pronósticos del Gobierno de una contracción económica del -5,5 por ciento en 2020.
Para muchos eso parece cada vez más complicado. Incluso el propio Banco de la República redujo sus estimaciones de crecimiento a un rango de entre -10 por ciento y -6 por ciento, con un escenario central de -8,5 por ciento. La cifra está por debajo del promedio actual del mercado y del Fondo Monetario Internacional, que prevé una caída de -7,8 por ciento.
Sin duda, será la mayor crisis del país en su historia. La profundidad dependerá del comportamiento de la pandemia y de las medidas para enfrentar sus consecuencias económicas.
¿Y el tercer trimestre?
El leve repunte de la actividad económica se habría frenado o ralentizado durante julio ante la extensión de las medidas de confinamiento sectorizado en ciudades como Bogotá y Medellín, así como el deterioro de la confianza y el mercado laboral.
El cambio de favorabilidad generado por la reapertura gradual de varios ramos productivos perdió fuerza en las últimas semanas, como muestra la tendencia lateral de indicadores como la movilidad, la demanda de energía y hasta el índice de confianza, explica Camilo Alberto Pérez, gerente de Investigaciones Económicas del Banco de Bogotá. Para él, es claro que el repunte perdió fuerza en el comienzo del tercer trimestre.
Por esto, muchos destacan la importancia de seguir reactivando los distintos sectores y celebran anuncios como el inicio de las pruebas piloto para reabrir en septiembre el aeropuerto El Dorado, los restaurantes y algunos destinos turísticos. “Hay que aprender a convivir con el virus, obviamente con todas las medidas de bioprotección”, han reiterado repetidamente los gremios.
Sin embargo, para el director de Investigaciones Económicas del Grupo Bancolombia, Juan Pablo Espinosa, no hay que confundir la reapertura con la recuperación económica. Es natural que en la medida que la economía abra, los números empiecen a mejorar. Pero que algunas actividades abran paulatinamente en diferentes sectores y se relaje el aislamiento obligatorio no quiere decir que haya crecimientos positivos a corto plazo.
De acuerdo con el experto, no se puede aspirar a tener este tipo de crecimientos mientras no llegue una vacuna o un tratamiento eficaz, y no haya una respuesta mucho más contundente contra el aumento del desempleo y la reducción de la inversión empresarial. “Y no está dentro de nuestras cuentas que esto vaya a pasar en esta segunda parte del año”, afirma.
Esto indica que la recuperación va a avanzar muy lentamente, y que el descenso de la actividad podría mantener los dos dígitos en la medida en que persistan las restricciones sanitarias y la evolución de los contagios y se mantengan las afectaciones sobre el mercado laboral. Además, hay sectores que así abran van a operar a una escala mucho menor, entre ellos, restaurantes, hoteles y el comercio.
Por esto, para José Ignacio López, gerente de Investigaciones Económicas de Corficolombiana, el país requiere un plan de choque para crear más trabajos. No solo hay que proteger la nómina y extender el Programa de Apoyo al Empleo, sino tomar medidas para impulsar nueva contratación o el reenganche de personal. Por ejemplo, incluir en la ley de presupuesto un plan temporal de subsidios focalizados a la nómina para la recontratación y generación de empleo formal, entregar certificado de reembolso tributario (CERT) a los contribuyentes que aumenten su nómina o disminuir los aportes a cajas de compensación para empresas que mantengan y creen puestos de trabajo, entre otras iniciativas.
De mantenerse el ritmo actual de crecimiento y la incertidumbre, la actividad económica recuperará los niveles precrisis solo hacia mediados de 2022. Así mismo, todas las proyecciones siguen con un sesgo a la baja, pues persisten muchos riesgos en el panorama. Entre esos, nuevos rebrotes del virus en el ámbito mundial, el escalamiento de las tensiones entre China y Estados Unidos por las elecciones presidenciales o que se alargue el aislamiento. Todo ello puede impactar la confianza, el mercado laboral y la solvencia del ramo financiero, con efectos más estructurales sobre el crecimiento de la economía.
Sin duda, el inevitable desplome del segundo semestre está ocurriendo en la mayoría de países: la eurozona cayó 12,1 por ciento, España con -22 por ciento y Alemania con -10,1 por ciento, mientras que el Reino Unido bajó 20,4 por ciento. Estados Unidos se contrajo 9,5, y ni hablar de los vecinos de América Latina.
Para recomponer el camino, habrá que ajustar las estrategias de crecimiento y trabajar de manera coordinada con proyectos mucho más ambiciosos de reactivación y generación de empleo. No puede ser de otra manera.