VISIÓN
Cómo se preparan los servicios públicos para la crisis
Los municipios con finanzas públicas sólidas tendrán una mejor capacidad de reacción ante este tipo de contingencias.
El Covid-19 cambió al país y al mundo de manera inesperada. Una situación que parecía de ficción se convirtió en realidad y nos mostró nuestra fragilidad. Pero también enfrentó a las personas y a las empresas a la necesidad de adaptarnos rápidamente a los cambios que exige la contingencia. La crisis nos ha demostrado que podemos trabajar unidos por un objetivo específico, que en nuestro caso es garantizar la prestación de los servicios esenciales de agua y alcantarillado para contribuir al éxito de las medidas de emergencia. Los “planes de continuidad del negocio”, que en la administración pública se planteaban ante hipótesis lejanas del día a día, se activaron y fue en ese momento cuando se entendió que la magnitud de la situación no había sido prevista con todos los matices para afrontarla.
Todavía es temprano para hacer un balance de la situación. Para la comunidad científica y los encargados de adoptar medidas para enfrentar la crisis el proceso de aprendizaje apenas comienza y no hay claridad sobre el tiempo que durará la situación y la magnitud de su impacto. Para las empresas de servicios públicos este momento nos ha enfrentado a retos importantes desde lo regulatorio, lo operativo y lo administrativo. Pero más allá de lo que suceda en el corto plazo, la situación nos lleva a repensar algunos temas sobre los cuales debemos tomar decisiones como país y algunos desafíos que nos esperan una vez superemos el coronavirus. A continuación, expongo unas primeras reflexiones.
Estructura del mercado de servicios públicos
La Constitución de 1991 y la Ley 142 de 1994 permitió la prestación de los servicios públicos en libre competencia. Eso, por supuesto, ha traído ventajas sobre todo en términos de cobertura (a 2018 la cobertura en zonas urbanas alcanzó el 97,9%). Sin embargo, hay una gran fragmentación en la prestación del servicio de acueducto que se traduce en una ineficiencia en su prestación y el aumento de los costos sociales derivados del mismo. Mientras que en el Reino Unido hay un prestador por cada 2,6 millones de personas, en Brasil un prestador por cada 1,3 millones de personas, en Colombia tenemos un prestador por cada 14.000 personas. El coronavirus nos obliga a buscar un esquema en el cual se incentive que tengamos menos empresas –fortaleciendo la gestión empresarial–, más sólidas, con mayor calidad en la prestación del servicio y con una capacidad real para responder ante la comunidad frente a contingencias que pueden comprometer sus propios estados financieros.
Esquema de subsidios
Cada día resulta más urgente modificar la estructura de estratificación del país, ya que no refleja la verdadera necesidad de recibir subsidios por parte de los usuarios o la capacidad para subsidiar a otros. Ante un choque tan fuerte como el que estamos viviendo, que afecta a personas de todos los estratos –y al mismo esquema solidario–, es realmente necesario repensar la estructura y buscar mecanismos más eficientes de focalización.
Fortalecimiento finanzas territoriales
El sector de servicios públicos se encuentra regulado desde un ámbito nacional, pero tiene una relación directa y constante con las entidades territoriales. De esta manera, la capacidad que tienen los municipios para respaldar financieramente la prestación de los servicios públicos en situaciones como el coronavirus puede ser determinante en un momento dado para garantizar la continuidad en su prestación. El país está en mora de realizar una reforma fiscal territorial desde hace muchos años para fortalecer las finanzas de los municipios. Tener municipios con finanzas públicas sólidas permitirá una mejor capacidad de reacción ante este tipo de contingencias, de tal manera que las medidas sean más homogéneas en los territorios y se complementen las acciones del gobierno nacional en todo el país.
Todos por un mismo objetivo
Más allá de los aprendizajes y aspectos por mejorar, el compromiso y solidaridad de los equipos de trabajo han hecho que la dificultad del momento pueda ser afrontada. En este tipo de situaciones, cuando el objetivo es común, las diferencias se diluyen y todo sucede rápido. Todo el sector público de manera incansable viene trabajando con el mayor compromiso y dedicación. Hasta hace un mes era impensable que las bases de datos de las diferentes entidades se pudieran cruzar de manera ágil para buscar mejores políticas públicas. El Covid-19 ha logrado cambiar la forma como se hacen las cosas.
En lo personal debo decir que, en estos momentos, todos los temas laborales que se deben resolver se convierten en prioridad y deben ser solucionados de manera inmediata para no afectar el servicio. Como madre, también atiendo temas del hogar y debo seguir la rutina de las niñas para que hagan las tareas del colegio. Ambas son experiencias que demandan un gran esfuerzo físico y mental. Gracias al apoyo incondicional de mi familia y a compartir responsabilidades, estamos superando exitosamente esta contingencia. Mi gratitud y reconocimiento son también para esos trabajadores anónimos que cada día empiezan su jornada en medio de la crisis para dar a nuestros hogares y familias la posibilidad de estudiar, trabajar y producir. No tengo dudas de que saldremos de esta situación y de su impacto fortalecidos y que lo que aprenderemos de esto nos permitirá ver y hacer las cosas de manera diferente.