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La historia de cómo llegó WeWork, el gigante inmobiliario de Estados Unidos, a caer en la quiebra
WeWork es una empresa estadounidense que pasó del éxito rotundo a la necesidad de acogerse a la ley de bancarrota. Llegó a estar valorada en 47.000 millones dólares y ahora debe 10.000 millones.
Aventurero y fabricante de ideas de negocios que han sonado locos y arriesgados por lo novedosos. Con esos rótulos encima se hizo famoso el nombre de Adam Neumann, cofundador de WeWork, empresa de alquiler de espacios de trabajo compartido, que ahora anunció la quiebra y se acogió al Capítulo 11 o ley de bancarrota en Estados Unidos.
La idea de ofrecer oficinas itinerantes para sus usuarios muy pronto causó revuelo entre los inversionistas que le apostaron al negocio, el cual llegó a estar valorado en 47.000 millones de dólares y ser considerado como una de las mayores startups en el mercado de Estados Unidos.
Con un respaldo financiero suficiente, que además incluía a inversionistas poderosos, como el japonés Masayoshi Son, dueño de SoftBank, WeWork alzó vuelo en 2010, cuando se asomó primero, de manera tímida, con una oficina para ofrecer en el barrio Little Italy, en Manhattan.
La fama empezó a rodear al negocio y también a Neumann, que parecía retarse a sí mismo con sus excentricidades, como la de instalar una piscina o un sauna de infrarrojos en su propio despacho. No en vano, el lema de la compañía terminó siendo ‘Haz lo que amas’, en señal de la libertad que protagonizaba el empresario. Muy pronto, WeWork se expandió, con oficinas en más de 120 ciudades del mundo.
Pero desde la cima empezó el descenso. El 2019 prometía ser un año retador; la startup buscaba cotizar en la Bolsa de Nueva York, pero salió como empresa tecnológica y no de finca raíz, lo que, a juicio de los analistas, se hizo de manera táctica para conseguir inversores. Sin embargo, la estrategia no funcionó y la salida al parqué bursátil neoyorquino se pospuso casi por dos años, hasta 2021.
Mientras tanto, la pandemia hacía de las suyas. La crisis sanitaria llegó con una prueba de fuego para el modelo de negocios que tomaba inmuebles en arriendo, a largo plazo, para ofrecerlos por una hora o un día. Después de la reapertura económica, la situación empeoró, no solo por el regreso a las oficinas propias de las compañías, sino por las altas tasas de interés en la economía estadounidense, que afectan a todos los negocios. Tanto así que algunos analistas mencionan que esta startup podría ser una de las muestras de la situación inmobiliaria en ese país, en donde cae la demanda de inmuebles.
Los costos elevados de los arriendos, sin que llegaran los clientes para tomar de manera pasajera las oficinas, empezaron a apretar la caja, pese a que entre los usuarios de este coworking había gigantes como Microsoft, Samsung y otros similares. Algunos empleados filtraban información, según la cual, las pérdidas semanales empezaban a ser insostenibles.
La crisis se confirmó. La reducción de personal supera el 13 por ciento y las deudas están en el rango de 10.000 a 50.000 millones de dólares, cifra que se conoció luego de que Wall Street informara oficialmente que la acción de la compañía había salido de cotización en el mercado bursátil.
La bancarrota de WeWork está centrada en los negocios de Estados Unidos y Canadá, donde el acuerdo implicará mantener el negocio, pero replantear el costo del alquiler de los edificios para ofrecer oficinas y hasta la disminución del portafolio de arrendamientos.
En países como Colombia, donde WeWork completa seis años; funciona bajo el modelo de franquicia y representa el 13 por ciento de la operación en Latinoamérica. Sus voceros locales aseguran que acá no habría ningún efecto. “No somos parte de ese Capítulo 11 de Estados Unidos”, dijo Juan Carlos Peñaloza, gerente en el país.
No obstante, en el lugar de origen de la startup, los tiempos de plena gloria se alejaron.