TRANSPORTE
TGI: la empresa de transporte de gas que le apostó a la transformación y la inversión
La compañía les apostó a la transformación, la inversión y el apoyo a sus colaboradores y a las comunidades donde opera en un año desafiante. La flexibilidad ahora será decisiva.
Una de las cosas que recordarán los trabajadores colombianos cuando termine esta pandemia y la vida vuelva a la nueva normalidad es cómo los trataron las empresas durante este tiempo. “Eso a nadie se le olvidará”, dice enfática Mónica Contreras, presidenta desde octubre pasado de TGI, Transportadora de Gas Internacional.
Por eso, buena parte de las decisiones adoptadas por esta compañía líder en el transporte y procesamiento de hidrocarburos en Colombia y Perú, y que forma parte del Grupo Energía Bogotá, se basaron en cuidar, primero, la vida de sus trabajadores y las comunidades en las áreas de influencia, y, luego, la buena salud de los negocios.
Las primeras decisiones recién llegó la pandemia al país estuvieron enfocadas en mandar entre 50 y 70 por ciento de los colaboradores a trabajo remoto, mantener la continuidad de los proyectos y las operaciones, y garantizar la seguridad del equipo que debía trabajar de manera presencial.
También, la empresa tuvo especial cuidado en capacitar en prevención frente a la covid a la población en donde opera. El resultado de estas decisiones no solo fue muy exitoso en términos financieros, a pesar de los retos, sino también en términos sociales y de cultura organizacional.
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El Grupo Energía Bogotá alcanzó utilidades por cerca de 600 millones de dólares y su ebitda creció 35 por ciento. Y, en el caso puntual de TGI, la utilidad neta ascendió a 556.904 millones de pesos, 35 por ciento más que en 2019, y su ebitda llegó a 1.298.339 millones. Asimismo, las lecciones como compañía fueron importantes. La empresa ratificó que trabajar unidos y con buena energía les permitió hacer frente, y de mejor manera, a la adversidad y obtener mejores frutos.
Contreras no oculta su entusiasmo al afirmar que se transformaron en logros para sus clientes, accionistas y demás grupos de interés, una situación que al comienzo generó incertidumbre. Al final, los beneficios del progreso, el empleo y el apoyo social de esta compañía los cobijaron a todos.
Asegura que “la compañía cerró el año con muy buenos niveles de caja, después de cumplir con todas sus obligaciones, incluyendo los pagos de dividendos”. Por ser empresa del sector de servicios públicos, una de sus prioridades era garantizar la continuidad en la prestación de los servicios de manera remota. Todo esto debía coordinarse de forma virtual, lo que implicó entender bien el entorno en el que se estaban moviendo los colaboradores.
Contreras explica que a este asunto le invirtió mucho tiempo, pues entendió que era necesario establecer una comunicación empática, afiliativa y efectiva, que le permitió entender, en materia de cultura del negocio, en dónde estaban, cuáles elementos deberían mantenerse y cuáles abandonar y dejar atrás. El propósito era una organización más flexible, ágil y capaz de aprovechar los desafíos.
Esto los llevó a replantear algunos temas de visión y de propósito, así como adelantar planes pensados para el largo plazo. La nueva realidad los obligó a moverlos a corto plazo.
En la estrategia de negocio debían encontrar soluciones a un tema crítico: enfrentar la caída de ingresos en 2020 por el cierre del contrato Ballenas-Barranca, equivalente a 20 por ciento de esos ingresos. “Pudimos seguir entregando resultados importantes y relevantes; por eso, acabamos de anunciar el crecimiento del margen ebitda como resultado de la creación e incubación de nuevos modelos de negocio, que se suman a la mayor eficiencia para controlar costos y gastos, y transformar la manera como estamos operando algunos proyectos”, explica.
En la formulación de los pilares que orientarán las acciones de la empresa para aprovechar las nuevas oportunidades, aun en medio de la pandemia, cinco fueron las prioridades definidas. La primera, lograr mayor eficiencia en el control de costos y gastos, y en revisión de procesos. La segunda, acelerar la transformación digital y mayor capacidad para trabajar de forma distinta. “Buscamos incubar innovación de cara a la agenda que tiene este sector, y que incluye la descarbonización, y avanzar en el hidrógeno verde”, asegura Contreras.
Una cuarta cuestión, que forma parte de la nueva agenda, tiene que ver con lo que la presidenta de esta compañía denomina “un regulatorio mucho más proactivo”. Se refiere a adelantarse e ir más rápido frente a lo que les va a exigir el regulador a fin de que, a medida que se diseñen nuevos proyectos, puedan tener el acompañamiento necesario del regulador.
Y, finalmente, la transformación cultural o change management, que le apunta a gestionar con equipos más livianos, trabajando de manera multifuncional, con menos hilos. En otras palabras, lograr que la organización sea más plana y menos burocrática, con una preocupación fuerte en los temas de sostenibilidad. “Nuestro principio es generar prosperidad colectiva, que significa que, si al negocio le va bien, logramos impactar positivamente la comunidad donde operamos, a nuestra gente, y podemos cumplir los compromisos de sostenibilidad para los próximos años”.
El cambio llegó para quedarse en TGI. Viene con una visión de priorizar la vida de colaboradores y comunidades de influencia, así como para gestionar el negocio de manera sostenible. Sin duda los resultados se ven.