Gobierno
‘Sin consensos no hay política de Estado’, directivo de JP Morgan, en entrevista con SEMANA, le toma el pulso al gobierno y a sus polémicas reformas
JP Morgan es una de las multinacionales financieras más críticas con el desempeño del país. Diego Pereira, su economista jefe para esta región, habla de las elecciones, del ‘apagón’, de la coalición, de las tasas de interés, y más.
Elecciones, protesta regional
Semana: Los resultados de las elecciones del 29 de octubre se leyeron como un voto de protesta regional dirigido al Gobierno nacional. ¿Cree que la izquierda no tuvo acogida, que ya no se volverá a recuperar?
Diego Pereira: A la luz de las experiencias recientes en América del Sur, creo que los ciudadanos buscan resultados rápidos a situaciones complejas, que necesitan de políticas consensuadas y tiempo para resolverse. De allí los cambios de rumbo en términos electorales que muchas veces trascienden la lógica derecha-izquierda. Chile es un claro ejemplo. Lo que sí parece ser una tendencia en Colombia es la fragmentación política, lo cual, a partir de ciertos niveles, conspira en contra de los necesarios acuerdos.
Semana: Ustedes en JP Morgan han dicho que la derrota de Gustavo Petro en las elecciones regionales afectará el trámite de las reformas en el Congreso. ¿Cree que podrán rehacer la coalición política para lograr su aprobación?
D.P.: La historia muestra que una vez rota una coalición es difícil volver a recuperarla en un mismo periodo de gobierno. Además, el núcleo gravitacional, el Pacto Histórico, ya no tiene la misma fuerza que hace unos meses dados los resultados en las regionales. Pero no sería necesario recrear una coalición para conseguir la aprobación de las reformas.
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Y el Acuerdo Nacional...
Semana: El tema es que, en el país, con la llegada de la actual administración se ha hablado de un gran acuerdo nacional. ¿Cómo ve el poco avance en ese sentido?
D.P.: Los acuerdos nacionales son difíciles de concretar en toda la región, no solo en Colombia. Una hipótesis podría ser que la exacerbada polarización durante las campañas genera heridas difíciles de suturar una vez que se definen las elecciones, lo cual impide grandes acuerdos. Lo preocupante es que, tanto en Colombia como en la región, el crecimiento potencial se sigue revisando a la baja. Ello hace impostergable la inversión de mediano y largo plazo, así como las reformas que eleven la productividad y el bienestar en el mediano plazo. Y para ello se necesitan políticas de Estado, políticas que trasciendan un periodo de gobierno. Sin consensos, no hay políticas de Estado.
Para dónde va la economía
Semana: A propósito, ¿qué expectativa tiene con el crecimiento de la economía colombiana en 2023 y 2024 y con la inflación?
D.P.: Proyectamos que el PIB crezca 1,5 por ciento este año, por encima de lo que espera el equipo del Banco de la República. Para 2024 esperamos un crecimiento un poco más bajo, solo de 1,1 por ciento. La inflación será menor, aunque aún alta. Proyectamos en 9,8 por ciento para diciembre de este año y 4,8 por ciento para el año que viene. El fenómeno de El Niño será un factor clave en cuanto a precios de alimentos y energía, sobre todo, en los primeros meses de 2024. El Banco de la República podrá bajar la tasa de política monetaria, pero en forma cautelosa dado el entorno externo.
Mucha presión sobre los hogares
Semana: ¿Esa expectativa de inflación incluye la presión sobre los alimentos, derivada de los impuestos saludables, y el aumento en los precios de los combustibles?
D.P.: Con relación al precio de los alimentos, en el corto plazo el mayor riesgo viene por el lado del potencial efecto del fenómeno de El Niño. Un evento fuerte tendrá efectos sobre los alimentos frescos. Y tenemos que ver el impacto que ello a su vez pueda ejercer sobre los precios de alimentos globales, y el tipo de cambio. Por supuesto, las innovaciones impositivas no ayudan. En cuanto a la oferta de alimentos, algunas regiones pueden ver disminuir las cantidades en los mercados, de allí justamente el impacto sobre el precio. Dicho ello, la historia muestra que el incremento de los precios de los alimentos debido a El Niño en la primera mitad del año tiende a ser compensado en la segunda mitad.
Semana: Serían, entonces, los precios de la energía los más preocupantes mientras el consumo sube cada vez más y hay retrasos en proyectos energéticos alternos. ¿Ve riesgo de apagón?
D.P.: No tenemos un apagón en nuestro escenario base, pero sí hay un riesgo de oferta en el mediano plazo, sobre todo, si El Niño se transforma en un evento que se extiende por más tiempo del esperado. El sistema eléctrico, basado en la energía hidroeléctrica, ha experimentado periodos de baja disponibilidad de recursos, lo que provocó frecuentes aumentos de precios e interrupciones en el suministro de energía, especialmente durante El Niño de 1992. Desde entonces se han tomado varias medidas, como el embalse Hidroituango, que entró en funcionamiento en 2022. Así las cosas, la principal capacidad de respaldo es el gas natural, el cual es difícil de garantizar, ya que la producción nacional está en declive y los mercados mundiales de GNL (gas natural licuado) son ajustados. También existe el riesgo financiero que acarrean algunas firmas.
Semana: En ese contexto, ¿qué opina de la posición del Gobierno con la transición energética y la no exploración de hidrocarburos?
D.P.: Creo que la inversión en tecnología que se alinea con energías más respetuosas con el medioambiente no necesariamente tiene que desarrollarse a costa de la producción responsable de hidrocarburos. Es más, dado lo que representa la producción local en el contexto global, se hace marginal cualquier esfuerzo de Colombia, inclusive los extremos. Ello no implica dejar de diversificar la economía, apostar por la integración de las cadenas de valor internacionales y maximizar las ventajas relativas que puede ofrecer el país, entre ellas justamente lo que puede ser un costo relativo más bajo de la energía.
Las transformaciones productivas llevadas a cabo sin un arreglo equilibrado de los incentivos suelen terminar generando altos costos para las clases medias. En alguna medida, ello lo vivimos con el impulso desarrollista manufacturero del siglo pasado, que terminó condenando al consumidor a un nivel de bienestar muy inferior al potencial.
El sendero lógico sería negociar una política de Estado que trascienda lo que es un periodo de gobierno y que siente las bases para una economía más diversificada y de mayor potencial humano, al amparo del incentivo a la reinversión de los recursos originados, entre otros, precisamente la producción de hidrocarburos.
Semana: ¿Cree que las tasas de interés del banco central deberían bajar ya? ¿Qué opina del manejo de la política monetaria?
D.P.: El objetivo primero de la política monetaria es que la inflación se mantenga en niveles bajos y estables. Hoy la inflación en Colombia sigue siendo muy alta por varios motivos, como la indexación de la economía, la persistencia de varios precios de servicios o el incremento de la gasolina.
Es verdad que la actividad ha desacelerado, principalmente los sectores más sensibles a los costos financieros variables. La transmisión de tasas más altas es más rápida al sector corporativo que a las familias. Entonces, sectores como construcción y manufacturas tienden a sufrir más. Pero el desempleo sigue mostrándose menor a lo esperado hace unos meses.
En resumen, se entienden los argumentos que han llevado a la mayoría del directorio a mantener la tasa estable. Nosotros esperamos, salvo sorpresa inflacionaria, que la tasa de política se reduzca en diciembre y mantenga una trayectoria decreciente el año que viene.
Semana: Dijo que no se necesitaría coalición para las reformas. ¿Cree que necesitan ajustes?
D.P.: Toda propuesta de reforma es mejorable; de allí la discusión en el Congreso, y la participación de diferentes agentes interesados y potencialmente afectados por los cambios en discusión. A manera de ejemplo, en la reforma de pensiones el punto de discordia más importante parece centrarse en mantener los tres salarios mínimos.
Una rebaja de tal condición elevaría mucho la probabilidad de aprobación. La reforma de salud es más compleja, a lo cual se suma una situación de estrés financiero en algunos casos, lo cual, creo, dificulta la discusión. En todo caso, desde el punto de vista del mercado, el foco principal radica en los potenciales costos fiscales. La reforma laboral, como está planteada, parece enfocarse en justamente lo contrario a elevar el crecimiento potencial.
Semana: Cree que el presidente Petro dejará atrás la postura radical que ha tenido con algunos temas para tratar de cambiar la tendencia que ha tenido hasta ahora: baja popularidad entre los ciudadanos y dificultades en el Congreso para sacar adelante las leyes.
D.P.: Es de esperar que se replanteen ciertas posturas. Pueden verse cambios en el gabinete. Pero los cambios dependerán de la lectura que se realice sobre las causas de la caída de la popularidad. El mercado seguirá con mucha atención los posibles impactos fiscales que puedan acarrear estos cambios.