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Fondo filantrópico de magnate cumple 10 años con balance agridulce
Cumple diez años el movimiento Giving Pledge, por el cual varios multimillonarios se comprometieron a donar la mitad de sus fortunas a causas humanitarias. Pero la celebración será agridulce.
Una cena a mediados de 2009 entre Bill Gates y Warren Buffet, dos de los hombres más ricos del mundo, se convirtió en la chispa que dio inicio a uno de los proyectos filantrópicos más ambiciosos de los años recientes Giving Pledge o Promesa de dar.
La idea original era establecer un fondo con el objetivo central de crear un nuevo estándar de generosidad de los ultrarricos. Gates y Buffet convidaron a otros magnates con fortunas superiores a 1.000 millones de dólares, para que donaran la mitad de sus fortunas a distintas causas filantrópicas. El razonamiento era lógico: debido al tamaño de las riquezas, muchos de ellos o sus familias no tendrían cómo gastarse toda la fortuna:la mejor opción era donar.
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Esta filosofía cautivó a Bill Gates y su esposa Melinda, quienes prometieron colocar el 50 por ciento de su fortuna en este fondo. También a otros como Michael Bloomberg; Mark Zuckerberg; Larry Ellis y más recientemente a Mackenzie Bezos, la exesposa del hombre más rico del mundo, Jeff Bezos, quien anunció que donará 15.000 millones de dólares.
El fondo empezó a operar oficialmente en agosto de 2010 cuando 40 multimillonarios estadounidenses adhirieron a la campaña. Desde entonces este fondo ha tenido un despliegue mediático importante por la vinculación de nuevos millonarios.
Pero una década después los resultados de una iniciativa que solo debería recibir aplausos también recibe abucheos. Algunos aseguran que este no es más que un club de amigos que buscan lavar imagen y evadir impuestos al comprometer recursos para caridad. Otros consideran que la iniciativa no ha cumplido su promesa inicial.
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En blanco y negro, la buena noticia es que al cumplir diez años, integran el fondo 204 multimillonarios que se han comprometido con donaciones por unos 500.000 millones de dólares. Los dineros recaudados sirven para la investigación científica, y médica, la atención de catástrofes, proyectos de educación, salud, agua potable o para combatir el hambre.
Pero el fondo no ha cumplido varias de sus promesas. Para comenzar, algunas de las grandes iniciativas no han alcanzado el impacto social esperado. Otros recursos han terminado dedicados a construir bibliotecas o centros deportivos para exaltar el nombre del donante y no para cumplir un propósito social.
A esto se suma que el número de millonarios participantes no ha aumentado al mismo ritmo en que crecen sus fortunas en Estados Unidos. Hace diez años había 404 multimillonarios en ese país y hoy son 607, pero el número de magnates vinculados es de 204, una cifra por debajo de lo que inicialmente calculaban los creadores del fondo.
Los promotores no calcularon dos temas adicionales de estructuración y se han convertido en verdaderas trabas. Por una parte, los millonarios han encontrado que regalar mucho dinero no es tan fácil y algunos, por el camino, han tenido que crear sus propias estructuras para definir cómo tener mayor impacto y lograr una ejecución transparente de sus recursos.
Por otro lado, como en la propuesta inicial no hubo compromisos de montos o plazos, buena parte de los donantes nunca han concretado la entrega del dinero. Hay quienes aseguran, por ejemplo, que Buffet no ha suministrado los montos que habían propuesto inicialmente.
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En medio de la polémica por este modelo de filantropía en Estados Unidos, ha comenzado a surgir un movimiento de otros magnates que consideran que la mejor manera de ayudar a los necesitados es pagar sus impuestos.
Los lideran George Soros, el cofundador de Facebook Chris Hughes y los herederos de los imperios Hyatt y Disney, quienes piden subir los tributos para los más ricos. La discusión está abierta y zanjarla no será fácil. Lo cierto es que el fondo Giving Pledge tendrá una agridulce celebración de diez años.