Energía
La transición energética enfrenta contratiempos, ¿cuáles son las preocupaciones?
Se aplazó casi un año la definición sobre cómo se hará la transición energética en el país. Allí no solo se deberá ajustar la oferta, sino también la demanda. Hay temor por nuevos impuestos y la seguridad.
Hace unos meses, la ministra de Minas y Energía, Irene Vélez, anunció que en mayo de este año se conocería la hoja de ruta de la transición energética del país. Gran parte de la atención se centra en saber si habrá o no nuevos contratos de exploración de petróleo y gas que aseguren la autosuficiencia futura y el equilibrio fiscal ante los anuncios del Gobierno de no avanzar más en ese frente.
Sin embargo, esta semana, el Ministerio de Minas publicó un documento en el que se establece que solo hasta febrero de 2024 el país conocerá esta hoja de ruta.
Según empresarios y analistas consultados por SEMANA, la posición radical del Gobierno se ha venido moderando en este tema y ha quedado en evidencia en dos hechos claves.
Uno, el comunicado conjunto de los ministerios de Minas y Energía, Comercio y Hacienda sobre transición energética en el que dicen que se buscará asegurar la soberanía energética del país, tomar acciones claras para enfrentar el cambio climático, avanzar en una reindustrialización de la economía, continuar con la exploración y explotación de combustibles líquidos y de gas para propiciar la autosuficiencia e, incluso, favorecer la exploración, producción e industrialización de minerales críticos, como el cobre y el litio.
Aunque estas señales dan claridad hacia el futuro, otras encienden las alarmas. “Sin duda, la narrativa contra el sector no es la mejor, y la caída en el precio del crudo no está ayudando. Pero la mayor preocupación es el tema de seguridad.
Lo que pasó en el campo de Emerald, con el intento de toma, y ahora con el atentado terrorista en la mina de Buriticá son hechos muy graves”, dijo el dirigente de una petrolera. A esto se suman mensajes como los del Gobierno de Estados Unidos que les advierte a sus viajeros que “reconsideren” visitar Colombia.
Pero, sin duda, una de las mayores inquietudes está en el desarrollo de las energías renovables no convencionales. De hecho, Natalia Gutiérrez, presidenta de Acolgén, el gremio de los generadores de energía, en su más reciente congreso aseguró que “la transición energética está en cuidados intensivos”.
Dijo que los proyectos del sector que debían tomar unos cuatro años actualmente pueden tardar hasta ocho en entrar en operación, mandando una señal negativa para nuevas inversiones. Tanto es así que algunos de estos considerarían la posibilidad de pagar las garantías y no desarrollarlos, mientras que otros han dejado algunas de sus iniciativas en el congelador.
En cuanto a los sectores llamados por el Gobierno a sustituir en el futuro los ingresos que generan el petróleo y el carbón, como el turismo, hoy atraviesan una de sus más desafiantes coyunturas: poca oferta de aerolíneas, problemas de infraestructura vial y dificultades de seguridad. Otros, como el cobre, no han definido su política para explorar en zonas como el Chocó o destrabar proyectos como Quebradona.
La transición requerirá una alineación de diversos factores para realizar cambios en la oferta, en la matriz energética y en la demanda, poniendo mayor atención en vehículos híbridos y eléctricos. Es esencial que el costo de esta transición no afecte a las poblaciones vulnerables. Ahora es el momento de construir una hoja de ruta.