Economía
Falta que llueva más café en el campo, ¿qué está pasando?
Mientras la economía crece a ritmos de dos dígitos, el sector agropecuario va mucho más lento. Clima, decretos sobre pesca e impactos del paro, entre las razones.
Las 540.000 familias caficultoras del país tendrían hoy uno de los mayores motivos para celebrar, pues por primera vez el precio en pesos de la carga de 125 kilos está por encima de los 2 millones. No obstante, les faltan granos, pues justo el mayor precio histórico coincidió con una caída de la producción.
Esta paradoja, como muchas otras que vive Colombia, evidencia las dificultades del sector agrícola, que el año pasado en plena pandemia fue uno de los de mejor desempeño ante su carácter indispensable y al ser uno de los pocos que nunca se detuvo, pero que en 2021 volvió a ser una de las ‘cenicientas’ del crecimiento.
Rodolfo Zea, ministro de Agricultura, explica que no se debe comparar el sector con otras actividades económicas, pues estas viven un efecto rebote luego de haber parado en 2020, mientras que el agro ha mantenido su paso.
Tampoco considera adecuado comparar los resultados entre trimestres (ver gráfico), dado que existe una estacionalidad marcada por las cosechas. No obstante, aceptó que hay una leve desaceleración frente al tercer trimestre de 2020, cuando el crecimiento fue de 1,8 por ciento, pero dice que en el dato de año corrido (enero-septiembre) se ha mantenido una estabilidad con un ritmo de 2,5 por ciento, que es incluso superior a 2019.
Zea agrega que entre julio y septiembre se ralentizó el volumen de producción por condiciones climáticas como heladas e inundaciones, que no solo afectaron los cultivos, sino también llevaron al cierre de vías; además, en el tercer trimestre se siguieron sintiendo las consecuencias del paro nacional, el cual llevó a la pérdida de muchas cosechas y al retraso en siembras.
Análisis trimestral
Juan Pablo Espinosa, director de investigaciones Económicas de Bancolombia, señala que el declive trimestral del sector (entre el segundo y el tercer trimestre la caída fue de 1,1 por ciento) se originó en los cultivos transitorios y permanentes, que bajaron 7,1 por ciento en particular por frutas, cuyos periodos de cosecha ya terminaron, así como por inundaciones en algunas partes del país que dificultaron los procesos de conservación y recolección.
Precisamente, fueron las frutas frescas, en especial limón, maracuyá y lulo, los que más han subido de precio según el más reciente informe de inflación. A esto se suma el mal momento del arroz por la caída de los precios internacionales y locales, lo que ha desincentivado su producción.
Pese a lo anterior, Espinosa considera que si a la rama de agricultura se le suma la agroindustria, específicamente la elaboración de productos alimenticios, se evidencia un crecimiento de 5 por ciento anual en el tercer trimestre de 2020 y de 1,8 por ciento frente al segundo trimestre de 2021, al analizar las series con ajuste estacional. “Es necesario tener esto en cuenta, ya que la demanda de productos procesados ha aumentado no solo a nivel local, sino internacional, como lo muestran las exportaciones no tradicionales”, agrega el experto de Bancolombia.
Más ingresos disponibles Aunque la pesca es el subsector agrícola que más cayó en términos anuales entre julio y septiembre (-5,6 por ciento), es el café, con su baja de 4 por ciento, el principal responsable en ponerle el freno de mano a toda la actividad agropecuaria. No en vano, ser un país cafetero tiene sus costos y José Leibovich, director de investigaciones económicas de la Federación Nacional de Cafeteros, atribuye la menor producción al exceso de lluvias.
“El café necesita agua, pero hubo exceso en épocas de floración, que es cuando se requiere un estrés hídrico para que la floración sea más abundante y eso, a su vez, es prerrequisito para el crecimiento del grano. No hay forma de prever que eso iba a suceder y este es un cultivo muy asociado a los ciclos del clima”, precisa Leibovich.
El resultado es que en un año con precios máximos por sequías y heladas en Brasil, Colombia va a producir menos. La proyección es de entre 13,3 y 13,4 millones de sacos, cuando en 2020 fueron 13,8 millones.
No obstante, Leibovich señala que con el precio interno actual el valor de la cosecha este año va a llegar a 11 billones de pesos, un nivel sensiblemente más alto a los 9 billones del año pasado y eso tiene un efecto multiplicador en la demanda agregada de las regiones cafeteras, que abarcan 600 municipios en 22 departamentos. Allí la gente podrá gastar más.
Por el lado de la pesca y la acuicultura, se presenta una caída pese a que ha aumentado la demanda por esta proteína y a que la importada está cada vez más cara por la devaluación y los problemas de logística en los puertos.
Otto Polanco, exdirector de la Autoridad Nacional de Acuicultura y Pesca, indica que la pandemia no implicó que se dejara de pescar porque es esencial para la seguridad alimentaria del país y porque es una de las pocas actividades lícitas del Pacífico colombiano. El problema estuvo en el transporte del pescado, que difícilmente se pudo sacar de las zonas alejadas, lo que afectó la oferta en el país.
Básicamente, en esa época se consumió lo que se tenía de reserva. Esa situación se repitió durante el paro nacional de este año, pero Polanco considera que la estocada final la dio el decreto 281 del 18 de marzo de 2021, en el cual se estableció la captura y judicialización de cualquier persona que sea encontrada con un tiburón.
“Eso convirtió a los pescadores en delincuentes potenciales, pues el tiburón es una especie omnívora que siempre va a caer en los anzuelos y en las mallas de cualquier aparejo de pesca porque su naturaleza es comer todo lo que ven”, dice el experto y señala que ya en el pasado existía esa prohibición y se aceptaba hasta 35 por ciento de pesca incidental, por la naturaleza de esta actividad y de los tiburones. Al bajar la pesca incidental a cero por ciento, muchos pescadores artesanales prefieren no salir a la faena y los industriales dejaron sus barcos en puerto.
“Claro que ir intencionalmente a pescar tiburones es un delito, pero la ley no puede llegar a judicializar toda la actividad”, manifiesta Polanco. Si bien la cría de peces viene creciendo, aún no es suficiente para la demanda. El país consume 375.000 toneladas al año, de las cuales 110.000 son nacionales y el resto se importa. De las 110.000, 70.000 vienen de mar y río, las 40.000 restantes corresponden principalmente a tilapia, cachama y mojarra de cultivo. Un panorama con una cosecha no muy clara.