Economía

Orinoquía, la futura despensa alimentaria de Colombia y quizás, del mundo

Cómo una región históricamente apartada del desarrollo se ha convertido en el referente nacional y mundial de la seguridad alimentaria y el potencial agrícola.

25 de septiembre de 2015
Particularmente, es la zona de la altillanura el objetivo del desarrollo. De las 13,5 millones de hectáreas hay 2,8 millones que tienen vocación agrícola y forestal.

En septiembre se realizó en Villavicencio el foro Expogestión Orinoquía 2015 realizada por la Asociación Empresarial para el Desarrollo de la Orinoquía, Asorinoquía, en el cual se presentó uno de los proyectos de desarrollo más prometedores para el campo colombiano capaz de catapultar una región tradicionalmente “baldía” y con pocas proyecciones.

De un pasado “inservible” al futuro prometedor

Una región baldía, en el sentido literal. Aproximadamente 7 años atrás la mayor parte del suelo llanero se utilizaba en su mayoría para la explotación ganadera por la escasa fertilidad de su tierra y la poca diversificación de sus plantas de cultivo.

¿Qué cambio? Como explica la directora de Asorinoquía, Clara Serrano “las investigaciones del ICA, Corpoica y otras organizaciones demostraron que esta tierra pude ser fértil y capaz de producir prácticamente de todo de igual o mejor calidad que cualquier otra región del país, aplicándole los correctivos necesarios al terreno”.

Los siete departamentos de la región conforman un área de 38 millones de hectáreas (similar al tamaño de Alemania) abarcando el 33% del territorio nacional, en la cual solo habita el 3,5% de la población de Colombia (1,7 millones de habitantes).

Particularmente, es la zona de la altillanura el objetivo del desarrollo. De las 13,5 millones de hectáreas hay 2,8 millones que tienen vocación agrícola y forestal. Si se tiene en consideración que hoy en día no se cuenta con una política que garantice la seguridad alimentaria, el potencial de esta zona aumenta considerablemente.

Inclusive somos un país importador de alimentos (6 millones de toneladas de granos anualmente). Según Asorinoquia, desde 1990 el sector agrario y agroindustrial registra un crecimiento anual de sólo el 1,5% en producción de alimentos y materias primas.

Poca infraestructura e incertidumbre jurídica

Pero antes de iniciar este proceso es necesario prestarle atención a dos factores importantes: el precario nivel de infraestructura y los problemas jurídicos de la región.

Aunque hasta el momento ya hay siete adjudicaciones de APP (Alianzas Público-Privadas) de 9 proyectos destinados para el desarrollo de vías en la región, prácticamente todas están en la zona del piedemonte llanero o cercanas a la zona central del país.

“El llano en si está muy abandonado, la falta de vías es inmensa. La gente para trasladarse abre sus propios caminos, en especial en épocas de invierno donde se bloquean muchos accesos”, afirma Serrano.

Inclusive, Puerto Carreño, la capital del Vichada no está adjunto al sistema de interconexión eléctrica nacional, recibe la energía de Venezuela.

Pero el verdadero limitante en el corto plazo para ejecutar todos los proyectos es la incertidumbre jurídica, como lo explica la directora de Asorinoquía “existe un debate ideológico bajo un falso paradigma de agroindustriales versus campesinos sobre el tema de las Unidades Agrícolas Familiares (UAF)”.

El problema recae sobre la interpretación de la ley 160 de 1994 en la cual se permite la adquisición de una UAF a una persona natural o jurídica pero limita al campesino que posee dicho terreno adquirir nuevas de ser próspero o facilita su perdida de no ser lo suficientemente productivo.

La directora del gremio empresarial de la región explica que "para poder elevar la productividad de los terrenos de la región, es necesario invertir entre $8 y $10 millones y muchos campesinos no pueden acceder a esta cantidad limitados por las UAF, por lo que terminan vendiendo sus tierras y migrando a las ciudades" en una especie de trampa de pobreza.

Lo que sucede es que antes de la ejecución de la ley, ya había campesinos con propiedades de tamaño diferente al promedio de la UAF y no poseen los registros notariales para comprobarlo gracias el déficit de atención de registro en la Orinoquia.

“Este tema es el punto de inflexión de la inversión en la zona, hasta que no se resuelva este tema la inversión en la región está estancada” explica Serrano.

El potencial es inmenso

También el Banco Mundial presentó un informe titulado “Programa de Paisajes Integrales Sostenibles para la Orinoquía” en la que se destaca el valor estratégico de esta región del país como una de las pocas del mundo adecuadas para proteger el medio ambiente mediante programas de reforestación.

De hecho, según el organismo multilateral solo hay 3 regiones en el mundo que cumplen con estas características de desarrollo sostenible.

Para hacerse una idea del increíble potencial futuro del sector agroindustrial, las inversiones privadas de la región sólo cubren el 1% del área de potencial agrario y fue suficiente para incrementar en más de 150% el PIB agrícola en la última década.

Además, hace solo 4 años se inició la siembra de maíz tecnificado y ya aporta el 15% a la producción total del país.

Mapiripán, un claro ejemplo del progreso llanero

El municipio de Mapiripán ubicado en el departamento del Meta famoso por la masacre perpetuada en 1997, era una población sin electricidad y como única fuente de empleo estaba la alcaldía. Desde la llegada de la empresa Poligrow Colombia con nuevas plantaciones de palma se han convertido en el principal generador de empleo bien remunerado en el municipio.

La empresa ha capacitado a los jóvenes en los colegios, a las amas de casa en huertos caseros y el proyecto emblema “Electromapiri” que da energía al pueblo durante 24 horas a partir del biodiesel de palma.

“La gente de Mapiripán quiere que ya no los recuerden por la masacre, sino por los logros que han realizado” resalta la directora de Asoniroquía, quien confía en que este panorama se replicará en toda la Orinoquía en los próximos años.