Economía
La reducción de la brecha de género en el empleo podría incrementar el PIB per cápita en casi 20% en todos los países, dice el Banco Mundial
A pocos días de la conmemoración del Día de la Mujer, esta entidad hace una radiografía de las dificultades que tienen las mujeres para su desarrollo personal y profesional, pero también de los retos que vienen.
El próximo 8 de marzo es el Día Internacional de la Mujer, y en él se conmemora la lucha del género femenino para alcanzar una mayor equidad en su participación en la sociedad y en su desarrollo integral.
Sin embargo, esta celebración es un momento muy importante para hacer un llamado a la compleja y difícil situación de las mujeres en el mundo, a pesar de los esfuerzos que en los últimos años se han hecho para cerrar las brechas de género y eliminar los techos de cristal en el desarrollo laboral.
Según un reciente informe del Banco Mundial, las cifras son alarmantes: alrededor de tres cuartas partes de todos los hombres participan en la fuerza laboral global, dejando a la mujer solo una cuarta parte. Pero esa proporción cambia en algunas regiones: solo una de cada cuatro mujeres en Asia meridional y únicamente una de cada cinco en Oriente Medio y Norte de África. “Esta brecha de género daña el desarrollo económico, dificulta la asignación eficiente de los recursos, y limita la fuerza de trabajo”, asegura el informe.
En al menos 65 países, agrega el informe, las mujeres no pueden trabajar en profesiones lucrativas relacionadas con el transporte, las manufacturas, la construcción, el agua, la energía y la minería, sectores que suelen ofrecer remuneraciones más elevadas. Cuando a las mujeres se les permite asumir empleos idénticos a los de los hombres, con frecuencia deben enfrentar una marcada diferencia salarial, añade el estudio e, incluso, explica que, en 93 países, aún es jurídicamente aceptable pagar menos a las mujeres por empleos de igual valor.
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Fomentar la inclusión económica igualitaria, advierte esta entidad, fortalece a las sociedades y las impulsa a tener una mayor resiliencia. “Sin embargo, las leyes discriminatorias, la aplicación deficiente y las barreras sociales continúan obstruyendo el progreso de las mujeres y frenando el potencial económico de las naciones”, dice.
De acuerdo con la publicación La economía y la política en el derecho de las mujeres establece que los derechos de las mujeres y el desarrollo económico están altamente correlacionados. “Hoy en día, la discrepancia entre los derechos legales de mujeres y hombres es mucho mayor en los países en desarrollo en comparación con los desarrollados. Históricamente, incluso en los países que ahora son ricos, las mujeres tenían pocos derechos antes de que despegara el desarrollo económico. ¿Es el desarrollo la causa de la ampliación de los derechos de las mujeres o, por el contrario, los derechos de las mujeres facilitan el desarrollo? Sostenemos que ambas hipótesis son ciertas”, advierte el análisis.
La información establece que más derechos para las mujeres conducen a un mayor gasto en salud y en niños, lo que debería beneficiar el desarrollo. “La literatura de economía política sobre la evolución de los derechos de las mujeres encuentra que el cambio tecnológico aumentó los costos del patriarcado para los hombres y, por lo tanto, contribuyó a la expansión de los derechos de las mujeres”, reseña el informe.
Para el Banco Mundial este escenario para las mujeres se da en un contexto difícil y retador. La inseguridad alimentaria va en aumento, y el cambio climático empeora este problema. En 2022, alrededor de 2.400 millones de habitantes —casi un tercio de la humanidad— no tuvieron acceso a alimentos nutritivos, inocuos y suficientes durante todo el año, y las mujeres y las niñas son las principales afectadas: representan casi el 60 % de las personas que enfrentan una grave situación de hambruna.
Por otro lado, hoy el crecimiento se está desacelerando en casi todo el mundo. Para fines de 2024, la población de más de 1 de cada 4 países en desarrollo seguirá siendo, en promedio, más pobre de lo que era antes de la pandemia. Sin embargo, en la mayoría de los países, los responsables de formular políticas siguen dejando al margen a una fuerza económica potencialmente transformadora: las mujeres. Constituyen la mitad de la población mundial, pero están ausentes en los puestos de toma de decisiones, “lo que socava la resiliencia económica: pocos jefes de Estado son mujeres, y ellas siguen siendo minoría en los puestos ejecutivos de los directorios (juntas directivas), y en los cargos de liderazgo”, dice la institución.
Precisamente, por eso, advierte el estudio, “la reducción de la brecha de género en el empleo podría incrementar el producto interno bruto (PIB) per cápita a largo plazo en un promedio de casi un 20 % en todos los países. En resumen, la justificación económica de la igualdad de género en el lugar de trabajo nunca ha sido tan importante”.
El Banco Mundial hace un llamado y dice que ha llegado el momento de crear condiciones de igualdad para las mujeres, pues de eso depende la capacidad del planeta para salir del estancamiento económico que se ha observado en la década que inició en 2020.
“El mundo ya no puede permitirse desperdiciar los talentos de la mitad de la humanidad. Es tiempo de reformar las leyes, mejorar las oportunidades económicas de las mujeres y fortalecer las economías a lo largo del proceso. Sin embargo, no basta con promulgar leyes; también es esencial hacer que se cumplan. Para tener éxito, las reformas económicas dependen de políticas complementarias e instituciones públicas eficaces, al igual que las reformas jurídicas”, señala la institución multilateral.
En su descripción indica que las mayores disparidades legislativas se registran en Oriente Medio y Norte de África, donde las mujeres tienen solo alrededor de la mitad de los derechos legales que los hombres, a pesar de que ciertos países han reforzado de manera significativa las reformas en los últimos años.
En 2022, el último año del que hay datos disponibles, más de la mitad de todas las reformas en el mundo se implementaron en África, y algunos países introdujeron reformas para, por ejemplo, prohibir la discriminación en el acceso al crédito, reducir la violencia doméstica o facilitar a las mujeres el proceso para obtener pasaporte. Como resultado, por primera vez, África subsahariana superó a Asia oriental y al Pacífico en los puntajes del estudio La Mujer, la Empresa y el Derecho. Países de la región de Asia oriental y el Pacífico también llevaron a cabo importantes reformas que abarcaron la introducción de políticas referidas a la licencia parental, la exigencia de la igualdad salarial para las mujeres y la promulgación de leyes para prohibir el acoso sexual.
Dentro de los mensajes del Banco Mundial se señala que las normas sociales desempeñan un papel importante en la desigualdad de género. “Por consiguiente, los esfuerzos de los Gobiernos para promover la igualdad deben ir más allá de la legislación. Es necesario poner en marcha estrategias novedosas utilizando los medios de comunicación, al igual que programas educativos dirigidos a hombres y mujeres. Para dar lugar a una verdadera paridad de género —en el mercado laboral y otras esferas—, estas iniciativas deben doblegar normas sociales que pueden parecer difíciles de cambiar”, explica.
Agrega que las reformas deben extenderse a la igualdad en el lugar de trabajo, lo que incluye igualdad de remuneración, cuidado infantil y políticas relativas a la licencia parental, y salvaguardas contra el acoso. Crear un entorno que fomente los emprendimientos de mujeres para lo cual también es crucial: ellas necesitan un mayor acceso al financiamiento y todo el apoyo que está habitualmente a disposición de los hombres.
De acuerdo con la publicación La mujer, la empresa y el derecho para 2023, las mujeres siguen teniendo solo tres cuartas partes de los derechos otorgados a los hombres, y casi 2.400 millones de mujeres en edad de trabajar aún no gozan de los mismos derechos que tienen los hombres ante la ley.
El progreso hacia un trato igualitario para las mujeres ha caído al ritmo más bajo en los últimos 20 años. Desde el 2021, 18 economías han adoptado un total de 34 reformas hacia la igualdad de género en todas las áreas. La mayoría de las reformas se centraron en extender las licencias parentales y de paternidad remuneradas, eliminar las restricciones al empleo de la mujer y exigir la igualdad salarial.
Cinco conclusiones principales describen cómo, dónde y con qué rapidez han cambiado las leyes desde 1970. Una, en las últimas cinco décadas, la puntuación promedio global de esta publicación ha mejorado aproximadamente en dos tercios como resultado de la introducción de más de 2.000 reformas que aumentan los derechos de las mujeres. Dos, solo 14 economías han alcanzado la paridad legal de género en 2022, y este avance ha sido desigual entre las distintas regiones y a lo largo del tiempo.
La tercera conclusión señala que el avance ha sido desigual en las áreas medidas, con la mayoría de las reformas en los indicadores de Trabajo y Parentalidad. En todas las áreas temáticas que se analizan, la mayoría de las reformas han sido emitidas para abordar la violencia doméstica, prohibir la discriminación en el trabajo por razón de género y para legislar sobre el acoso sexual. Dichas iniciativas de reforma se han desarrollado en oleadas y con un enfoque en áreas específicas.
En cuarto lugar, las economías que históricamente presentaban una mayor brecha de género han ido recuperando terreno, especialmente desde el año 2000. El análisis de la tasa de crecimiento anual muestra que se está avanzando con más rapidez en las economías que históricamente han tenido un nivel más bajo en materia de igualdad de género. Las dos economías que han tenido las tasas de crecimiento anual más rápidas en el índice son Santo Tomé y Príncipe, y los Emiratos Árabes Unidos. Sin embargo, mientras que las reformas en Santo Tomé y Príncipe han sido parte de un proceso gradual desde 1970, con algunos periodos intermedios en los que el ritmo de la reforma se desaceleró y, después de un tiempo, volvió a acelerarse, las reformas en los Emiratos Árabes Unidos no se pusieron en marcha sino hasta hace unos pocos años.
Finalmente, el efecto de recuperación se ha producido en todas las áreas, pero el ritmo de progreso ha sido desigual. Este efecto de recuperación hacia el cierre de la brecha de género ha sido mayor en aquellas leyes que determinan la capacidad que tiene la mujer de elegir su ingreso y permanencia en la fuerza laboral, seguidas por aquellas que afectan las condiciones laborales tras el nacimiento de un hijo, y el derecho a recibir la misma remuneración por un trabajo de igual valor.