MERCADOS

¿Por qué el dolar está por las nubes?

La disparada de la divisa, por encima de 3.200 pesos, recuerda que la economía mundial se desacelera y que Colombia no será inmune a esta situación. Hay que prepararse.

5 de noviembre de 2018
El aumento de las tasas de interés de la FED y las perspectivas de una desaceleración global afectaron las bolsas del mundo y fortalecieron el dólar. La tasa de cambio en Colombia pasó de 2.972 a más de 3.200 pesos en octubre, una devaluación superior al 8 por ciento.

Octubre fue un mes nefasto para los mercados accionarios y las monedas en todo el mundo. Las principales bolsas de los países desarrollados y emergentes se tiñeron de rojo, y el nerviosismo se apoderó de los inversionistas internacionales ante las crecientes preocupaciones por una desaceleración global, la intensificación de la guerra comercial y la menor liquidez mundial.

El aumento de las tasas de interés que decretaron la Reserva Federal y los principales bancos centrales –después de casi una década de tasas bajas– está causando un reacomodamiento de los portafolios a nivel mundial, lo cual ha implicado la salida de capitales desde países emergentes hacia activos considerados más seguros como el tesoro estadounidense, el oro y el dólar. Como consecuencia de estos factores, la divisa estadounidense se ha fortalecido y el resto de monedas del mundo han perdido valor, incluidas las emergentes como la lira turca, el peso argentino o el real brasileño.

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Si la tasa de cambio se mantiene en los niveles actuales podría comenzar a tener efectos sobre la inflación de bienes transables y alimentos, obligando a la Junta Directiva del Banco de la República a comenzar a elevar sus tasas de interés antes de lo esperado.

Colombia, que había estado relativamente blindada ante este cambio en las condiciones de liquidez global, se vio fuertemente impactada en las últimas semanas. El dólar rompió la barrera de los 3.200 pesos, valor que no alcanzaba desde marzo de 2016, y el peso se convirtió en una de las monedas más golpeadas del mes con una devaluación del 8 por ciento.

Una de las razones principales es la corrección en el precio internacional del petróleo, el factor que ha protegido y blindado al país de impactos mayores. En el último mes, el Brent se desvalorizó más del 14 por ciento al pasar desde sus máximos de principios de octubre de 85 a 73 dólares por barril. Todo ello por las perspectivas de una menor demanda de crudo por la desaceleración de China y la creciente oferta de países como Estados Unidos, Rusia y la propia Arabia Saudita.

Además, se juntaron factores locales como el anuncio del Banco de la República de comprar dólares y la salida del mercado accionario de Harbor, el fondo de inversiones internacional, que aumentó la demanda local por la divisa norteamericana.

Es loable la intención del Emisor de acumular reservas internacionales ante la eventual disminución de la línea de crédito del Fondo Monetario Internacional (FMI). Pero los analistas coindicen en que lo decidió en el momento menos adecuado y que le puso un ‘piso’ psicológico al dólar. Por su parte, la salida de Harbor no solo produjo que el principal índice de la Bolsa de Valores de Colombia, el Colcap, cayera cerca del 8 por ciento en octubre, sino que algunas acciones se desplomaran a doble dígito.

¿Para dónde va el dólar?

Sobre la tasa de cambio inciden infinidad y diversidad de factores y de ahí que sea una de las variables más difíciles de proyectar. Nadie tiene una bola de cristal, pero todos se preguntan para dónde va el dólar. Si bien la situación de octubre no se ha calmado y se estima que la volatilidad continuará, el mercado parece apostarle a la estabilidad y a que la tasa de cambio disminuya en el corto plazo.

La encuesta de expectativas del Citibank, entre más de 25 analistas nacionales e internacionales, muestra que la tasa de cambio terminará este año alrededor de los 3.024 pesos por dólar. La principal razón es que, si bien el precio del petróleo tuvo una corrección durante octubre, sigue en niveles elevados.

No obstante, muchos analistas han comenzado a revisar sus pronósticos. Para el próximo año hacen las estimaciones más disímiles entre quienes piensan que la tasa de cambio llegará a máximos históricos cercanos a 3.500 pesos hasta quienes afirman que debe volver por debajo de los 3.000 pesos por dólar.

Felipe Campos, director de Investiga-ciones Económicas de Alianza Valores, estima que la volatilidad de la tasa de cambio continuará y que podría alcanzar niveles de 3.450 pesos en los próximos seis meses, lo que no se ve desde febrero de 2016, ante el fin del ciclo del dinero barato. “Va a llegar el punto en el que haya suficientes señales de que Estados Unidos entrará en recesión, y aquí la opción obvia para los administradores de portafolio será dólares y bonos del Tesoro norteamericano”. A pesar de que Estados Unidos luce hoy fuerte, cada vez más analistas ven una recesión de la economía norteamericana hacia 2020 o antes.

Por su parte, Diego Camacho, director de Investigaciones de Ultraserfinco, afirma que, si bien el dólar seguirá volátil, en caso de una recesión moderada el apetito por emergentes volverá pronto. “Si hay una recesión, los países tendrán que ajustar sus niveles de gasto y aumentar sus tasas de interés, lo cual hará que los capitales regresen y la tasa de cambio se ajuste”. Por esto, para Camacho y otros analistas, la tasa de cambio más consistente con las condiciones de la economía, la llegada de remesas y, en general, los elementos estructurales de la cuenta corriente está más por el orden de los 3.000 pesos.

El gran impacto

Los expertos consideran que una tasa de cambio que alcance temporalmente 3.200 pesos por dólar no es preocupante. Pero creen que si se estabiliza en estos niveles, sí comenzará a tener efectos sobre la inflación y las determinaciones del Banco de la República. Un incremento sostenido de 100 pesos en la tasa de cambio puede tener un impacto en la inflación de entre 50 y 70 puntos básicos, afirma Julián Cárdenas, analista sénior de Portafolios de Protección.

Con esto y factores como el aumento del IVA a la canasta familiar –algunos bienes darán un salto del 0 al 18 por ciento– y una eventual alza extraordinaria del salario mínimo, la inflación que hoy está en alrededor del 3,3 por ciento podría treparse a niveles del 4 por ciento y salirse del rango meta.

Más allá del impacto sobre bienes transables, los durables, ropa y tecnología, hay que recordar que el 30 por ciento de los alimentos hoy vienen del exterior, así como buena parte de los insumos del campo. Con esto, el Emisor podría verse forzado a comenzar a subir las tasas de interés antes de lo previsto, lo cual tendría un efecto sobre el crecimiento y frenar la recuperación de la economía.

Y es que un dólar fuerte es bueno hasta cierto punto. Por ejemplo, si bien para los exportadores significa un mayor ingreso en pesos, también aumenta el costo de los insumos importados por lo que no hay ganancias en competitividad. Para Alejandro Reyes, economista principal de BBVA Colombia, el lío consiste en que en esta parte del año son más relevantes las importaciones por la demanda de fin de año de vehículos, ropa y alimentos. De la misma manera, si bien el dólar fuerte en principio puede resultar un alivio para las finanzas públicas, a largo plazo significa un incremento en el costo y servicio de la deuda en dólares. Y no solo para el gobierno, sino para las empresas. Así como facilita la llegada de turistas extranjeros, encarece la posibilidad de que los colombianos, empobrecidos en dólares, viajen al exterior.

El aumento del dólar y la caída de la bolsa recuerdan que las mayores fuentes de riesgo del país siguen estando hoy a nivel internacional, y que Colombia debe prepararse para un escenario mundial más adverso en el futuro. De ahí, la importancia no solo de la Ley de Financiamiento, sino de realizar un ajuste serio y estructural del gasto público. Mientras mayor sea la indisciplina fiscal, mayor será la vulnerabilidad de la economía nacional.

Los analistas parecen cada vez más preocupados por la capacidad del nuevo gobierno para sacar adelante las reformas que requiere el país. Les angustia el gran desgaste político que ha sufrido sin haber cumplido ni siquiera los 100 días. Y si bien el mercado asume que la Ley de Financiamiento va a pasar con lo justo –lo contrario pondría en riesgo la calificación de riesgo soberano del país–, se preguntan por la fortaleza para sacar adelante el paquete de reformas: la pensional, la formalización laboral y hasta la de la justicia que le da seguridad jurídica a la inversión. Sentencian que si no hace la tarea a las buenas, el mundo la hará hacer más adelante por las malas. Y que los colombianos lo pagarán con un dólar por las nubes.