CORRUPCIÓN
Narcotráfico y uniformados: las graves investigaciones que lleva la inspección de la policía
La Inspección General de la Policía es el epicentro de la controversia que enfrenta a los generales Atehortúa y Salamanca. Aquí, tres casos que no deben quedar en la impunidad.
En la pelea que existe en el interior de la Policía hay una dependencia de ese organismo que es protagonista: la Inspección General. A su cargo han estado tres de los generales con más poder de esa institución: el hoy director, Óscar Atehortúa; el actual director de Seguridad Ciudadana, Jorge Luis Vargas; y ahora, William René Salamanca. Se trata de una división que se ha convertido en la piedra en el zapato por cuenta de sus investigaciones. La oficina, que ha mantenido bajo perfil, salió a flote por el proceso adelantado en contra del general Atehortúa en la Procuraduría.
En este proceso, un informe asegura que en medio del pulso que tiene contra las cuerdas al director de la Policía supuestamente había un interés: frenar pesquisas de la Inspección sobre corrupción en operaciones antidrogas.
Según el documento, conocido como el Cuaderno 12, la Inspección estaba cruzando las investigaciones disciplinarias con procesos de narcotráfico. Entre estos, había casos de “pasajeros con drogas, omisión dolosa de controles e inutilización de equipos de monitoreo”. Se quería establecer si esto obedecía a “una modalidad estructural de corrupción y no a la simple omisión de los policías”. SEMANA conoció algunos casos adelantados por la Inspección conjuntamente con la Fiscalía.
1. La tonelada de cocaína que nunca fue incinerada
El pasado 2 de junio, la incautación de cerca de una tonelada de cocaína en un parqueadero en Palmira, Valle del Cauca, encendió las alarmas entre las autoridades. La droga estaba oculta en paquetes marcados con el número 212, ubicados bajo una sofisticada estructura en el piso de dos tractomulas. La policía descubrió el cargamento después de varias semanas de inteligencia a una poderosa red criminal.
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Según las indagaciones, los narcotraficantes buscaban llevar la cocaína a Estados Unidos desde Cartagena. El cargamento estaba avaluado en 2 millones de dólares. La estrategia de los narcotraficantes fue cargar las tractomulas con alimentos, pues era una de las excepciones que mantenía el Gobierno para la movilidad de vehículos en la pandemia. Así, los delincuentes tratarían de evadir los controles en la carretera.
Tras el operativo, la droga fue trasladada a la sede de Investigación Criminal en el Valle. Allí se realizó todo el proceso de judicialización junto con la Fiscalía y se ordenó su destrucción inmediata. Sin embargo, la orden se cumplió solo seis días después. En el entretanto, la droga fue llevada a la población de San Pedro, en el mismo departamento, en donde se destruiría en los hornos de una reconocida ladrillera.
Los informes oficiales revelan que la operación se cumplió con la eliminación del estupefaciente. Pero ese mismo día, en la tarde, una llamada alertó a la Policía. La persona detrás de la línea aseguró que algo extraño estaba ocurriendo en la ladrillera, pues vieron hombres cargando bultos con paquetes similares a la droga supuestamente destruida. Los bultos, agregó, salieron en varios vehículos particulares.
La Policía ordenó el envío de una patrulla. Cuando llegó, varias personas se fugaron. Durante la revisión, encontraron 97 pacas de cocaína, una moto abandonada y un celular. Los hechos terminaron en una investigación conjunta entre la Inspección de la Policía y la Fiscalía.
Los investigadores confirmaron que la cocaína correspondía a la incautada en el parqueadero de Palmira. “Al revisar la verificación del lugar se encontró en diferentes partes del mismo, 97 paquetes –que contenían clorhidrato de cocaína los cuales tenían unas marcas 212– los cuales eran de color verde y tamaño igual al de la sustancia que había sido destruida en horas de la mañana en la misma Ladrillera”, señala el informe judicial.
Los investigadores también establecieron que la motocicleta que apareció en la ladrillera, marca Yamaha, pertenecía a un patrullero de la Policía. “En la ladrillera en mención, fue hallada una sustancia al parecer estupefaciente, 01 motocicleta marca Yamaha Línea XT color blanca, la cual figura como propietario el patrullero, quien se encuentra en comisión en el municipio de Tuluá. Al indagar al señor patrullero sobre lo acontecido manifestó no tener conocimiento de la motocicleta por cuanto manifestó haberla vendido el viernes 05 de junio de 2020”. Pero la versión del patrullero ha sido poco creíble porque no aparecen documentos que soporten ese negocio. Con respecto al celular, se descubrió que también pertenecía a un policía, esta vez asignado a Cartago, Valle.
Una de las tesis de las autoridades es que, durante el operativo de destrucción de la droga, se habría simulado que los paquetes eran arrojados a los hornos, pero realmente fueron lanzados por encima para que cayeran en la parte de atrás, no se dañaran y así poderlos recuperar. Según la versión, en medio del desespero por recobrar esos paquetes incluso terminaron destruyendo los hornos.
Uno de los testigos en sus declaraciones asegura que vio salir a unas personas “en un vehículo automóvil blanco o gris”. Por medio de cámaras de seguridad se rastrean los automotores que estarían involucrados. También se indaga por qué algunos uniformados asignados a otras zonas del país ese día terminaron presentándose en la ladrillera. Por ahora, por lo menos seis miembros de la Policía, entre oficiales y patrulleros, son investigados por estos hechos.
2. La cámara de seguridad que registró policías ayudando a Narcos
En la madrugada del pasado primero de octubre, en Buenaventura, Valle, tres uniformados reportaron un positivo en la lucha antidrogas. Se había descubierto un camión cisterna que transportaba un cargamento de cocaína. Desde el comando de la Policía de esa región, se le ordenó a un mayor trasladarse al sitio para verificar la operación. Al llegar al lugar, los tres policías reportaron a su superior el hallazgo de unas pacas que estaban ocultas en el interior del vehículo y que seguramente contenían cocaína. En el informe judicial, los oficiales agregan que se “observaba múltiples paquetes marcados con banderas del medio oriente y con la marca BMW”.
El proceso siguiente era judicializar la incautación y adelantar las respectivas indagaciones. Sin embargo, el oficial, tras inspeccionar el vehículo, encontró algo “extraño” en los paquetes: todos estaban, según relató, “desordenados”. Para el mayor eso era extraño, pues los narcotraficantes organizan estratégicamente estas cargas y las acomodan para aprovechar cada espacio. Eso no fue lo único que llamó la atención del uniformado. Según el reporte, “Indicó el oficial que en el lugar se encontraban dos patrullas del cuadrante a quienes escuchó decir en voz baja que en ese lugar habían descargado unas cajas. Asimismo, informa que el vehículo fue trasladado hasta las instalaciones de la SIJIN en donde descargaron 197 paquetes cuyo contenido según prueba PIPH corresponde a clorhidrato de cocaína”.
Por cuenta de las sospechas de que algo no cuadraba en ese operativo, se abrió una investigación. Además de buscar a los dueños del cargamento de cocaína, las pesquisas se enfocaron en determinar qué ocurrió esa madrugada durante el operativo. El grupo interdisciplinario de investigaciones comenzó a recibir las versiones y a recoger información. También fue hasta el sitio y se percató de que allí mismo había una cámara de seguridad. Al obtener las copias de la grabación se descubrió una versión diferente a lo contado por los tres policías.
Según las imágenes del video, las cuales forma parte de las investigaciones, los uniformados al parecer estarían ayudando a sacar parte de la droga en el camión para pasarla a un carro particular. Esto habría ocurrido minutos antes de que llegara el oficial, y los policías no se dieron cuenta de que terminaron siendo grabados. Ante estos graves hechos, los tres uniformados terminaron investigados y rindiendo explicaciones, aunque hasta ahora niegan cualquier actividad ilegal.
3. “Compañero, tranquilo, hay 100 millones para usted”
Hace tres meses, la Policía propinó un golpe contra el Clan del Golfo en el Cauca. Sin embargo, lo que comenzó como un éxito terminó salpicando a dos de los miembros de ese operativo, que hoy están tras las rejas. En la vía entre El Tambo y Popayán, los ocupantes de una camioneta no obedecieron el pare de un retén instalado por la Policía y, por el contrario, aceleraron. De inmediato, los policías que estaban en el sitio emitieron una alerta para detenerlos.
Un oficial de la Policía que estaba muy cerca vio la camioneta y atravesó su vehículo para atajarlos. En cuestión de segundos, dos hombres salieron del automotor y dijeron “somos de los mismos. No hay ningún problema”. El oficial les preguntó qué llevaban y la respuesta fue que nada importante y que los dejaran ir. Cuando el oficial revisó la camioneta, encontró que estaba repleta de paquetes con cocaína.
Ante esto, los dos hombres le reiteraron al oficial que eran miembros de la Policía y le hicieron un ofrecimiento. “Compañero, tranquilo, hay 100 millones de pesos para usted”. El oficial terminó capturándolos y poco tiempo después se confirmó que efectivamente eran policías activos. Según los registros, estaban asignados a programas de protección en el Cauca.
Finalmente, las autoridades descubrieron que en la camioneta se transportaban 624 kilos de cocaína. Los dos uniformados quedaron a órdenes de la Fiscalía, que los procesa por tráfico de estupefacientes. Las indagaciones han permitido establecer que la droga sería del Clan del Golfo.