Crecimiento
Las propuestas de reactivación del Gobierno no solo son inconvenientes, los tiempos no cuadran y la recuperación no da espera
Según muchos, el plan del Gobierno destinado a dinamizar la economía no solo es controvertido e inconveniente, sino que también debe pasar por el Congreso, prolongando los plazos. La recuperación no da espera.
La próxima semana se conocerá el dato del crecimiento de la economía correspondiente al primer trimestre de este año. Después del modesto 0,6 por ciento con el que cerró 2023, las expectativas en el arranque del año no son mucho más esperanzadoras: según distintos analistas, se espera que la dinámica productiva esté cercana al 1 por ciento en los tres primeros meses frente al mismo periodo del año pasado.
La incertidumbre en el campo local está marcada por el trámite de las reformas del Gobierno, el anuncio de una constituyente, los discursos del presidente Gustavo Petro contra el sector privado y sus señalamientos, así como los escándalos de corrupción y el pliego de cargos que dictó el Consejo Nacional Electoral contra la campaña Petro Presidente. Tampoco ayuda el escenario internacional, con tensiones geopolíticas por la guerra entre Rusia y Ucrania, el conflicto en Oriente Medio y la expectativa de las decisiones de la Reserva Federal.
En ese escenario, se espera que Colombia termine creciendo en 2024 entre 1 y 1,5 por ciento. Sin embargo, ese crecimiento es muy pobre, no es suficiente para generar más empleo y, por el contrario, puede destruirlo, ni para impulsar la inversión, ni aumentar el recaudo.
Para impulsar la reactivación económica, el Gobierno presentó un plan con tres pilares. Uno, estímulos tributarios como reducir la tasa nominal del impuesto de renta corporativo e incorporar incentivos a sectores como energías renovables y turismo. Dos, un proyecto sobre inversión forzosa de la banca privada, enfocado hacia sectores específicos. Y el tercero, se relaciona con la regla fiscal y las inflexibilidades que, a juicio del Gobierno, tiene, y el aumento de deuda.
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Pero aún no hay nada concreto, como lo explicó Ricardo Bonilla, ministro de Hacienda. Frente al tema de las inversiones forzosas, que hoy funcionan en el sector agropecuario, aseguró: “Por ahora estamos en proceso de evaluarlo y le vamos a presentar alternativas al presidente”.
Sobre la regla fiscal, Bonilla pidió dejar de especular con este tema. “En realidad, todavía ni siquiera se conoce qué es lo que se va a presentar, pero les quiero adelantar que la idea es avanzar”, dijo.
Y en torno a los beneficios tributarios, advirtió que, si se logra reducir la tasa del impuesto nominal de renta corporativa, “se les genera un espacio creíble a las empresas hacia adelante y no lo que hoy tenemos. Está planteado mirar y revisar el IVA de energías renovables y el del turismo”, agregó Bonilla.
Sin embargo, las propuestas han generado revuelo. Para Jaime Alberto Cabal, presidente de Fenalco, los anuncios no obedecen a un verdadero plan de reactivación porque no involucran a todos los sectores productivos. “Obedecen a unas medidas para obtener más recursos para el Gobierno nacional”, dice y se pregunta: “¿Para qué quiere más recursos el Gobierno?, si el problema del país no es de recursos, sino de ejecución”. Además, señaló que el verdadero plan de reactivación de Colombia “es acabar con la incertidumbre política”, como se lo dijeron más de 800 afiliados en Bucaramanga.
El exministro y rector de la Universidad EIA, José Manuel Restrepo, manifestó que son tres iniciativas que tienen una alta dosis de incertidumbre para que se materialicen, en medio de un “coctel muy explosivo” de investigaciones y escándalos que generan una dificultad para cualquier congresista de tomar decisiones. Consideró que el proceso de reactivación no da espera “y está perdiéndose el sentido de urgencia” al explicar los tiempos en los trámites en el Congreso, lo que significaría que tendría una aplicación hacia 2025.
Para un empresario, que prefirió mantener su nombre en reserva, hoy el poco crecimiento de la economía lo está dando el sector público. “Pero eso tiene un límite. El Estado no es capaz solo de movilizar la economía. El país necesita los dos motores: los sectores privado y público. Pero uno no puede cada vez que haga un discurso darle palo, llamarlo esclavista y después pretender que la economía marche sin problema”.
Más allá de los temas de forma, también hay críticas de fondo. Como explica César Pabón, director de investigaciones económicas de Corficolombiana, el anuncio de flexibilizar la regla fiscal es inconveniente y le agrega incertidumbre al ambiente de inestabilidad en las finanzas públicas. Y, además, estímulos, como reducir la tasa nominal de impuesto de renta corporativa, aunque hay consenso en que es una medida adecuada, no parece oportuna hoy, porque afectaría los ingresos que podría recibir el Gobierno.
Para Restrepo, a la baja posibilidad de que el Congreso apruebe una tributaria, se suma el costo fiscal, ahora que el Estado tiene un apretón fiscal muy fuerte y los gastos están siendo relativamente más altos de lo previsto en principio. Cabal, de Fenalco, considera que todavía los colombianos “no han digerido la tributaria de 2022, que les quitó capacidad de consumo, de inversión y de ahorro, para, de manera demagógica, decir: vamos a reducir impuestos de algunos sectores. ¿Y cómo los van a reemplazar?”.
Por el lado de la regla fiscal, hay consenso en que es una mala idea, como lo advirtió el exministro Restrepo. “Es una mala idea porque genera más incertidumbre, lo cual afecta la inversión privada. Puede aumentar la tasa de cambio, elevar la prima de riesgo país y el costo del financiamiento en Colombia, que ya es alto, al punto entonces que implicaría más gastos de intereses y con ello menos espacio para la inversión pública”, explicó.
Pero la decisión de las inversiones forzosas no se queda atrás en los comentarios. Pabón explicó que el sistema financiero canaliza los riesgos existentes entre los diferentes consumidores y la necesidad de crédito. “Imponerle ese tipo de propuestas lo que hace es que esa canalización tenga distorsiones y no sea lo suficientemente eficiente”, señaló.
Restrepo recordó que esas inversiones se han utilizado en Colombia de tiempo atrás y la experiencia no fue efectiva. Señaló que generan un costo adicional, “se convierten como una carga impositiva para el sistema financiero y con ello para el sector productivo”.
Además, como advierte un analista financiero, las inversiones forzosas aumentan el riesgo y eso se refleja en un encarecimiento de los créditos. Al analizar las inversiones forzosas del pasado se evidenció una distorsión del canal de crédito y se generó un incremento de casi 1 por ciento de costo adicional en los créditos, “que terminamos pagando cada uno de los que tenemos crédito”, agregó. Puso, además, un ejemplo más reciente: hoy en el país hay inversiones forzosas en el sector agrícola. “En lugar de hacer la inversión, el banco presta con unas tasas que le permitan sustituir esa inversión. Pero eso genera una distorsión. El cálculo es que esa sola distorsión de la tasa de interés activa fue cercana a 50 puntos básicos, dejando de colocar más de 15 billones de pesos en créditos”, dijo.
Cabal señaló que, en una reunión con banqueros, estos le explicaron que con estas inversiones forzosas empezó la debacle del sistema en Venezuela. “Lo que hicieron fue trepar la tasa de interés y quebraron una cantidad de empresas”.
Hay victorias tempranas que pueden acelerar la economía con sectores anticíclicos como vivienda e infraestructura, que jalonan otros sectores e impulsan el empleo y la confianza. Pero el Gobierno debe dar señales al sector privado, solo no puede.