CRECIMIENTO
El peor trimestre económico en la historia del país: ¿Ya pasó lo peor?
Qué sigue después del peor desplome de la economía en la historia del país. ¿Qué nos dicen las cifras del PIB?
Las cifras reveladas por el Dane no solo ratificaron los grandes costos económicos que han tenido las medidas de aislamiento para enfrentar la pandemia sino que brinda muchas pistas sobre cómo será la reactivación de la economía y las medidas que se requieren para retomar el rumbo.
La importancia de la reapertura, la desigualdad del impacto de la pandemia por sectores y regiones, la lentitud de la recuperación, el golpe a la confianza y la alta incertidumbre que se mantiene son algunas de estas señales que nos dejan las cifras del PIB.
La caída de 15,7% en el segundo trimestre del año es el peor desplome en la historia del país. No obstante, es claro que la economía tocó fondo en abril, que fue el mes de pleno confinamiento con una contracción de 20,1% y que desde entonces se venía presentando una recuperación. Según el Índice de Seguimiento de la Economía del Dane, la economía decreció 16,2% en mayo y 11,1% en junio, unas cifras que muestran la importancia de la reapertura de algunos subsectores de la industria y la construcción.
Para el arranque del tercer trimestre la recuperación habría perdido fuerza y el repunte se estaría moderando. Diversos indicadores como la movilidad, la demanda de energía y hasta la confianza muestran una tendencia mucho más lateral o unas recuperaciones más moderadas ante la extensión de las cuarentenas en algunas ciudades como Bogotá y Medellín.
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Esto muestra no solo el impacto de las medidas de confinamiento sino que, si bien estamos ante el choque más profundo, rápido y generalizado en la historia, hay grandes diferencias por sectores e incluso por ciudades. Hay sectores que nunca cerraron por completo, mientras que otros han estado y estarán completamente paralizados. Y eso marca el desempeño que han tenido.
El gran comercio (que incluye comercio, transporte, alojamiento y servicios de comida), la construcción y la industria fueron los sectores que más contribuyeron a la caída del PIB, no solo por su tamaño sino porque tienen caídas superiores a 30%. Incluso hay subsectores críticos como el transporte aéreo, que se contrajo 75%, y el alojamiento y los de servicios de comida, que caen 66%.
En contraste, servicios (que pueden teletrabajar), servicios públicos y telecomunicaciones caen mucho menos que el promedio de la economía e incluso sectores como el agropecuario, el financiero y el inmobiliario que no pararon alcanzan a mantenerse en terreno positivo.
Por todo esto es que muchos analistas resaltan la importancia de seguir reabriendo los distintos sectores, un deseo que choca con la falta del control de la epidemia y con el hecho de que las unidades de cuidado intensivo se encuentren muy cerca de su tope.
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Según el director de Investigaciones Económicas del Grupo Bancolombia, Juan Pablo Espinosa, reapertura no significa recuperación y hasta que la incertidumbre en torno a la pandemia no se logre resolver de fondo con una vacuna no se puede aspirar a tener grandes repuntes.
Con la caída de la economía, el país tuvo los mismos niveles y tamaño de la actividad trimestral que registró en 2013. Y con el ritmo de recuperación actual se podría tardar hasta mediados de 2022 para recuperar los niveles prepandemia, pero en algunos sectores que se tardarán más en arrancar, la recuperación podría ser mucho más lenta.
Para acelerar esto será necesario restablecer la confianza para incentivar nuevamente el consumo de los hogares, que cayó el 15% y la inversión, que se desplomó 32,2%. Pero si la demanda interna no crece, en el frente externo las cosas tampoco marchan.
El único componente que crece por el lado de la demanda es el gasto público.
Con esto, la caída de la economía en el primer semestre del año alcanzó 7,4% y el país va rumbo a una recesión después de más de 20 años. El Banco de la República estima que el decrecimiento estará en un rango entre 10% y 6%, con un escenario central de 8,5%. El FMI estima una caída de 7,8%.
No obstante, las proyecciones aún están llenas de incertidumbre y persisten muchos riesgos a la baja: si hay un rebrote o se alarga el confinamiento, mayores tensiones comerciales entre China y Estados Unidos de cara a la elecciones presidenciales, un impacto mayor sobre el mercado laboral o el sistema financiero pueden causar que el decrecimiento sea más profundo y la recuperación más lenta.
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Por esto, analistas como José Ignacio López, gerente de Investigaciones Económicas de Corficolombiana, considera que se requiere un plan de choque donde no solo se proteja la nómina sino que se diseñen medidas para impulsar la generación de empleo. Subsidios para la recontratación, reembolso tributario o del aporte a las cajas de compensación para quienes generen nuevos puestos de trabajo, así como nuevos mecanismos de financiación para las empresas del país son algunas de las propuestas.
Si no se actúa, se corre el riesgo de que el choque causado por la pandemia tenga efectos sobre el potencial de crecimiento a largo plazo de la economía. Según el Marco Fiscal, el PIB potencial estaría alrededor de 3%, un nivel insuficiente para lograr niveles bajos de desempleo en el futuro cercano y prevenir el retroceso en los indicadores sociales, como la pobreza.
Por esto, el país debe no solo tomar las determinaciones para evitar que la persistencia de este choque tenga efectos duraderos sobre el mercado laboral y los niveles de bienestar de la población, sino pensar en las reformas estructurales que se requieren para ajustar las finanzas públicas y buscar nuevas fuentes de crecimiento. En estas tareas será determinante no solo la articulación entre el gobierno central y los territorios, sino también la colaboración de los ciudadanos y las medidas de autocuidado que tomen.