Economía
Impacto del fenómeno del Niño en los precios: Fedesarrollo estima un aumento de la inflación de entre 1 y 2 puntos porcentuales
Luis Fernando Mejía, director de este centro de pensamiento, no considera que en Colombia este año se dé una recesión técnica. Calcula que el crecimiento en 2023 será de 1,5% y en 2024 seguirá lento y se ubicará en 2%. Estima que el dólar cerrará el año entre 4.150 y 4.200 pesos.
SEMANA: ¿Qué es lo que está pasando en la economía global y cómo nos está impactando?
LUIS FERNANDO MEJÍA: Indudablemente hay una desaceleración frente al año anterior en el crecimiento económico mundial. El año pasado el crecimiento global estuvo alrededor del 3,4%, este año va a estar cerca del 2,8%, una caída en seis décimas frente al crecimiento observado en el año inmediatamente anterior. Así que, indudablemente, esos vientos de cola cada vez menos fuertes, por supuesto, afectan el comportamiento de la economía colombiana. Ahora bien, en el contexto de esta desaceleración económica mundial, la buena noticia es que, al final de cuentas, las recesiones en varios países que se habían eventualmente anticipado no han llegado. Caso de Estados Unidos, caso del Reino Unido, caso de Alemania, en donde ha habido algunos trimestres de crecimiento negativo, en el caso particular de Alemania, no el caso de Estados Unidos que todavía continúa creciendo. Y eso es mejor desde el punto de vista de las expectativas que se habían formado los analistas para el crecimiento económico de este año. Entonces, menor crecimiento económico mundial, menos vientos de cola, pero tal vez con unos escenarios menos desfavorables de los que se habían eventualmente anticipado para este 2023.
SEMANA: ¿Estamos en recesión, estanflación o desaceleración?
L.F.M.: Yo creo que lo último. Estamos en un fenómeno de desaceleración, no solamente a nivel mundial, sino por supuesto en el caso colombiano, en parte por la respuesta de las autoridades de política monetaria. Los bancos centrales a nivel mundial, que para controlar la inflación han venido subiendo sus tasas de interés desde el año anterior, incluso en el caso de América Latina ya desde finales del 2021. Colombia no ha sido la excepción a esta regla, por supuesto también ha venido subiendo su tasa de interés y ese apretón monetario genera una desaceleración del crecimiento de la demanda, del consumo de los hogares, de la inversión por parte de las empresas y por ende justamente esas cifras que estamos viendo para los últimos meses. No es un fenómeno solamente de Colombia, es un fenómeno global y además anticipado. Todos los economistas, los analistas habíamos estimado que este año iba a ser para Colombia un año de crecimiento mucho más lento que lo observado en el 21 y en el 22.
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SEMANA: ¿Cómo ha sido ese primer semestre en la economía en Colombia?
L.F.M.: Un elemento importante en ese 3% de crecimiento del primer trimestre, que fue por supuesto muy positivo e, incluso, estuvo por encima de lo que nosotros habíamos anticipado, es que cuando abre este crecimiento en el comportamiento mensual de enero, febrero y marzo, se ve claramente una tendencia de desaceleración, un crecimiento muy alto en enero, el más alto en lo corrido del año y un crecimiento cercano al 1,6% en el mes de marzo. Y ya el dato de abril, que es el último con el que el Dane cuenta información disponible, habla de una contracción del 0,8%. Entonces se ve claramente esa tendencia de caída en la actividad económica, a pesar de ese crecimiento positivo del 3%.
SEMANA: ¿Qué estiman en Fedesarrollo?
L.F.M.: Si bien todavía no hay datos oficiales del segundo trimestre del año, pues ya cerró ese trimestre, es que ese va a ser el de menor crecimiento. Todavía no para un crecimiento negativo. Estimamos que va a estar cercano al 0,2%, es decir, apenas un crecimiento ligeramente positivo, pero indudablemente el menor en lo que estimamos nosotros sería el crecimiento del año completo. Un segundo semestre también con crecimientos muy bajos, muy seguramente por debajo del 1%, para tener en el año completo un crecimiento ya del 1,5%, que es donde han venido aumentando los pronósticos las entidades multilaterales.
SEMANA: ¿Usted no ve un escenario de dos trimestres de crecimiento negativo que nos podrían llevar a una recesión técnica?
L.F.M.: No. Probablemente habría un escenario en donde el segundo trimestre podría ser negativo, no es nuestro cálculo por ahora, que tenemos en 0,2%, pero si hay alguna caída, digamos adicional, por ejemplo, en el mes de mayo o en el de junio, podríamos tener eventualmente un segundo trimestre negativo. Sin embargo, no estamos viendo un tercer trimestre con crecimiento negativo, lo cual pues obviamente implicaría que no estaríamos en recesión técnica.
SEMANA: Para 2024, ¿cómo está viendo el crecimiento?
L.F.M.: Lento todavía. Después de dos años muy buenos de crecimiento, un año 2021 en donde, claro, en parte por el efecto rebote, pero también por una dinámica propia a la economía colombiana, crecimos por encima del 10%, el año anterior creciendo por encima del 7%, este año con un crecimiento estimado al 1,5%, debería llevarnos eventualmente un crecimiento un poquito más alto, cercano al 3%, que es más o menos el crecimiento potencial de la economía colombiana, pero no lo estamos viendo. Nuestro pronóstico de crecimiento para el año 2024 es del 2%. Luego, vamos a tener otro año de crecimiento relativamente bajo, no para estar preocupados con una recesión, pero indudablemente esto va a implicar retos en varios frentes, en el fiscal, por ejemplo, los ingresos tributarios se afectan con la menor actividad económica y en el del mercado laboral, que ha sido uno de los grandes problemas de la recuperación post pandemia. Hemos reducido la tasa de desempleo, pero estamos todavía con tasas de desempleo en dos dígitos, así que eso seguramente va a estar todavía apretado desde el punto de vista de la evolución de los indicadores macro a partir del próximo año. La buena noticia de estos meses es que la inflación llegó a su techo en marzo y empezó a caer, afortunadamente y todo eso lo valoramos muchísimo.
SEMANA: Algunos dicen que indicadores como por ejemplo el IPP, el índice de precios al productor, que han caído dramáticamente, podrían jalonar el índice de precios al consumidor, mucho más rápido a un dígito en inflación este año. Otros dicen que, si bien la inflación va a seguir cayendo, todavía tiene unas grandes presiones, arriendos, gasolina, tarifas de energía y por si fuera poco pues un fenómeno del niño que está por llegar. ¿Con cuál de los dos se identifica?
L.F.M.: Lo primero ratificar la buena noticia del techo de inflación. Recordará que, durante el año anterior, incluso, el exministro Ocampo hablaba de que eventualmente ese techo llegaría en septiembre, octubre del año anterior. Al final nunca llegó. Bueno, por fin, en marzo de este año tuvimos ese pico o techo de la inflación, dos meses consecutivos también de reducciones de la inflación, mes de junio seguramente con una inflación cercana al 12,2%. Eso es una excelente noticia porque muestra de una manera consistente una tendencia de reducción en la inflación. No es que estén cayendo los precios, eso ha generado mucha confusión entre las personas que están pendientes de estas variables económicas. Es que están creciendo a unas tasas menores, pero indudablemente una buena noticia. Ahora bien, perspectivas para este segundo semestre. No estamos viendo una rápida desaceleración de la inflación, a diferencia de lo que ocurrió en otros países de América Latina, caso por ejemplo de Brasil, que fue tal vez el país que más rápido empezó a subir sus tasas de interés, las tiene todavía altas y ha tenido ya un proceso de desinflación bastante interesante, mucho más acelerado que el del caso colombiano. Nosotros lo que estamos viendo, es que la inflación va a continuar la tendencia descendente, pero una tendencia lenta, que llegará seguramente a una tasa de inflación entre el 9 y 9,5% en diciembre de este año, menor que la inflación superior al 13% que tuvimos en el 2022, pero todavía bastante por encima de ese techo que se fija el Banco de la República, que recordemos está en el 4 por ciento. Y en parte por algunos de los elementos que usted mencionaba. Colombia sigue siendo una economía con altos procesos de indexación a la inflación, es decir, de precios, de bienes y servicios que están atados a la inflación y que cuando la inflación sube, pues naturalmente generan esos procesos casi de segunda ronda. El caso de los arriendos, el impacto, por supuesto, del aumento en el precio de la gasolina, lo del fenómeno de El Niño, todo esto evitará una rápida desinflación en la economía colombiana y seguramente solamente hasta el 2024 o incluso 2025 estaríamos convergiendo a esa meta de largo plazo del Banco de la República.
SEMANA: Con relación al fenómeno de El Niño. Hay mucha preocupación por dos factores claves, tarifas de energía y alimentos que pueda generar otra vez una presión al alza en los precios. Si se da un fenómeno intenso, ¿esa inflación cuándo se va a ver y cuál será el impacto?
L.F.M.: Seguramente una parte a finales de este año, último trimestre especialmente, y otra parte también en el 2024. Nuestros cálculos indican que el impacto del fenómeno de El Niño en inflación podría estar en el rango entre uno y dos puntos porcentuales de inflación adicional. No es menor, es un impacto importante y está especialmente a través de esos dos canales que usted menciona. El primero, el impacto del fenómeno de El Niño a través de las sequías en la productividad del campo. Hay menores cosechas, esto implica eventualmente un desabastecimiento de algunos productos alimenticios y esto por supuesto genera inflación como ha pasado en fenómenos de El Niño anteriores. Y el otro canal relacionado con el aumento, no solamente en el precio de la energía sino también el precio del gas, que se afecta justamente cuando viene el fenómeno de El Niño y esto a raíz de la necesidad justamente de que la generación térmica aumente. La sequía implica menor generación hidráulica y usualmente la generación térmica es más costosa en el margen que la generación hidráulica. Además, habría un aumento seguramente en el precio de bolsa de la energía. ¿Todo esto en qué se traduce? En aumentos en las tarifas y en los recibos de los servicios públicos de energía y gas para los hogares en Colombia y para las industrias también. Así que ese efecto podría haberse mitigado algo, seguramente el gobierno tomará algunas decisiones para aliviar ese impacto en el bolsillo de los hogares, especialmente los más pobres, pero seguramente en el 24 tendríamos ya una parte importante del efecto que, de nuevo, ratifico podría aumentar entre 1 y 2 puntos porcentual de inflación a partir del próximo año.
SEMANA: Hace unos días se reunió la Junta del Banco de la República y por primera vez en muchos meses dejó inalterada la tasa de interés. ¿Usted cuándo cree que empiece a bajar o si las presiones que estamos viendo en los bancos centrales europeos o incluso en la misma Reserva Federal harían que el Banco de la República pueda seguir con esa senda ascendente de tasas?
L.F.M.: Creo que la senda ascendente ya terminó. Es decir, nosotros no estamos viendo ningún escenario en donde el Banco de la República continúe subiendo sus tasas y la razón principal por la cual esto va a pasar es porque realmente ya tenemos un pico de inflación, ya tenemos seguramente varios meses y eso es importantísimo porque el Banco de la República naturalmente había subido sus tasas justamente para quebrarle el espinazo a esa tendencia al alza de la inflación. Ahora, lo que importa no solamente es la inflación actual, lo más importante son las expectativas de inflación que si bien no están todavía en el rango meta, indudablemente son menores y de nuevo un poco en la línea con lo que nosotros estimamos de la inflación para el cierre de este año, el mercado está esperando una tasa entre el 9, 9,25 y 9,50% para diciembre de este año. Ese es un elemento importante.
SEMANA: ¿Qué va a hacer el Banco de la República?
L.F.M.: Lo que estamos viendo es eventualmente un escenario o de mantenimiento de tasas de interés por un largo periodo en el nivel actual, 13,25 por ciento, eventualmente reducciones de la tasa de interés, usualmente la estamos viendo en el último trimestre del año. Eso va a depender de qué tan rápido continúen bajando las expectativas de inflación, de qué tan rápida la desaceleración de la economía colombiana podría generarle algo de espacio al Banco Central para poder reducir sus tasas. Pero yo creo que indudablemente el banco tiene que adoptar mucha cautela, actuar con mucho conservadurismo desde el punto de vista de ese manejo de tasas, porque lo que no puede permitir es que otra vez empiecen a desanclar esas expectativas de inflación que sería indudablemente un problema muy grave desde el punto de vista macroeconómico para nuestro país.
SEMANA: Sin duda uno de los mejores termómetros de la economía es el dólar, ¿qué es lo que ha pasado con esa bajada del precio, que se ha estabilizado cerca de los 4.100 pesos y se ha mantenido ahí?
L.F.M.: Varios factores, entre ellos el precio del petróleo. Ha venido aumentando en el margen también el precio del petróleo, ya estamos actualmente en 76 dólares por barril, estamos hablando del Brent, que es la canasta de referencia del petróleo que produce Colombia, eso por supuesto implica mayores ingresos en dólares y por ende una caída del precio del dólar, un aumento del valor de nuestra moneda. También las noticias de las tasas de interés por parte de la Reserva Federal, que en algo se han mitigado sus expectativas de aumentos por las buenas noticias justamente en materia de inflación en Estados Unidos, ya ha venido dándose en ese país una reducción muy rápida de la inflación y de la inflación núcleo, eso es una buena noticia y eso genera menores expectativas de aumentos de tasas de interés, lo que también fortalece nuestra moneda. En el plano político, naturalmente la discusión de las reformas. Había cierto temor de los inversionistas especialmente frente a la reforma laboral, el hundimiento de esa reforma y la necesidad del gobierno volverla a presentar en julio 20 también genera algo de espacio para valorización de nuestra moneda. Así que no hay un único factor, son varios factores, una buena noticia, yo creo que siempre es bueno que la moneda local se fortalezca y en la evolución futura dependerá justamente de estos factores del precio del Brent, de las noticias económicas y políticas y por supuesto también de otros factores a nivel internacional.
SEMANA: ¿Cuáles son los cálculos que ustedes tienen de cierre del año para el dólar?
L.F.M.: Nosotros estamos en el rango entre 4.150 y 4.200 pesos, es decir, muy similar a lo que tenemos actualmente, en parte porque estamos viendo que no hay noticias que estimamos podrían generar eventualmente cambios en el precio del dólar, pero sujeto de nuevo a factores adicionales que podrían ahí sí cambiar un poco el precio de nuestra moneda, en particular diría yo qué va a pasar con el mercado del petróleo. El petróleo, si bien ha venido aumentando en las últimas semanas frente al año anterior, estamos hablando de una caída de casi 14 dólares en promedio del precio del Brent. Vamos a ver cómo reacciona Arabia Saudita, que es uno de los principales productores de petróleo a nivel mundial, si eventualmente por ejemplo podría discutir un recorte adicional, eso podría aumentar el precio del petróleo y tendría implicaciones en materia del dólar. Y también qué va a pasar con las eventuales noticias o expectativas de desaceleraciones más grandes de la actividad económica mundial en la segunda mitad de este año, se está hablando que Estados Unidos podría tener un tercero o cuarto trimestre de crecimiento negativo y eso pondría algo de presión. También la Reserva Federal. Así que, por ahora, rango de 4.150 a 4.200 pesos, sujeto a estas noticias especialmente de factores internacionales precio del barril del Brent, tasas de interés en Estados Unidos y por supuesto las discusiones a nivel local.
SEMANA: ¿Qué tanto impacta en la economía la incertidumbre política, toda esta discusión de las reformas, toda esta tensión y polarización en el país?
L.F.M.: Indudablemente la incertidumbre es un factor que juega en varios elementos desde el punto de vista macroeconómico, por ejemplo, la determinación de qué tan grande es la inversión, especialmente la inversión internacional, eso por supuesto es determinante como están viendo justamente quienes quieren arriesgar su capital en un país como Colombia, las condiciones de inversión, la estabilidad de las reglas de juego, factores específicos de política pública que podrían estar eventualmente afectando el dólar. Yo diría que la discusión de la política minero-energética es absolutamente fundamental, no hay que olvidar que cerca de la mitad de nuestras exportaciones justamente dependen del petróleo y sus derivados, cuando uno incluye el carbón estamos hablando del 57% de las exportaciones de Colombia, es un sector que naturalmente ha tenido cierta incertidumbre, no se ha tomado una decisión por parte del gobierno, por ejemplo, frente a los nuevos contratos de exploración que va a ser fundamental para mantener nuestros años de reserva tanto en petróleo como en carbón y eso puede generar ciertas incertidumbres que pueden mover obviamente el precio de nuestra moneda. También son fundamentales las discusiones de las reformas estructurales algo de impacto pueden tener en la medida en que sean percibidas de manera favorable o desfavorable por parte de los inversionistas.
SEMANA: ¿Cómo está la inversión en Colombia?
L.F.M.: Sigue estando bien la inversión extranjera directa y curiosamente la gran mayoría del sector minero-energético, que es un sector con mucha incertidumbre por las decisiones de política pública que seguramente se tomarán hacia adelante, especialmente en materia de nuevos contratos de exploración. Un sector que ha explicado cerca del 75 al 80% de la llegada de inversión extranjera directa. Ha habido digamos llegada de utilidades, entre otras cosas para pagar los impuestos que son importantes para el sector minero-energético y eso ha generado una llegada constante de inversión extranjera directa. La inversión de portafolio un poquito más volátil. Hemos tenido en algunos meses compras netas, es decir, llegadas netas de inversionistas internacionales, pero otros meses también con salidas. Ha sido bastante volátil, no hay un patrón claro de entradas o salidas, sino realmente ha sido bastante variable el comportamiento de la inversión de portafolio. Y lo que todavía no es una buena noticia es la inversión, la formación bruta de capital en Colombia. De hecho, si usted mira las cifras del primer trimestre, que fueron buenas en materia de crecimiento, 3 por ciento, una caída de la formación bruta de capital. Así que esa es una de las grandes preocupaciones que tenemos desde Fedesarrollo y es que sabemos todos que la fuente fundamental sostenible de crecimiento económico es la inversión privada y eso todavía está incluso por debajo de los niveles prepandemia. Hay que continuar agilizando, incentivando esa inversión privada, que es lo que garantiza ese crecimiento económico en mediano y largo plazo.
SEMANA: Ustedes desde Fedesarrollo toman un pulso muy importante y es la confianza tanto de consumidores como de empresarios. ¿Cómo están viendo los consumidores y los empresarios el panorama económico y ese indicador de confianza? ¿Qué está reflejando?
L.F.M.: El indicador de confianza, tanto empresarial como comercial, lo calculamos nosotros como un balance. Es decir, si hay la mitad de los hogares optimistas y la mitad de los hogares pesimistas, el balance es cero. Cuando el balance es negativo, esto indica que hay más pesimismo que optimismo por el lado de los hogares, que es lo que ha venido pasando. De hecho, si mira la confianza de los hogares desde junio del año anterior, hemos tenido ya una tendencia al deterioro, entre otras razones por la inflación. La inflación golpea directamente el bolsillo de los hogares y cuando usted les pregunta cómo están viendo su situación y cómo la están viendo hacia adelante, indudablemente la inflación es un fenómeno que los afecta directamente. Dicen “no me siento bien”. Entonces tenemos un balance negativo de la confianza de los hogares, bastante negativo y en parte por el fenómeno de inflación. Ahora bien, la inflación toca techo y esa caída de la confianza también lo compensó y empezamos a ver una recuperación en la medida en que tengamos mejores noticias en materia de inflación y ojalá en materia de generación de empleo, pues podríamos revertir esa tendencia tan negativa de confianza en los hogares. Y por el lado de los comerciantes y de los industriales, que son los dos sectores que consultamos en esta encuesta de opinión empresarial, tenemos dos niveles distintos. Los comerciantes más optimistas que los industriales. Los industriales ya tenemos un balance un poquito más negativo, pero los dos con tendencia a la reducción. En la confianza empresarial se ve claramente la desaceleración económica porque ellos ven naturalmente en el día de sus negocios que el inventario está aumentando, que sus ventas están disminuyendo, al menos frente a los niveles de los dos años anteriores y eso implica entonces un menor balance en esa confianza empresarial.
SEMANA: A algunos empresarios, más allá de la incertidumbre, de las reformas, del impacto de la tributaria y de las discusiones que se han tenido, les está apareciendo una gran preocupación y es el tema de la seguridad y el orden público, la pérdida de los territorios y, sobre todo, por ejemplo, en sectores en donde para el gobierno es fundamental cambiar la matriz productiva del país con sectores como el turismo o el agro…
L.F.M.: El balance de las cifras es de alguna manera dual. Cuando usted mira, por ejemplo, lo que ha venido pasando con la tasa de homicidios en Colombia, si bien no hemos tenido un descenso continuo, la tasa de homicidios se estabiliza. En los dos años anteriores no es que hayamos tenido recientemente un aumento muy grande en la tasa de homicidios. Es el caso contrario, por ejemplo, de la tasa de extorsión que ha venido aumentando y eso cuando usted habla con los empresarios a nivel regional, a nivel local, sí se siente de alguna manera una mayor presión de estas bandas delincuenciales organizadas en donde eso por supuesto genera unos problemas muy grandes, no solamente de operación de las empresas sino detrimentos a la inversión, el aumento de la capacidad instalada.
¿Cuál es el balance que estamos haciendo? Es un problema que claramente no es urbano. Los problemas urbanos están más relacionados con la delincuencia común, el hurto, que no es un tema nuevo. Realmente es un tema en donde Colombia naturalmente, como muchos países de América Latina, ha tenido problemas muy graves, pero donde no estamos viendo tal vez unas cifras que demuestren algo extraordinario. El problema está más enfocado especialmente en las partes rurales y en aquellas zonas tradicionalmente afectadas por el conflicto armado. Estamos hablando, por ejemplo, del Catatumbo, del suroccidente del país, entre otras, situaciones y regiones en donde típicamente hemos tenido problemas de conflictividad de cultivos y, por supuesto, hay ahí claramente unos elementos que indican un deterioro importante en la seguridad.
Entonces, desde el punto de vista económico, los impactos, como no están dados en la parte urbana, no van a ser muy grandes, al menos en el corto plazo, pero seguramente se van a perder oportunidades de inversión fundamentales, especialmente en la agropecuaria, en esa agenda de desarrollo rural y en la parte turística, en donde, como Colombia es un país con grandes riquezas, biodiversidad, diversidades climáticas, de paisajes y demás, en la parte rural, en donde está ese turismo de alguna manera potencial, naturalmente se ve limitado frente a esas condiciones de seguridad.
Ahora bien, si continúan los problemas y no hay un viraje de alguna manera a esa política de seguridad, pues naturalmente eso también podrá tener implicaciones, incluso en la parte urbana, y eventualmente deteriorar el crecimiento económico. Así que, no estamos viendo impactos todavía grandes macro de corto plazo, pero es un tema fundamental en donde el gobierno, tendrá que tomar decisiones para evitar que esos problemas escalen y lleguen a afectar el crecimiento de la economía colombiana.