Emprendimiento
Empresarias necesitan más plata, ¿por qué casi no se invierte en start-ups de mujeres?
En 2020 la inversión en emprendimientos fundados por mujeres en América Latina tuvo una fuerte caída. Expertos dan una mirada sobre lo que pasó y por qué para ellas es tan difícil encontrar financiación.
Todos dicen que para los inversionistas el género no tiene ningún peso cuando se trata de inyectar capital a una empresa en etapa inicial. De hecho, afirman que las decisiones se toman basadas en planes y proyecciones de crecimiento, en la escalabilidad y en el impacto que tiene una idea de negocio.
Pero del dicho al hecho hay mucho trecho. La inversión en startups parece cosa de hombres. En los últimos años ha quedado en evidencia cómo las mujeres no obtienen el mismo nivel de respaldo financiero que los hombres. Se estima que en el mundo solo 2 por ciento del capital de riesgo invertido va a mujeres emprendedoras.
En América Latina, investigaciones del Banco Interamericano de Desarrollo (BID) revelan que solo 5 por ciento de las startups de mujeres accede a financiación, frente a 16 por ciento de las empresas creadas por hombres. Es decir, ellos obtienen más del doble que ellas.
Y si a esto se suma una pandemia que ha golpeado fuertemente a las mujeres, la brecha parece ampliarse más. Datos de Crunchbase, recopilados por el medio Latin America Business Stories, muestran que aunque las inversiones en emprendimientos cayeron en comparación con 2019, el capital para empresas se movió y las startups de la región recibieron 4.400 millones de dólares.
Pero aseguran que de ese capital ni un solo dólar fue destinado a empresas creadas y dirigidas únicamente por mujeres. Una caída drástica si se tiene en cuenta que en 2019 estas empresas emergentes recibieron un total de 14 millones de dólares.
La caída de inversión también se vio en los emprendimientos cuyo equipo de cofundadores es mixto, es decir, conformado por hombres y mujeres. En estas los recursos recaudados cayeron de 748 millones de dólares en 2019 a 612 millones el año pasado. Esta cifra contrasta con la inyección de capital que recibieron los negocios fundados y liderados por hombres. Según el análisis, aun con un crecimiento leve, estas compañías obtuvieron un total de 3.830 millones de dólares.
En Colombia, según la firma TTR, el año pasado las transacciones de venture capital aumentaron 20 por ciento y datos de Crunchbase, en colaboración con Velum Inverlink, revelan que en 2020 se dieron unas 52 operaciones.
De estas, ocho empresas cuyos equipos de fundadores estaban conformados por hombres y mujeres recibieron capital. Entre ellas Laika, Leal, Habi, Chiper y Aflore. Para Camila Salamanca, directora de Endeavor Colombia, impactan las cifras, pero es un avance que dichas empresas hayan recibido capital.
Una paradoja
Con la discusión activa de la igualdad de género en el mundo de los negocios, se han dado a conocer una serie de estudios que revelan el impacto positivo de la población femenina en las empresas y también cómo aquellas organizaciones lideradas por mujeres tienen resultados sorprendentes.
El Boston Consulting Group y MassChallenge, en un informe de 2018, afirman que por cada dólar que recauda una fundadora o cofundadora, genera 2,5 veces más ingresos que un fundador masculino. También que las startups de mujeres se desempeñan mejor con el tiempo, generando 10 por ciento más de ingresos acumulados en un periodo de cinco años.
También investigaciones como la de First Round Capital muestran que las empresas fundadas por ellas se desempeñan 63 por ciento mejor que las lideradas por equipos masculinos.
Pero entonces, si son tan buenas las empresas fundadas por mujeres, ¿por qué los inversionistas no apuestan por ellas? Una explicación es la baja participación de ellas en la creación de empresas. Agustín Rotondo, regional manager de Wayra Hispam, afirma que la situación no se da por sesgos de género, sino porque el número de emprendimientos liderados por mujeres es muy bajo, lo que dificulta a los inversionistas encontrarlas e inyectar el capital en sus empresas.
En el mundo, una de cada tres pequeñas, medianas o grandes empresas son propiedad de mujeres. En Colombia, se calcula que de 10.000 emprendimientos, 35 por ciento pertenece a ellas.
Una segunda explicación está en los sectores en los que se mueven el emprendimiento femenino. René Rojas, de HubBog, considera que las mujeres están en actividades en las que los modelos de negocio se encuentran en una fase de maduración y, por ende, generan incertidumbre.
Señala, por ejemplo, que tienen una fuerte inclinación por crear empresa en sectores sociales y ambientales que, si bien son prometedores, aún no hay modelos que demuestren su escalabilidad y sostenibilidad en el tiempo.
La escasa presencia femenina en el mundo inversionista también explica la falta de acceso de capital. Según la Asociación para la Inversión de Capital Privado en América Latina (Lavca), las mujeres están subrepresentadas tanto en la región como a nivel mundial.
Para Adriana Suárez, socia fundadora del fondo de capital riesgo MatterScale Ventures, una mayor presencia femenina en esta industria es vital para que más mujeres encuentren un respaldo financiero para sus negocios.
Los expertos concuerdan en una cosa: hay que vencer los obstáculos invisibles que las mismas mujeres y la sociedad han creado alrededor de ellas. Afirman que para lograr una paridad en el mundo empresarial y en la inversión de riesgo es necesario empoderarlas no solo en el desarrollo de nuevas habilidades, sino en tomar confianza para que puedan sacar todo su potencial y demostrar que, si se lo proponen, ellas pueden conquistar el mundo con grandes ideas.
Colombia empieza a dar avances en esta materia. En los últimos años se han visto diferentes iniciativas que buscan dar un impulso a las mujeres para romper el techo de cristal en el mundo del emprendimiento. El más reciente es el Fondo Mujer Emprende, que se activó con un capital inicial de 20.000 millones de pesos y que, en un inicio, estará dirigido a mujeres rurales y urbanas que quieran expandir sus iniciativas empresariales.
Esto genera gran expectativa, pero habrá que hacer un seguimiento para saber si el efecto será el prometido y logrará convertirse en un mecanismo transformador para las mujeres del país.