Energía
Las dificultades financieras de las distribuidoras de energía, podrían llevar a un apagón, pero no es la única amenaza
Se reactivaron las preocupaciones por un posible racionamiento de energía a causa de la difícil situación financiera de las distribuidoras. Pero no son las únicas amenazas que padece el sistema.
Una advertencia del contralor Carlos H. Rodríguez volvió a poner sobre la mesa una de las mayores preocupaciones del país: el apagón.
“Se ha establecido que existe un retraso en el pago de subsidios a las empresas prestadoras del servicio público de energía por parte del Ministerio de Minas y Energía (...). Esta situación puede derivar en el inminente riesgo de racionamiento y hasta la cesación en la prestación del servicio de energía a más de 10 millones de personas en la costa caribe, Nariño, Chocó y Puerto Carreño (Vichada)”, dijo el contralor en un pronunciamiento.
Explicó que a esa situación se suma la falta de decisión del Gobierno nacional sobre el reembolso a los prestadores del servicio de los recursos no recaudados por concepto de la opción tarifaria, que congeló las tarifas durante la pandemia para aliviar el gasto de los hogares.
La situación es dramática. Como explica José Camilo Manzur, director ejecutivo de Asocodis, gremio que agrupa a comercializadoras y distribuidoras, para agosto 31 el faltante por subsidios era de 1,3 billones de pesos y recordó que en el modelo actual las empresas financian los subsidios y luego el Gobierno les paga. “El problema es que observamos déficit en los presupuestos de la nación, tanto para 2024 como para 2025, de 2 billones de pesos. Si a eso le ponemos una deuda con las empresas por 4 billones de pesos por la opción tarifaria, la situación se torna aún más delicada”.
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El panorama es muy complejo. “La situación financiera de las empresas es tan delicada que la disyuntiva que se nos presenta es que cubrimos los subsidios para los usuarios más vulnerables, pero a costa de no poder honrar los pagos por compra de energía en el mercado, inversiones para mejorar calidad e incremento en cobertura, pago de proveedores, de trabajadores, etcétera. Esto podría generar una enorme dificultad en toda la cadena”, asegura Manzur.
Y explica que cada mes el pago de subsidios que se dirige a los usuarios más vulnerables asciende a cerca de 300.000 millones de pesos. “Si no llegan los recursos del Gobierno, el déficit llegaría a 2 billones a finales de 2025, lo que equivale al monto con el que se cubren subsidios por seis meses y medio”. Para él, es paradójico que son los sectores más vulnerables los afectados por no contar con esa partida y tendrían impacto en su factura. Advierte que un usuario de estrato 1, cuya factura es de 100.000 pesos, por cuenta del subsidio paga 40.000. “Si no hay recursos para seguir subsidiándolo, su pago ya no sería de 40.000 pesos, sino de 100.000, lo que representaría un incremento cercano al 150 por ciento. Y esa afectación se produce por no existir el subsidio”.
Pero no es lo único que amenaza con un racionamiento. Los proyectos de generación no han entrado como estaba planeado, lo que empieza a acercar las líneas de demanda con la oferta. “Hasta 2020, de cada diez proyectos, cuatro se caían, esa era la tasa de mortalidad. Hoy en día, de cada diez proyectos, esa tasa está entre seis y siete que no terminan haciéndose”, dice Alejandro Castañeda, director ejecutivo de Andeg, el gremio de los generadores térmicos.
Para 2025, 2026 y 2027 “estamos muy apretados, la energía en firme con que cuenta el sistema está muy justa. Por eso, la Creg hizo una subasta de reconfiguración para que agentes existentes comprometan su energía. Y para 2028 en adelante hay un hueco de entre 4 y 6 por ciento en el que no se puede cubrir la demanda, considerando que todos los proyectos comprometidos entran en operación”, agrega Castañeda.
Además, hay líos con las líneas de transmisión, por ejemplo, en el centro del país, cuya construcción lleva años de retrasos, a tal punto que no se les puede garantizar el servicio a nuevos proyectos empresariales o incluso a viviendas.Los tiempos corren y el país podría repetir la amarga experiencia de hace más de 30 años, cuando Colombia se apagó.