Costo de vida
¿Se puede cantar victoria? Aunque en 2023 cayó la variación de la inflación, hay presiones que persisten y podrían afectar la velocidad de la tendencia a la baja
Al cierre de 2023, la variación de la inflación volvió a un dígito. Aunque es una buena noticia, sigue alta y, junto al aumento del salario mínimo, presionará los precios este año.
Luego de 17 meses, la inflación en el país volvió a un dígito y registró, para el cierre de 2023, 9,28 por ciento. La cifra estuvo por debajo de las estimaciones del mercado e incluso del mismo Gobierno. Sin embargo, si bien la disminución en el ritmo de los precios es una buena noticia y ratifica la tendencia a la baja, todavía no se puede cantar victoria.
El dato sigue siendo alto, en comparación con otros países de la región como México, Chile o Brasil, que están por debajo del 5 por ciento. Además, aún se está lejos de alcanzar el rango meta del Banco de la República, ubicándose entre 2 y 4 por ciento, y esta cifra –junto con el salario mínimo, que aumentó 12 por ciento– indexa precios de servicios y productos para este año, que hará que la velocidad de reducción sea más lenta. Finalmente, aún persisten amenazas que pueden presionar la inflación en los próximos meses.
Pero la inflación va a tener dos hechos a favor. Uno, el efecto base de comparación frente al año pasado, en especial en el primer trimestre, cuando registró la tendencia alcista más importante hasta superar el 13 por ciento. Y dos, que el índice de precios al productor (IPP) continuó su caída anual en diciembre, situándose en -5,79 por ciento y, como advierte un análisis de la firma Alianza, “sugiere que las presiones sobre los precios de los consumidores seguirán disminuyendo”.
El impulso a la baja lo dieron los alimentos y las bebidas no alcohólicas, que cerraron el año con un alza de 5,01 por ciento anual, mientras que en diciembre fue negativa, hecho significativo en un mes de alto consumo. La otra cara de la moneda estuvo por el lado del transporte, que aumentó 15,42 por ciento en todo el año, y restaurantes y hoteles, con 13,22 por ciento.
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También subieron alojamiento, agua, electricidad y gas, con 9,26 por ciento. Felipe Campos, gerente de Inversión y Estrategia de Alianza Valores y Fiduciaria, destaca el comportamiento de los alimentos en pleno fenómeno de El Niño. “Siendo Colombia un país que importa la tercera parte de los alimentos, una caída del dólar del 20 por ciento es mucho más importante que un fenómeno de El Niño. El gasto en alimentos es el líder en los choques inflacionarios: es el primero que sube, y cuando baja uno sabe que la inflación total va a descender”.
Juan Daniel Oviedo, exdirector del Dane y concejal de Bogotá, considera que los resultados se explican por un ajuste externo y la tarea del Banco de la República con tasas de interés altas. “Los precios internacionales de los abonos, junto con la corrección del precio del dólar en 2023, fueron determinantes para la desaceleración de la inflación de alimentos. ¡Ninguna acción particular del Gobierno al respecto pudo haber tenido un efecto similar! En los diez primeros meses de 2023 se importaron 1,7 millones de toneladas de fertilizantes a un precio implícito de 507 dólares por tonelada. En ese mismo periodo de 2022, el precio implícito era de 869 dólares por tonelada”, señaló en un trino.
Para Juan David Ballén, director de Análisis y Estrategia de Casa de Bolsa, el dólar fue una de las razones que explican la inflación alta y su posterior caída. “Viendo el panorama con recorte de tasas afuera que se esperan este 2024, se estima un dólar no tan fuerte como el que tuvimos los últimos dos años”, agrega. Por el lado de los arriendos y las tarifas de servicios públicos, en especial energía, estos siguen representando un gran peso en la inflación. Según Camilo Pérez, director de Investigaciones Económicas del Banco de Bogotá, “una cuarta parte de lo que consumimos son arrendamientos”, explica.
El aumento de los arriendos de vivienda es la variación del costo de vida del año inmediatamente anterior. El año pasado el alza fue de 12,53 por ciento, que fue la inflación de 2022. Este año el máximo será 9,28 por ciento, que fue el costo de vida de 2023, en cuya variación anual 1,66 puntos porcentuales correspondieron a arriendos.
Frente a la energía, desde octubre se disparó y cerró el año en un poco más de 20 por ciento. Dos hechos lo explican: el incremento de los precios en la bolsa de energía y los cobros que venían rezagados de la opción tarifaria que se dio en la pandemia por parte de las distribuidoras.Y el otro ‘combustible’ para la inflación fue el aumento en los precios de la gasolina, que cerró el año con una variación de 44,8 por ciento anual.
¿Qué viene?
A pesar de la tendencia desinflacionaria, todavía hay riesgos latentes. El fenómeno de El Niño, las decisiones que tome el Gobierno en relación con el aumento del diésel, la indexación derivada de la misma inflación y del salario mínimo en servicios y productos, así como la incertidumbre geopolítica global, pueden presionar de nuevo los precios, y aunque hay consenso de que la inflación seguirá bajando, estos hechos podrían hacer que la velocidad sea más lenta.
En febrero se verá con mayor intensidad el fenómeno de El Niño y será necesario estar muy atentos a qué pasará con las cosechas de los primeros meses y también con las tarifas de energía.
En cuanto al diésel, Ricardo Bonilla, ministro de Hacienda, dijo que la brecha en el FEPC en materia de gasolina ya quedó cerrada y solo habrá “pequeños ajustes”. Queda pendiente el diésel y agregó que el Gobierno busca una concertación con los gremios para no impactar la inflación.
El otro tema es la indexación frente a la inflación en 2023 y al aumento del salario mínimo para 2024, en temas como arriendos, cuotas de administración, peajes, colegios y servicios públicos. Oviedo advierte que “el problema de la lenta corrección de la inflación en Colombia son los servicios (arriendos, servicios públicos y transporte, entre otros) con riesgo de indexación, debido a los incrementos del salario mínimo, muy por encima de la inflación, desde 2022”.
Laura Peña, del BBVA, confirma que en Colombia el porcentaje de indexación es elevado. “Por si fuera poco, este mal doloroso para el bolsillo se presenta en dos variedades: indexación directa, cuando es decretada por alguna ley, incluso la ley de la costumbre, e indexación indirecta, en el caso de incrementos resultantes por el aumento del precio de algún otro producto indexado. La indexación mediante la inflación generaría efectos sobre el 30,5 por ciento de la canasta que consume un hogar, y mediante el salario mínimo sobre un 27,9 por ciento de esta. Esto significa que el 58,4 por ciento de la canasta de bienes y servicios en Colombia se ve afectada por la inflación y el salario mínimo”, advierte.
Cuando se habla de servicios, se incluyen algunos básicos como la peluquería, que por costumbre va atada al salario mínimo, o explica lo que pasó con restaurantes, cuya inflación anual fue más alta que la de alimentos porque incluye los incrementos en servicios públicos y los aumentos de los sueldos. Los servicios públicos se catalogan como regulados.
Y el otro factor de riesgo, paradójicamente, es el dólar. “Lo mantenemos como un factor de riesgo porque seguimos viendo mucha incertidumbre tanto interna como externa que puede mantener cierta volatilidad. Los factores geopolíticos son muy complejos y cualquier escalamiento puede derivar en una fuerte subida del precio del dólar globalmente y en una afectación en los costos”, dice Daniel Velandia, managing director de Research de Credicorp Capital.
En este contexto, el mercado considera que la inflación cerrará este año en 5,4 por ciento, aunque para algunos, como Campos, se abre la posibilidad de llegar al rango meta y alcanzar el 4 por ciento. La otra expectativa es la decisión que tome a finales de este mes la Junta Directiva del Banco de la República con sus tasas de interés. En el mercado se espera un recorte de unos 50 puntos básicos. Hay que seguir tomándole el pulso a la inflación.