LAS THREE AMIGAS
Tres mujeres condenadas a 130 meses de cárcel por millonaria estafa a dos bancos del país.
En Colombia se han visto fraudes de todas las clases, pero pocos como este. La involucrada es la ex banquera Giselle Jaller Jabour de Cano, una hermosa rubia nacida en Beirut, Líbano, pero nacionalizada en Colombia, quien fue condenada a 51 meses de prisión por evaporar ciento veinte millones de pesos de los bancos de Caldas y de Crédito y Comercio de Colombia. Sus dos complices fueron condenadas a 39 meses cada una.
Además, por primera vez, un banco, en este caso el de Caldas, fue condenado a pagar 61.2 millones de pesos al Banco de Crédito y Comercio de Colombia al comprobarse, según el juez, irregularidades administrativas en la "alta jerarquía" de la entidad de Manizales. Los hechos ocurrieron a finales de 1988 y principios de 1989, cuando la banquera se "esfumó" con los dineros de varios de sus clientes, en una estafa en la que también participaron las ex secretarias del Banco de Caldas, Lina Mercedes Jaramillo de Gómez y Janeth Jaimes Ulloa de Jaramillo.
La historia comenzó el 6 de mayo de 1987 cuando la abogada, egresada de la Universidad la Gran Colombia, asumió el cargo de subgerenta de la sucursal Pepe Sierra (en Bogotá), del Banco de Caldas. Tras una brillante y fugaz carrera bancaria, en la que se destacó por su habilidad para conseguir nuevos cuentacorrentistas, fue designada gerenta de la sucursal cuatro meses después. Su trabajo le mereció premios laborales, entre ellos uno del Banco de Caldas Nassau Limited, consistente en dos pasajes de ida y regreso a Aruba y Curazao, siete noches y seis días, más mil dólares de viáticos.
Entre febrero y agosto de 1988 ordenó y autorizó la apertura de cuentas corrientes a nombre de Mario Saldarriaga, Maura Cárdenas, Juan Peralta, Clara María Aragón, Milton Lancheros, Jorge Beltran, Luz Angela Rojas, Elizabeth Santacruz, Mariela Henao, María Elvira Gómez, Patrici Durán Gómez y Rocío García. Todas esas cuentas recibieron sobregiros por más de cien millones de pesos, que en realidad provenían de cheques de gerencia firmados por ella, cobrados directamente en ventanilla, bajo sus órdenes, por una de sus secretarias. La disculpa: "Todos los clientes son uno A y por eso les presto el servicio de llevarles la plata a la oficina".
La mayor parte de los cheques sobrepasaban los tres millones de pesos, aunque la señora Jaller sólo tenía atribuciones para otorgar sobregiros hasta por un millón de pesos. Así marcharon las cosas hasta el 15 de agosto de 1988, cuando el auxiliar de auditoría del Banco de Caldas, Bernardo Valencia Duque, detectó irregularidades en los sobregiros otorgados. Ella le explicó que se trataba de clientes especiales que pensaba llevar al Banco de Crédito, su próximo lugar de trabajo, desde el cual les otorgaría créditos para que quedaran a paz y salvo con el Banco de Caldas.
A pesar de que se inició una investigación interna, el Banco de Caldas le aceptó la renuncia a partir del 31 de agosto de 1988 en una carta en la que resaltó su "buena labor", le expresó sentimientos de "gratitud" y le deseó éxitos en su nuevo trabajo. La banquera utilizó esta carta de aceptación de su dimisión para ingresar al Banco de Crédito y Comercio. Allí comenzó a laborar el 1 de septiembre siguiente, tras presentar, además, cartas de recomendación del entonces director general de la Policía, general Guillermo Medina Sanchez, y del director administrativo de la Policía, brigadier general Octavio Vargas Silva.
Giselle Jaller es la esposa del capitán Hernando Cano Castaño, ayudante del general Medina. Los esposos constituyeron una sociedad, Cano Jaller y Cía., que se dedicó a la compraventa de bienes muebles e inmuebles, especialmente vehículos y finca raíz. En la investigación que concluyó recientemente la Procuraduría contra el general Medina, al cual acusó de enriquecimiento ilícito, fueron descubiertos al menos tres cheques girados desde dos de las cuentas de la familia Medina a la sucursal Pepe Sierra del Banco de Caldas que gerenciaba la señora Jaller de Cano. A pareció un cheque del Banco del Estado por un millón de pesos para constituir un Certificado de Depósito a Término, y otros dos cheques por tres millones de pesos, del Banco Colpatria para constituir los CDT 59312 y 59318 en el Banco de Caldas.
"Desde el momento de la posesion de Ciselle Jaller de Cano como gerenta de la sucursal Chicó del Banco de Crédito y Comercio de Colombia, ella empezo a abrir cuentas corrientes a nombre de sociedades y personas naturales sin la autorización correspondiente que exigía el Banco, razon por la que se le llamó la atención. Pero ella dijo que tenía plenas atribuciones y que su deseo era el de fomentar los depósitos en esa sucursal. En cuanto a la documentación, decía ella que posteriormente la allegaría, porque como eran clientes nuevos se les debía dar algún tiempo para que consiguieran la totalidad de la documentacion", advirtió más adelante en su declaración judicial uno de los funcionarios del Banco de Crédito y Comercio.
Exactamente desde el 9 de septiembre de 1988, la nueva gerenta de la sucursal Chicó del BCC abrió cuentas bajo los nombre~ de los cuentahabientes que manejó en el Banco de Caldas, al tiempo que les autorizó sobregiros millonarios. Esos sobregiros eran a la vez cheques de gerencia que ella cobraba por ventanilla, alegando de nuevo que llevaría el efectivo personalmente a sus clientes. Lo cierto es que la operación era tan irregular, que no es normal conceder sobregiros en una cuenta corriente que no ha tenido movimiento alguno. En sólo dos semanas, los sobregiros sobrepasaronlos 100 millones de pesos y comenzaron a presentarse las señales de alarma.
Todo fue descubierto la segunda semana de diciembre siguiente cuando los sobregiros siguieron sin cubrirse y al tratar de consultarse las carpetas de los respectivos clientes, se advirtió que no existían y menos sus tarjetas de control de firma de las cuentas corrientes. Pero el punto culminante llegó cuando varios clientes, entre ellos Incelt S.A., Manufacturas Ajover, María Cortés, Pronaltex, Mario Restrepo, Marcela Toledo, Juan Gómez, Inaltex, Gustavo Posada y Agustín Corredor, presentaron reclamos porque los saldos de sus cuentas estaban extrañamente reducidos ($ 19.4 millones de Incelt, por ejemplo). La gerenta les comunicó que se trataba de un problema originado en el sistema de computación y que de inmediato subsanaría las irregularidades.
Uno de los clientes que presentó queja, detectó cómo en su cuenta fueron consignados 10 millones de pesos para cubrir el faltante, lo que era muy irregular si en verdad se trataba de un error de computador.
Ahí fue la de Troya. El 14 de diciembrede 1988 , Giselle Jaller no volvió a trabajar al Banco de Crédito y Comercio. Ese día los sobregiros y faltantes en cuentas sumaban $ 111.8 millones. Cuando trató de seguirse la pista al dinero que no aparecía, se puso al descubierto que los nombres y cédulas de los presuntos cuentahabientes "uno A" que ella manejaba personalmente no correspondían a personas existentes. Se trataba de cuentas fantasmas por las que la gerenta sacaba el dinero del banco. Cheques de Gerencia del Banco de Crédito y Comercio por $61.293.294.96 fueron a cubrir los sobregiros de las mismas cuentas fantasmas que había dejado en el Banco de Caldas.
El dinero restante fue a parar a los bolsillos de la banquera, pues muchos de los cheques por medio de los cuales absorbió recursos de clientes reales, fueron cobrados por ella a través de ventanilla. Tras más de un año de investigaciones, el juez cuarto penal del circuito, Luis Alfonso Rueda Sabogal, logró desenredar el lío y encontró que el Banco de Caldas tuvo mucho que ver en que el delito se hubiera extendido a millonarias cifras. El jefe superior de la Jaller en el Banco de Caldas, Francisco de Paula Muñoz, vicepresidente de la zona oriental de la entidad financiera, omitió comunicar las circunstancias anómalas, por lo cual debió renunciar a comienzos de 1989.
El juez cuarto penal acaba de condenar a Giselle Jaller a pena de prisión de 51 meses y multa de $ 200 mil, por ser hallada responsable de los delitos de hurto agravado, falsedad y estafa. Y sus dos colaboradoras, Lina Mercedes Jaramillo de Gómez (natural de Manizales) y Yaneth Jaimes Ulloa de Jaramillo (natural de Bucaramanga) a 39 meses de prisión y multa de cien mil pesos, cada una, por hurto agravado, falsedad y complicidad en el delito de estafa. Y en una decisión sui generis ordenó que el Banco de Caldas reintegre los $ 61.2 millones salidos irregularmente del Banco de Crédito y Comercio, porque considero que es la forma más obvia "de restablecer el derecho de la víctima, será el el devolverle por lo menos parte del bien, del cual ha sido despojada".
El juez fustigó que el Banco de Caldas hubiera guardado silencio esperando que se le cubrieran los sobregiros existentes, a sabiendas que el dinero provendría del Banco de Crédito y Comercio.
Al fin de cuentas, la Aseguradora Grancolombiana ya cubrió con cien millones gran parte del dinero desaparecido y las tres mujeres condenadas huyen de lajusticia. Hace dos meses Giselle Jaller Jabour fue vista en Miami. No obstante, las capturas recientes de los Picas y los Pombo sugieren que el exilio no es la vía de escape ideal para los delincuentes de cuello blanco.