Economía
Dramática caída en la natalidad en Colombia: entre 2020 y 2024 nacieron 800.000 niños menos que lo esperado. ¿Qué está pasando?
Desde el costo de vida hasta la crisis climática, pasando por una mayor participación de las mujeres en el mercado laboral, explican la decisión. Pero su impacto puede ser muy grave.

Una de las mayores preocupaciones en materia de capital humano se está materializando en el país: la población colombiana se está envejeciendo, con una dramática disminución de nacimientos, por encima, incluso de la proyectada. Se estima que entre 2020 y 2024 nacieron 841 mil niños menos de lo pronosticado. Esto equivale a un poco más que toda la población de Cúcuta, señala un análisis de Anif.
“Las caídas en la tasa de natalidad han sido mucho más pronunciadas de lo que anticipaba el Departamento Administrativo Nacional de Estadística (Dane), según lo publicado en sus proyecciones de población. Desde 2020, los nacimientos registrados han sido muy inferiores a los proyectados. En promedio, entre 2020 y 2023 nacieron 145 mil niños menos de lo pronosticado por año. Según los datos más recientes del Dane, entre enero y octubre de 2024 se percibió una caída del 14,4% anual en los nacimientos”, afirma el informe.
Anif realizó una proyección para 2024, suponiendo que se mantiene la tendencia observada en los primeros diez meses del año. Así, el año anterior habría cerrado con cerca de 450 mil nacimientos (cerca de 260 mil por debajo de la proyección), lo que habría representado una contracción de 13,6 % anual.

Al desagregar los datos a nivel departamental, este centro de pensamiento señala que parece existir homogeneidad en cuanto a la tendencia de menores tasas de nacimiento, pero heterogeneidad en la magnitud de la variación. Entre 2022 y 2023, afirma, se observaron decrecimientos en el número de nacimientos para los 32 departamentos del país, donde 11 de estos tuvieron una tasa, si bien negativa, menor en valor absoluto que el dato de la nación (-10,1 %). Bogotá y Boyacá (ambas con -5,9 %), Casanare (-6,5 %) y Huila (-6,6 %) son los departamentos con menores variaciones. Por su parte, Guainía (-40,7 %), Vaupés (-20 %) y Amazonas (-17,8 %) fueron los tres departamentos con la mayor contracción del número de nacimientos en ese período.
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La caída en la natalidad no es un fenómeno exclusivo del país. Según datos del Banco Mundial, la tasa de natalidad bruta a nivel global cayó 4 puntos porcentuales entre 2000 y 2019. Existe heterogeneidad entre países y no en todos ha disminuido al mismo ritmo. De acuerdo con la teoría económica, explica Anif, países más industrializados y desarrollados tienden a presentar menores tasas de natalidad, pues un mayor nivel de desarrollo se relaciona con un mejor y mayor acceso a la educación, lo que provee mayor conciencia sobre la reproducción y un aumento en la participación de la mujer en el mercado laboral, así como un mejor acceso a los anticonceptivos.
La relación entre el PIB per cápita en dólares con paridad de poder adquisitivo (PPA), como medida comparativa de ingresos, y la tasa bruta de natalidad para 2022 muestra que existe una relación negativa entre la tasa de natalidad y la capacidad adquisitiva. “Así, en la medida en que los países se vuelven más ricos, la tasa de natalidad disminuye. Países como los del África Subsahariana tienen una alta tasa de natalidad (34,2 %) y un bajo nivel de ingreso per cápita (US$4.584 PPA), mientras que países ricos como Suiza (US$90.138 PPA) tienen una baja tasa de natalidad (9,4 %)”, dice el informe.

Sin embargo, al analizar el caso de Colombia, el país tiene una tasa de natalidad más baja de la que sería consistente con su nivel de ingreso actual. En efecto, para un nivel de ingreso per cápita como el de Colombia (US$20,643 PPA) la tasa de natalidad debería estar alrededor del 21 %, mientras que actualmente apenas alcanza entre el 13 % y el 14 %. “Esto explica en parte por qué el ritmo de envejecimiento de la población colombiana ha sido más acelerado que el de otros países. Ahora bien, Colombia no es el único país en esta situación”, señala Anif.
¿Qué explica este comportamiento?
Para Anif, por un lado, el aumento significativo en el costo de vida ha hecho que las personas reconsideren la decisión de tener hijos. Dicho aumento está asociado tanto al costo de vida propio como a los costos relacionados con la crianza de los hijos, como la educación.
Por otro, las mujeres cada vez se educan más y participan más en el mercado laboral, lo que limita el tiempo disponible para la crianza y, por tanto, incide en la decisión sobre la maternidad.
“Además, se manifiesta en el informe, la evidencia sugiere que el cambio climático ha empezado a ser un factor que diversas personas consideran al momento de decidir si tener hijos. La incertidumbre sobre el futuro de ese potencial hijo, la preocupación por la sobrepoblación y el consumo excesivo y el impacto que podría tener esa decisión sobre el medio ambiente son algunas de las dudas que se plantean estas personas”.

La disminución de los nacimientos se aceleró durante los años de la pandemia, en los cuales hubo gran incertidumbre acerca de las condiciones de salud, incluyendo preocupaciones frente a problemas de salud en el embarazo y la menor interacción social. Aunque este patrón es similar al de otros episodios como la gripa española o las hambrunas, preocupa la persistencia de la caída actual.
“Esta disminución en la tasa de natalidad resulta entonces preocupante, porque podría tener repercusiones negativas sobre el crecimiento potencial en el futuro. A medida que la población se envejece y no hay nuevas generaciones que la releven, la fuerza laboral disminuye. Esto afecta directamente los niveles de producción del país”, advierte Anif.
Igualmente, si el ahorro que realiza la población joven no logra superar el desahorro de las generaciones mayores, la inversión en capital podría verse comprometida, afectando también el crecimiento económico. “Un cambio en la manera en que trabajan las personas podría ayudar a mitigar esos efectos, por ejemplo, si dado el cambio en la estructura demográfica y el aumento en la esperanza de vida las personas deciden y pueden trabajar durante más años. Para esto es fundamental también generar un cambio en la percepción que se tiene sobre las capacidades de las personas mayores, así como la oferta de oportunidades para que puedan mantenerse productivos y contribuir a la actividad económica”, añade el estudio.

Preocupan también los impactos que el envejecimiento de la población pueda tener en el sistema pensional. En Colombia, con el nuevo sistema se amplía el régimen de reparto para toda la población (hasta 2,3 salarios mínimos), “por lo cual la presión sobre las finanzas públicas aumentaría significativamente ante un aumento en la población pensionada que no sea compensado por un aumento también en la población activa”, puntualiza el informe.

Otros analistas también han advertido la preocupación en torno a la caída de la natalidad. De acuerdo con un documento de Sophie Olarte, del BBVA Research, se suele pensar que una caída sostenida en la natalidad refleja un avance en el bienestar del país. Las mujeres tienen hoy más control sobre su vida reproductiva, mayor acceso a educación y más participación en el mercado laboral. Cita cifras del Banco Mundial, en las que se establece que la tasa de fecundidad en Colombia ha pasado de 2,5 hijos por mujer en 2000 a 1,6 en 2024. Además, la tasa de fecundidad específica disminuyó de 69 nacimientos por cada 1.000 mujeres en 2014 a 39 en 2023.
“Pero lo que es un logro indiscutible para la equidad de género y la autonomía personal puede no serlo tanto desde una perspectiva estructural y de largo plazo. Este fenómeno demográfico, caracterizado por la inversión de la pirámide poblacional, constituye una modificación estructural de la sociedad, con implicaciones económicas significativas. Es preciso desmitificar la noción de que el envejecimiento representa exclusivamente un avance social”, señala el estudio del BBVA Research.
Advierte que el reto no es revertir la baja natalidad, “es adaptarse inteligentemente. No podemos olvidar que las razones detrás de la disminución de la fecundidad están ligadas a avances en derechos y oportunidades para las mujeres. Incentivar nacimientos sin condiciones dignas para la maternidad perpetuaría inequidades y sería poco efectivo, pues es poco probable que cambie las decisiones sobre el número de hijos. Se requieren políticas sostenibles para el envejecimiento, que superen la dependencia de jóvenes cotizantes en pensiones”.
Para el BBVA Research, con el envejecimiento demográfico, el sistema de salud se verá sometido a una fuerte tensión, dada la diferencia en el gasto sanitario entre jóvenes y adultos mayores. Por ello, se requiere una reforma que prevea el aumento de patologías crónicas y la esperanza de vida.
“La idea de impulsar la natalidad mediante incentivos financieros es atractiva, pero no suficiente. Las mujeres jóvenes y profesionales planifican sus vidas con criterio, y necesitan políticas que faciliten la vida laboral y familiar, el cuidado de sus hijos y el bienestar económico en la vejez”, sentencia el informe del BBVA Research.