OPINIÓN
Que sigan llegando
La inversión extranjera ha tenido un impacto directo en el crecimiento del país y el Valle del Cauca es un ejemplo de ello. La llegada de multinacionales al departamento ha sido determinante en su desarrollo. Un análisis de Carlos Andrés Pérez, director económico de la Cámara de Comercio de Cali.
Varias regiones han registrado en los últimos años la llegada de compañías extranjeras que ven grandes oportunidades de crecimiento en el mercado interno colombiano y en las plataformas exportadoras del Caribe, Eje Cafetero y Valle del Cauca. En 2019 se registró un crecimiento de 19,2% en la inversión extranjera directa en Colombia, alcanzando un valor total de US$10.366 millones, de los cuales 33,8% correspondió a inversiones en actividades no minero-energéticas que a su vez crecieron de 62,6% frente a 2018.
La sabana de Bogotá, Atlántico y el Valle del Cauca han sido históricamente el punto de llegada de empresas extranjeras no minero–energéticas al País. En la última década, otras regiones y departamentos, entre los que se destacan el Eje Cafetero y Antioquia, registran con mayor frecuencia la llegada de este tipo de compañías, las cuales generan oportunidades de sofisticación productiva, transferencia tecnológica e internacionalización de las economías regionales. Diferentes estudios demuestran que las empresas de capital extranjero que realizan operaciones de comercio exterior tienen, en promedio, mayores niveles de productividad que las empresas nacionales y, por ello, pagan mejores salarios. Además, su operación apalanca la consolidación de clusters y el surgimiento de emprendimientos locales como nuevos competidores y proveedores.
El proceso de consolidación del Valle del Cauca y el norte del Cauca como uno de los polos de atracción de inversión extranjera en Colombia, constituye un interesante caso de estudio en el que la llegada de compañías multinacionales contribuyó significativamente a la conformación de una de las economías más sofisticadas y diversificadas del país.
Hace 100 años Cali estaba lejos de ser una de las diez principales ciudades de Colombia y el Valle del Cauca apenas había sido creado como Departamento en 1910. El puerto de Buenaventura contaba con una infraestructura precaria y la gran mayoría del comercio internacional colombiano se realizaba por los puertos del Caribe y a través de la frontera con Venezuela.
En 1914 se inauguró el Canal de Panamá, en 1915 inició operaciones el Ferrocarril del Pacífico y en 1946 se culminó la construcción de la carretera a Buenaventura. Estos hechos generaron un auge de la producción cafetera en el centro y occidente del país, lo que a su vez permitió la consolidación de grandes centros de consumo en Antioquia y el Eje Cafetero. El auge de exportaciones de café y de otros productos agroindustriales dinamizó la economía de las principales ciudades del Valle y, por supuesto, de Buenaventura como enclave portuario, promoviendo así la incubación de un diverso tejido empresarial en toda la ciudad región.
En la década de 1930 inició la llegada de empresas multinacionales, especialmente provenientes de Estados Unidos y de Europa para aprovechar la plataforma exportadora regional y abastecer los mercados andinos de Chile, Perú, Ecuador, Venezuela e incluso Panamá. A mediados de la década de 1950 Cali ya era una de las cinco principales ciudades del País y la continua llegada de empresas extranjeras amplió aún más la diversidad del tejido empresarial del departamento, incorporando una visión internacional a las empresas locales. En las décadas de los 70 y 80, siendo Cali ya la tercera ciudad de Colombia, superando a Barranquilla, Bucaramanga y Cartagena, seguían llegando compañías extranjeras a Yumbo, Palmira, Buga y al Norte del Cauca.
La apertura económica de varias de las principales economías latinoamericanas a principios de la década de los 90 detonó un proceso de ajuste estratégico para las compañías que tenían operaciones en la región. Algunas de ellas optaron por concentrar sus plataformas en mercados de mayor tamaño como México o Brasil. En ese momento, algunas de las empresas que habían llegado a Cali y al Valle del Cauca en décadas anteriores cerraron sus operaciones en Colombia.
La crisis económica nacional de fin de siglo impulsó a otras empresas a salir de la región, pero la mayoría se quedaron, pues el mercado colombiano y las condiciones preferenciales de acceso a Ecuador, Perú, Bolivia y Venezuela resultaban estratégicas.
Durante la bonanza minero-energética del País en la primera década del siglo hubo pocos movimientos en el frente de inversión en la región y fue en la segunda década que se reactivó la llegada de empresas extranjeras al Valle del Cauca.
En 2011 se creó Invest Pacific, la Agencia Regional de Promoción de Inversiones que ha facilitado la instalación de más de 150 compañías extranjeras en varios municipios del Valle y norte del Cauca. La reciente llegada de empresas de servicios, en sectores como la excelencia clínica, la economía digital, el turismo y de servicios públicos permite prever una nueva etapa en el proceso de internacionalización y desarrollo productivo de esta región.
Las más recientes proyecciones del Fondo Monetario Internacional destacan a Colombia entre las principales economías latinoamericanas como la de mayor crecimiento en 2020 y 2021, subrayando así su proceso de consolidación como plataforma estratégica de inversión en la región. El ambiente hostil que perciben los empresarios en el vecindario es una oportunidad para promover la llegada de compañías extranjeras a Colombia. El caso del Valle del Cauca muestra que, entre las distintas herramientas de la política industrial moderna, la atracción de inversión es una de las más efectivas para impulsar la productividad y el desarrollo económico.