CRECIMIENTO

“Hay que empujar el carro hacia el mismo lado”: Rafael de la Cruz

SEMANA habló con este economista, uno de los autores del libro Cómo acelerar el crecimiento económico y fortalecer la clase media en América Latina, del BID. Plantea un gran acuerdo político y económico que impulse la infraestructura, la inversión pública y la economía digital

16 de mayo de 2020
Rafael de la Cruz | Foto: Esteban vega la-rotta

SEMANA: Cuando estaban trabajando en este libro llegó la pandemia. ¿Cómo hablar de crecimiento y de grandes saltos en estos momentos?

Rafael de la Cruz: Se trata de pensar en cómo acelerar el crecimiento después de este bache. No es un libro coyuntural, piensa en los próximos diez años. La idea es cómo Colombia y otros países de la región tienen la oportunidad de dar un gran salto en el desarrollo.

SEMANA: Antes de abordar el enfoque del libro, ¿cuáles son los impactos del coronavirus?

R.C.: El impacto de la parada súbita que tuvo la economía por las medidas de salud que tomaron los gobiernos, en el caso de América Latina, puede representar una caída de 2 a 5 por ciento del PIB. Este año esperaríamos que buena parte del continente esté en un proceso de recesión muy severo.

SEMANA: ¿Y qué pasará con el empleo?

R.C.: La caída del primer semestre en el empleo es brutal. En una encuesta que realizamos, el 40 por ciento de las personas en edad de trabajar o estaban desempleadas, o las habían mandado de vacaciones sin ingresos o con ingresos muy reducidos. Esperamos que esta caída muy drástica se recupere en el segundo semestre y especialmente el año que viene.

SEMANA: ¿Cómo ve el corto plazo?

R.C.: Este año se registrará una recesión y caída del empleo, sobre todo en la primera mitad. El año entrante habrá un rebote muy importante, como el escenario más probable, de unos 5 puntos del PIB y una recuperación del empleo aunque no por completo. Si hacemos esta caída y recuperación en forma de V, estaremos al final de 2021 como estábamos al principio de 2020.

SEMANA: ¿Qué vamos a perder en términos de lo logrado en reducción de la pobreza?

R.C.: En los últimos 20 años América Latina venía creciendo de forma extraordinaria en clase media. Dos décadas atrás la clase media no representaba el 25 por ciento de la población, ahora representa el 60 y la pobreza cayó de más del 50 por ciento a menos del 25, en el caso de Colombia. Es una gran revolución social de crecimiento y bienestar. No toda esta clase media está consolidada; hay una parte, cerca de la mitad, que es clase media vulnerable. En el momento en que sus ingresos desciendan o se acaben o estén suspendidos, hay riesgo de que parte de ella caiga otra vez por debajo de la línea de la pobreza. Calculamos que habrá una caída de la clase media consolidada hacia la vulnerable y de esta a la pobreza. Y se ubica de 10 por ciento a 15 por ciento en cada una de esas caídas. Eso se recuperará de manera rápida en el momento en que empiecen el trabajo y los ingresos normales. El efecto total no va a ser el mismo hasta que pasen por lo menos estos dos años de recuperación.

SEMANA: ¿Cómo salir de esta compleja situación?

R.C.: Para salir de la situación actual y emprender el camino del crecimiento acelerado hace falta el concurso, si no de todos, sí de la inmensa mayoría de las fuerzas políticas y sociales del país. Este es un tema de sensatez, de solidaridad nacional y de interés. Hace falta volver al camino del crecimiento, de la expansión de la clase media, de la reducción drástica de la pobreza. En diez años, si se hacen las cosas bien y no hay un choque como este, podríamos estar hablando de pobreza por debajo del 10 por ciento de la población, con una clase media robusta del 70 por ciento, una clase media vulnerable menor y un país encaminado hacia el desarrollo. Eso es posible, pero es imprescindible aumentar los acuerdos sociales y que todo el mundo empuje el carro hacia el mismo lado. Esto no significa tener que estar de acuerdo en todo. Pero sí hay algunas cosas en las que nos podemos poner de acuerdo y lograr alrededor de ellas los impulsos necesarios para la estabilización de la economía y el crecimiento. Y dejar de lado los incentivos de corto plazo de tomar ventajas políticas de situaciones como estas.

SEMANA: ¿Cómo empezar a construir consensos?

R.C.: Ahí hacemos el énfasis en el libro. Planteamos consensos en la idea de restablecer el funcionamiento normal de la economía y de acordar una trayectoria del crecimiento y del incremento del bienestar social.

SEMANA: ¿Cuáles son los elementos centrales para lograr este objetivo?

R.C.: En primer lugar, hacer un fuerte énfasis en aumentar la inversión pública en infraestructura, en logística, bienes públicos y economía digital. Esto debe ser un pilar de los acuerdos políticos y sociales porque esas masas de inversión generan un aumento del crecimiento, de la actividad económica y del empleo. Además, no solo hay un impacto de crecimiento, también mejora la productividad.

SEMANA: ¿Qué falta para lograr que funcione?

R.C.: Uno de los temas es mejorar los ingresos fiscales. Países desarrollados y en el caso de América Latina, Argentina, Brasil y Uruguay, tienen ingresos fiscales públicos por encima del 30 por ciento del PIB. En América Latina, con excepción de esos países, estamos más cerca del 16 por ciento. Con la mitad de ingresos no hay manera de hacer la inversión en infraestructura de la que estamos hablando. Normalmente se invierte entre 3 y 3,5 por ciento del PIB en infraestructura. Estamos proponiendo invertir 7 por ciento, y para eso se deben aumentar los ingresos públicos en al menos 20 a 22 por ciento del PIB.

SEMANA: ¿Cómo alcanzar esas cifras cuando las finanzas de todos están golpeadas y apretadas?

R.C.: En los próximos dos años es muy difícil porque vamos a estar con una caída importante de ingresos por la reducción de la actividad económica. El problema de la economía colombiana y de buena parte de la región es que la mayoría de los agentes económicos no tributan. Hay mucha evasión y elusión fiscal, muchísima. Tanto que más de la mitad del país no tributa. En otros países la inmensa mayoría de la gente paga, unos más y otros menos. En Colombia el problema central es de evasión. En ese sentido, progresivamente se tiene que aumentar la calidad de la fiscalización tributaria. Lo que hace falta en Colombia, y en la mayor parte de América Latina, no es que la gente pague más. Al contrario: la gente que paga, paga mucho. El problema es que mucha gente no paga nada, o paga mucho menos de lo que debería. Entonces la carga sobre quienes sí tributan –empresas y personas– es muy grande. Aumentar esa carga sería un error gravísimo. Lo que hay que hacer es que todo el mundo ponga el hombro.

SEMANA: Hay varias reformas pendientes: justicia, pensional, laboral y tributaria. ¿Cuándo es un buen momento para hacerlas?

R.C.: El momento es ya. Lo que está pasando no impide que haya estos acuerdos. Esas que menciona son las grandes reformas que requiere el país y buena parte de América Latina, no es un problema exclusivo de Colombia. A través de un gran pacto político y social se tienen que abordar estos temas con el objetivo de crecer, de aumentar la equidad, de consolidar la clase media y destruir la pobreza. Este es un momento muy importante en el que, por la crisis que se está pasando desde el punto de vista social, hay todos los incentivos para tratar de unir al país alrededor de alguno de estos temas centrales. El nuestro es concentrar esfuerzos en aumentar la calidad y la cantidad de infraestructura, de logística y de bienes públicos. En segundo lugar, no necesariamente se tiene que hacer una reforma tributaria, sino cobrarle a quien se le tiene que cobrar. Las crisis son las grandes parteras de los pactos nacionales.

SEMANA: ¿Cómo avanzar en la formalización de personas y empresas?

R.C.: Una parte importante de quienes no tributan –empresas y personas– están en la economía informal, es decir, que no están registradas. Las empresas informales tienen el incentivo de no formalizarse porque no pagan impuestos, pero se quedan chiquitas, no tienen acceso al crédito, no terminan de saltar a la siguiente etapa y son empresas de subsistencia la mayoría de las veces. Hay una concepción equivocada de los empresarios informales y de quienes están en la economía informal, creyendo que están sacando una ventaja al no pagar impuestos, pero al final no tienen acceso al crédito, a canales formales y no prosperan. Quizá el mayor problema para ellos es ese: el acceso a financiamiento. En el libro abogamos por reducir el costo del dinero para que más personas y empresas tengan acceso a tasas de interés razonables.

SEMANA: ¿Cómo proteger el tejido empresarial de manera que empiece a contribuir con el crecimiento en esa nueva etapa?

R.C.: Ese es el gran enigma: cuándo podemos restablecer el funcionamiento normal del tejido empresarial. Y eso es vital porque sin empresas no hay empleo. En América Latina hemos visto que el promedio que las empresas pueden aguantar sin abrir es entre dos y tres meses. Ya tenemos dos meses de inactividad económica y en el borde del tercer mes está empezando la actividad económica. Es una buena noticia desde el punto de vista económico y social porque estamos volviendo a tener una dinámica en que las empresas están abriendo, en promedio, antes de lo que sería el fin de su capacidad de aguante. Pero algunas no tienen siquiera esa capacidad y seguramente no van a abrir.

SEMANA: ¿Cuál es el escenario de crecimiento que ustedes están viendo?

R.C.: En el libro planteamos pasar de un crecimiento de 3 por ciento a uno del 6. Y ese impulso lo da la inversión de bienes públicos en el corto plazo. Y en el mediano y largo plazo es el aumento de la productividad lo que da ese impulso. Por eso pensamos que en 20 años los países de este continente van a llegar a ser desarrollados si se adoptan esos objetivos centrales y están apoyados por grandes pactos políticos que permitan que de un gobierno a otro, aunque sean de orillas políticas diferentes, mantengan algunas de las estrategias centrales, como la inversión pública.

SEMANA: La crisis dejó en evidencia algunas vulnerabilidades, por ejemplo en lo laboral…

R.C.: Proponemos una gran reforma en el área laboral, que tiene que ver con el aseguramiento colectivo. Ahí entran, por ejemplo, las pensiones, el seguro social y un seguro para el empleo, que existe en Colombia pero es muy débil, además de las reformas en la seguridad social. Hay muy poca gente cubierta y una gran inequidad. Un pilar clave es el aseguramiento colectivo, de manera que por la vía del sistema de pensiones y de seguridad social, los seguros de desempleo y otros programas de este estilo, se pueda generar una base social de tranquilidad, optimismo, visión de futuro, trabajo y de saber que haciendo esto hay oportunidad de pasar de ser un país en desarrollo a uno desarrollado.