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El azúcar orgánica le metió el acelerador a este tradicional ingenio colombiano
Desde hace 25 años, Providencia se convirtió en el primero en producir azúcar orgánica. Hoy, exporta cerca de 32.000 toneladas de este tipo de producto y lleva 2.000 al interno, lo que lo ha posicionado como ‘el ingenio verde’.
La bandera de ser los pioneros en Colombia en producción de azúcar orgánica no la pusieron solos: en 1999, proveedores de caña, preocupados por la conservación del medioambiente, certificaron su caña como orgánica y acudieron al Ingenio Providencia para producirla.
Así empezó esta historia, recuerda Vicente Borrero, gerente general de Ingenio Providencia, quien señala que, ante la propuesta de los proveedores de caña, se estudiaron las posibilidades del proceso fabril, porque en la caña orgánica no se pueden utilizar ni químicos, herbicidas, ni ningún tipo de producto de origen químico. Después de una investigación de pros y contras, la respuesta fue clara: “Metámonos”.
“En ese momento era un nicho muy pequeño el de comercializar azúcar orgánica, pero quisimos ser pioneros en el tema ambiental, nos seducía bastante y finalmente en el 99 fuimos exitosos y producimos la primera corrida de azúcar orgánica”, narra Borrero.
Hoy, gracias a los Tratados de Libre Comercio (TLC) que Colombia tiene con Estados Unidos, Europa y otros países, la empresa es reconocida no solo por la calidad de sus productos y confiabilidad en la entrega, sino por su compromiso con el medioambiente. De hecho, es el primer y único ingenio azucarero certificado en el mundo como Empresa B, que mide su impacto social y también ambiental.
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En azúcar orgánica exportan cerca de 32.000 toneladas a los mercados internacionales y venden aproximadamente 2.000 toneladas en el mercado interno. Este ingenio produce, además de las tradicionales referencias de azúcar blanca y morena para el consumidor de casa, azúcar industrial, diversos tipos de alcoholes (carburante y orgánico), etanol, compostaje, miel y productos prime.
Sobre sus resultados, Borrero señala: “El año pasado tuvimos un valor económico generado de 1,3 billones distribuido dentro de nuestro grupo de interés más importante del 56 por ciento; es decir, 560.000 millones de pesos a nuestros proveedores de caña y a otros proveedores comerciales 160.000 millones de pesos, el 16 por ciento para nuestros empleados y trabajadores, y 170.000 millones de pesos en impuestos para el Gobierno, que equivale más o menos al 89 por ciento de ese valor económico generado”, explicó el gerente general.
Borrero reconoce que 1,3 billones es la cifra más alta que han obtenido en sus resultados, un logro que nace de factores como la eficiencia de las plantas, la productividad de la caña de azúcar, su principal materia prima, y la austeridad en el gasto.
A diferencia de 2023, este año ha sido más complejo para el ingenio agroindustrial. Las lluvias han afectado la producción, pasando de un primer trimestre relativamente seco al segundo muy húmedo “que nos dificultó mucho las operaciones de campo y luego también la sacarosa, que es el contenido de azúcar en la caña”. Sin embargo, a septiembre, mediante una reducción en los costos, van cumpliendo el presupuesto.
Eso sí, advierte Barrero, que a finales de año comparado con 2023 sí habrá una reducción en los resultados, aproximadamente entre el 15 y el 20 por ciento, “pero seguirán siendo unos positivos en índices de rentabilidad y creo que para las dificultades, con un primer semestre de una tasa de cambio muy baja, los resultados van a ir muy acorde con lo que tenemos presupuestado y vamos también a cumplir con nuestros clientes internacionales, donde el año pasado exportamos 50 millones de dólares, y este año vamos a exportar una cifra similar o un poco más alta”.
Este escenario no ha afectado sus inversiones. Su capex asciende a cerca de 34.000 millones de pesos, que normalmente se destina para mantener la operación estable y renovación de equipos. El año pasado, su inversión social ascendió a 8.900 millones de pesos.
La empresa ha conquistado 28 países como Estados Unidos y otros en Europa y Suramérica, en la que Barrero destaca a Chile, por el desarrollo de ese destino.
A nivel nacional, 2023 cerró con 745 clientes de azúcares y mieles, 16 de alcohol, 13 de compost y cuatro de energía. Afuera, tiene 29 clientes de azúcares y mieles, y cinco de alcohol.
Su innovación en productos es clave para mantener el liderazgo. Providencia es el único ingenio que produce alcohol orgánico, cerca de 4 a 5 millones de litros anualmente, que van a los países europeos y Estados Unidos.
‘Dulzura sostenible’, así reza su eslogan porque, aunque es el azúcar el principal protagonista en su negocio, su mirada empresarial también está puesta en el bienestar de las personas y en el planeta, lo que la avala como Empresa B.
Para Barrero, detrás de esta organización hay un “motor” que mueve la compañía y son sus 3.010 empleados con los que están comprometidos por su bienestar y el de sus familias.
Su planta de cogeneración utiliza la fibra de la caña de azúcar para generar energía, “lo que nos permite ser autosuficientes en el consumo energético y vender parte de la energía excedente a la red pública”. Y ello suma dentro de su estrategia de ser Empresa B.
“Somos el ingenio con mejor huella de carbono en el alcohol carburante. En 2016 iniciamos un proceso de mejorar nuestra huella y hemos disminuido el 36 por ciento de nuestra huella de alcohol carburante que equivale a 90.000 toneladas de CO2 o representa tener 9.000 hectáreas de un bosque que captura CO2”, precisó el gerente.
También, dentro de los propósitos de la compañía está el cuidado de los recursos naturales. Por ello fundó el Parque Ecológico Providencia, espacio con más de 524 hectáreas destinadas a la protección de 30 nacimientos de agua, más de 300 especies de aves de 36 familias taxonómicas y aproximadamente 450 especies de flora.
Y en lo social, creó el colegio Providencia, donde atiende a 1.100 niños y jóvenes de niveles socioeconómicos de menores ingresos.
Dentro de las nuevas reformas del Gobierno, el Ingenio Providencia ve como un reto los cambios anunciados en materia laboral, los cuales esperan no afecten el empleo en el campo colombiano. Y aunque la agroindustria de la caña está muy formalizada, hay que trabajar en otros sectores y en lo que describió Barrero como tres grandes retos: asistencia técnica, inversión en infraestructura y comercialización. “Si se dan esos tres elementos, creo que el país puede avanzar muchísimo y tiene un potencial enorme”, puntualiza Barrero.