CENSO

¿Qué significa que seamos menos de 50 millones de colombianos?

La población del país no llegó a los 50 millones de habitantes proyectados con base en el censo de 2005, sino solo a 46 millones. Esto podría tener fuertes implicaciones en materia económica, política, social y hasta empresarial.

27 de octubre de 2018
Con menos población, las cifras como el ingreso y los consumos per cápita podrían mostrar que los colombianos están mejor. Pero en otras como las tasas de accidentalidad, muertes violentas e incidencia de enfermedades, están peor.

Cuando el Dane divulgue a partir de esta semana los resultados del Censo 2018 sobre cuántos son, dónde están y cómo viven los colombianos, la cifra total resultará bastante menor que los 50 millones previstos para este mes de octubre por las proyecciones basadas en el de 2005. Los resultados indican que en el país realmente hay 46 millones de habitantes, unos 4 millones de personas menos de lo esperado, lo que equivale a casi la mitad de una ciudad como Bogotá o la totalidad de la población de un departamento como el Valle del Cauca.

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Se trata de un descache importante, pues representa casi un 8 por ciento de menos población, pero algunos economistas, demógrafos y hasta exdirectores del Dane lo han justificado con el argumento de que se trata de un proceso normal, pues nadie espera que las proyecciones sustituyan el censo mismo. Si fueran tan precisas, no habría que hacer censo, sobre todo, porque es una operación costosa. Solo en el caso del censo de 2018, costó alrededor de 410.000 millones de pesos, cuatro veces el presupuesto de inversión anual del Dane. Por eso se realiza solo cada 10 años o, como en este caso, después de 13.

Tampoco sucede esto por primera vez. También en el de 2005 el dato de población arrojó una cifra casi 10 por ciento menor que las proyecciones hechas con base en el censo de 1993. Y así ha sucedido en todos los anteriores.

Pero hay quienes han puesto el dedo en la llaga. Aseguran que hubo fallas importantes como el retraso en la ejecución del Censo 2018, que no había que hacerlo en pleno año electoral y que hubo varios errores en su implementación. Además, consideran grave que el país haya trabajado con información tan desfasada durante tanto tiempo y que el Estado no haya ajustado las proyecciones, lo cual hace que aumente el error. Por esto, mencionan la necesidad de someter al censo de este año a una revisión muy técnica y profunda.

El director del Dane, Juan Daniel Oviedo, comparte esta posición. Anunció que traerá a los mayores expertos nacionales e internacionales para que verifiquen lo hecho y les den certeza a los colombianos sobre las nuevas cifras. “No vamos a cometer los errores del pasado. Más que datos necesitamos mejor información para tomar mejores decisiones de política”, afirmo Oviedo.

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¿Todos más ricos?

Más allá de buscar culpables, analistas como Camilo Herrera, director de Raddar, creen que esta nueva información cambia la forma de entender hoy el país. “No hay un sector económico que no vaya a ser impactado por esta cifra”, afirma el experto en análisis del consumidor, quien agrega que este es un punto de inflexión de la política pública.

Uno de los primeros efectos es que todas las cifras que se miden por habitante (per cápita) cambian, pues ahora se tendrán que dividir por un número menor. En temas como el ingreso per cápita, por ejemplo, los colombianos se verán ‘más ricos’. Con un PIB de 335.000 millones de dólares y 50 millones de habitantes, el PIB per cápita es de 6.700 dólares por cabeza, pero con 46 millones, el PIB per cápita estará alrededor de 7.250 dólares.

Lo mismo sucede con cifras de consumo per cápita o de la penetración de bienes y servicios como internet y transporte. Según Fenavi, el consumo por individuo de huevo alcanzó las 279 unidades, mientras que en pollo fue de 32,7 kilos por persona en 2017. Con el nuevo dato de población, el consumo de estos alimentos aumenta a 301 huevos y 34 kilos por habitante, respectivamente.

Juan Daniel Oviedo, Director del Dane; Stefano Farné, profesor de la Universidad del Rosario; y Mauricio Cárdenas, exministro de Hacienda. 

Temas de este estilo podrían cambiar las perspectivas de crecimiento de las compañías, pues los mercados potenciales serían más pequeños, lo cual podría afectar las expectativas de ventas o inversión. Aunque también podría mostrar que los colombianos están mejor en temas como bancarización, penetración de internet y servicios públicos.

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Pero así como hay cosas en que pareciera que estamos mejor, también hay temas que se podrían ver peor como las tasas de accidentabilidad, muertes y hasta la incidencia de algunas enfermedades. Por ejemplo, la tasa de homicidios en 2017 fue de 24 por cada 100.000 habitantes. Con el cambio en población podría aumentar a 25,5 por cada 100.000.

Este salto de las estadísticas por el efecto base es transitorio, es un velo temporal de dos o tres meses mientras recalculan las cifras hacia atrás, afirma Oviedo. Agrega que todo esto no significa que el país cambió, sino que va a aparecer de una manera más detallada la verdadera Colombia. En otras palabras, va a existir una mejor fotografía de la realidad, una mirada más precisa que permitirá una mejor orientación, focalización y efectividad de las políticas públicas. Por ejemplo, en materia de educación habrá que dejar de pensar en los problemas de cobertura y centrarse más en temas de calidad.

En esto coincide el exministro de Hacienda Mauricio Cárdenas, quien afirma que el país no cambia, sigue siendo el mismo, pero las cifras muestran algo más cercano a la realidad.

Sin embargo, que haya menos colombianos de lo esperado tiene implicaciones en temas tan sensibles como las transferencias que la Nación envía a los municipios y departamentos a través del Sistema General de Participaciones (SGP) y el de Regalías, pues buena parte de estas se hacen en función del número de habitantes. Para Cárdenas, si los cambios son uniformes en el país las transferencias seguirán igual. Pero si hay un cambio fuerte y la población aumentó mucho en unas regiones y bajó en otras, vendrá una fuerte puja por los recursos que gira la Nación. Es el caso de un municipio como Soacha, que según las proyecciones tenía alrededor de 545.000 personas, pero de acuerdo con el nuevo censo tiene más de 1 millón de habitantes.

Este tipo de cambios también tendrían un efecto sobre las elecciones territoriales, pues algunas regiones podrían exigir más espacio en la Cámara de Representantes o modificar el número de concejales en algunos municipios. Si bien el censo electoral, en principio, no cambia, hay temas como los porcentajes de abstención o las circunscripciones electorales que podrían afectar los temas políticos.

También en temas sociales podría tener un impacto, particularmente en el número de desempleados e incluso la cantidad de pobres. Para Stefano Farné, profesor de la Universidad del Rosario, puede que se afecten los datos absolutos pero no las cifras relativas. Además, recuerda que para el mercado laboral lo más relevante es la población en edad de trabajar (PET) en la que probablemente haya menos cambios.

Es claro que con las nuevas cifras del Dane será posible calcular mejor cuántas viviendas, colegios, hospitales y hasta centros comerciales se necesitan, y en dónde exactamente. Estos insumos no solo son relevantes para las decisiones de política pública, sino para los negocios y las inversiones empresariales. Sin duda, el censo es uno de los instrumentos de política pública y asignación de recursos más poderosos.

Con menor población, y mucha de ella más vieja, el crecimiento potencial de la economía será menor, pues el país ya no tendrá ese ‘bono demográfico’. Por esto, muchos expertos consideran que el crecimiento económico futuro ya no va a depender tanto del crecimiento de la mano de obra, sino del incremento de la productividad.

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Ante el mayor envejecimiento de la población también será necesario revisar la cobertura y recalcular el pasivo pensional, asuntos de gran envergadura que podrían tener serias implicaciones fiscales. Asimismo, afectará sectores como los fondos de pensiones y las compañías de seguros.

Las cifras del censo de 2018 confirmarán el descache en las proyecciones poblacionales con las que venía trabajando el país. Pero ciertamente brindarán una información más confiable y real sobre los cambios en más de una década. Y en estas materias, es mejor saber que no saber.

¿Por qué falló el cálculo?

Factores como la entrada masiva de venezolanos, el proceso de paz, la mayor esperanza de vida y la menor mortalidad infantil parecían confirmar que el país había llegado a 50 millones de habitantes. Pero hay temas sociales y técnicos que explican por qué falló el cálculo. La principal razón es la entrada de la mujer al mercado laboral, lo cual hace que los hogares hoy sean más pequeños y con menos hijos, dicen los expertos. Sin embargo, también hay quienes aseguran que el desfase obedece a que las proyecciones no se ajustaron en todos estos años, algo que debe hacerse rutinariamente. A pesar de que las Naciones Unidas hicieron dos visitas en 2011 y 2013 para revisar todas las condiciones de transición demográfica, los movimientos en las tasas de fecundidad y mortalidad, sus conclusiones no quedaron incorporadas en las proyecciones.

Juan Daniel Oviedo, director del Dane, afirma que no cometerá los mismos errores del pasado. “Nos estamos dando la pela y asumiendo la responsabilidad política. Todo el mundo habla de cuidar la reputación del Dane, pero no se pueden levantar murallas chinas y simular un mundo donde la entidad tiene la verdad absoluta. Hay que soportar la crítica, la cual es importante para mejorar. Los datos están sobre la mesa”