COMERCIO INTERNACIONAL
¿Qué pasó con el comercio internacional de América Latina en 2020?
Para el 2021, la Cepal estima que el valor de las exportaciones podría crecer entre un 10 % y un 15 %.
El comercio internacional de América Latina y el Caribe cerró 2020 con contracciones del 13 % y del 20 % en el valor de sus exportaciones e importaciones, respectivamente, lo que supone su peor rendimiento desde la crisis financiera mundial del 2009, en especial como resultado de la abrupta caída de la demanda mundial generada por la pandemia.
De acuerdo con los resultados de un nuevo estudio de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal) de Naciones Unidas, en el último año se destacó la fuerte reducción del valor de exportaciones e importaciones de bienes durante la epidemia.
La secretaria ejecutiva de la Cepal, Alicia Bárcena, ha explicado que la pandemia interrumpió la producción y el consumo en todo el mundo, lo que afectó de manera significativa al comercio latinoamericano.
Entre enero y junio del 2020 se desplomó el comercio de bienes y servicios en la región. Las actividades más afectadas fueron las asociadas al sector servicios, con caídas alrededor del -30% en exportaciones y del -26% en importaciones. Los bienes y servicios más afectados fueron los vinculados a los viajes, con caídas por encima del 50% tanto en exportaciones como en importaciones.
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En este contexto, se exacerbó la dicotomía entre dos modelos de especialización comercial. Por un lado, están los modelos de América del Sur, enfocados en un sector primario orientado al mercado chino, y el de América central y México, orientado a exportaciones manufactureras.
El informe señala que el continente americano tiene carencias comerciales importante, resaltando la dependencia comercial de China, ya que si bien las exportaciones hacia el país asiático aumentaron en 2020, las importaciones desde China cayeron “de forma estrepitosa”.
Además, el análisis ha subrayado la falta de integración intrarregional en términos de comercio. De este modo, México y Brasil, las dos principales economías de la región, solo importaron entre el 2$ y el 3% de bienes y servicios procedentes de América Latina y el Caribe.
La propia Comunidad Andina de Naciones, que integra a Perú, Bolivia, Ecuador y Colombia, ha señalado que parte del camino de la recuperación económica una vez se comience a superar la pandemia del coronavirus, está en fortalecer el comercio entre países andinos, aprovechando la generación de materias primas y haciendo de la región la despensa alimentaria del mundo.
Perspectivas de crecimiento en 2021
Para el 2021, la Cepal estima que el valor de las exportaciones podría crecer entre un 10% y un 15%. De su lado, el organismo proyecta un crecimiento del 7,2% en el volumen de comercio de bienes.
Sin embargo, la secretaria ejecutiva ha advertido de que estas previsiones están sujetas a la nueva ola de contagios que azota al continente desde el último trimestre de 2020, así como al lento avance de programas de vacunación, lo que deteriora las perspectivas.
La vacunación en suramérica ha tenido un lento avance. Brasil, país con alianzas de fabricación de vacunas comenzó su plan esta misma semana. Argentina ha avanzado con las vacunas de Astrazeneca y la vacuna rusa Sputnik V, mientras que Chile está avanzando con el biológico de Pfizer. Sin embargo, países como Colombia y Perú, aún no reciben los primeros lotes de la vacuna.
Otra proyección apunta a que si bien el comercio intrarregional se recuperaría durante este año, el mercado chino seguiría siendo el más dinámico, acentuando así la reprimarización exportadora y la dependencia de América Latina y el Caribe del gigante asiático.
Por otra parte, las tendencias para este año adelantan que las exportaciones de servicios continuarán muy afectadas por la caída del turismo internacional. Los países más vinculados comercialmente con Estados Unidos, como es el caso de México, podría beneficiarse de procesos de ‘nearshoring’ de empresas multinacionales.
Para el centro de estudios, la nueva globalización regionalizada supondrá el fortalecimiento de los bloques regionales, pero también conllevará altos costes para los países en vías de desarrollo, ya que dichos costes dependerán de las capacidades preexistentes y requerirá altos niveles de coordinación.