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Tim Cook: el hombre de los 2 billones de dólares

Apple rompió la semana pasada la barrera de los 2 billones de dólares en capitalización bursátil y se convirtió en la empresa más valiosa de todos los tiempos. Tim Cook hizo posible esta asombrosa historia de negocios.

22 de agosto de 2020
Tim Cook aplica el “liderazgo multiplicador”, basado en estimular la inteligencia de las personas en lugar de imponerles la voluntad del jefe. Cuentan que formula pregunta tras pregunta a sus empleados hasta exasperarlos. | Foto: GETTY IMAGES

Cuando Tim Cook se sentó en la silla que había ocupado por décadas el mítico Steve Jobs, muchos dudaron de que tuviera los pies tan grandes como para calzar los zapatos del personaje que conmocionó a la industria tecnológica. Cook no tiene nada en común con el irreverente fundador de Apple, que asistía descalzo a reuniones de negocios y tenía arrebatos de ira repentina que hacían temblar a los colaboradores más cercanos. La vocación innovadora de Jobs y sus brillantes estrategias de publicidad permitieron que los productos de Apple se vendieran como cosa de otro mundo y por años puso a todos sus rivales de la industria a copiarle diseños y seguir sus tendencias. Toda una estrella de rock que lucía irremplazable.

En agosto de 2011, Jobs señaló desde su lecho de enfermo terminal a Tim Cook como su sucesor al frente de la compañía. Cook, introvertido y apacible, saluda con amabilidad y practica la inclusión de género, raza e ideología. Había otros candidatos, como Jony Ive, el afamado diseñador que hizo realidad la imaginación de Jobs y la convirtió en productos funcionales. Pero eligió a un ingeniero industrial metódico, de cabeza fría y analítica, que logró que Apple valga hoy 750 veces más que la empresa que le entregó su antecesor.

El analista Eric Savitz, de Barron’s, calcula que Cook generó el 88 por ciento de la valoración de Apple y es claro en el mundo de los negocios que se trata del triunfo del método sobre la magia.

Durante la pandemia, que llevó al desempleo a 30 millones de personas en Estados Unidos, las acciones de Apple aumentaron su valor en 55 por ciento. Ni siquiera la propia compañía había proyectado tales cifras. Pero la cuarentena hizo que comercializaran más computadores y tabletas en línea, con las tiendas físicas cerradas en el mundo. Vendieron Mac y iPad por 14.000 millones en las semanas más duras, y el iPhone SE –una versión económica del popular smartphone– ha sido una locura, con 26.000 millones de dólares en ingresos en el segundo trimestre del presente año. Y todavía no ha salido el esperado iPhone 12 con 5G. Los AirPods, esos ingeniosos auriculares inalámbricos, aportaron 6.500 millones de dólares en el mismo periodo.

Más que los consumidores, los inversionistas le han dado semejante valor a la marca. Los beneficios que entrega cada acción explican su éxito en el mercado de valores. Walmart obtiene casi el doble de ingresos que Apple, 545.000 millones de dólares proyectados al finalizar este año versus 280.000 millones para Apple. Pero solo el 24 por ciento de las ganancias, es decir, 14.000 millones de dólares para la primera frente a 58.000 millones para la segunda.

El hombre que logró estos resultados está lejos de los empresarios más ricos del mundo y ha demostrado que el dinero no es su principal motivación. Su fortuna personal proviene enteramente del salario y de las acciones de Apple que ha recibido, una parte de las cuales vendió hace poco, por lo que actualmente posee solo el 0,02 por ciento de las acciones de la empresa. Forbes lo clasificó en la categoría de 1.000 millones de dólares de fortuna personal, muy por debajo de los CEO de las otras grandes tecnológicas, que son fundadores y principales propietarios, como Jeff Bezos (el hombre más rico del mundo con 113.000 millones de dólares, según esa publicación), Bill Gates, Larry Ellison (Oracle) o Mark Zuckerberg (Facebook).

Hijo de un trabajador de un astillero y de una empleada de una farmacia, Cook tiene un estilo moderno de liderazgo, basado en el trabajo colaborativo y la información. Su amigo Bono lo llama “Maestro Zen” y su éxito no se basa en inventar productos fabulosos e inspiradores, como hacía Jobs, sino en analizar datos y mercados, hacer cálculos financieros y ahorrar impuestos como las demás grandes tecnológicas norteamericanas, acusadas de ejecutar complejas maniobras para reducir al máximo posible sus tributos. Apple también aparece en las pesquisas que la comisión antimonopolios del Congreso de Estados Unidos adelanta por estos días.

Jobs tenía claro que Apple necesitaba para sucederlo a su jefe de Operaciones, que “no es una persona de productos”, como dijo alguna vez al periodista Walter Isaacson en una notable biografía. Pero alguien portador del nuevo estilo corporativo que la empresa requería. Para Jobs parecía evidente que su imperio no se sostendría más a punta de inspiración y raptos creativos, porque la feroz competencia de la industria tecnológica, especialmente asiática, no lo permitiría.

Cook supo desde el principio que no podía ni quería imitar a su antecesor. “Fracasaría miserablemente en eso, y creo que este es, en gran parte, el caso de muchas personas que toman el testigo de alguien más grande que la vida. Tienes que trazar tu propio rumbo. Tienes que ser la mejor versión de ti mismo”, dijo en una entrevista hace algunos años. El propio Jobs le aconsejó eso: “No preguntes qué haría yo. Haz lo correcto”. Y lo hizo.

Su vida privada es eso, privada y lejos de los focos mediáticos, las luces y las reuniones sociales. En 2014 hizo pública su orientación sexual gay y ha mantenido un estilo de vida sobrio y relativamente modesto. Vive en una casa de 280 metros cuadrados, usa zapatos tenis y ropa casual todos los días, practica ejercicios para mantenerse en forma y en vacaciones suele ir al parque nacional Yosemite, en lugar de visitar playas exóticas o viajar por el mundo.

Para tomar decisiones pone en una balanza los pros y los contras de las propuestas y estudia exhaustivamente cada detalle. Se dice que, si alguien en una reunión no está suficientemente informado del tema, Cook prefiere dar por terminada la cita. Amable pero asertivo, para reunirse con él los empleados deben prepararse a conciencia, porque no le gusta perder el tiempo. Pero si balancear pros y contras es una técnica antigua, la de formular montones de preguntas críticas hace parte de un enfoque de liderazgo contemporáneo, que Harvard Business Review bautizó “liderazgo multiplicador”, basado en estimular la inteligencia de las personas en lugar de imponerles la voluntad del jefe. Cuentan que formula pregunta tras pregunta a sus empleados hasta exasperarlos. Pero jamás alza la voz y nunca se le ha visto fuera de control.

La estrategia de servicios, adoptada hace algunos años por Cook para no depender de los dispositivos, resultó ser el camino correcto. La venta de música, el streaming de series en Apple TV Plus (con el que compite contra Netflix) y la plataforma de pagos Apple Pay aportaron 13.200 millones de dólares en ingresos en plena pandemia. Se estima que los servicios constituyen hoy el 39 por ciento de las ganancias de la empresa. Apple depende cada vez menos de sus teléfonos, diversifica sus negocios y asegura utilidades en los peores tiempos de recesión.

El año pasado, Aramco, la petrolera de Arabia Saudita, llegó a los 2 billones de dólares, pero mantuvo solo fugazmente ese valor. Cuando Apple alcanzó un billón hace dos años, muchos creyeron que tocaba el techo. Pero pasó de largo y, por lo visto, su valor seguirá aumentado por tiempo indeterminado. Por supuesto, los inversionistas están felices con la Apple de Tim Cook.