TECNOLÓGICAS
Jack Ma, ¿por qué cayó en desgracia el multimillonario chino?
Alibaba y Ant Group están bajo el escrutinio de reguladores chinos, quienes libran una batalla antimonopolio para frenar el poder de las empresas creadas por el multimillonario. ¿Qué está en juego?
La batalla mundial por regular y controlar el poder de las grandes empresas tecnológicas que comenzó en Occidente ya se extendió al otro lado del mundo. En una especie de efecto dominó, esta cruzada sin precedentes llegó a China y amenaza con afectar uno de los negocios más prósperos y prometedores en esa región.
Aunque por tradición el gigante asiático ha sido uno de los países más laxos en la regulación y control de los monopolios empresariales, las cosas parecen estar cambiando. El diario británico Financial Times define esta tradición china como una expresión de la sabiduría convencional del Partido Comunista que considera más manejables a los monopolios en el ámbito doméstico que un mercado competitivo y conflictivo, y, a su vez, resultan más competitivos en el ámbito internacional.
De hecho, esta ha sido una de las grandes ventajas de las compañías tecnológicas chinas para crecer de la forma en la que lo hacen. Pero tanto pragmatismo podría terminar.
Con el auge del internet y de la industria tecnológica, el Gobierno de Xi Jinping ha empezado a adoptar medidas para endurecer la normatividad de las empresas de este sector y uno de los primeros blancos es Alibaba, el gigante del comercio electrónico.
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El emporio construido por el carismático y reconocido empresario chino Jack Ma, cuya fortuna, según Bloomberg, alcanzó esta semana los 51.500 millones de dólares, está bajo el escrutinio del Gobierno asiático. Todo indica que unas declaraciones que dio en octubre pasado, en las que criticó duramente al sistema financiero y las acciones de los reguladores de su país para promoverlo, provocaron la ira de las autoridades.
Esos mismos comentarios le están pasando una costosa factura. Por un lado, el Gobierno chino frenó a finales del año pasado la oferta pública inicial (IPO, por sus siglas en inglés) de Ant Group, una de las empresas de Ma, que esperaba obtener 37.000 millones de dólares en su debut, una de las mayores salidas a bolsa en el mundo.
Por otro lado, tiene a Alibaba bajo una serie de investigaciones antimonopolio y todo indica que viene en camino una regulación que podría modificar seriamente las operaciones de las compañías de este grupo. Y, mientras tanto, varios medios especulan sobre el paradero de Jack Ma, que no aparece en público desde hace dos meses.
Para el diario financiero The Wall Street Journal, a raíz de las declaraciones de Ma, Pekín ha empezado a buscar la forma de reducir el imperio tecnológico y financiero construido por Ma y “tomar una participación mayor en sus negocios”.
Los reguladores se están concentrando en fortalecer la supervisión en la cada vez más influyente industria tecnológica china, como ha ocurrido en los últimos meses en Occidente con Apple, Google, Amazon y Facebook. Estas han tenido que enfrentar sonados procesos jurídicos, extenuantes audiencias con los legisladores e interminables investigaciones que buscan dar un veredicto sobre su posición dominante.
Pero en China esto podría ir más allá y desencadenar una revisión de los negocios tanto de Ant Group como de Alibaba, hasta incluso promover desinversiones de activos.
Alibaba tiene una participación en el mercado del comercio electrónico chino que supera el 50 por ciento, casi cuatro veces la de su competidor más cercano, JD.com. Además, Alibaba cuenta con una participación del 33 por ciento en Ant Group, que está detrás del proveedor de pagos en línea Alipay, el líder en oriente.
Tras las medidas adoptadas por el Gobierno chino, las acciones de Alibaba en Hong Kong se han visto afectadas desde principios de noviembre. Entre el 2 y el 13 de ese mes los títulos de la compañía cayeron hasta un 16 por ciento. En lo corrido de este año han bajado 2 por ciento. En los últimos días de 2020, la capitalización de mercado del gigante chino cayó a menos de 600.000 millones de dólares, luego de tocar máximos de 850.000 millones.
Para los reguladores chinos, ponerles freno a las tecnológicas es una verdadera papa caliente. Hoy enfrentan la paradoja: cómo detener el exceso de poder de sus compañías sin retrasar o afectar el desarrollo, la innovación y los avances tecnológicos. De esta respuesta dependerá el futuro económico de la segunda nación más poderosa del mundo.