POLARIZACIÓN
La política y la economía colombiana: una mezcla explosiva
Crece el nerviosismo por los posibles efectos de la polarización política en los negocios y el crecimiento. ¿Hora de una concertación por el progreso?
El inédito agarrón que esta semana presenció Colombia por las cifras de crecimiento del primer trimestre confirma lo que muchos han advertido desde hace algún tiempo: la política y la economía se están convirtiendo en una mezcla explosiva en el país.
El gerente del Banco de la República, Juan José Echavarría, expresó su preocupación de técnico por un crecimiento que considera insuficiente. Y agregó que lo que los economistas llaman los fundamentales no explican del todo el fenómeno que, según él, podría estar ligado a la polarización política. Eso bastó para que medio país le cayera encima.
Varios ministros, como el de Hacienda, Alberto Carrasquilla, criticaron fuertemente los comentarios del gerente del Emisor. Le recordaron que lo suyo es manejar con prudencia la política monetaria, no hacer comentarios públicos sobre el desempeño de la economía.
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Carrasquilla incluso está convencido de que no hay polarización, o al menos “no una que tenga efecto en las decisiones de las empresas y los hogares. No hay una evidencia empírica. Se la pedí al gerente del Banco de la República y no me la ha dado, por lo que creo que es paja”, dijo en la Convención Bancaria en Cartagena.
Bruce Mac Master, presidente de la Andi, cree que el país ha vivido una polarización feroz que afecta el ambiente de los negocios.
Esta agria discusión confirma el nivel de sensibilidad que existe en el Gobierno frente al tema de polarización, advertido no solo por Echavarría sino por muchos empresarios. Pero, más allá de culpar al mensajero o de que al gerente del Banco de la República se le haya ido la lengua, resulta importante entender qué tanto el ambiente político puede afectar la confianza y las expectativas, dos variables esenciales en economía. Quizá este debate de economía política pueda lograr cierta concertación en torno a las reformas que necesita el país para fortalecer el crecimiento y darle estabilidad a las finanzas públicas.
De lo contrario, la economía podría pagar los platos rotos; especialmente en momentos de una coyuntura internacional turbulenta por efectos de la guerra comercial y las crecientes amenazas de una recesión.
¿Qué tan peligroso puede resultar este fenómeno? Las cifras muestran algunas evidencias. Los colombianos esperaban un primer trimestre muy dinámico en términos de crecimiento, generación de empleo, retorno de la confianza y aumento del consumo. Luego de cerrar un año marcado por la incertidumbre del proceso electoral, y tras la accidentada aprobación de la Ley de Financiamiento, todo apuntaba a un panorama más despejado en lo económico en 2019. Pero eso no pasó.
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Lo confirman un ambiente político muy caldeado y las dificultades del Gobierno para que el Congreso le apruebe sus principales proyectos. Además, las cifras económicas del primer trimestre dejan más sombras que luces.
Para Javier Díaz, presidente de Analdex, “no podemos jugar con la economía porque eso nos puede pasar la cuenta de cobro”.
El Dane reportó un crecimiento de la economía del 2,77 por ciento entre enero y marzo. Pero al quitarle el efecto estacional, la cifra es de 2,29. En el mismo trimestre del año pasado, la cifra desestacionalizada alcanzó 2,6 por ciento. Incluso en el último trimestre de 2018 fue de 2,74 por ciento. Esto llevó al gerente del Banco de la República a afirmar en la Convención Bancaria que la economía se estancó. El ministro Carrasquilla considera esa una lectura equivocada; dice que la economía ya está “rebotando” y manifiesta optimismo frente al crecimiento de este año. Lo cierto es que el PIB colombiano ha crecido por encima de otros países de la región.
Pero en desempleo los datos de abril tampoco alcanzan para celebrar: aumentó la tasa de desempleo a 10,3 por ciento en el ámbito nacional y a 11,1 por ciento en las 13 principales ciudades y áreas metropolitanas, mientras cayó la de ocupados, según el Dane. Esto implica crecimientos del 0,8 y 0,3 puntos frente a igual mes de 2018.
Las alarmas se encendieron porque se presentó este aumento pese a la baja en el número de colombianos que salieron a buscar empleo, pues la tasa global de participación cayó 2,4 puntos y se ubicó en 62,2 por ciento. Así mismo, bajó la tasa de ocupación 2,7 puntos y se ubicó en 55,8 por ciento (en abril de 2018 fue de 58,5 por ciento).
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Echavarría también expresó su intranquilidad por el comportamiento de la inversión. El Dane dijo inicialmente que esta había crecido 9,9 por ciento y luego de una corrección, la bajó a 4,9 por ciento y después a cero. En otras palabras, no creció. El gasto tampoco ayuda. Mientras el privado aumenta al 4,2 por ciento, el público cayó del 5,9 por ciento al 2,6 por el apretón fiscal.
El desgaste que genera la crispación política en la economía se nota especialmente en la confianza. Y esto le pega al consumo.
Y, para acabar de ajustar, el Índice de Confianza del Consumidor que mide Fedesarrollo ha mostrado un alto grado de volatilidad, el cual refleja la incertidumbre de muchos colombianos que ven oscuro el panorama económico. En enero fue negativo en -5,4; en marzo, positivo en 1,2 y en abril cayó -9,6.
A la presidenta de la Cámara Colombo Americana, María Claudia Lacouture, le preocupa el impacto de la situación en la confianza de consumidores y empresarios.
¿Aquí no hay quién viva?
En los años noventa, el entonces presidente de la Andi Fabio Echeverri Correa popularizó una frase según la cual mientras al país político le iba mal, a la economía le iba bien. Pero a estas alturas algunos creen que ni al país político ni al económico les va bien. Y lo atribuyen a los efectos de la polarización.
Varios dirigentes empresariales lo han advertido. El presidente de la Andi, Bruce Mac Master, dijo a través de un tuit este viernes que hay un falso dilema en “pensar que crecimiento y polarización son excluyentes. Por supuesto hemos vivido una polarización feroz que afecta el ambiente. Sin duda el crecimiento actual es mayor al de años anteriores y otras economías. Otro tema es que debemos aspirar a crecimientos mayores”.
En múltiples escenarios ha hecho un llamado a la razonabilidad tanto de los políticos como de los empresarios. “Todos sabemos que sí hay polarización y que eso ha afectado el ánimo de muchos”, le dijo Mac Master a SEMANA.
También la presidenta de la Cámara Colombo Americana, María Claudia Lacouture, ha expresado su preocupación por los efectos que la política podría tener en la economía. Aseguró que el desarrollo económico del país se ve opacado por la polarización, manifestada en la desconfianza de los consumidores y de los empresarios. “Y eso tiene impacto directo en la economía nacional”, advirtió.
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Pero no todos creen que haya motivos para alarmarse. El presidente de Analdex, Javier Díaz Molina, asegura que todavía no se puede hablar de efectos de la polarización en la economía. “Creo que lo que dijo el gerente del Banco de la República es una advertencia; es decir, bajémosle al tema porque eso puede afectar a la economía. Considero que esta tiene unos indicadores positivos, pero si nos ponemos a jugar con ella, nos puede pasar la cuenta de cobro por ese tema de polarización”, aseguró.
Una opinión similar tiene Felipe Campos, gerente de estrategias de inversión de Alianza: cree que por ahora solo se puede medir el efecto en la confianza del consumidor y en la de los empresarios. Mientras la del consumidor sigue muy volátil y ha estado en terreno negativo, la empresarial se mantiene positiva.
“Estas mediciones muestran que la confianza se ha vuelto muy volátil frente a los eventos políticos o las reformas que intenta pasar el Gobierno y fallan, o incluso frente a las que pasan”, asegura Campos. Considera este un fenómeno netamente interno, que no afecta la percepción de los inversionistas foráneos ni las calificadoras. Lo confirma con datos: el riesgo país de Colombia está muy bajo, en el extranjero hay bastante apetito por activos de riesgo y el país sigue entre los preferidos de la región.
Algunos indicadores ya muestran el desgaste que genera el debate político o que los políticos se metan en temas económicos. Es urgente bajar la temperatura de la polarización, promover un pacto para impulsar las reformas que requiere Colombia y recuperar la economía. De otra manera, el riesgo no solo equivale a perder la oportunidad de seguir creciendo, sino no aprovechar el cuarto de hora para la inversión en el país.
"Un gran acuerdo nacional para impulsar el creciento"
El exministro Mauricio Cárdenas propone una coalición que permita sacar adelante una gran agenda legislativa y genere confianza. Y apoya la venta de activos siempre que el país invierta el dinero resultante.
Exministro de Hacienda, Mauricio Cárdenas.
SEMANA: ¿Cree que la polarización está afectando a la economía?
MAURICIO CÁRDENAS: Yo no creo que la eco- nomía esté hoy parada por cuenta de la pola- rización, ni que esta explique el crecimiento poco satisfactorio del primer trimestre. Pero si continúa, puede tener efectos a mediano plazo porque estamos en un entorno inter- nacional muy complejo y el país debe ser la excepción para atraer más inversión. En mi opinión, hay que ser conscientes de que la polarización puede resultar muy costosa.
SEMANA: ¿Cómo bajar la presión de la política en los negocios?
M.C.: Eso requiere una coalición, un gran consenso, porque el partido de Gobierno no es mayoritario ni tiene los votos para sacar adelante su agenda legislativa. Esto implica participación, representatividad y no corrupción, pues la corrupción es inaceptable. Se necesitan consensos con otros partidos en tres ejes fundamentales: los acuerdos de paz, la sostenibilidad fiscal y en crecimiento económico. Lograr estos consensos generaría confianza. Y eso hace toda la diferencia en tanto los empresarios valoran mucho el tema de gobernabilidad, y si ven que hay un Gobierno capaz de impulsar una agenda, de sacarla adelante, este intangible se traduce en confianza.
SEMANA: ¿A qué atribuye la caída en la confianza del consumidor?
M.C.: Tanta retórica del partido de Gobierno alrededor de que la economía estaba mal, de que el país estaba en crisis, se devolvió con fuerza y generó pesimismo, que es lo peor que le puede pasar a un Gobierno. Al pro- mover esa sensación negativa, se generó una profecía autocumplida y la gente reaccionó como si realmente las cosas estuvieran mal.
SEMANA: ¿Qué le preocupa de la economía en estos momentos?
M.C.: El desempleo, que tuvo un aumento mayor a lo esperado y eso confirma la debilidad del mercado laboral. También el déficit en cuenta corriente, del 4,6 del PIB, más alto de lo esperado. En el primer caso, es fundamental estimular la vivienda para generar más empleo, y creo primordial que se re- vivan los subsidios a la tasa de interés para la vivienda de clase media. En el caso del déficit, el Ministerio de Comercio debe empeñarse en pro- mover más exportaciones.
SEMANA: ¿Es hora de vender activos del Estado?
M.C.: La gente piensa que como el Centro Democrático se opuso a la venta de Isagén cuando fui ministro, incluso me presentaron una moción de censura, voy a responder con la misma mo- neda. No soy así, yo diría que el Gobierno debe seguir adelante con sus planes porque Colombia necesita más inversión.
SEMANA: ¿Cree que el país sí crecerá por encima del 3 por ciento, como dice el Gobierno?
M.C.: Hay una regla de oro en economía: si crecemos por debajo del 3 por ciento, están sembradas las bases para que aumente el desempleo, por eso el país debe crecer por encima de esta cifra. Este año creo que es posible crecer por encima del 3, no soy tan optimista para hablar del 3,5, pero el próximo año sí podríamos lograrlo. Ahora, eso no es totalmente sa- tisfactorio, por eso insisto en que lograr el crecimiento del 4 por ciento requiere de un gran pacto político.
SEMANA: ¿En 2020 se requiere una nueva reforma tributaria?
M.C.: No creo que se deba hablar de una nueva reforma el próximo año por dos razones. Primero, porque en la situación política actual podría salir muy mal, y segundo, porque esta frena, paraliza y hace que muchas decisiones de inversión se pos- pongan. No es una buena idea.