CRISIS

Populismo legislativo:hablan los economistas

Desde el Congreso de la República y los partidos políticos se vienen lanzando propuestas para reactivar la economía, la mayoría poco ortodoxas: desde crear un bono para los niños pobres hasta poner al Banco de la República a emitir. ¿Qué tan viables son? Un grupo de economistas responde la pregunta.

19 de diciembre de 2020
mauricio cabreraAnalista económico

Las placas tectónicas del debate público se han movido: ni la amenaza de las Farc, ni el castrochavismo o la fumigación de cultivos ilícitos les pisan siquiera los talones a otros temas que se han vuelto sensibles para todos los colombianos.

El desempleo, la recuperación económica, los impuestos y hasta el acceso al crédito se convirtieron en la preocupación central de la opinión pública.

Ese fue el principal impacto de la pandemia en el debate sobre los asuntos de todos: cambió radicalmente la percepción de los colombianos sobre lo que debe pasar en su futuro económico.

Los políticos así lo han entendido y por eso están bastante activos lanzando propuestas sobre cómo enfrentar los problemas que dejan el coronavirus y la cuarentena: el sector productivo muy afectado, un retroceso social enorme (en pobreza y desempleo) y un deterioro significativo en las finanzas públicas.

En su carpeta de proyectos de ley hay muchas opciones: subsidios, rentas básicas, emisión del Banco de la República y un enorme etcétera que muestra cómo todo el país está ahora mismo pensando cómo resolver esta cuadratura del círculo.

El problema es que la economía es la ciencia de administrar los bienes escasos, razón por la cual nadie quiere escuchar lo que es necesario hacer para que al país le vaya mejor.Si el país lleva 20 años sin aumentar la productividad, lo que se necesita es trabajar más; y si por cuenta de la pandemia se abrió un hueco fiscal adicional cercano a 2 puntos del PIB (unos 20 billones de pesos), lo que sigue es aumentar el recaudo eliminando exenciones, comenzando por la más onerosa de ellas, el IVA, que incluye la mayor parte de la canasta familiar. Y si el desempleo es un problema, es necesario flexibilizar el contrato y reducir los costos... etcétera.

Contrario a eso, ahora mismo lo que los partidos políticos están proponiendo es reducir la jornada laboral; aumentar el salario mínimo más allá de las posibilidades de los empresarios; no tocar el IVA; aumentar otros impuestos, como el del patrimonio, e incrementar los programas sociales estableciendo una renta básica universal. Eso sí, no mencionan cómo financiarlos.

Esa es la tensión que se va a resolver en los primeros meses del próximo año. Mientras que muchos sectores demandan más recursos, las finanzas públicas se resienten. Y nadie quiere pagar más impuestos. Es claro que la pandemia puso contra las cuerdas a todo el planeta. Pero también lo es que en la búsqueda de soluciones no se debe optar por alternativas que suenen bien para la galería, pero que resultan más costosas en el largo plazo o no resuelvan los problemas estructurales que enfrenta el país.

Muchos han hecho énfasis sobre el riesgo de que en 2021 aparezcan y se consoliden propuestas demagógicas por cuenta de la inminencia del periodo electoral de cada cuatro años.

Distintas propuestas van a sonar como música para los oídos de una población agobiada y doliente por todos los problemas derivados de la pandemia. Y pocos de los actores de la política van a hacer algún esfuerzo por ponerle sindéresis al asunto: cualquiera que proponga las fórmulas necesarias, pero impopulares, va a salir quemado en las elecciones al Congreso o a la Presidencia, porque lo que menos genera votos es anunciar ajustes.

Así que la tensión entre economía y política se va a ver agudizada. El problema es tan claro que el propio expresidente Álvaro Uribe advirtió sobre la necesidad de adelantar lo más pronto posible la discusión tributaria.

El Gobierno también lo tiene claro y por eso ya anunció su proyecto en el primer trimestre de 2021, algo sin antecedentes en la historia reciente del país. Si se deja esa discusión para el segundo semestre el problema no será lo que el Gobierno lleve al Legislativo, sino lo que salga de allá en plena campaña electoral. En ese escenario, sería mejor que la administración Duque se abstuviera de impulsar el necesario ajuste en los impuestos.

Pero si no lo hace, tiene encima a las calificadoras de riesgo y a los agentes de los mercados internacionales, que van a presionar porque realmente ven el futuro de las finanzas públicas muy embolatado. El país va a necesitar mucha inteligencia económica, política y emocional para impedir que el debate se vuelva solo partidista. Por eso, se consultó a un grupo de economistas de todas las vertientes para que plantearan sus puntos de vista sobre cinco propuestas que han estado circulando:

  • Reducción de la jornada laboral.
  • Otorgar, desde su nacimiento, un bono a un niño por cada familia vulnerable, que se pagará con un impuesto al patrimonio.
  • Generalizar el IVA a toda la canasta, pero devolviendo el gravamen a las personas de menores ingresos.
  • Asignar una renta básica para la población más vulnerable.
  • Que el Banco de la República emita para financiar al Gobierno.

Respondieron exministros, académicos y hasta antiguos miembros de la junta del Banco de la República. Muchas de sus opiniones dan claridad sobre lo que es necesario hacer. Esto respondieron.

Mauricio Cabrera

Reducción de la jornada laboral. Creo que ese es el peor de los mundos, porque les encarece los costos laborales a los empresarios y no les da más ingreso a los trabajadores, a diferencia de un aumento en el salario que encarece los costos laborales, pero da ingresos a los trabajadores y aumenta capacidad de compra, lo que incrementa las ventas de las empresas lo que, a su vez, hace que las firmas enganchen más trabajadores. Me parece que esta es una propuesta populista.

Otorgar, desde su nacimiento, un bono a un niño por cada familia vulnerable, que se pagará con un impuesto al patrimonio. Es una propuesta interesante para garantizar que las familias vulnerables logren un ahorro que les sirva para la pensión. Sin embargo, es una propuesta de muy largo plazo y se necesitan medidas más urgentes, para que las familias tengan ingreso ahora para poder comprar el mercado. Implicaría un aumento de impuestos que afecta la economía, pero el impacto es de larguísimo plazo y se va a sentir en 60 años, cuando esos niños lleguen a la edad de pensionarse y tengan un ahorro. En otras circunstancias y para economías con menos problemas urgentes podría considerarse, pero en las actuales no sirve.

Generalizar el IVA a toda la canasta, pero devolviendo el gravamen a las personas de menores ingresos. Ahí hay un sofisma muy grande porque la generalización del IVA afecta a toda la población y la devolución solo va dirigida a los más pobres, algo que es muy importante. Pero hay personas en condición de vulnerabilidad y clase media que serán los más afectados y pagarán la mayor parte de la generalización del IVA. Hoy el Gobierno se está gastando unos 300.000 pesos bimensuales por persona en la devolución del IVA. Eso vale dos billones de pesos al año. Pero la generalización del impuesto puede representar 7 puntos del PIB; ¡70 billones de pesos! ¿Quién paga esa diferencia? Los menos pobres, la clase media y los vulnerables. El IVA generalizado sería un aumento impresionante del 19 por ciento en el costo de todos los bienes que hoy están exentos.

Si se va a hacer eso, hay que saber también si están dispuestos a quitar otras exenciones de IVA como la de los bienes raíces. En la reforma tributaria de 2018 se intentó poner y solo lo dejaron para los bienes de 800 millones o 900 millones de pesos hacia arriba. ¿Le van a poner IVA a eso? El Gobierno acaba de quitarle el IVA a los bienes de capital. ¿Se lo van a volver a poner? ¿Solo van a poner un IVA que afecte a la clase media o también el IVA que afecta a las empresas?

Asignar una renta básica para la población más vulnerable. Hay que distinguir entre renta básica universal, que es un concepto muy difícil de implementar y muy costoso para un país como Colombia, de lo que es el ingreso mínimo garantizado. Este último sí se puede implementar para que cada familia beneficiaria tenga por lo menos la posibilidad de recibir un salario mínimo que le permita comprar el mercado. Esto tiene una ventaja: no sería para toda la población, sino para un segmento de unos cuatro o cinco millones de hogares y es financiable dentro de las posibilidades económicas de Colombia. La renta universal excede esa posibilidad económica del país hoy.

Que el Banco de la República emita para financiar al Gobierno. ¡Por su puesto que sí! Lo han hecho los bancos centrales de Inglaterra, de Estados Unidos y de Japón. Aquí somos más papistas que el papa y nos da miedo. Esa es una visión maniquea porque el Banco de la República, para enfrentar la pandemia, emitió plata, pero para el sector privado, unos 35 billones de pesos. ¿Por qué para el sector privado es bueno emitir, pero para el sector público es malo? Esa es una visión maniquea de la emisión. No es una medida para cualquier momento, sino para unas circunstancias extraordinarias. Si ha habido circunstancias extraordinarias para la economía colombiana ha sido durante la pandemia y no se quiso usar la emisión, por eso la ayuda del Gobierno colombiano para la economía ha sido de las más pequeñas del mundo.

Salomón Kalmanovitz

Las primeras cuatro propuestas son dulces envenenados, pequeñas concesiones al pueblo para impulsar un programa de reformas cuyo preludio estamos viviendo: entes de control e instituciones independientes controladas por el Gobierno, reforma judicial para garantizar impunidad a los delitos del paramilitarismo y reforma electoral para perpetuar la alianza política de las derechas en el poder. La quinta propuesta la hizo el presidente de la Andi y se puede interpretar como una justificación para reducir impuestos a los empresarios y sustituirlos por emisión, con riesgo de que otros intereses pidan más de lo mismo, lo que puede causar alza generalizada de precios, o sea reducción de impuestos a los más ricos que se paga con impuesto inflacionario que pagamos todos. Obviamente la jornada laboral en Colombia es excesiva. Hace más de 100 años se ganó la jornada de 40 horas en los países civilizados y en algunos países europeos se ha reducido a 36 horas a la semana. El bono a los recién nacidos suena tierno, pero debe ser muy reducido para que no afecte las finanzas públicas. En vez de generalizar el IVA es preferible abolir todas las exenciones a los impuestos de renta y patrimonio, aumentar tarifas y castigar la evasión con cárcel: sería mucho más productivo y, sobre todo, equitativo, cada cual pagando según sus capacidades. La renta básica es una buena idea que ha sido propuesta por el Partido Verde, que tiene un costo alto, como debe ser, y que ningún Gobierno de la derecha va a conceder, precisamente porque su programa verdadero es la reducción de impuestos a los que pueden pagarlos y eso restringe el presupuesto público.

Juan Camilo Restrepo

Este tipo de propuestas se caracterizan por no estimar su viabilidad financiera. No creo que ninguna de ellas tenga futuro. Son, probablemente, iniciativas bien intencionadas, pero están fuera de la capacidad fiscal del país en este momento. A medida que avancen las campañas políticas veremos aparecer muchas más propuestas de este estilo. Es indispensable que el Gobierno –como ya lo hizo con la de reducción de la jornada laboral– diga claramente que no son viables fiscalmente. Ya el Ministerio de Hacienda ha indicado que se dispone a reducir el déficit fiscal el año entrante, lo mismo que los gastos asociados a la lucha contra la pandemia. Por lo tanto, estas propuestas lucen más para la galería que para la realidad futura.

Carlos Caballero Argáez

Reducción de la jornada laboral. No tiene ningún sentido. Encarece los costos de contratación. Atenta contra la recuperación de la producción y, aunque se piense lo contrario, no debe generar mayor empleo. No es una medida que deba adoptarse en un momento como el actual. Es una muestra de populismo laboral.

Bono para cada niño de familia vulnerable pagado con impuesto al patrimonio. Otra muestra de una medida politiquera. Lo que hay que hacer es una reforma pensional que busque que los colombianos, todos y no unos pocos subsidiados y privilegiados, puedan pensionarse en el futuro. Me gustaría más, inclusive, la idea de una pensión básica universal. Tampoco me gusta que exista un impuesto específico para financiarlo, eso crea más distorsiones en el sistema tributario.

IVA generalizado con devolución para las clases más vulnerables. Hay que hacerlo con devolución a los pobres, sin excepciones y eventualmente bajando la tarifa de 19 a 18 por ciento, por ejemplo.

Renta Básica Universal. Es una idea interesante, pero implicaría hacer una reforma tributaria más drástica al recaudo de impuestos y hacer un cambio radical en la política social. La innovación de Ingreso Solidario en este año fue importante y se crearon exitosamente los mecanismos para llegarle a la población vulnerable y de manera muy rápida. La falla estuvo en que la cantidad entregada fue muy baja. Es difícil prever que este programa se pueda eliminar. Lo que tocaría hacer es fusionarlos con los otros que ya existen, Familias en Acción, Jóvenes en Acción y Adulto Mayor para que constituyan un núcleo muy importante del Estado de Bienestar en Colombia.

Emisión del Banco de la República para financiar al Gobierno. Ya se está haciendo. El Banco compra TES emitidos por el Gobierno, lo que sostiene el precio y le facilita a este último emitir más TES. Además, parte de la Línea de Crédito Flexible con el Fondo Monetario Internacional, en cabeza del Banco de la República, se usó para financiar al Gobierno. Los dólares los vende el Gobierno al Banco de la República, que emite los pesos equivalentes.

Luis Carlos Reyes

Reducción de la jornada laboral. Hay algunas razones para pensar que el impacto de la jornada laboral podría no ser tan grave como algunos se imaginan, sobre todo porque en algunos trabajos realmente puede que las personas sean más productivas si tienen que pasar una hora menos sentadas. Sin embargo, creo que hay trabajos en los que sí podrían subirles los costos a los empleadores, lo que complicaría la informalidad y el empleo.

Bono solidario a los niños financiado con un impuesto al patrimonio. Me parece que se necesita un debate más amplio sobre los detalles de la propuesta y de la libertad para usar el bono, pero en principio me parece una idea en consonancia con la teoría económica. Me parece sensata y acorde, pero el debate se debe centrar en su financiamiento.

Generalización del IVA con devolución a los más vulnerables. Me parece que si la devolución fuera proporcional al aumento del IVA tendría sentido, pero lo cierto es que no es progresivo aumentar el IVA en 11 billones de pesos, para recortarles 9 billones en impuestos a las empresas cuyos propietarios son el 1 por ciento más rico. Para, a cambio de esto, darle 2 billones de pesos al 20 por ciento más pobre de los colombianos, es un premio de consolación. Generalizar el IVA bajo estas condiciones es totalmente regresivo.

Renta básica universal. La renta básica es algo que en Colombia se puede hacer en términos fiscales y, de hecho, cada vez hay más consenso entre la izquierda y la derecha en cuanto a que es una idea razonable. El Gobierno ha creado el programa del Ingreso Solidario, que es un avance en esa discusión, pero el debate ahora se centra en el monto. La verdad es que en Colombia hay recursos para financiar una renta básica sustancial. Se pueden subir los impuestos al promedio latinoamericano y tendríamos suficiente para financiarla. Esto pondría a los colombianos por encima de la línea de pobreza. El que exista la pobreza en Colombia es una decisión política.

Emisión del Banco de la República. Creo que en una emergencia como la actual no es una medida descabellada. Lo perverso de la situación es que todavía tenemos plata sin usar en el Fome, que habría sido suficiente para subsidiar el 100 por ciento de la nómina de los trabajos que se perdieron en la cuarentena estricta. Dejamos perder uno de cada cinco trabajos y pues la verdad no estuvimos ni cerca de llegar al punto en el cual hubiéramos necesitado la plata del Banco de la República.