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Pescados y mariscos, así como inversiones en genética, los nuevos negocios del Grupo Bios
Santiago Piedrahita, presidente de este conglomerado agroindustrial, dice que se necesitan señales de confianza para que se recupere la inversión en el país.
Aunque la economía entró en un profundo proceso de desaceleración, sectores como el agropecuario, en medio de las dificultades, sacaron la cara.
Uno de los principales jugadores de esta actividad es el Grupo Bios. Con ingresos en 2023 por 6,5 billones de pesos, se enfoca en la cadena de proteína, integrada desde los granos hasta la mesa de los consumidores, en negocios pecuarios de pollo y cerdo, y ahora de pescados, así como en nutrición animal y genética.
En el mundo de nutrición animal, tiene marcas como Contegral y Finca, y hacia el consumidor final cuenta con dos grandes negocios: el de mascotas, con marcas como Ringo y Mirringo, líderes en el segmento de alimentos para perros y gatos, mientras que en proteína para humanos su portafolio cuenta con las marcas de pollo Frico y Pimpollo, y es uno de los principales accionistas de La Fazenda, en cerdo. Tiene líneas de proteína de origen vegetal, así como de carnes frías, con Lorenzano, y de pescados y mariscos, con Antillana.
“El 2023 fue un año interesante, aunque lo único no positivo fue que no hubo crecimiento en volúmenes. Tuvimos un año con un consumidor muy prudente, un poco preocupado por el gasto en las distintas categorías en las cuales estamos. Sin embargo, a pesar de todo lo anterior, decimos que fue un buen año, porque en lo financiero crecimos cerca del 7 por ciento en ventas, aunque las utilidades netas se redujeron cerca de 10 por ciento frente al año 2022. Fue positivo porque operacionalmente mejoramos”, dice Santiago Piedrahita, presidente del Grupo Bios.
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Explica que el gasto financiero aumentó el año pasado, así como la carga tributaria. “A pesar del impacto de impuestos y de gasto financiero, la utilidad neta solamente nos redujo un 10 por ciento, pero también fue muy positivo desde otras perspectivas, como los nuevos negocios”.
Destaca, por ejemplo, que en 2023 se gestó la adquisición de Antillana, aunque la operación se cerró este año. También ingresaron al negocio de genética bovina con la marca ABS, líder de este tema en el mundo. Igualmente, lanzaron una categoría nueva de carnes frías con la marca Lorenzano, y, finalmente, constituyeron un vehículo -Bios Venture- para hacer inversiones en emprendimientos y startups.
La compra de Antillana fue un hito para Grupo Bios. “Decidimos, hace unos 2 o 3 años, entrar a la categoría de pescados y mariscos. Y Antillana era el actor clave: una marca muy reconocida en el país, con un portafolio de más de 400 especies de pescados y mariscos. Esto fortalecía nuestra oferta multiproteína para el consumidor final”, señala Piedrahita. Según él, esta categoría, y la de cerdo, son las dos proteínas que más crecen en el país.
Pero, así como Bios ha incorporado nuevos negocios en su operación, también decidió salir de otros. Este año desinvirtió en Avícola Triple A, que era su negocio de huevos. “Estamos revisando el portafolio validando en qué somos buenos y en qué probablemente no somos los mejores dueños, para garantizar que seamos los mejores en lo que estemos. Consideramos fundamental garantizar que en los negocios en los que estemos podamos generar valor y diferenciación. Y en el huevo, por varios años, nos preguntamos si realmente era un negocio en el cual se generaban sinergias con el resto del portafolio, en distribución y llegada al mercado, y finalmente no las conseguíamos”, manifiesta Piedrahita.
En el campo de las inversiones, Bios en 2023, independiente de la adquisición de Antillana, hizo inversiones por cerca de 200.000 millones de pesos, y para este año, la cifra estará alrededor de los 190.000 millones en sus capacidades de distribución y en ensanches de planta.
Frente a la situación de la inversión en el país, que se ha venido contrayendo, Piedrahita opina que hay dos razones clave: una, el nivel de tasas actuales, que, en su concepto, inviabiliza muchos proyectos. “Nosotros lo vemos. Hay muchos proyectos de inversión que quisiéramos adelantar, pero las cifras no cierran y no cuadran. Eso, básicamente, es el costo del dinero”. Y la segunda, es un tema de confianza. “Si permanentemente estamos en una dialéctica de desconocer el rol del sector privado o cuestionarlo porque se tiene el convencimiento de que casi todo debería ser estatal, pues obviamente la confianza del inversionista se afecta y se suspenden muchos proyectos hasta no ver señales claras y concretas de confianza”.
Para Piedrahita, el ruido “grande” es pretender “desconocer lo bueno de lo que tenemos y cambiarlo todo, tirándonos como a un abismo de incertidumbre”. Allí, dice, se ve improvisación e inestabilidad fiscal. “Y es un problema de confianza, de susto en los mercados y de poner en hold muchos proyectos e inversiones porque generan temores”.
Le preocupa el futuro del desarrollo de los proyectos de infraestructura y la seguridad energética del país. “A hoy, no hay ningún proyecto grande en remojo. Esto quiere decir que si este país continúa creciendo en la demanda de energía, como esperamos, porque eso es sinónimo de desarrollo, pues vamos a tener un problema energético más adelante. Sin hablar del suministro de gas y de otros elementos que nos van a provocar un dolor de cabeza. Tanto discurso genera incertidumbre y, al final del día, esa incertidumbre genera falta de confianza, que no solo afecta las inversiones en bonos, sino que nos puede llegar a impactar más adelante”.
A esas inquietudes, suma también el aumento de la inseguridad. “Vemos algunas regiones del país con un deterioro muy significativo en la seguridad, con niveles de extorsión ya altos. Eso es muy preocupante y junto con la falta de confianza, inhibe totalmente los temas de inversión”.
Bios es un importador de gran tamaño de granos para su producción y ha tenido que enfrentar la volatilidad de los commodities, pero también de la tasa de cambio. Para enfrentar esta volatilidad, Piedrahita asegura que buscan estar más cerca del mercado y de los consumidores. Explica que hasta mitad del año pasado los costos estuvieron muy presionados, pero en el segundo semestre de 2023 los costos de nutrición animal mejoraron fruto de la reducción de los precios de los commodities.
“Como organización tenemos una obsesión con la reducción de la deuda. Terminamos el año pasado con muy poca deuda, siempre hemos sido una organización de bajo endeudamiento, pero en estos entornos de tasas altas, volatilidades altas e incertidumbre, preferimos dormir en almohadas de plumas y no estresados con temas financieros, porque aquí muy fácilmente la organización puede perder la flexibilidad”, advierte Piedrahita. Y dice que lo que más necesita el grupo es flexibilidad para aprovechar las oportunidades que aparecen y sortear las dificultades “con tranquilidad, sin arriesgar para nada el compromiso de la seguridad alimentaria”. Según sus cálculos, la deuda el año pasado terminó en cerca de 0,4 veces el nivel de Ebitda.
Piedrahita es un convencido de que la mejor forma para contribuir a la seguridad alimentaria es garantizar que Colombia no tenga una dependencia permanente de los mercados internacionales de alimentos para animales, como soya o maíz. “Eso no se puede hacer de un día para otro, eso se tiene que hacer con una política de Estado más que de Gobierno, de inversión permanente. Nosotros como proyecto soya-maíz habíamos planteado la posibilidad de que Colombia obtenga 50.000 hectáreas adicionales anuales para la producción de granos. Eso, en sí mismo, ya es un gran reto que podría permitir que en 13 años el 40 por ciento de las necesidades de Colombia sean solventadas con productos locales”.
Y señala que poner restricciones al comercio de granos no es la salida. En su concepto, la solución es desarrollar la producción competitiva de granos en Colombia, y eso lo tienen que hacer juntos el sector productivo y el Estado, facilitando la participación de otros que tienen el conocimiento y el know-how.
“En una serie de más de 30 años de historia, en los momentos donde más alto fue el arancel, Colombia produjo menos maíz. Por el contrario, en los últimos años, donde la iniciativa soya-maíz proyecto país ha estado vigente, nos hemos puesto de acuerdo todos juntos en la cadena, a pesar de que el arancel ha sido cero, y es el momento en que más ha crecido la producción de granos en Colombia”, puntualiza Piedrahita.