juventud
Esta es la realidad social de los jóvenes en Colombia
¿Cuántos son? ¿Dónde están? ¿Qué hacen? ¿Tienen educación e internet? ¿Cómo se sienten? Esto es lo que ellos quieren que el Gobierno sepa. He aquí lo que dicen las cifras.
En Colombia no es poca la juventud que hay, pese a que la población ha ido cambiando y aumentando en número de adultos mayores. El Dane da cuenta de que, en el 2020, llegaremos a 12.672.168 personas en la franja de edad de los 14 a los 28 años.
Esto representa el 25 por ciento de toda la población del país, mientras que en países como Chile la cifra se redujo, de 18,1 por ciento en 1992, a 13,9 por ciento en el 2020, lo que lleva a que Colombia, debe estar muy enfocada en los jóvenes para lograr así potenciar su capital humano en el mediano y largo plazo.
De hecho, uno de los reclamos que surgen en las protestas sociales es esa: que no sienten que el Gobierno les está poniendo atención.
En nuestro país, el 50,4 por ciento de los jóvenes son hombres y el restante 49,6 por ciento son mujeres, según la clasificación que hace la entidad de las estadísticas. Pero, más allá de esa generalidad, el Dane recopiló las estadísticas que retratan la realidad de esa juventud de la cual dependerá que haya emprendimientos, nuevas empresas, recursos para el sistema pensional, entre otros.
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Las cifras tendrán que ser un insumo para cambiar lo que no está bien, pues ese es el grito que están lanzando en las calles muchos de los que salen a manifestar inconformismo.
Son citadinos. Lo primero que hay que tener en cuenta es que la juventud colombiana, en un 75,9 por ciento, vive en la zona urbana, pues es allí a donde sale a buscar oportunidades. El restante 24,1 por ciento habita en la llamada zona rural dispersa en la cual, por lo general, encuentran menores herramientas para su desarrollo.
Ni blancos, ni negros, simplemente jóvenes. Mayoritariamente los jóvenes se autorreconocen simplemente como jóvenes colombianos, sin inscribirse en ninguna etnia. Solo un 5 por ciento dice ser indígena; un 7,1 por ciento se ubica como negro, mulato o afrodescendiente, y un escaso 0,01 por ciento se autodenomina gitano.
En familia. El 44,1 por ciento de nuestra juventud viene de un hogar nuclear, es decir, donde habitan los dos pares y los hermanos. El 16 por ciento pertenece a una familia biparental extensa, lo que implica que conviven o frecuentan otros parientes distintos a padres y hermanos. El 15,8 por ciento pertenece a una familia en la que solo hay uno de los dos padres.
La enfermedad y la muerte. Lo común es que la juventud no se enferma o se enferma poco. Y así es también la colombiana. Por eso es preocupante lo que muestran las estadísticas sobre la mortalidad
juvenil. Así, si las principales causas de enfermedad y muerte en la
población total son problemas del corazón, males crónicos de las vías respiratorias y afecciones cardiovasculares, entre los jóvenes priman, con un 40 por ciento, las muertes por agresiones (homicidios) y las secuelas. Le siguen los accidentes de tránsito y las lesiones autoinflingidas, como suicidios.
Los datos del Dane muestran que el suicidio, en general, es la causa del 1,2 por ciento de las defunciones y la causa número 22; pero en el grupo de 15 a 24 años, es la causa número 3 y agrupa el 8 por ciento de las muertes.
Mujeres, más educadas. Leer y escribir, es decir, lo que se cataloga como alfabetismo, está presente en casi todos los jóvenes. Hay una diferencia de género. Entre os hombres de 15 a 24 años, un 95,7 por ciento son alfabetas, porcentaje que sube a 97,7 por ciento en las mujeres. Si se reduce más la franja de edad, y se observa solo a los jóvenes entre 14 y 17 años, las revelaciones de las cifras llaman la atención: entre los hombres, el 11,63 por ciento se encuentra en niveles inferiores (ninguno, preescolar, primaria), mientras que en las mujeres este porcentaje es el 6,86 por ciento.
De igual manera, el 36,52 por ciento de los hombres está en extra-edad escolar, mientras que entre las mujeres esa cifra baja al 25,27 por ciento. Es decir, ellas van más temprano a la escuela y también participan más en la escala educativa superior y postgradual, en especial, entre los 20 y los 40 años.
¿Y quién paga la matrícula? El gasto para el hogar en matrículas e inscripciones a los niveles superiores de educación, por cuenta de la formación de sus jóvenes varía según el estrato socioeconómico y según el tipo de formación (técnico, universitario o postgradual). El mayor peso en ese gasto es para los hogares pobres, es decir, con ingresos entre 0 y 4 dólares por día. La educación técnica para sus hijos representa el 4,8 por ciento del gasto del hogar, mientras que la universitaria se les lleva el 11,2 por ciento. En la clase alta, ese peso disminuye, en la medida en que los hogares tienen más ingresos. Es así como, la formación técnica les pesa el 4,45 por ciento y la universitaria el 10,4 por ciento.
No encuentran trabajo. El fenómeno laboral es uno de los vacíos, pese a que en Colombia se han previsto leyes para promover el primer empleo, otorgando incentivos al que contrate jóvenes sin experiencia. Sin embargo, en la franja de los 14 a los 28 años, durante el trimestre que va de mayo a julio, se presentó la menor tasa de ocupación: 34,9 por ciento. Esto significa que solo 3 de cada 10 jóvenes en esa edad estaban ocupados, independientemente de si la actividad que realizaban era formal, por cuenta propia, permanente o temporal.
De nuevo en el empleo la mujer lleva las de perder, pese a preocuparse más por estudiar. La ocupación en hombres fue del 44,2 por ciento y la de la mujer joven solo fue del 25,5 por ciento.
¿Quién los tiene empleados? Cuatro ramas de la economía concentran el 57,4 por ciento de la mano de obra juvenil. Ellas son: el comercio y reparación de vehículos; agricultura, ganadería, caza y pesca; las industrias manufactureras y la administración pública y defensa.
Los números dejan ver que muchos estaban enganchados en servicios de alojamiento y comida, pues ahí esta la mayor reducción de ocupación
Con menos del salario mínimo. El salario mínimo que rige en Colombia en este año es de 877.803, sin contar el auxilio de transporte. Entre los colombianos de 14 a 28 años el promedio de ingreso es de 864.749 pesos, con una diferencia, de nuevo, entre hombres y mujeres. Ellos tienen un salario promedio de 877.283 pesos versus 845.347 pesos para ellas.
Adicionalmente, en la misma franja de edad, el porcentaje de jóvenes catalogados como NINI, es decir, ni estudian ni trabajan en el mercado laboral, ni participan en ninguna actividad de enseñanza o de formación fue de 33 por ciento.
De política tradicional, poco. Partiendo de la referencia que dan las elecciones presidenciales del 2018, el 43,8 por ciento de los jóvenes no votó. Las principales razones expresadas fueron falta de interés y no inscribió la cédula, esta última, a la larga, también es en su mayoría falta de interés.
Dueños de la tecnología. Con empleo o sin él; estudiando o no, la tecnología si está presente en los jóvenes. De los colombianos entre 15 y 24 años, el 79,8 por ciento tiene acceso al celular; un 93,8 por ciento de los que tiene acceso cuenta con celular inteligente. El computador es parte de la vida del 56,2 por ciento de los jóvenes, mientras que el 83,9 por ciento usa internet en cualquier parte, es decir, tiene un plan de servicios.
El celular se impone. Un dato clave es que, mayoritariamente, los jóvenes acceden a internet (para todo) a través del celular: 89,7 por ciento. Solo un 3,4 por ciento utilizan la tablet; el 30,9 por ciento acceden por computador portátil, y 39,3 por ciento utilizan la computadora de escritorio. Obviamente, la desventaja por ciudades es notoria, mientras en Antioquia el 89,2 por ciento de personas entre 18 y 28 años usa con frecuencia el internet (todos los días de la semana), en La Guajira solo tiene ese privilegio el 45,1 por ciento de los jóvenes de esa edad.
Así se sienten... La expectativa que los jóvenes tienen con la situación actual no es tan buena. El 68,1 por ciento de los que están entre 10 y 24 años considera que están peor; un 5,7 por ciento ve el panorama mucho peor, y un 24,2 por ciento siente que todo sigue igual.
Esa sensación de ‘para dónde vamos’ los llevó a contar que, el 21,8 por ciento ahora dificultad para dormir. Un 15,4 por ciento experimentan tristeza, mientras que el 17,4 por ciento se siente inestable. Aunque la juventud, de por sí es ansiosa, el 40,3 por ciento señaló que se mantiene preocupado o nervioso.
Fuman y beben más. El escape no es precisamente el mejor. El 13,5 por ciento de los más jóvenes ha consumido bebidas alcohólicas o fumado cigarrillos para sentirse mejor, frente al 4,6 por ciento de las personas entre los 25 y 54 años.
Si los jóvenes, por lo general, tienden a encerrarse en sus cavilaciones, la cuarentena les agudizó esa tendencia. Mientras el porcentaje de personas mayores que ha buscado hablar con su familia y amigos supera el 70 por ciento, en los jóvenes la cifra es del 55,7 por ciento y hablan más con amigos que con la familia.
En conclusión, a través de las cifras de las realidades sociales, los jóvenes están enviando señales de humo.