EMPRESAS
La batalla final de Drogas La Rebaja
En 15 años de intervención, con el ojo del Estado encima, doblaron el número de tiendas y aumentaron asociados y empleos. Su meta ahora es abrir 50 droguerías por año. Así lo piensan lograr.
Los números de Drogas La Rebaja suenan inauditos para una cadena de farmacias que lleva el lastre de estar ligada a los capos del narcotráfico Miguel y Gilberto Rodríguez Orejuela.
Creada en los años ochenta, fue acusada de lavar dinero de la mafia, estuvo en la Lista Clinton –a la que llegan las empresas y personas con indicios de vínculos con los carteles de la droga– y fue bloqueada por el sector financiero cuando comenzó como una cooperativa, Copservir.
Allí se asociaron los trabajadores para adquirir las farmacias el 25 de septiembre de 1995. Inclusive, la Superintendencia Bancaria, hoy Superfinanciera, emitió un concepto: no podía obligar a los bancos para que abrieran cuentas a nombre de esta cooperativa. El dinero en efectivo era lo único que circulaba por sus registradoras, lo que no solía ser bien visto en un negocio con semejante origen.
Con todo ese peso encima, Copservir navegó durante 15 años, y, finalmente, este 5 de noviembre, tras una resolución expedida por la Superintendencia de la Economía Solidaria, salió del proceso de intervención al que fue sometida el 2 de mayo de 2005.
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Las cifras de ahora sorprenden y serían el anhelo de cualquier emprendedor. Desde la intervención y a la fecha, el número de farmacias ha crecido en 113 por ciento. Los puntos de venta se multiplicaron a más del doble: de 461 pasaron a 945.
Los asociados, que siguen aportando el 5 por ciento de su salario para invertirlo en medicamentos y otros productos que venden, ya no son 4.181, sino 6.481. Los puestos de trabajo también dan señales del crecimiento exponencial. Suman 6.700 directos, incluyendo 1.400 mensajeros que hacen parte de los brazos del comercio electrónico: lopido.com y larebaja.com.
Los empleados, quienes tras la intervención siguieron con el negocio, se volvieron expertos en temas del sector farmacéutico. En los tiempos en que los Rodríguez Orejuela lideraban la cadena, eran botaratas cuando de invertir en capacitación se trataba.
Uno de sus antiguos empleados, quien hoy tiene su propio y creciente negocio de droguerías, trabajó en La Rebaja entre 1985 y 1999, justo en la época en que los puntos de venta crecían como espuma y parecían una mina de oro. En su paso por esa compañía, dice que cada tres meses, sin falta, eran convocados a un curso distinto, con traslados desde todas las ciudades, hospedados en buenos hoteles y con viáticos generosos.
El ascenso rápido era la motivación, y, de paso, el crecimiento profesional de los empleados aparecía como la razón de la expansión de la cadena. Ese derroche con el trabajador terminó en 2004 cuando una resolución de la Fiscalía 18 Delegada ante la Unidad para la Extinción del Derecho de Dominio, de Bogotá, le puso el stop. Se adoptaron medidas cautelares de embargo y secuestro sobre los activos de Copservir.
Entonces, los trabajadores ya estaban embarcados en el tren, pero ahora con el Estado encima por la intervención de la Supersolidaria.
Ni por esas, el rendimiento de las droguerías menguó. Ingresos por 1,14 billones de pesos se proyectan para 2020 al momento de levantar la medida de posesión de la cooperativa por el superintendente solidario, Ricardo Lozano.
En 2019 fueron 1,11 billones, cifra que supera los ingresos de empresas como Johnson & Johnson Colombia o Sacyr Colombia el año pasado. Y eso que los enredos no faltaron. La intervención de la Supersolidaria, por ejemplo, iba por un año y tuvo que ser prorrogada 12 meses más.
Cumplidos esos dos primeros años de la toma de posesión, el Gobierno nacional, a través del Ministerio de Hacienda, extendió la intervención por diez años y seis meses. El plazo vencía en 2017. En ese momento, mientras los trabajadores creían que los motivos de la intervención habían cesado, se aprobó otra prórroga, que finalizó el 6 de noviembre de 2020. Es decir, la medida se levantó al filo del tiempo.
Al suspender la intervención, la Supersolidaria argumentó que ya se había superado la relación comercial con empresas y personas “objeto de investigaciones penales por la presunta comisión de ilícitos relacionados con narcotráfico, enriquecimiento ilícito, lavado de activos, como también del proceso de extinción de dominio”.
En esos 15 años, los escándalos desatados por Drogas La Rebaja salpicaron a Copservir. En 2013, ante una corte de Estados Unidos, los Rodríguez Orejuela reconocieron que habían lavado más de 2.000 millones de dólares en las droguerías.
Y en Colombia, la Fiscalía demostró que la venta de la cooperativa a los trabajadores solo se dio en el papel, pues en su primera etapa seguía controlada por sus dueños originales.
Remezones como esos curtieron a los trabajadores, quienes dicen que se acostumbraron a la incertidumbre. Se suma también el hecho de que la intervención a la cooperativa estaba partida en dos: una por parte de la Supersolidaria para administrar y tratar de solventar la empresa de los trabajadores; y la otra para la extinción de dominio establecida, la cual está a cargo de la Sociedad de Activos Especiales (SAE), y es lo que queda pendiente. Esa combinación, en parte, originaba la demora para levantar la intervención.
En la Supersolidaria se requería de un agente especial para llevar el caso, pues la cooperativa fue separada de la administración de los bienes. Y en la SAE había un depositario, quien estaba pendiente para que el negocio rindiera.
En los dos cargos, durante los 15 años, entre remociones y renuncias, hubo al menos unos diez cambios. Por eso, el anuncio de levantamiento de la intervención llenó de alborozo a William Montes. Lleva 39 años en La Rebaja. Empezó como mensajero y escaló posiciones.
Dice que asociarse a la cooperativa le ha dado todo: estudios, vivienda y una posición socioeconómica de clase media. Pese a los avatares, la cadena sigue en ascenso. En la entrega de la posesión de la cooperativa a los trabajadores por el supersolidario, el gerente comercial de Copservir, Gabriel Ávila, confirmó que poseen 30 por ciento del mercado; el capital sobrepasa los 160 millones de pesos, sin deudas en el sistema financiero.
El único financiamiento externo y distinto a los aportes de los empleados viene de proveedores. Las droguerías se ubican en 27 departamentos y buscan abrir 50 puntos de venta por año. Por todas esas estadísticas, el superintendente Lozano argumentó que es más fácil rescatar empresas que crear una nueva.
Incluso si hay que atravesar un camino de espinas, como el que ha recorrido Copservir, a la que todavía le falta un tramo incierto que tendrá que transitar en los próximos tres años. Hasta entonces se conocerá el desenlace del proceso de extinción. n