Economía
El exministro José Manuel Restrepo lanza dura advertencia sobre la economía: “Los motores del crecimiento no están prendidos, están apagados”
Para el exministro de Hacienda y Comercio y hoy rector de la Universidad EIA, la desaceleración del segundo semestre está siendo más aguda de lo que estaba previsto. Una de las mayores apuestas está en la inversión y para 2024, gran parte va a depender del Gobierno y de la capacidad de ejecución de los subsidios de vivienda y de las obras civiles.
SEMANA: ¿Cuál es su lectura de los resultados del Indicador de Seguimiento a la Economía (ISE) de agosto? ¿Qué expectativas tiene de crecimiento para este año?
JOSÉ MANUEL RESTREPO: La realidad económica de este año está demostrando que la desaceleración que se tenía prevista está en marcha, pero en el segundo semestre está siendo más aguda de la que se tenía inicialmente prevista. Esto porque los motores de crecimiento no están prendidos, están apagados. El consumo no tiene cómo crecer por el problema de una demanda alta que debe ser controlada a través de tasas de interés por parte del Banco Central. La inversión lleva dos trimestres en caída y no se espera que pueda mejorar en los últimos trimestres necesariamente de manera significativa. Las exportaciones llevan más de 8 meses en caída y hemos visto una demora en la capacidad de ejecución del Gobierno nacional.
El ISE muestra lo anterior y con base en ello la estimación más precisa de crecimiento para este año puede estar entre 1,3 y 1,5 por ciento. De entrada, es una caída muy significativa frente a 2022, porque representan al menos 6 puntos porcentuales menos que el año inmediatamente anterior, eventualmente puede haber alguna sorpresa en el último trimestre de manera positiva, pero al final oscilará entre ese 1,3 y 1,5 por ciento de crecimiento.
SEMANA: ¿Cuáles son las proyecciones frente a 2024?
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J.M.R.: Con respecto a 2024, estoy esperando una recuperación lenta, porque se van a seguir presentando hechos que afectan esa recuperación. La inflación, si bien va a ser menor a la de este año, va a ser más alta que la meta del Banco de la República; los sectores van a empezar a sufrir los golpes de caída en el crecimiento que están viviendo en este semestre industria y comercio, curiosamente ya vimos un primer mal resultado en turismo, donde la tasa de ocupación hotelera en el último mes cae, el empleo puede deteriorarse sobre la base de las afectaciones en vivienda, por ejemplo, en industria o en comercio, y el escenario fiscal puede ser más desafiante, porque hay menos crecimiento, una afectación eventualmente en el recaudo y un gasto alto como se comprueba en el Presupuesto General de la Nación de 2024, pero unos ingresos que no están totalmente garantizados, como lo ha señalado la CARF o no tienen el debido sustento y muchos de los gastos están soportados en ingresos que no son de carácter permanente. En ese orden de ideas proyecto un crecimiento inferior al 2 por ciento, que sigue siendo muy malo, porque está lejos del potencial de la economía, que es del 3,2 por ciento. Eso será una mala noticia para el empleo, para las finanzas públicas, sobre todo para el recaudo y estará por debajo de países con quienes competimos como Perú o Chile.
SEMANA: En ese orden de ideas, ¿cuáles deben ser los motores de crecimiento?
J.M.R.: Con relación a los motores de crecimiento, estoy viendo algo de impulso en vivienda, que se puede llegar a presentar, este año fue muy malo y ahí hay un efecto base, pero también el efecto que se puede dar por cuenta de los subsidios que se han venido destrabando de lo que vivimos este año. Creo que nos puede ayudar, como impulso, los precios del sector extractivo increíblemente por las tensiones globales que se están presentando en este momento y que se pueden presentar más adelante.
No veo tan claro que estemos en el piso de la industria y del comercio. Claramente la caída ha sido muy fuerte y en algún momento simplemente por efecto base va a rebotar. Sin embargo, las incertidumbres siguen y la más importante para la industria y el comercio es una reforma laboral que eleva los costos del sector empresarial de una manera muy significativa, que inflexibiliza la contratación en el mercado laboral de tal manera que afecta al emprendimiento y al sector productivo.
De la misma forma, no lo veo tan claro, porque como mencioné la tasa de interés seguirá siendo relativamente alta, menos de lo que hoy en día es, pero relativamente alta porque todavía no esperamos que la inflación disminuya tan rápidamente. Y también creo que no le ayuda mucho al sector de industria y comercio los mensajes reforma que están en este momento.
En cualquiera de los casos, puede existir un efecto base positivo, porque los niveles pueden ser muy pobres y eso puede significar que haya un crecimiento, pero de todas maneras en valor absoluto no será un valor comparativo con los que teníamos en años anteriores.
SEMANA: ¿Qué pasa con el consumo?
J.M.R.: La tendencia del consumo va a depender en gran medida de la tasa de interés del Banco de la República y de la inflación, de cómo se vaya cediendo. Hay que esperar el efecto de la indexación que se derive del aumento del salario mínimo. Ya se habla de más de dos dígitos, lo cual indica que el aumento será muy importante. De la misma manera, porque hay otras presiones sobre precios. Está la presión del Fenómeno de El Niño, la presión del ACPM, la presión de las condiciones internacionales, del salario mínimo –como ya lo mencioné- y la propia presión de una realidad fiscal que por lo menos en el marco fiscal se muestra con un aumento en el déficit y en el nivel de deuda pública respecto del PIB.
SEMANA: ¿Y la inversión?
J.M.R.: Y en materia de inversión está en unos niveles históricamente bajos. Claro, hay un efecto de política monetaria, pero también hay uno de incertidumbres y de un ambiente que no es bueno para la inversión. Y esto se deriva en mensajes con falta claridad o que generan incertidumbres, una de las cuales es la reforma laboral.
No espero un repunte para final de 2023 y seguramente veremos datos de inversión menor a los niveles observados del 20 al 21 por ciento del producto interno bruto. En 2024 el análisis hay que hacerlo en dos dimensiones: una, es obras civiles y vivienda, espero que el Gobierno tenga una mejor curva de aprendizaje para que tenga una mejor capacidad de ejecución y espero que dado el efecto base y la aplicación de subsidios que están funcionando de mejor manera que este año en materia de vivienda muevan la inversión en obras civiles y en vivienda, pero va a depender del Gobierno y de la capacidad de ejecución.
Si el Gobierno no se mueve, no se activa para invertir en obras civiles y en vivienda a través de los subsidios, va a ser muy difícil que esa parte de la inversión crezca. Creo que se puede lograr.
Y, por el otro lado, se necesitan señales de confianza, que no se genere una excesiva volatilidad o aumento en la tasa de cambio y con eso uno podría llegar a un dato no mayor al 21 por ciento del PIB en materia de inversión que de todas maneras todavía es bastante mejorable, claramente de haber caído tanto en valor absoluto recientemente, el efecto base va a llevar a que la inversión pueda tener un crecimiento, pero en relación con el PIB no va a crecer de manera significativa. Y ahí es donde se necesita mucha capacidad de ejecución del Gobierno de subsidios y también de obras civiles y también mucha capacidad del Gobierno para concertar, construir colectivamente con el sector privado, crear confianza y solucionar las dificultades generadas por la incertidumbre.
SEMANA: ¿Alguna otra preocupación?
J.M.R.: Hay unas preocupaciones que siguen vigentes por parte del Comité Autónomo de la Regla Fiscal en cuanto a la previsión de 2024 y hay inquietudes. No tiene la totalidad de los gastos que acarrearían las reformas y no tiene la totalidad de los ingresos garantizados y también tiene gastos permanentes financiados con ingresos temporales. Y particularmente dos ingresos: el de litigios y el de gestión de la Dian, que en el caso al menos de litigios, no tiene fuente legal todavía clara, ni tampoco se tiene certeza de que se va a lograr ese recurso, ni con la gestión de la Dian. Entonces hay muchas incertidumbres y dudas de fondo sobre la sostenibilidad del ingreso y del gasto que contemple el Presupuesto General de la Nación para 2024. Eso se aclara a lo largo del camino, pero son complejas de cara a la perspectiva macroeconómica de 2024.