Indicadores
Ojo: SEMANA le cuenta qué viene en 2024 con el dólar, la inflación, las tasas de interés, el empleo, el crecimiento y hasta el petróleo
¿Cómo se moverán los indicadores en 2024? El crecimiento de la economía estará atado a la dinámica de la inversión. Aunque la inflación continuará bajando, se espera que lo haga más rápido, el dólar seguirá volátil y la caída en el PIB le pasará factura al empleo.
Un descenso lento
Aunque desde marzo de 2023 el índice de precios al consumidor (IPC) ha venido descendiendo, no lo ha hecho a la velocidad que el país espera, y la expectativa de volver al rango meta de la inflación del Banco de la República –de entre 3 y 4 por ciento– se mantendrá hasta 2025. Colombia registra una de las inflaciones más altas de la región frente a países como Brasil, Chile, Perú o Ecuador.
El gerente del Banco de la República, Leonardo Villar, explicó las razones por las cuales la inflación ha sido persistentemente alta. Una, el precio de los alimentos, que, aun cuando ha presentado reducciones, mantiene presiones al alza. La segunda, el crecimiento de los regulados, lo que se explica por los ajustes en el precio de la gasolina y en las tarifas de energía. En tercer lugar, las altas tasas de inflación de 2021 y 2022 desencadenaron mecanismos de indexación que han hecho la inflación más persistente. Y la cuarta, la depreciación del peso. A pesar de que la tasa de cambio ha tenido un fuerte ajuste a lo largo del último año, el peso colombiano fue una de las monedas que más se depreciaron en 2021 y 2022.
Para 2023 se estima que la inflación cierre entre 9,5 y 10 por ciento en diciembre y que para finales de 2024 esté bordeando 5,42 por ciento. En el corto plazo, la inflación tendrá varias presiones: los incrementos en los peajes, que no subieron en 2023, pero que en 2024 tendrán dos o más aumentos; la subida en los precios del diésel, los efectos del fenómeno de El Niño y la indexación de la misma inflación causada de 2023 y del incremento del 12 por ciento del salario mínimo.
Dólar: ¿Sin muchos sobresaltos?
El peso colombiano terminó 2023 como una de las monedas de mejor desempeño del mundo al valorizarse 19,24 por ciento. Tras la tormenta del cambio de gobierno y la expectativa de una recesión en los países desarrollados, que llevó a la tasa de cambio por encima de los 5.000 pesos por dólar, vino la calma: la divisa bajó 1.000 pesos y se mantuvo orbitando alrededor de los 4.000. “El peso se fortaleció a medida que los inversionistas ganaron confianza en la idea de que el Congreso bloquearía la mayor parte de la agenda política radical del presidente”, asegura el más reciente reporte de LatinFocus Consensus. Esta firma proyecta que el peso se debilite un poco en 2024 frente a sus niveles actuales a medida que el Banco de la República flexibilice su política monetaria. Además, calcula que la tasa de cambio cerrará 2024 en 4.180 pesos, 20 pesos por encima de la estimación promedio de los 15 analistas consultados por SEMANA (4.159 pesos).
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Credicorp Capital prevé una alta volatilidad de las monedas de los países andinos por la posibilidad de presiones bajistas sobre el dólar globalmente una vez la Reserva Federal (FED) abra la puerta a recortes de sus tasas de interés, lo que estiman se dé posiblemente a partir de la mitad de 2024.
Paralelamente, habría presiones devaluacionistas por reducciones más aceleradas de las tasas de interés por parte de los bancos centrales de la región Andina, lo que implicaría una baja significativa del diferencial entre las tasas locales y las de la FED. A eso se sumaría una persistente incertidumbre política (principalmente en Colombia y Perú).
Como resultado de las fuerzas al alza y a la baja, los tipos de cambio promedio esperados por Credicorp para 2024 no distan mucho de los observados en 2023. “Dicho esto, seguimos recomendando comprar dólares cuando el tipo de cambio caiga por debajo de 4.000 pesos”, aseguran en la entidad financiera.
Alejar el fantasma de la recesión
La sorpresiva caída de la economía en el tercer trimestre, que arrojó una contracción del 0,3 por ciento, revivió los fantasmas de una recesión en el país. En especial, cuando sectores clave tienen dramáticos números en rojo: la industria manufacturera cayó en ese periodo 6,2 por ciento; el comercio, transporte y alojamiento, 3,5 por ciento; y la construcción (vivienda y obras civiles), 8 por ciento.
Sin embargo, la cifra que más preocupa es la de la inversión, la cual bajó 8,9 por ciento en el primer trimestre, 24,6 por ciento en el segundo y 33,5 por ciento en el tercero.
La expectativa del Gobierno de cerrar 2023 con un crecimiento cercano al 1,8 por ciento se desvaneció y ahora no va más allá de 1,3 por ciento. De hecho, el Banco de la República llevó su proyección a un modesto 1 por ciento, mientras que la Ocde la rebajó de 1,5 a 1,2 por ciento. El esperado aterrizaje suave no se está dando y los motores de la economía están apagados (el dato oficial se conocerá el 15 de febrero). Y 2024 parece que no será muy diferente. La Ocde estima que el PIB avanzará 1,4 por ciento, pero otros analistas locales proyectan un crecimiento muy tímido en el año que acaba de comenzar. De acuerdo con la encuesta realizada por SEMANA entre 15 analistas, este año la economía avanzaría 1,46 por ciento, siendo los de Corficolombiana los más pesimistas con tan solo 1 por ciento y los de Fedesarrollo los más optimistas con 2 por ciento.
La presión por el impacto de las reformas que vienen de años anteriores y que han entrado en vigencia; las reformas, como la laboral, la pensional o la de la salud, sumadas a los mensajes del Gobierno que están generando un ambiente de incertidumbre en el sector privado, incluso con signos de estatización implícitos o tácitos; los anuncios de cambios en la regulación o en los modelos de negocios y el freno que hay en sectores clave, como las concesiones de infraestructura o los más de 30.000 hogares que han desistido de la compra de vivienda, están provocando un escenario desafiante.
A esto se añade que la prima de riesgo del país aumentó en medio de una incertidumbre regulatoria, jurídica y un enrarecido clima para la construcción de confianza ante un deterioro de la seguridad en el país.
El reto es destrabar proyectos que permitan alcanzar victorias tempranas para reactivar la economía en sectores como la infraestructura y la vivienda, incentivando la inversión pública y la privada. En materia de consumo, capitalizar las históricas cifras que alcanzarán las remesas (proyectadas en 10.000 millones de dólares anuales), las cuales serán una inyección fundamental para la economía, y hacer una transición energética que no reniegue de la importancia del petróleo y del gas, apalancando la transformación productiva del país sin abandonar la autosuficiencia.
Desempleo con perspectivas flojas
Uno de los indicadores que sorprendió en 2023 fue el desempleo, el cual disminuyó pese a la fuerte desaceleración de la economía. Hasta octubre iba en 9,2 por ciento y en noviembre llegó a 9 por ciento frente al mismo mes del año pasado. No obstante, la perspectiva al cierre del año no es la mejor, dado que los analistas creen que en el último trimestre se iba a empezar a sentir el menor ritmo del PIB en el mercado laboral.
“Si bien la tasa de desempleo sigue en un dígito, la reducción en el número de ocupados prende las alarmas sobre la convergencia entre las dinámicas del empleo y la desaceleración económica”, señalan en Anif. Añaden que es importante resaltar que el desempleo en octubre bajó gracias a que el último trimestre del año es el de mayor actividad económica. Sin embargo, puntualizan que el alza de la tasa de desempleo desestacionalizada (que pasó de 9,5 por ciento en septiembre a 9,8 en octubre) refleja que el mercado laboral está rezagado frente a la desaceleración económica vista hasta ahora y que seguro se reflejará en el primer trimestre de 2024.
Los analistas de Davivienda alertan por la pérdida de 320.000 empleos a nivel nacional en octubre, utilizando la información desestacionalizada y teniendo en cuenta que la población ocupada de ese mes fue de 22,7 millones, lo que representó una disminución de 1,39 por ciento frente a septiembre. “Es importante resaltar que en octubre en tres de los trece sectores económicos que mide el Dane se destruyeron puestos de trabajo: en comercio y reparación de vehículos se perdieron 135.000 empleos, en industrias manufactureras 108.000 y 55.000 en actividades financieras y de seguros, comparado con el mismo mes del año anterior”, advierten.
En el grupo de Investigaciones del Banco de Bogotá dicen que, ante la desaceleración económica, el deterioro en el número de ocupados y el aumento de los desempleados, es probable que la tasa de desocupación pase de 10,1 por ciento en 2023 a 11,1 por ciento en 2024.
Pese a lo anterior, la más reciente Encuesta de Expectativas de Empleo, de ManpowerGroup, indica que los empleadores colombianos proyectan un panorama de contratación estable para el primer trimestre de 2024, con una expectativa neta de empleo del 31 por ciento. Esa tasa se calcula al restar los planes de recorte de personal de los planes de contratación.
El petróleo y los conflictos
Los conflictos internacionales ejercen fuertes presiones sobre los precios de los commodities en el mundo. Recientemente, la guerra entre Rusia y Ucrania elevó los costos de alimentos, fertilizantes y energéticos, amenazando la inflación del planeta. Ahora, con los combates en la Franja de Gaza entre Israel y Hamás, hay incertidumbre sobre el rumbo que puedan tomar los precios de los productos básicos, en especial del petróleo.
Un análisis del Banco Mundial advierte que, hasta el momento, los efectos en los mercados de productos básicos han sido limitados. “Desde que estalló el conflicto, los precios generales del petróleo han aumentado alrededor de un 6 por ciento. Los precios de los productos básicos agrícolas, la mayoría de los metales y otros productos básicos apenas se han movido”, dice la entidad.
Sin embargo, el panorama cambia ante otros escenarios. Las perspectivas para los precios de los productos básicos cambiarían si el conflicto se intensifica. En el informe se describe lo que podría suceder en tres escenarios de riesgo basados en la experiencia histórica desde la década de los setenta. “Los efectos dependerían del grado de interrupción del suministro de petróleo. En un escenario de ‘poca interrupción’, la oferta mundial de petróleo se reduciría entre 500.000 y 2 millones de barriles por día. En este escenario, el precio del petróleo aumentaría inicialmente entre 3 y 13 por ciento con respecto al promedio del trimestre actual, y el barril pasaría a costar entre 93 y 102 dólares”, señala el estudio.
En un escenario de “interrupción media”, el suministro mundial de petróleo se reduciría entre 3 y 5 millones de barriles por día. Esto aumentaría los precios del petróleo entre 21 y 35 por ciento, y el barril pasaría a costar entre 109 y 121 dólares. “En un escenario de ‘interrupción considerable’, el suministro mundial de petróleo se reduciría entre 6 y 8 millones de barriles diarios. Esto elevaría inicialmente los precios entre un 56 y un 75 por ciento, con lo que el barril pasaría a costar entre 140 y 157 dólares”, agrega el análisis del Banco Mundial.
Destaca el informe que el hecho de que el conflicto haya tenido hasta ahora un impacto modesto en los precios de los productos básicos puede reflejar la mejoría en la capacidad de la economía mundial para absorber las crisis de los precios del petróleo. Según el estudio, a partir de la crisis energética de la década de los setenta, los países reforzaron sus mecanismos de defensa contra este tipo de eventos, y desde 1970, por ejemplo, la cantidad de petróleo necesaria para generar 1 dólar del producto interno bruto se ha reducido más de la mitad.
Tasas de interés: empieza un nuevo ciclo
Tras una votación dividida, la Junta Directiva del Banco de la República decidió bajar las tasas de interés de intervención, que no movían desde abril pasado. La reducción era un pedido de empresarios y Gobierno, pues había preocupación debido a que el alto costo del crédito era una de las razones que frenaba las inversiones.
Como consecuencia, la economía se desaceleró más de lo previsto, a tal punto que algunos temen una recesión.
El recorte fue de 25 puntos básicos (al pasar de 13,25 a 13 por ciento), y los expertos creen que este año continuará el descenso para cerrar 2024 en 8,09 por ciento, según el sondeo hecho por SEMANA.
Como indicó el gerente del Emisor, Leonardo Villar, serán cautelosos sobre las decisiones futuras, por lo que es probable que el ciclo de reducciones de tasa de interés empiece de forma moderada y termine siendo más extenso de lo habitual.
“Además, se parte de una tasa de interés alta para el actual siglo. Cabe recordar que los ciclos de reducción de tasa de interés suelen extenderse por aproximadamente un año y medio (17 meses), pero en esta ocasión el mismo podría ser de hasta dos años”, asegura el grupo de Investigaciones Económicas del Banco de Bogotá.
El analista financiero Andrés Moreno dice que, con el recorte de tasas ocurrido al cierre del año pasado, la economía colombiana inicia un nuevo ciclo de política monetaria que envía señales esperanzadoras para evitar una mayor desaceleración.
Añade que la reducción no fue mayor, porque la inflación aún tiene grandes presiones con factores como la anunciada alza del ACPM y el aumento del salario mínimo.
Si bien el impacto del descenso de las tasas de interés no se siente de inmediato en el costo del crédito, Moreno considera que los consumidores financieros desde ya pueden sacarle provecho. Por ejemplo, si tienen un ahorro, este es el momento para abrir un CDT, pues sus rendimientos aún están en máximos y se puede asegurar una muy buena tasa de interés, por ejemplo a un año, cuando probablemente ya no estarán tan altas.
Igualmente, los establecimientos de crédito desde ya se empezarán a ajustar al nuevo escenario y a presentar ofertas de compras de cartera, lo que implica que los deudores pueden consolidar sus acreencias y conseguir mejores tasas.