monetario
La Junta Directiva del Banco de la República no cedió: mantuvo inalteradas las tasas de interés. Persisten las presiones sobre la inflación. ¿En octubre empezará la reducción?
A pesar de los pedidos del Gobierno y del sector privado para empezar a bajar las tasas de interés, la Junta Directiva del Emisor las mantuvo en 13,25 por ciento. Persisten amenazas sobre la inflación. ¿Cuándo cederán?
No valieron las peticiones. Durante varias semanas dirigentes gremiales, empresarios, exministros y hasta el mismo Gobierno –que, incluso, tiene asiento en la Junta Directiva del Banco de la República–, le habían pedido a la máxima autoridad monetaria que comenzara a reducir las tasas de interés que están en su máximo de este siglo: 13,25 por ciento.
Sin embargo, en la reunión de la junta de este viernes 29 de septiembre los pedidos no fueron escuchados y con una votación de cinco contra dos, la junta decidió mantener las tasas inalteradas.
Leonardo Villar, gerente del Banco de la República, al leer el comunicado explicó que, a pesar de la reducción de la inflación anual, su nivel se mantuvo alto y alejado de la meta. “En el caso de los analistas, sus expectativas de inflación según la encuesta de agosto aumentaron a 5 por ciento para finales de 2024 en la mediana de la muestra. Las expectativas que se extraen de los mercados financieros también aumentaron entre agosto y septiembre. La mayoría de la junta considera que con la información disponible no es prudente iniciar un proceso de reducción de las tasas de interés, cuya sostenibilidad en el tiempo enfrentaría riesgos importantes”, señaló el comunicado.
La decisión coincidió con dos hechos que sacudieron el sector económico. Uno, el anuncio del director de Planeación Nacional, Jorge Iván González, quien señaló que junto con sus colegas del Ministerio de Hacienda están evaluando cambios a la regla fiscal, a la que califica como “muy inflexible”. Y el segundo, que dio a conocer el ministro de Hacienda, Ricardo Bonilla, en la rueda de prensa de la junta del banco: que están analizando un cambio en las funciones del Emisor y si se enfoca solo en política monetaria o si incluye también en su visión el crecimiento y el empleo. “Son reflexiones filosóficas que estamos teniendo”, dijo Bonilla.
Las peticiones
Ante la desaceleración de la economía del segundo trimestre de este año que la llevó a 0,3 por ciento, las alarmas se encendieron y las presiones sobre el Banco de la República se intensificaron pidiendo una reducción de tasas, más aún cuando la inflación ya había llegado a su techo y había iniciado su senda descendente.
A principios de septiembre, la preocupación por las tasas logró juntar a la Andi, en cabeza de su presidente Bruce Mac Master; a Asobancaria, que dirige Jonathan Malagón, y al ministro de Hacienda, Ricardo Bonilla. Los tres dirigieron un mensaje al Banco de la República para que se considerara la posibilidad de “trazar la ruta de la reducción de la tasa de interés de referencia, con el fin de reducir el costo del crédito en Colombia”.
Posteriormente, se sumó el exministro José Antonio Ocampo que en el diario El Tiempo señaló que existen tres elementos para reactivar la economía: la reducción de las tasas, una aceleración de la ejecución presupuestal del Gobierno y una política más ambiciosa de promoción de las exportaciones no tradicionales.
De acuerdo con un informe de Corficolombiana, la disyuntiva a la que se enfrentaba el Banco de la República esta semana no era menor, pues debía elegir entre bajar o mantener estable la tasa de política monetaria que, en ese momento, estaba en 13,25 por ciento. Los argumentos a favor y en contra eran poderosos.
Por un lado, entre las motivaciones para no bajar las tasas están que la inflación al consumidor cede, pero más lento de lo previsto y se mantiene en dos dígitos, lo que implica que es la más elevada entre las principales economías de la región: casi el doble de la de Perú (5,6 por ciento) y la de Chile (5,3 por ciento) y lejos de las de Brasil y México, cada uno de esos países con 4,6 por ciento, todos con datos a agosto de este año.
Las tensiones sobre los precios permanecen: continúa el aumento de la gasolina, que hoy está en 14.000 pesos por galón y, según el ministro Bonilla, debe ir al menos hasta los 16.000 pesos. Esto, sumado a las tensiones en los incrementos en las tarifas de energía y gas, por el fenómeno de El Niño y los crecimientos en los precios en la bolsa de la energía, han llevado a que Colombia sea junto con Hungría, uno de los países de la Ocde con la inflación energética más alta en julio.
Además, los bloqueos de las vías por protestas y tensiones sociales, que ya superan los 500 en lo que va del año, sumados a los derrumbes y aislamientos de regiones completas han presionado los precios de los alimentos.
Aunque las expectativas de inflación a uno y dos años se han ajustado a la baja durante 2023, en la más reciente encuesta del Emisor las estimaciones de los analistas se ubicaban en 6,05 por ciento y 4,14 por ciento, respectivamente, ambas por encima del rango objetivo del Banco de la República de entre 2 y 4 por ciento.
Pero también está la otra cara de la moneda. A favor de bajar las tasas, como advierte Corficolombiana, está la desaceleración que registra la actividad económica desde hace un año y que en el segundo trimestre de 2023 creció apenas 0,3 por ciento anual, con una contracción de 3,9 por ciento en la demanda interna.
“La menor dinámica del consumo privado es resultado de las altas tasas de interés y de la inflación. La carga financiera de los hogares –la proporción del ingreso disponible que destinan al pago de deuda– refleja tanto el endeudamiento acumulado en años previos como el encarecimiento de los costos financieros. De esta forma, la carga financiera al cierre de 2022 estaba en 36,4 por ciento, y aunque disminuiría a 33,4 por ciento en 2023, según el último reporte de estabilidad financiera del Banco de la República, se mantendría en niveles históricamente altos que limitan la capacidad de consumo privado”, dice Corficolombiana.
La contracción en la industria y el comercio aumentaron el temor de una recesión. No obstante, dice Anif, a pesar de las señales de desaceleración de la economía, la junta en su mayoría pondera que el agregado de actividad económica se mantiene en niveles superiores a los vistos antes de la pandemia. Lo anterior, junto con un alto dinamismo del mercado laboral, puede alejar la idea de un aterrizaje forzoso. La resiliencia del mercado laboral se hace evidente con la publicación de la tasa de desempleo para agosto, que se mantiene en un solo dígito (9,3 por ciento), 1,4 puntos porcentuales por debajo del mismo mes de 2022.
En Anif consideran que la propuesta de relajar la política monetaria implica que el efecto contractivo sobre la demanda interna ya ha sido suficiente, pero, “la persistencia de la inflación núcleo por encima de niveles históricos demuestra lo contrario. Esta canasta del IPC, que mide el comportamiento de los precios controlando la volatilidad de los alimentos y los energéticos, es un buen indicador de que aún hay excesos de demanda, por lo que la tarea de las autoridades monetarias por controlar los desequilibrios en la economía aún no ha terminado”, agrega el centro de pensamiento.
¿Qué viene? En lo que resta del año, la Junta Directiva del Banco de la República tendrá dos reuniones más para mover las tasas: octubre y diciembre. Algunos analistas, como los de Corficolombiana consideran que en octubre se podría ver un primer descenso en las tasas de 25 puntos básicos, seguida por otra de 50 puntos básicos en diciembre, de manera que la tasa de intervención cerraría 2023 en 12,5 por ciento. Otros, como los del BBVA, piensan que será a finales de año: “Consideramos que los datos del mercado laboral, la sorpresa reciente en la inflación y el incremento en las expectativas de inflación limitan la toma de esta decisión, por lo que mantenemos nuestra expectativa de que el inicio del ciclo bajista de tasas se daría en diciembre de este año”.
Por ahora, la expectativa alrededor de las tasas de interés se mantiene y las presiones sobre la junta seguirán.