Economía
“Son momentos delicados para hacer reformas laborales”, dice la CEO de Pepsico para América Latina
Para Paula Santilli, quien lidera la operación de la multinacional en la región, la automatización está generando ahorros en mano de obra, y asegura que los empleos cambiarán, serán mejores, pero menos. En diálogo con SEMANA, explica los retos que ha enfrentado la empresa en esta parte del hemisferio y cómo se han ajustado. Destaca que Colombia es el tercer mercado, después de México y Brasil. Antes de una reforma tributaria, hay que avanzar en la formalidad, advierte.
Pepsico es una de las multinacionales de alimentos y bebidas más grandes del mundo. Y su operación en América Latina y el Caribe es dinámica y retadora. Desde el Río Grande, en la frontera entre México y Estados Unidos, hasta la Patagonia, al sur, atiende 34 países, con marcas en bebidas como Pepsi, 7-Up, Gatorade, H2O, u otras en alimentos y snacks como Doritos, Cheetos, papas Margarita en Colombia y productos de Quaker.
En la región cuenta con cerca de 80.000 empleados y registra unos ingresos anuales que superan los 12.000 millones de dólares. Además, sus inversiones representan entre el 7 y el 9% de sus ventas, y los productos innovadores pesan entre el 10 y 15% de sus ingresos.
SEMANA dialogó con la responsable de esta operación en América Latina, Paula Santilli, la CEO para esta parte del hemisferio, una argentina que lleva más de 15 años en la organización y que lidera desde México.
“Es un negocio muy dinámico y veloz”, asegura, y destaca la importancia del portafolio, soportado en la agricultura. “Nosotros somos conocidos por lo que vendemos, pero si no tuviéramos la agricultura atrás, no existiríamos. Y como soy argentina, entonces, me gustan los tractores y los caballos, y conozco muy a fondo toda la cadena de valor, empezando por el campo. Y, en el otro extremo, son productos de enorme ubicuidad en el comercio de cualquier país. Entonces, estamos en las grandes cadenas de supermercados, pero también llegamos directamente a cada tiendita, a cada tendero, a cada bar, donde hay una necesidad de bebidas y de snacks”, afirma y señala que en cada país hay operaciones con al menos una o dos fábricas.
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En estos últimos cuatro años, la región, y el mundo en general, pasó por una caída profunda de la economía por la pandemia, crecimientos históricos en la recuperación, después vino un proceso de desaceleración, que en Colombia rozó con una recesión, y en este momento está en una etapa de ajuste. Para Santilli, esta situación dejó en evidencia lo que es considera fundamental en cualquier empresa hoy día, sobre todo en América Latina: “La agilidad. Uno tiene que ser hoy elástico”, asegura. Dice que el primer paso es poder prever, lo que le va a pasar al consumidor y a sus clientes. “Hoy tenemos mucho más analítica, más data, más matemática avanzada y modelos para prever”. Y el segundo, ágilmente, “adaptarse a lo que sea, con muchísimo trabajo en equipo y resiliencia. En Latinoamérica tenemos una resiliencia sin igual y dispuestos a qué hay que hacer”. Resalta no solo el recurso humano de la región que se adapta al entorno, sino también su potencial que ha servido, incluso, para la “exportación” de talento hacia mercados como Europa y Estados Unidos.
Entorno
Frente a la compleja coyuntura económica, con un dólar volátil, altas tasas de interés, al igual que la inflación, reconoce que son años “exóticos”, en los que ajustan la estrategia de prever y, lo que llama, leer las señales, algunas de las cuales no puede pasar por alto, como por ejemplo la combinación del empaque –bolsas pequeñas con bolsa grandes- que transforman la cadena de valor. “¿Qué pasa que se están comprando bolsas chicas? Que todos están preocupados por el precio, pero la gente quiere mantener sus hábitos”, afirma.
De hecho, reconoce los cambios en materia de consumo y a lo que se ha tenido que enfrentar el consumidor. “Claramente absorbió una gran cantidad de inflación primero por el covid, después por la guerra entre Rusia y Ucrania, luego por la disrupción de la cadena de suministro y hoy está siendo muchísimo más cauteloso, haciendo cosas como ir a comprar a diferentes canales, todo el tiempo. Se convirtieron en expertos en mirar los precios online, en revisar dónde está más barato, eligen ir a comprar donde entienden que hay mejores ofertas. Y también están comprando en muchos canales. No solo están yendo a una tienda a comprar todo”, asegura.
Agradece que en esos momentos difíciles, la proveeduría los acompañó. “Nosotros sabemos cómo reaccionar, pero a veces uno debe tener a los proveedores con uno, y preparados, igualmente elásticos, con mucha transparencia. Estamos trabajando muy fuerte con supplier partnership”, dice.
América Latina es una región retadora por las complejidades en el consumo, los desafíos en la operación, las variables macroeconómicas, pero, recientemente, también por la tensión social, que incluso ha derivado en cambios de gobierno, con giros a la izquierda. ¿Qué tanto han cambiado las reglas del juego, la seguridad jurídica, las inversiones para Pepsico en la región?
“Nosotros, número uno, respetamos las leyes en cualquier parte donde estamos operando. O sea, el apego al Estado de Derecho de una compañía americana como Pepsico, a mí me encanta porque tiene un nivel de valores altísimo, con el cual yo coincido, y hace toda la vida mucho más fácil para saber por dónde uno camina. Pepsico ha estado en Latinoamérica más de 100 años. En 100 años los hemos visto todo y nos llevamos bien con todo el mundo, estamos para generar empleo, para generar negocios, para desarrollar el agro, para generar un negocio mucho más sustentable, independientemente de quién sea el gobierno de turno. Las reglas del juego van cambiando, pero es parte de las reglas del juego que todos conocemos”, asegura.
Aterrizando en Colombia y en la operación en el país, destaca que se trata del tercer mercado en consumo más importante para Pepsico en la región, después de México y Brasil. “Y uno necesita un tercero sólido, con sustentabilidad, en el sentido de que sea parejo a lo largo de los años. Necesitamos un Colombia estable con un recorrido de crecimiento y estabilidad de larga cantidad de años. Es un país con una población joven y es un país con muchas necesidades. Entonces, ¿por qué no habrías tú de querer crecer en Colombia? Es una tragedia si Colombia no crece, porque eso quiere decir que la gente va a seguir igual de fregada de lo que ha estado en décadas anteriores. Y lo que queremos todos es que a la gente le vaya mejor, que tenga prosperidad, bienestar y que pueda hacer su vida como merece. Y yo creo que el colombiano es increíblemente amable, inteligente, trabajador, trabajadora. Son increíbles, merecen realmente un crecimiento lindo”, afirma.
Reformas
Ante la reforma laboral que se está tramitando en el Congreso, y la ley de financiamiento, Santilli asegura que las reformas traen impactos y hacen un esfuerzo por mitigarlos.
“Son momentos delicados para hacer reformas laborales, la verdad, porque nunca ha sido tan fácil como hoy en día generar ahorros en mano de obra. Hoy hay una automatización en plantas que es impresionante” señala.
Por ejemplo, anticipa que en México tendrán la primera dark factory: una planta que opera sin prender luces en su interior, “porque no hay gente. Es una torre de control que lee el correcto funcionamiento de toda la línea. Todo es matemático”, explica.
Este hecho, la lleva a nuevas reflexiones: “Uno puede hoy imaginar una planta en la que ya no hay gente, prácticamente, o hay notablemente menos cantidad de empleo que lo que había en el pasado. Dicho de otro modo, son empleos mucho mejores, son empleos de mucha más calidad, de mucho menos esfuerzo físico, de mucho más trabajo conjunto con la ciencia. Son trabajos excepcionales, pero son menos”, advierte.
Y agrega: “El empleo está cambiando de modo radical en el mundo entero. Latinoamérica no es la excepción. Creo que los gobiernos tienen que pensar muy cuidadosamente cómo preparamos a estos ciudadanos y ciudadanas para que sean óptimos empleados para la región, en tres o cinco años, no en diez o 15. Es ahora. ¿Qué clase de empleabilidad queremos y qué clase de talento necesitamos generar saliendo de las escuelas?”, se pregunta.
Sobre las reformas tributarias en América Latina, Santilli asegura que el problema es que no se termina por combatir la informalidad, que califica de “rampante” en la región. “Todos los que pagamos impuestos acá, los están mirando: son empresas formales, legalmente constituidas, que tienen valores y que siguen las reglas. Entonces, una empresa como PepsiCo se convierte como en un target. Y, por el otro lado, hay una informalidad que alcanza el 50 a 60% de la economía en cualquiera de estos países. Y hay muy poco o casi ningún esfuerzo de traer a la mayor cantidad de gente a la formalidad. Y eso hace que las reglas del juego sean diferentes. Uno compite con otras empresas que no tienen esas mismas rigurosas normas fiscales. Entonces, hace que la competencia sea diferente, con una cancha desbalanceada”, afirma.
Pero, lo peor para ella es que se mantiene a las personas en un escenario de inequidad e informalidad. “Se quiere que la gente tenga un plan de pensión, un seguro de salud, que tenga una previsión social en todas sus etapas de vida. Y para eso la necesitas en la formalidad, no en la informalidad”, sentencia.
Santilli advierte que los países de América Latina tienen que crecer de forma diferente, pues tienen distintas geografías y posibilidades: “Desde mi punto de vista, los países tienen que decir: estas son las cinco industrias a las cuales nos vamos a dedicar. Entonces pongamos todos los motores atrás de ese foco, pongamos la educación en ese frente y orientemos la población hacia lo que vaya a generar prosperidad, riqueza y bienestar en los próximos 20 a 25 años”.
Potencial
Destaca el potencial de sectores como el turismo, al que califica como una fuente de empleo extraordinaria, y dice que Latinoamérica está en el hot spot en este momento, en este sector. También enfatiza en la necesidad de avanzar en la digitalización, tarea en la que los gobiernos tienen que profundizar sus esfuerzos. “Lo que te da la digitalización es poder hacer las cosas de un modo completamente diferente a como las hacías en 1980 o en 1990. Y esos procesos hay que rediseñarlos de un modo nuevo y distinto. Los gobiernos tienen que estar haciendo exactamente lo mismo”, asegura Santilli.
Otro desafío al que se enfrenta la industria es el cambio en los consumos de hábitos y las regulaciones que vienen de la mano en materia de alimentos saludables, con sellos en los empaques y advertencias al consumidor.
“Nuestro trabajo es estar en sintonía con lo que el consumidor quiere. Y, es más, hoy sabemos lo que el consumidor quiere mejor que él mismo, a través de analytics, de search, etc. Ese ha sido nuestro trabajo siempre. Con lo cual, de vuelta, con la misma elasticidad, ya tienes productos que, por ejemplo, no tienen sellos, como NatuChips o Doritos Pizza, y a varios productos les estamos sacando los sellos. No es una novedad para nosotros que nos tengamos que adaptar”.
Pero reconoce que la regulación sí es exigente y buscan la manera de transformar su portafolio. “Los ingredientes van cambiando, las recetas van cambiando, como también va cambiando el hábito del consumidor. Por ejemplo, el consumidor ha visto una reducción de sodio en Colombia que ha sido del 30% y vamos a seguir bajando”, explica Santilli. Advierte que el consumidor hoy está muy informado, es experto, “no como hace 30 años cuando no había internet. Hoy la gente sabe absolutamente todo, y comienza a tener mucho más interés y curiosidad por cómo fabricamos los productos y ahí tenemos unas historias fantásticas que contar”.
Enfatiza en la región el papel protagónico de México, país del que dice, “está al lado de una aspiradora de consumo” por el TLC con Estados Unidos; y de Brasil, por el tamaño de su población y geografía. Agrega que el resto de los países se comportan de una manera muy parecida, pero que la diferencia está en la dinámica de las categorías, algunas en un distinto nivel de desarrollo, entre las que subraya Pepsi Black, sin azúcar, una tendencia muy fuerte del consumidor, NatuChips que, dice, “es una marca colombiana divina y ahora estamos vendiendo en México, en el Caribe. Platanito por todos lados”.
Para ella, una de las grandes oportunidades es el nearshoring, el traslado de plantas de Asia a países más cercanos a Estados Unidos, tendencia que México ha capitalizado más que cualquier otro país de la región. “Esa misma oportunidad está para todos los países de Latinoamérica, solo que hay que pensarlo estratégicamente. Se necesita esfuerzo, inversión para esa agenda, y paciencia”, anticipa Santilli.
La compañía está en una fase de transición en materia de sostenibilidad, con lo que Santilli denomina “un change management importante”, con estrategias como ahorro de agua, envases reciclados y con una flota eléctrica de autos eléctricos y camiones eléctricos. “Sí, son cool, pero son diferentes de manejar y de operar. Es toda una curva de aprendizaje bien interesante”, concluye.