Economía
Nueve de cada 10 colombianos temen por su empleo; ¿tendrá el país la gasolina para prender la locomotora de la economía y salvar el trabajo?
En febrero, la actividad económica avanzó gracias al agro, por el adelanto de las cosechas ante el temor al fenómeno de El Niño. Pero esa velocidad sería pasajera, pues industria, comercio y construcción siguen en negativo.
La agricultura fue la almendra de la economía colombiana en febrero, pero no se trataría de un impulso duradero. Los agricultores se adelantaron en la siembra para salirle al paso al fenómeno de El Niño, que, de hecho, ahora está pasando factura, con una sequía más fuerte y prolongada de lo que se creía hace un año, cuando ya se hablaba del evento climático.
En los últimos 12 meses, hasta febrero, la producción total creció 2,49 por ciento, según el índice de seguimiento económico (ISE), revelado por el Dane. Pero al quitarle el efecto estacional de una siembra anticipada, la cifra fue solo de 1,3 por ciento, lo que da muestras de una persistente debilidad que se puso de manifiesto en el segundo mes del año, pues la actividad productiva mensual decreció 1,57 por ciento anual.
Las familias y los inversionistas, aunque ya sienten el alivio de una inflación menor a la de hace un año, cuando los precios llegaron a su nivel más alto en los últimos tiempos (13,34 por ciento), ahora lidian con una racha prolongada de altos costos en las tasas de interés para tomar créditos.
El bolsillo de los ciudadanos está impactado por los arriendos, la factura de la energía o un préstamo para vivienda que les ha salido costoso a quienes lo pudieron tomar. Pensar dos veces antes de comprar un nuevo vestido o estrenar un electrodoméstico ha llevado al freno en el consumo, lo que no se revertirá pronto, como lo anticipó la firma Raddar, que confirmó una caída en el gasto de los hogares para marzo.
Esa realidad se refleja en la contracción de la industria, cuya producción real bajó 2,2 por ciento en el segundo mes del año en comparación con igual mes de 2023. De 39 actividades manufactureras, 30 se mantuvieron en negativo y allí parecen estar atascadas. La fabricación de vehículos se desplomó, al igual que la elaboración de aceites y de productos de panadería.
El coletazo llegó al comercio, como se observa en los negocios minoristas, con los locales sin clientes, o con algo de gente, pero sin compradores. Las ventas reales declinaron 1,8 por ciento en febrero, pese al inicio de la temporada escolar.
Por el lado de la construcción también hay números en rojo. Las ventas de vivienda en el primer trimestre fueron las más bajas en 15 años, según Camacol. Por lo tanto, el ronco motor que tuvo la economía en febrero, intentando arrancar para tomar velocidad, se debió al susto con el fenómeno de El Niño, manifestó Jackeline Piraján, analista de Scotiabank: “En la parte de electricidad es probable que las termoeléctricas, encendidas a todo vapor para no dejar de abastecer al país, que depende del agua para generar energía, estén llevando a impulsar un poco más de generación de actividad; sin embargo, eso sería temporal”, al igual que el impulso del agro.
Si la economía sigue débil el empleo peligra
Lo cierto es que la debilidad sigue reinando en la economía, lo que se evidencia en mediocres perspectivas de crecimiento. Ya son pocos los que pronostican que el PIB avanzará más allá del 1 por ciento. El Fondo Monetario Internacional revisó a la baja su proyección para Colombia, de 1,3 a 1,1 por ciento en 2024, y el 60,5 por ciento de los analistas colombianos, según dijeron en la encuesta del Banco de la República, no aspiran a una expansión más allá del 1,5 por ciento. Las cifras no serían suficientes para ver la prosperidad.
La preocupación ciudadana está por el lado del empleo. Nueve de cada diez personas (93 %) temen perder su puesto de trabajo, según el Trust Barometer, un reporte global de la firma Edelman.
Y los encuestados no están lejos de la realidad. La tasa de desempleo en febrero se ubicó en 11,7 por ciento, y el vaticinio de Anif es que llegará a 11,9 por ciento al cierre de este año, para treparse 12,9 por ciento en diciembre de 2025, en medio de un mercado laboral en deterioro porque no se reactiva la inversión.
A entrar en fase creciente
La necesidad de entrar en fase creciente de la economía es inaplazable y requiere eficiencia en el gasto público, además de avanzar en dar certidumbre regulatoria para motivar a los inversionistas, expresaron los economistas de Corficolombiana. Para esta firma, una gran inquietud es la inversión, que, según sus cálculos, también se contraerá este año.
Para estimular el consumo de los hogares –a los que no tienen ahorros los cogió la desaceleración–, es indispensable promover el empleo y reducciones más generosas de las tasas de interés por parte del Banco de la República. El país clama por la reactivación.