EMPRENDIMIENTO
Las universidades públicas le apuestan a hacer industria
La Universidad Nacional participa en Biocultivos, un ejemplo exitoso de innovación basada en la ciencia y la tecnología. La empresa ya se consolidó en el sector agrícola y tiene cinco productos en el mercado.
Desde hace años se viene hablando en el país de la necesidad de crear, en unión entre empresas y Universidad, redes de innovación para generar nuevos productos o procesos con valor agregado científico y tecnológico. Sin embargo, pocas compañías se atreven a intentarlo porque temen fracasar.
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Parte del problema radica en que las empresas todavía no ven en la innovación tecnológica una oportunidad de negocio y en que sus tiempos, intereses y necesidades son distintos a los de las universidades. Sin embargo, con la creación de Biocultivos S. A., la Universidad Nacional (UN) demostró que es posible romper estas y otras barreras.
Esta empresa nació de la unión de 15 agricultores del Tolima y el Instituto de Biotecnología de la UN. Tras varios años de trabajo, hoy tienen en el mercado las marcas Fosfobiol, Dimazos, Dimargon, Trifesol y Actybac, productos 100 por ciento ecológicos y amigables con el ambiente, que sirven para la nutrición vegetal y para controlar enfermedades producidas por hongos y bacterias en cultivos de arroz, algodón, maíz, café, pastos, soya y caña.
El éxito de Biocultivos se refleja en que conquistó el mercado internacional. Desde 2015 distribuye sus productos en Paraguay, y a mediano plazo tiene como meta llegar a Perú, Panamá y Ecuador, además de incursionar en cultivos de café, frutas y hortalizas.
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Este proyecto comenzó a gestarse por la preocupación que tenían los agricultores de Tolima y Valle del Cauca por su poca competitividad frente a los tratados de libre comercio (TLC). En busca de alternativas para mejorar sus cultivos, el gremio de los arroceros tomó nota de una serie de artículos publicados en el periódico de la Universidad Nacional en 1999 por el profesor Hernando Valencia. En estos hablaba de las bondades de algunos microorganismos que ayudaban al crecimiento vegetal.
Los agricultores se acercaron a la Universidad, y tras ver las enormes posibilidades que había de llevar al campo los productos desarrollados en sus laboratorios firmaron algunos convenios. Dos años de arduo trabajo de los investigadores de la Universidad demostraron la potencialidad de usar microorganismos en los cultivos. Para llevarlos a escala comercial, en 2002 se decidió crear la empresa Biocultivos, y desde entonces se empezó a pulir este proyecto en el que la Universidad es clave como socia estratégica en investigación, desarrollo, soporte técnico y tecnológico.
“Somos conscientes de que los académicos, sin el sector productivo y el Estado, nos quedamos cortos para generar soluciones que impacten en la sociedad. La alianza que establecimos resulta gana-gana”, manifestó Nubia Moreno, profesora e investigadora del Instituto de Biotecnología de la Universidad Nacional (Ibun).
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Los empresarios, que vieron las posibilidades de una unión de este tipo, aportaron los recursos necesarios para el proyecto, lo que dio inicio a una relación positiva para ambos. Por otro lado, de manera conjunta se establecieron protocolos encaminados a realizar en campo los ensayos pertinentes en condiciones reales.
En 2004, Biocultivos ya contaba con una planta piloto, había conseguido que el Instituto Colombiano Agropecuario (ICA) la aprobara como planta de producción, y se registraron los primeros productos. Este avance también implicó nuevos desafíos y responsabilidades para la logística, pues un centro de investigación se queda corto a la hora de producir a mayor escala.
Para superar esta barrera se realizaron estudios sobre viabilidad técnica y económica de este proyecto. En 2007, tanto empresarios como Universidad sintieron la necesidad de dar el paso para instalar una planta industrial privada. Obtuvieron la financiación de Colciencias para el diseño y se construyó en Ibagué, con la totalidad del capital de los socios.
Luego de superar esta serie de retos y de equilibrar la filosofía de empresa y la de Universidad, se logró por fin una planta de producción con altos estándares de calidad, diseñada y construida bajo las recomendaciones técnicas de la UN, además de toda una infraestructura empresarial. Para Moreno, “esto es una real innovación, es el resultado de la interacción entre la academia y la empresa, logramos que los procesos de investigación y desarrollo trascendieran y se consolidaran en productos que generan resultados financieros”.
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Además esta interacción ha permitido que el Ibun sea reconocido como centro de I+D+i, con capacidad para transferir sus conocimientos al sector productivo y ha contribuido a formar estudiantes de pregrado (en Ingeniería Química, Biología, Agronomía y Farmacia), a nivel de maestrías (en Microbiología) y en doctorado (en Biotecnología), quienes han tenido la oportunidad de enfrentar y solucionar problemas de la vida real en sus campos de conocimiento.
Actualmente, Biocultivos ya es una empresa posicionada en el mercado. A mediano plazo quiere incursionar en otros cultivos y países. “Esta experiencia ha sido muy enriquecedora, pienso que este modelo debería ser copiado para promover no solo temas del agro, sino de la industria”, dijo Gonzalo Sarmiento, presidente de la Junta Directiva de Biocultivos. En toda esta operación la UN, por medio de un convenio de regalías, recibe un porcentaje del valor de las ventas brutas de la compañía.
Esta empresa es un vivo ejemplo de innovación, de convivencia entre empresa y academia, en el que todos salen beneficiados. Además miles de agricultores también sacan provecho, para ellos el sello de la UN en sus productos ya es sinónimo de calidad y esto les da confianza. Tras 150 años, la alma mater sigue realizando aportes innovadores para la sociedad que contribuyen al desarrollo del país.