PERSPECTIVAS ECONÓMICAS 2020
Cuáles son los desafíos para la economía colombiana en 2020
La economía colombiana seguirá creciendo por encima del resto de la región. Sin embargo, lo hará de manera insuficiente para solucionar los problemas sociales. El país requiere reformas de fondo para crecer de modo inclusivo, equitativo y sostenible.
En 2019, la economía del país tuvo un año de recuperación moderada. Todo indica que al final de este año el crecimiento del producto interno bruto estará alrededor de 3,2 por ciento, tal como lo había previsto el mercado. Varios factores se combinaron para alcanzar este resultado. Una inflación controlada y bajas tasas de interés permitieron que el crédito se reactivara e impulsaron el consumo en los hogares.
Esta es una buena noticia en medio de la desaceleración global y de los exiguos resultados de las otras naciones de la región, que en conjunto crecerán por debajo del 1 por ciento.
Pero el resultado no alcanza para cantar victoria. Sigue siendo insuficiente para solucionar los principales problemas del país en momentos en que se intensifica la protesta social y la incertidumbre política. Muchos cuestionan la capacidad de la economía para solucionar temas de fondo como el desempleo, la desigualdad social o las inequidades del mercado laboral.
Además, pone en riesgo la continuidad de los logros conseguidos en la década como la reducción de la pobreza, la eliminación de algunas brechas de desigualdad y la focalización de ayudas en los colombianos más vulnerables. Estas mejoras habían dado un respiro a muchos ciudadanos que hoy temen que se deterioren sus condiciones económicas.
Dichos temores han salido a flote en las protestas de las últimas semanas. Más allá de las listas de reclamos de los grupos que promueven las marchas, existe la sensación de que el Estado no cumple su labor en materia social. Esto, porque no está recogiendo los impuestos requeridos para solventar las crecientes necesidades, o porque no los está redistribuyendo para atender a la población más vulnerable.
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A esto se suma la incertidumbre política. En el último año, el Gobierno ha sufrido un desgaste muy fuerte para sacar adelante sus reformas. Ya se le cayó la Ley de Financiamiento aprobada el año pasado y en las últimas semanas ha enfrentado múltiples tropiezos y ha sufrido para revivirla como reforma tributaria.
Esto siembra muchas dudas frente a la capacidad que tendrá el Gobierno para sacar adelante las reformas requeridas en materia tributaria, laboral y pensional, que suenan impopulares pero resultan inaplazables. Atender estos tres frentes planteará un gran desafío en 2020.
Bueno pero no tanto
Que el crecimiento de la economía colombiana es bueno pero insuficiente se explica en parte porque las actividades que la mueven están atadas al crecimiento del crédito y el consumo. El comercio, el sector financiero y los negocios de ocio, entretenimiento y turismo dieron este año la sorpresa. Pero los ramos intensivos en empleo como la industria, el agro o la construcción de edificaciones no crecen a buen ritmo.
A esto se suma el lento comportamiento de las exportaciones no tradicionales, que siguen sin reaccionar pese a que la tasa de cambio oficial tocó el techo de los 3.500 pesos por dólar. Esto ocurre por varios factores. Por ejemplo, la escasa diversificación del aparato productivo, que a veces tiene dificultades para competir en otras latitudes. También por una oferta exportadora muy concentrada en productos básicos, y la mayor concentración en el mercado local. Además, esta economía crece al debe. Para 2020 el Gobierno apuesta duro para que la inversión impulse la economía. Por eso el ministro Alberto Carrasquilla ha insistido en jugársela con la reforma tributaria.
La economía debe crecer de manera equitativa, inclusiva y sostenida, para que los beneficios se repartan mejor. Esto requiere diversificar las exportaciones, adoptar políticas sectoriales para potenciar el crecimiento y adoptar las reformas estructurales requeridas.
La mayoría de los expertos da por descontado que el próximo año Colombia va a mantener la inercia de crecimiento. Pero los nubarrones aparecen en el frente externo. Si se intensifica la guerra comercial entre China y Estados Unidos y crecen las presiones proteccionistas, habrá nuevos problemas para la economía mundial.
Para dónde va la economía
El crecimiento relativamente bueno pero insuficiente para continuar con las mejoras sociales podría reavivar la protesta social. Sin embargo, aún da un cierto margen de espera para hacer las reformas que permitirán mejorar el rumbo. Seguir pateando el balón hacia adelante pone al país en riesgo de caer en un ciclo de bajo crecimiento.
Estas reformas, no obstante, requieren un gran esfuerzo de pedagogía porque son impopulares e implican el riesgo de ganar poderosos opositores que buscarán pescar en río revuelto.
Sacarlas adelante planteará el mayor reto. Hay quienes piensan que el Gobierno, ante su escaso capital político, debería quedarse quieto y no hacer nada. Pero la situación se ha vuelto tan compleja que cualquier cambio en materia laboral o pensional, por pequeño que sea, impulsa el empleo y mejora el bienestar social.
Poner a crecer la economía de nuevo a ritmos del 4 por ciento es el gran desafío para el próximo año. Aunque hay que cambiar el guion, replantear las prioridades y enfocarse en cuidar más el crecimiento económico que el déficit fiscal.
Esto lo deben entender las agencias calificadoras y el sector productivo. Las primeras se han concentrado en vigilar indicadores que quizás no interpretan a fondo el desarrollo social. El segundo se ha enfocado demasiado en las utilidades sin pensar en el impacto social. Si el país no crece con inclusión, permanecerá la protesta social. Y esto pone en riesgo la democracia.
Es fundamental revaluar la ortodoxia fiscal y quizás gastar un poco más para redistribuir mejor el ingreso. Además, el país debe repensar cómo crecer y reposicionarse en el ámbito global, en momentos en que el mundo está cambiando a pasos agigantados. Modernizar el aparato productivo, adaptarse a la cuarta revolución industrial e incorporar temas de largo plazo como innovación, educación y tecnología deben ser las nuevas brújulas que guíen el camino hacia un crecimiento más robusto.
Crecimiento, el reto por superar. Luis Fernando Mejía, director de Fedesarrollo.
Para 2020 Fedesarrollo mantiene su estimación de crecimiento alrededor de 3,5 por ciento, el mismo que proyectó hace varios meses, pues espera una continuidad en la dinámica del consumo y la inversión privada, con un crecimiento de 4,6 y 4,3 por ciento, respectivamente. El consumo crecería por cuenta de la dinámica de los hogares y el comercio, así como por el impacto de la migración venezolana, mientras la inversión repuntaría por efecto de los beneficios tributarios de la nueva reforma para los empresarios. De hecho, este centro de pensamiento fundamenta su escenario en que el Congreso aprueba la reforma.
Es una estimación algo más positiva que la del mercado, pero no el crecimiento esperable en el mediano y largo plazo, afirma Luis Fernando Mejía, director de Fedesarrollo. Explica que la economía mundial podría desacelerar más profundamente de lo esperado y recrudecer las tensiones comerciales entre China y Estados Unidos.
En el frente interno, Fedesarrollo alerta sobre tres grandes riesgos. El primero, el elevado déficit comercial y en cuenta corriente –3 y 4,4 por ciento del PIB, respectivamente– que hace vulnerable al país ante un eventual choque externo. Segundo, el riesgo fiscal, pues si bien no habrá problemas para cumplir las metas de déficit fiscal el próximo año, se ven grandes retos para 2021 y 2022. Y, tercero, el riesgo político y de gobernabilidad que le impida al Gobierno adelantar las reformas estructurales que se requieren en el mediano plazo.Por esto, dice Mejía, hay que asumir el importante desafío de aumentar el crecimiento económico, que permita despejar el lunar más grande de la economía: los altos niveles de desempleo, que de paso alimentan la tensión social. Cálculos de Fedesarrollo muestran que para reducir el fenómeno, el país debe crecer a tasas del 3,7 a 3,8 por ciento. Aumentar la productividad es otro de los grandes retos.
Luis Fernando Mejía, director de Fedesarrollo
Protesta abre oportunidad al cambio. Juan Camilo Cárdenas, decano de Economía, Los Andes.
Los economistas no ocultan su preocupación por el impacto de la protesta social en las cifras del país, pero el decano de Economía de la Universidad de los Andes, Juan Camilo Cárdenas, es optimista frente a estos movimientos. Cree que pueden traer la mejor oportunidad para hacer los cambios importantes y de fondo que el país ha pospuesto. “De alguna manera es poner en marcha, por fin, los compromisos de la Constitución del 91, no con curitas ni pañitos de agua tibia”, dice. Para el académico, esta podría ser la mejor oportunidad de promover cambios de fondo en la estructura tributaria, el sistema pensional, el mercado laboral, e incluso en los incentivos a la inversión. Recomienda revisar con cuidado las causas del malestar social y la legítima preocupación sobre cómo enfrentar como sociedad desafíos en los ámbitos energético, alimentario, de provisión de agua o de cuidado ambiental. Todo ello antes que concentrarse en las pérdidas transitorias para algunos sectores afectados por las marchas. Frente a la perspectiva, cree que si las diversas fuerzas en el Congreso enfrentan las discusiones de fondo que el país necesita, el resultado puede ser el mejor.
Juan Camilo Cárdenas, decano de Economía, Los Andes
A revisar Concesiones excesivas. Sergio Clavijo, exdirector de Anif.
El experto estima que 2020 será un año aceptable para la economía colombiana, pues completará un rebote económico moderado al pasar de crecer 1,4 en 2017 y 2,6 en 2018 al 3 por ciento este año. Sergio Clavijo lo considera un buen repunte si se considera la desaceleración de la economía global y los explosivos movimientos sociales en la región. No obstante, le preocupa la sostenibilidad de este crecimiento por su composición, en la que sectores como el agro y la industria, los generadores de empleo, no crecen.
También considera positivo que ante la caída de la Ley de Financiamiento de 2018, el Gobierno se esté moviendo rápido para recuperar algunos de sus elementos más progresivos. Sin embargo, tiene reparos frente a lo que califica de excesivas concesiones al mundo empresarial. “A este Gobierno se le está yendo la mano con el tema de la confianza inversionista 2.0”, afirma. Para Clavijo, viene una caída de ingresos por cuenta de la reducción de los impuestos corporativos (y sin contabilizar aún las gabelas adicionales que salgan de las mesas de concertación). Por eso se pregunta de dónde va a salir la plata para atender las crecientes demandas sociales.
Sergio Clavijo, exdirector de Anif
Empleo debe ser el nuevo foco. Jorge Armando Rodríguez, decano de Ciencias Económicas, Universidad Nacional.
El desempleo es la asignatura pendiente de la economía colombiana, que se recupera lentamente aunque se destaca en el ámbito regional, dice el decano de la Facultad de Ciencias Económicas de la Universidad Nacional, Jorge Armando Rodríguez. Por eso echa de menos “una política fiscal que contribuya a generar la demanda agregada necesaria para aliviar la situación laboral”. Varios temas le preocupan. Que el crecimiento no alcance para generar más empleo. Que en 2020 no haya condiciones de una mejora sustantiva en crecimiento y empleo. Que el Gobierno plantee una estrategia económica que en algunos casos puede ser socialmente inconveniente. O que alguien piense en reducir el Estado en momentos en que los niveles de gasto público y baja tributación en términos relativos resultan insuficientes para atender las funciones básicas del sector público y las demandas crecientes por derechos y servicios sociales.
De cara al 2020, prevé un comportamiento muy similar al registrado este año, tal como han anticipado el Fondo Monetario, la Ocde y el Banco de la República. Eso sí, se declara moderadamente optimista, aunque considera que “no hay que subestimar la fuerza del apego a las malas políticas públicas”. Cree posible que la protesta social genere cautela en la inversión, pero también que expresa preocupaciones justificadas ante políticas económicas erradas. Por eso, recomienda corregir el rumbo del Gobierno y ofrecer soluciones a estas angustias.