Economía
“En 2040 y 2050 el carbón seguirá siendo importante en la matriz energética”, advierte el presidente de Fenalcarbón
Frente a la comparación que ha hecho el presidente Petro de la coca con el petróleo y el carbón, el dirigente gremial señala que muchos productores se preguntan: “si finalmente somos tan malos como la coca, por qué a los cocaleros se les da un plan de paz o de reconversión y con nosotros no se utilizan las mismas herramientas en la transición”.
SEMANA: Miremos un poco la historia reciente del carbón y en especial del carbón metalúrgico. ¿Cómo evolucionó en materia de precios y demanda después de la pandemia?
Carlos Cante (C.C.): Esta es una industria de ciclos. El carbón, tanto térmico como metalúrgico, depende mucho del comportamiento global de las economías, de las demandas industriales, de los ciclos de crecimiento o del crecimiento económico. Nosotros vimos que después de la pandemia todo el mundo salió a consumir. Todas las industrias empezaron a demandar carbones térmicos para generación de energía para procesos industriales, a demandar carbón metalúrgico, a demandar coque porque teníamos una expectativa de que el mundo iba a acelerarse de una forma tal que habría mucho impulso a la construcción, a la infraestructura, a los vehículos.
Y eso sucedió, basado en expectativas, durante 2022. La demanda se incrementó y, por supuesto, los precios se elevaron a unos niveles nunca vistos. Nosotros vimos en septiembre de 2022, ya con los efectos de la guerra Rusia-Ucrania y un poco el reacomodamiento de flujos comerciales producto de las sanciones, unos precios de 400 dólares la tonelada de carbón térmico, por esos lados también el carbón metalúrgico, y por supuesto el coque. Después de eso, vimos que esa expectativa de crecimiento no se concretó y finalmente pues las empresas y los países terminaron sobreestoqueados, además alimentado porque el invierno no fue tan crudo en Europa ni en la mayor parte de países en donde existen estaciones.
Todo el mundo quedó ahí con unas reservas y sucedió que 2023 arrancó muy lento. Las expectativas de desaceleración económica, de estanflación en algunas de las economías más potentes del mundo, pues por supuesto que disminuyeron ese potencial de oferta industrial y eso bajó, como que apagó, de una manera acelerada la demanda de carbones, de carbón térmico, metalúrgico, de coque, durante el primer semestre.
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SEMANA: ¿Y qué pasó con los precios?
C.C.: Los precios también cayeron a unos precios, digamos, racionales con base en los últimos ciclos que hemos visto en promedio cada dos o tres años y hoy empezamos a volver a ver unos incrementos de la demanda que hacia final del año seguramente van a permitir recomponer los flujos.
SEMANA: ¿Cómo fue la evolución de los precios?
C.C.: En 2021 llegó un momento en que inclusive, recuerde, que el precio del carbón térmico estuvo en 38 dólares la tonelada. Ahí, muchos planes de inversión se cayeron al piso, eso era menos de la mitad de lo que es el costo de producción por lo menos acá en Colombia. Pero sucedieron una cantidad de eventos geopolíticos, el tema de la aceleración después de la pandemia y al mismo tiempo en febrero de 2022 el tema de Rusia y Ucrania, el desabastecimiento de gas en Europa.
Eso movió aceleradamente los precios. Empezamos a ver un desequilibrio enorme, un incremento de la demanda, las posibilidades de oferta no son tan veloces, no es fácil decir “subió la demanda, abramos una mina hoy”, cuando, por el contrario, lo que está sucediendo es que en los países industrializados la oferta de minas ha ido disminuyendo. En septiembre de 2022 se puso en 400 dólares la tonelada, como índice, porque hay que aclarar que a eso no es a los precios que se venden los carbones colombianos, con base en esos índices uno puede estar pensando en colocar un 30 % por debajo de esos índices el precio de los carbones colombianos.
SEMANA: ¿Y hoy más o menos en cuánto está el precio del carbón?
C.C.: El térmico se ha movido entre 120 dólares la tonelada en las últimas tres semanas ha subido un poco tal vez alrededor de 140. El carbón metalúrgico ha estado alrededor de 300 dólares la tonelada en el primer semestre. Empezó a disminuir a partir del segundo semestre y el precio del coque, pues ha estado ahí también en 340 a 350 dólares la tonelada, lo que ha disminuido el ritmo de producción, porque cuando el precio del carbón metalúrgico está tan cercano al precio de la tonelada de coque pues no vale la pena producir para ver única y exclusivamente que gane el productor minero y no el coquizado.
SEMANA: ¿Qué está pasando con la demanda en el mundo?
C.C.: Durante 2023 hemos visto un menor ritmo de crecimiento económico que básicamente moderó las expectativas de consumo a nivel global, se vieron menores volúmenes de generación de energía por una menor demanda industrial, menores niveles de producción de acero precisamente también por la ralentización de las economías que normalmente consumen en infraestructura, en construcción de vivienda. Y había una expectativa de que la mayoría de los países iban a entrar en recesión, finalmente, hacia el final del año y ahí con un crecimiento muy corto al final; el mundo la va a sacar en 2023 y eso ya empieza a modelar expectativas y a 2024 entonces la demanda se ha movilizado un poco más ya en el segundo semestre, tanto de carbones térmicos como de metalúrgico y de coque.
SEMANA: ¿Cómo se está insertando el tema del carbón, en el caso de ustedes del carbón metalúrgico y del coque, en los planes de transición energética global?
C.C.: Acá hay dos cosas, uno carbón térmico: la pregunta es si habrá mercados y para cuánto tiempo. Cada vez más vemos que eventos geopolíticos y la realidad de la tecnología nos está mostrando que definitivamente tener un mundo sin combustibles fósiles en el mediano plazo no va a ser posible y cuando revisamos las expectativas que nos plantean las diferentes agencias internacionales por supuesto que están mostrando a 2040 y a 2050 todavía una importancia de los carbones dentro de la matriz energética, como de la matriz industrial, y lo que va a suceder en el caso del carbón metalúrgico es que los centros de consumo global se van a mover porque son los países en vías de desarrollo los que tienen mayor capacidad de industrialización ―China, India, el sudeste asiático― los que van a ser los mayores consumidores, después de la década del 40, de carbón frente a una disminución de la oferta a nivel global que se está viendo. La real posibilidad que tengan los carbones colombianos de ser competitivos para llegar a esos destinos va a depender de que ese flujo de carbones térmicos se mueva.
Nosotros creemos que tenemos esa capacidad siempre y cuando los términos fiscales que nos está imponiendo el país sean razonables y no se sigan imponiendo más cargas tributarias al sector. Por el lado de los carbones metalúrgicos y del coque se está viendo una realidad mucho más clara mucho más halagüeña porque lo que va a suceder es que los temas de transformación tecnológica para que los altos hornos de producción de acero dejen de utilizar combustibles fósiles, en este caso coque, pues avanzan a un ritmo muy lento y es básicamente las tecnologías que tienen que ver con la utilización del hidrógeno verde. Eso lo hemos visto, va a llegar hasta cierto punto y hacia 2050 se calcula que el avance de esas tecnologías va a ocupar tan solo un 15 % de la demanda actual de coque y eso lo que significa es que hacia 2050 va a haber una demanda inferior a la actual que está en cerca de mil millones de toneladas de carbones metalúrgicos y de coque cercana al 10 %.
¿Pero qué está sucediendo? Las reservas se están agotando en el mundo y hay muchos países que han decidido abandonar sus producciones de carbón y eso incluye carbón metalúrgico. Entonces para esa misma época en 2050 va a haber un déficit de oferta de cerca del 20 %. Eso significa que habrá un gap de una mayor demanda de carbones metalúrgicos hacia 2050, con una menor posibilidad de oferta a nivel global, lo que va necesariamente a incrementar los precios y será de estos productos asociados a los carbones metalúrgicos pues unos minerales unos productos muy apetecibles para los países que cuenten con reservas y capacidad industrial para producir coque.
SEMANA: Usted mencionaba que en septiembre del año pasado lograron materializar unos precios de cerca de 400 dólares por tonelada en septiembre por esa misma época estaba arrancando el gobierno del presidente Petro y tal vez ha sido uno de los gobiernos más duros con la industria extractiva, con mensajes muy fuertes contra el petróleo, contra el carbón. Algunos han dicho que el Gobierno está marchitando la industria extractiva. ¿Usted cree que es así?
C.C.: Yo creo que hay una serie de decisiones que tienen que ver con cómo evoluciona el proceso de transición energética y nosotros hemos dicho que ese proceso no puede ser única y exclusivamente un ejercicio discursivo que le gusta a la sociedad cuando la sociedad no lo entiende en su extensión, sino que tiene que enfocarse realmente en unos procesos metodológicos que involucran tiempos, recursos, acciones que es lo que creo se está construyendo desde el Ministerio de Minas y Energía.
Creo que aquí hay mucho más sensacionalismo alrededor de los discursos que lo que realmente puede significar la elaboración de una ruta clara que creemos nosotros y estamos tratando de contribuir con ello para que el país avance en una senda fundamentalmente más que de transición energética, en una senda de transición energética de los carbones colombianos que involucra una serie de pasos, una distinción específica entre los carbones térmicos de exportación, los carbones metalúrgicos, los carbones, el coque, la reindustrialización, el carbón térmico y metalúrgico de consumo nacional, eso tiene que tener todo un proceso y por supuesto que el proceso de marchitamiento se ve a veces con medidas de política pública que se pretenden imponer.
Y lo hemos visto, lo estamos sintiendo. La primera de ellas fue claramente esa reforma tributaria que afectó gravemente las finanzas de las operaciones mineras en el país, pues por supuesto que si tú tienes una mayor carga tributaria vas a ser menos competitivo, y al ser menos competitivo, uno empieza a disminuir su producción, sus niveles de inversión ahí seguramente habrá que tomarse algunas medidas, pero hasta ahora creemos que el país puede seguir siendo una fuente confiable de generación de recursos carboníferos para un mundo que va a seguir consumiendo.
SEMANA: ¿Cómo han visto el tema de la reforma tributaria en lo que a cuentagotas ha venido sacando la Corte Constitucional con las demandas? ¿Qué han conocido ustedes?
C.C.: Hasta ahora no ha habido un pronunciamiento con respecto a los temas que nos ocupan. En cuanto a la constitucionalidad de las normas que afectan al sector, hay varias demandas que surgieron desde diferentes ángulos con respecto fundamentalmente a dos artículos que van directamente contra el sector: la no usabilidad de las regalías y la sobretasa de renta. Desde todas las asociaciones y gremios y sector empresarial se han presentado los argumentos ante la corte acerca de lo que consideramos inconstitucionalidad de estas medidas y estamos esperando que antes de que termine este año pues la Corte Constitucional resuelva. Mientras tanto, estamos pagando una renta enorme que, sumado a la disminución de los precios y al incremento de las tasas de interés, está agotando los flujos de caja de las compañías que está limitando las posibilidades de reinversión en operaciones productivas y por supuesto que básicamente le estamos pidiendo plata a los bancos para poderle pagar al día.
SEMANA: ¿Cómo es ese escenario hoy de las empresas mineras frente a una inflación alta, unas tasas altas, un dólar volátil y una reforma tributaria que los está golpeando?
C.C.: Muy compleja porque generalmente nosotros hemos venido diciendo: mire, los tiempos geológicos son más largos que los tiempos políticos, las reservas y los recursos los tiene el país y el mundo va a seguir demandando carbón. Cuando usted revisa la mayoría de los títulos mineros de carbón importante en el país vencen por encima de 2027, luego esa discusión no tendría que darse con este gobierno. Sin embargo, lo estamos asumiendo como si fuera parte de un ciclo de mercado, a veces tenemos buenos precios, buenas situaciones y a veces no; a veces los precios están muy por debajo de los costos; sin embargo, nosotros tenemos que seguir produciendo y exportando. Uno no puede decidir dejar de operar una mina hoy porque los precios están bajos y volverla a operar cuando los precios suban porque definitivamente los costos de reapertura son muchísimos mayores. Entonces pues usted enjuaga pérdidas cuando los precios suben a medios y altos y así lo estamos asumiendo. Esperamos que esta larga noche no se consolide ni se transfiera en un mecanismo institucional de marchitamiento del sector.
SEMANA: Ese mensaje del Gobierno de comparar la coca con el petróleo y con el carbón, de estigmatizar un poco la operación minera y de la industria extractiva, ¿a ustedes cómo les ha caído?
C.C.: Creo que eso le ha caído muy mal a los productores. Cuando usted va a una región y habla con don Pablo, cuando habla con Juan, un pequeño minero, cuando voy a Cundinamarca, por supuesto, que eso cae muy mal. Yo he tratado de suavizar un poco la discusión diciendo: “no, mire pues que nuestro presidente es un presidente que le fascina utilizar símbolos y, como a nivel global ―él quiere ser un líder global―, la lucha contra el narcotráfico ha sido una bandera, pues él quiere asimilarlo un poco, yo creo que a veces se excede en esas comparaciones”; pero, por el otro lado, viene la respuesta de los productores mineros de nosotros los colombianos que trabajamos en esta actividad y decimos: “bueno pero pues si finalmente somos tan malos como la coca por qué a la coca y a los cocaleros y a los narcos se les da un plan de paz, se les da un plan de reconversión y a veces sentimos que con el sector carbón no se utilizan las mismas herramientas en la transición”.
SEMANA: Miremos un poco el tema de la transición energética. Usted hablaba hace unos minutos de cuál va a ser el papel del carbón. ¿Cuál es el espacio que ustedes ven ahí en el papel de la transición energética en Colombia teniendo en cuenta que ya nos acercamos a febrero donde vamos a conocer la hoja de ruta del gobierno en la transición energética? ¿Cuál debe ser ese capítulo que debe tener el carbón en esa hoja de ruta?
C.C.: Nosotros hemos venido diciendo que Colombia debe tener una hoja de ruta acorde a su realidad económica, social, fiscal, ambiental, de posibilidades industriales, y esa no es exactamente la ruta de la transición de los países desarrollados, de los países que tienen cómo comprar y pagar energía más cara o utilizar en sus procesos industriales fuentes de abastecimiento de tecnologías mucho más costosas. Colombia debe reconocer su realidad y su realidad es que Colombia tiene unos recursos y reservas carboníferas importantes que le pueden permitir a través del uso de las tecnologías ser muy eficiente; en tanto, la utilización de carbones térmicos para generación de energía con la implementación de tecnologías de alta eficiencia y bajas emisiones, como las que hoy se están imponiendo en el mundo, y también avanzar en la industrialización de los carbones metalúrgicos dada la alta demanda que se prevé a nivel global hacia 2050. Entonces, construir esa ruta debe partir de nuestra realidad, de nuestro potencial y la necesidad que nosotros tenemos como país de aprovechar estos recursos del subsuelo para superar todas estas debilidades en materia de pobreza y desigualdad que tiene el país.
SEMANA: Miremos otra coyuntura. Ustedes ya vivieron una experiencia relativamente reciente con el impacto del conflicto entre Ucrania y Rusia, y ahora vemos el conflicto de Israel con Hamás. ¿Qué va a pasar con el carbón en este escenario? ¿Qué tensiones geopolíticas se pueden disparar que puedan afectar el mercado del carbón en el mundo?
C.C.: El mundo vive en constante confrontación. Los factores geopolíticos de desestabilización de los mercados son frecuentes. No es lo que hoy veamos como misiles de un país hacia otro de una sociedad hacia otra sino lo que pueda llegar a significar en movimientos tácticos que se dan normalmente entre las potencias. Eso evoluciona todos los días. Hace poco estábamos hablando de Taiwán que fue rodeada o todo el tema de los microchips y su poderío. Todos los días hay un evento de conflicto que mueve los mercados, de tal manera que hoy predecir que la situación de la Franja de Gaza, la situación de terrorismo que se está viendo, puede llegar a suceder en Europa en Estados Unidos pues va a marcar el movimiento de los flujos de los commodities pues no lo puede uno prever, pero de que se da, se da de manera positiva o de manera negativa en algunos casos para ciertos mercados, el reacomodamiento de los flujos comerciales producto de las sanciones.
Lo que sucedió con Rusia y Ucrania ya los mercados se olvidaron entre comillas de lo que de lo que fueron las sanciones y el reacomodamiento de esos flujos comerciales cuando arranca este tema de la invasión de Rusia a Ucrania. Eso ya se asumió y se asume muy rápido. Ya este mundo está tan globalizado que definitivamente vivimos en permanente tensión y esa tensión hace que hoy suban los precios de los commodities 2 dólares o se disparen 50 o caigan 20 mañana. Son ciclos y en esos ciclos debemos tener estructuras empresariales suficientemente sólidas para saber navegar en medio de ellos.
SEMANA: En el caso particular de Colombia, en medio de esta incertidumbre y esa volatilidad, ¿qué nos puede pasar con la crisis que tenemos hoy con Israel? Dados los pronunciamientos y declaraciones del presidente Petro…