INVERSIÓN
Warren Buffett, el oráculo de Omaha, ¿habrá perdido el tino?
El fondo de Warren Buffett es uno de los que más ha perdido en la pandemia: 50.000 millones de dólares. Pero él es ejemplo de que las crisis traen oportunidades. ¿Perdió su toque, se equivocó o se saldrá con la suya?
Warren Buffett es toda una leyenda en el mundo de los negocios y uno de los inversionistas más admirados en el ámbito global. A sus 89 años sigue activo en la presidencia de Berkshire Hathaway, uno de los fondos de inversión más exitosos de Estados Unidos. Además, conserva un estilo de vida sencillo a pesar de ser el quinto hombre más rico del mundo, con una fortuna estimada en 69.500 millones de dólares, según Bloomberg. Y se mantiene muy activo en temas de filantropía.
Como si fuera poco, goza de un merecido prestigio por su buen ojo para las inversiones, que han llevado a que su fondo registre unas ganancias de 20,3 por ciento promedio anual desde 1965 hasta 2019. Así, superó el retorno que en el mismo periodo tuvo la inversión en el índice Standard & Poor’s 500 –de las 500 empresas más grandes que cotizan en bolsa en Estados Unidos–, que alcanza el 10 por ciento promedio anual.
Pero esto no lo hizo inmune al impacto de la covid-19. Por los efectos de la pandemia en los mercados de valores, en el primer trimestre del año su fondo sufrió un costoso revés al registrar pérdidas por 49.700 millones de dólares.
¿Cómo uno de los inversores más curtidos, que le ha ganado al mercado varias veces por aprovechar muy bien las crisis, terminó perdiendo esta vez? La respuesta es que quizás las medicinas que funcionaron en el pasado no han sido tan efectivas ahora. Las dimensiones de la actual crisis han sobrepasado el conocimiento de los inversionistas más avezados.
En las crisis anteriores, con altas volatilidades y malos resultados del mercado, Buffett mantuvo sus nervios de acero y buen tino para invertir; y, cuando otros huían del riesgo, se ganó la fama de oráculo al percibir las oportunidades donde otros solo veían riesgos.
Así identificó algunas de las lecciones que enseña con frecuencia: paciencia y disciplina. Su manejo cuidadoso de las inversiones y la apuesta por empresas consolidadas, en sectores tradicionales como alimentos, financiero y cadenas de restaurantes, entre otros, lo habían blindado. Hasta ahora.
Pero esta vez los problemas tienen otras dimensiones. El pasado sábado 2 de mayo, durante la reunión anual de socios de Berkshire –que este 2020 fue virtual por primera vez en su historia–, Buffett reportó resultados negativos de su fondo de inversiones al cierre del primer trimestre.
El Oráculo de Omaha, como es conocido, comenzó con un inusual discurso de casi una hora, que incluyó un recorrido por la historia de las crisis que ha vivido Estados Unidos hace más de un siglo.
Warren Buffett Presidente de Berkshire Hathaway
Desde la guerra civil, la Gran Depresión y la gripa española hasta las recientes crisis bursátiles merecieron algunas reflexiones. Luego hizo un mea culpa, repasó el estado de las inversiones y concluyó con un rotundo mensaje: confianza plena en la recuperación porque “el milagro estadounidense, la magia estadounidense siempre han prevalecido y lo volverán a hacer”.
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Pero este exceso de propaganda y las frases efectistas que insistían en que “nunca, pero nunca (se debe) apostar contra Estados Unidos” solo reafirmaron la incertidumbre y el desconcierto entre muchos inversionistas por el momento crítico de la economía mundial a raíz del coletazo del coronavirus.
Un problema de alto vuelo
Las pérdidas del primer trimestre en Berkshire Hathaway reflejan el errático comportamiento de las inversiones en la bolsa. Pero los resultados operativos de las casi 90 empresas en las que se encuentran los recursos del fondo mostraron un repunte frente al año pasado: 5.871 millones de dólares de ese periodo frente a 5.555 millones en 2019. Ese es un punto a favor de Buffett que ha sabido escoger. Y cada vez que puede presume del buen negocio de invertir en compañías consolidadas, que no solo producen ganancias en bolsa, sino también en su operación. A esto le llama el éxito del interés compuesto.
Sin embargo, varias firmas del portafolio vieron golpeadas sus cotizaciones en bolsa entre enero y marzo pasados. En este grupo están las aerolíneas, un sector en el que Buffett había prometido mantenerse “mientras estuviera vivo” y que han sido duramente castigadas.
A comienzos de marzo, cuando el coronavirus apenas comenzaba a extenderse por Europa, Berkshire dio muestras de confianza y aumentó por encima del 10 por ciento su compra de acciones en aerolíneas.
Pero solo fue cuestión de semanas para que la estantería empezara a tambalear. Las cuarentenas obligatorias se extendieron por el planeta y dejaron en tierra cientos de aviones de casi todas las compañías en el mundo.
Las pérdidas de ingresos por el freno en los viajes ante el temor de la propagación del virus no se hicieron esperar. Iata, el gremio de las aerolíneas internacionales, calculó hace dos semanas que los cierres globales podrían llevarlas a perder ingresos por unos 314.000 millones de dólares. Una verdadera fortuna.
Ante este nuevo escenario, Buffett tuvo que dar marcha atrás. A mediados de abril vendió 6.000 millones de dólares en participaciones que tenía el fondo en American Airlines, Delta, Southwest y United. Para ese momento de incertidumbre, otros inversionistas también estaban saliendo de sus acciones y las pérdidas se profundizaron.
En su informe anual incluyó un “me equivoqué” al admitir su error de aumentar sus inversiones en aerolíneas en plena pandemia. Y aunque expresó que preferiría estar equivocado, anticipa que el negocio aéreo “ha cambiado de una manera muy importante”.
“No sé si dentro de dos o tres años las personas volarán tantas millas de pasajeros como lo hicieron el año pasado”, dijo un Buffett dubitativo. Y a renglón seguido no ocultó su preocupación al señalar que “si el negocio vuelve al 70 u 80 por ciento (de ocupación), el avión no desaparece”. Pero quizás haya demasiados aviones, como lo reseñó el diario Financial Times.
Estas dudas de uno de los más respetados inversionistas provocaron una crisis de nervios en los mercados al lunes siguiente, cuando las acciones de las aerolíneas se desplomaron en las bolsas de valores de Estados Unidos.
Las pérdidas de Berkshire en el primer trimestre, sin embargo, no implican la caída para una leyenda de las inversiones. Por ahora se trata de un traspié. El fondo mantiene una enorme liquidez con casi 140.000 millones de dólares listos para invertir en empresas y negocios que cumplan los estrictos parámetros que Buffett y su equipo han establecido.
Por ahora, la crisis no ha dejado ver con claridad esas nuevas oportunidades que con frecuencia Buffett identifica. Eso no implica que el oráculo haya perdido su toque. Quizás se trata simplemente de una situación inesperada, de la que saldrá muy pronto poniendo a prueba dos de sus máximas: paciencia y disciplina.
Cómo invierte Berkshire
Uno de los consejos más famosos de Warren Buffett indica que hay que tener miedo cuando los demás se muestren codiciosos y hay que ser codiciosos cuando los demás teman. ¿Qué hacer en este momento?
Buffett tiene una fama bien ganada de buen inversionista. En la crisis financiera de 2008 compró acciones en Goldman Sachs, Bank of America y General Electric, cuando la imagen de los bancos estaba por el piso. Esto le generó con el tiempo una ganancia superior a los 10.000 millones de dólares.
Pero en la última semana la fortuna del magnate se redujo en cerca de 2.000 millones de dólares, luego del impacto de la pandemia en dos de sus principales inversiones: See’s Candies y Precision Castpart. Recortaron empleos, cerraron sus tiendas minoristas y suspendieron operaciones.
Cerca del 20 por ciento han caído las acciones del fondo de Buffett desde finales de febrero. La incertidumbre y la volatilidad del mercado de valores provocaron este resultado.
Dos sectores que ha descartado para invertir son la tecnología y las criptomonedas. En el primer caso, porque Buffett ha dicho que no busca entrar en negocios que desconoce, mientras que en el segundo asegura que se trata de un negocio que no genera valor.